Hace unos días, subimos al blog un post con el debate abierto por H. H. Hoppe acerca de si Hayek es o no un mito. Decía entre los comentarios, que falta una sistematización de la filosofía política de Hayek para comprender mejor su obra, tal como la que Gabriel Zanotti hizo con Mises. Pero el mismo Gabriel se ocupó de mostrarme distintos pasajes en los que trabajó la filosofía política de Hayek, con lo cual se puede concluir que este trabajo está hecho. Se que es largo, pero el comentario de Gabriel vale la pena, y esclarece muchas de las cosas que estamos discutiendo.
Por mi parte, sólo quiero agregar dos comentarios:
1) Hayek y Rothbard tienen dos formas distintas de trabajar. Mi impresión -y se que esto va a dar lugar a otro enorme debate- es que Rothbard es constructivista (algo que debatimos hace un tiempo en otro post). Planifica un ideal de sociedad anarcocapitalista, y luego trabaja en desmantelar al Estado para alcanzar ese ideal. Esto queda claro también en la defensa anarcocapitalista de Jesús Huerta de Soto, que Nicolás Cachanosky critica en un artículo publicado en este post. Este no es el modo de trabajar de Hayek. La obra de Hayek, enfatizando el estudio del cosmos y el taxis, y también de los ordenes espontáneos, sirve para ver cómo llegamos a donde estamos. Por eso mientras Hayek considera central el estudio de la tradición del orden espontáneo, Rothbard prácticamente no le da lugar. A Rothbard le incomoda el orden espontáneo. Hayek analiza el proceso que nos trajo a donde estamos, y sólo a partir de esa comprensión, piensa que se puede analizar la posibilidad real del anarcocapitalismo. Hayek no puede en su modo de ver y entender el mundo, sugerir que el anarcocapitalismo es el ideal. Más bien, analiza hacia dónde irán los órdenes espontáneos, y deja la puerta abierta a que el estado final sea ese anarcocapitalismo que Rothbard promueve.
2) Dicho esto, me parece que a este debate hay que agregarle el condimento de Buchanan. El punto que merece discusión es si el anarcocapitalismo es posible, o si más bien, encuentra un límite. Al respecto, Buchanan publicó en 1975 «The Limits of Liberty: Between Anarchy and Leviathan», que también está traducido al español bajo el título «Los límites de la libertad» (Tapa, prólogo y prefacio aquí: http://www.katzeditores.com/images/fragmentos/Buchanan.pdf).
Al comienzo de este libro, Buchanan cita un pasaje de F. Knight que debería estar en el corazón de este debate:
Y el problema principal, más serio, del orden social y el progreso es […] el problema de hacer que se obedezcan las reglas, o de evitar que se haga trampa. Hasta donde puedo ver, no hay una solución intelectual a ese problema. Ninguna maquinaria social de “sanciones” evitará que el juego se desintegre y se convierta en una discusión, o en una pelea (¡el juego de ser una sociedad rara vez puede tan sólo disolverse!), a menos que los participantes tengan una preferencia irracional por que siga, incluso cuando, a nivel individual, parecen llevarse la peor parte de él. De lo contrario, se deberá mantener la sociedad por la fuerza, desde fuera (porque un dictador no es miembro de la sociedad en la que manda) y entonces será cuestionable que se la pueda llamar sociedad en el sentido moral.»
Frank H. Knight – “Intellectual confusion on morals and economics