Lento, pero en una dirección acertada

Ni el más optimista de los funcionarios de Cambiemos esperaba poder mostrar a marzo de 2018 una tasa de pobreza del 25,7 %, pero el resultado tiene lógica cuando atendemos a la evolución de la economía en este proceso de normalización que inició en diciembre de 2015.

Los datos confunden porque mientras la economía parece crecer y la pobreza bajar, la inflación revirtió su tendencia bajista en las últimas tres mediciones mensuales. ¿Son estos datos extraños o incompatibles? No lo son, porque tratan sobre un espacio temporal distinto. La baja en la pobreza que comunicó el Presidente Macri recientemente aplica al año 2017, año en que se redujo la inflación del 41% al 25%, mientras la economía se expandió un 2,9%. Si bien se han quitado subsidios a servicios públicos y se han aplicado sus consecuentes tarifazos sobre los servicios públicos, el salario real viene creciendo, junto con la generación de empleo.

Los datos preocupantes sobre inflación en 3,1% en diciembre 2017 y 1,8% y 2,4% en enero y febrero de 2018 aplicarán sobre la medición de pobreza futura, pero no sobre este último dato que registró el Indec.

Lo cierto es que se va cumpliendo lo que afirmó Lucas Llach, Vicepresidente del Banco Central: “Lo dijimos el día 1: la desinflación y también la baja en la pobreza es como el descenso de una montaña. Hay partes donde bajás rápido, partes planas e incluso momentos donde caminás un poquito para arriba.”

Si los datos de inflación han tenido estas pequeñas subas en las últimas tres mediciones mensuales, el próximo dato de pobreza posiblemente muestre un retroceso, es decir, una suba. Los analistas parecen coincidir que de aquí en adelante bajar la tasa de pobreza puede costar bastante más de lo que se consiguió en estos primeros dos años de gestión, y es que la tasa actual se parece bastante a lo que se considera la pobreza estructural.

Dicho en otros términos, en países normales para bajar la pobreza casi 5 puntos porcentuales se necesita una tasa de crecimiento milagrosa, bastante más alta que el 2,9% registrado en 2017. Pero Argentina no era a diciembre de 2015 un país cuya economía estuviera normalizada. Lejos de ello, los desequilibrios fiscal, monetario y cambiario, sumado al cepo, el atraso tarifario, los controles de precios, el aislamiento y la recesión, la tasa de pobreza sintetizaba este cóctel explosivo.

Lejos está Macri de normalizar las cosas, pero la tendencia ha sido positiva en estos dos años. La tasa de inversión crece y con ello también se expande la actividad; el cepo es historia y con ello se liberó la importación de insumos, maquinarias y también bienes y servicios para el consumo. La desinflación del último año ha sido significativa, si bien el dato está lejos de las metas pre-establecidas. Y el nivel de pobreza actual se parece más al dato estructural que conocemos para nuestra historia económica reciente.

Es desafío que sigue, si queremos continuar en una tendencia favorable hacia la “pobreza cero”, es conseguir varios años con tasas de crecimiento de 3,5% o más, lo que decididamente requiere achicar la mochila de impuestos que carga sobre las empresas, y que se justifica para sostener un gasto público excesivo.

En estos primeros meses de 2018 los datos no han sido positivos, pero descuento un proceso continuo de normalización en las diversas áreas de la economía argentina. El gobierno va lento, pero en la dirección acertada.

Publicado originalmente en el diario La Gaceta de Tucumán, 31 de marzo de 2018.

Sincerar metas de inflación es resignarse a tener más pobreza [Informe IDESA]

La revisión al alza de las metas de inflación es un acto de sinceramiento pero también de resignación. El ritmo de gradualismo elegido para ordenar las cuentas públicas obliga a tolerar mayor inflación. Implica que los intereses de quienes se resisten a modernizar el Estado se imponen sobre las necesidades de los más débiles que seguirán pagando el desequilibrio fiscal con impuesto inflacionario.
El Gobierno decidió modificar la meta de inflación. Para el año 2018 había sido planteada originalmente entre el 8% y 12% anual modificándose con la revisión al 15%. Para el año 2019 la meta original era de entre 3,5% y 6,5% anual la cual se aumentó al 10%. El cambio implica aspirar a reducir la inflación con un ritmo mucho más lento. De esta manera, la Argentina seguirá soportando aumentos de precios muy por encima del observado en los países desarrollados e incluso en los países vecinos.
Una intensa polémica rodeó al cambio de las metas. En general, prevalecieron las opiniones de que es positivo el sinceramiento y que el cambio implica una derrota para la conducción del Banco Central. Para llegar a estas conclusiones se pasa por alto que quién fija las metas no es la autoridad monetaria sino el gobierno y que conceder a tener más inflación implica también ser menos ambiciosos en mejorar la situación social.
Para echar luz sobre la motivación del cambio de metas resulta pertinente apelar a los datos oficiales. En este sentido, según el Ministerio de Hacienda se observa que:
  • Entre los años 2007 y 2013 el déficit fiscal fue del 2,2% del PBI en promedio y la tasa de inflacióndel 23% anual.
  • Entre los años 2014 y el 2016 el déficit fiscal subió al 5,5% del PBI en promedio y la tasa de inflación se incrementó al 36% anual.
  • Para el año 2017 se proyecta que el déficit fiscal no habrá bajado del 6% del PBI pero la inflación se habrá reducido sensiblemente al 22%.
Estos datos muestran que hay una correlación entre déficit fiscal y aumento en los precios. Si bien la inflación depende de una multiplicidad de otros factores y la información del 2017 son estimaciones provisorias, la tendencia muestra que el aumento del déficit fiscal estuvo estrechamente asociado con el crecimiento de la tasa de inflación y que en el último año los esfuerzos por bajar la inflación fueron muy superiores a los de bajar el déficit fiscal. Esto significa que el fracaso no fue del Banco Central sino del resto del sector público que no fue capaz o no tuvo voluntad de ordenar las cuentas públicas a un nivel consistente con las metas de inflación que el propio gobierno se auto-fijó.
La experiencia muestra que frente a una política fiscal inconsistente las herramientas con las que cuenta el Banco Central son limitadas. Se puede aplacar las presiones inflacionarias subiendo la tasa de interés. Pero es una estrategia de horizonte muy limitado porque desalienta la inversión, atrasa el tipo de cambio y agrava la situación fiscal al aumentar los gastos en intereses. Por eso, la decisión del gobierno de flexibilizar las metas es un acto de sinceramiento. Frente a la alternativa de seguir forzando a la autoridad monetaria a aplicar medidas perjudiciales a la producción se prefirió la resignación a tolerar mayor inflación. En otras palabras, el anuncio señala que al actual ritmo de gradualismo no es posible reducir la inflación en el tiempo originalmente previsto.
Desde el punto de vista político es un reconocimiento de las enormes dificultades que se enfrentan cuando se quiere abordar el gran objetivo social de contar un sector público menos deficitario y más eficiente. El tortuoso proceso que implicó el cambio de la fórmula de movilidad previsional demuestra la incapacidad de la clase política para tratar con seriedad, tolerancia y responsabilidad temas estratégicos. Frente a esta debilidad estructural, solo queda seguir financiando el desequilibrio fiscal con impuesto inflacionario.
Revisar las metas es un acto de sinceramiento pero también de resignación a seguir tolerando alta incidencia de la inflación y, con ello, de la pobreza. Quienes con más énfasis y eficacia se resisten a ordenar el Estado son los segmentos medios y altos de la sociedad que bregan por pagar menos impuestos y continuar beneficiándose y apropiándose del gasto público, aun cuando en los discursos declamen sensibilidad social. En paralelo, los más castigados por el impuesto inflacionario son los pobres. Tolerar más inflación es una decisión pragmática en la que subyace la hipocresía de declamar en favor de los pobres pero actuar en contra de ellos.

Acceda aquí al informe completo.

Los subsidios los pagan los pobres – Por Alberto Benegas Lynch (h)

Este es un tema sumamente delicado y desafortunadamente poco comprendido. Cuando se afirma que el aparato estatal subsidia tal o cual actividad o sector debe entenderse que es el vecino el que financia ya que ningún gobernante pone de su peculio.

Ahora bien, miremos de cerca el asunto. El contribuyente de jure al hacerse cargo del impuesto naturalmente deja de invertir en el presente o de consumir (lo cual repercute en la inversión futura). En cualquier caso, este proceso incide directamente de modo negativo sobre los salarios e ingresos en términos reales. En otras palabras, son los relativamente más pobres quienes con mayor fuerza se hacen cargo del tributo, son contribuyentes de facto aunque nunca hayan visto una planilla fiscal.

Sería interesante que estas ocurrencias no tuvieran lugar pero en ese caso deberíamos creer en la magia al suponer que nadie paga y que esos pagos no tienen consecuencias. En este sentido los aparatos estatales constituyen una ficción por la que aparece que financian sin lastimar a nadie como si sacaran recursos de la galera.

Otra cosa bien distinta es la decisión política en cuanto a la transformación de una situación a la otra pero desde el llano es de suma importancia no presentar el asunto como si se tratara de una prestidigitación o de un milagro laico de proporciones superlativas. La misión de quienes desean ayudar a los gobiernos a transitar el camino de la sensatez no es el aplauso sino la crítica.

Por supuesto que para que el mencionado tránsito suceda con eficiencia hay que tener el coraje y la decisión de colocar el gasto público en niveles compatibles con un sistema republicano y, en nuestro caso, eliminar los ministerios creados por el actual gobierno y dejar sin efecto medidas obscenas como la financiación de equipos de polo y demás sandeces. También es indispensable contar con un mercado libre en materia laboral para que la transición evite el desempleo, lo cual implica desprenderse de la legislación fascista de asociaciones profesionales y convenios colectivos que Perón copió de la Carta del Lavoro de Mussolini y abandonar la inmoralidad de los así llamados agentes de retención que se traducen en la manipulación del fruto del trabajo ajeno.

Sería muy atractivo que pudieran resolverse los horribles problemas de la pobreza con un decreto en cuyo caso no habría que andarse con timideces y promulgar uno bien jugoso para hacernos a todos millonarios, pero las cosas no son así. Se requiere la captación de ahorro interno y externo para que se eleven los salarios. Esa es la diferencia entre países pobres y ricos: marcos institucionales civilizados donde se respete lo que es de cada cual sin interferencias de políticos megalómanos que crean miseria al proponer subsidios por doquier con recursos de otros, todo lo que tocan lo empobrecen: son el rey Midas al revés.

Publicado originalmente en El Cronista, el 29 de noviembre de 2017.

Abrir las importaciones para bajar la pobreza [Infobae]

Para muchos “nuestra” industria es un ejemplo de soberanía o motivo de orgullo nacional, pero lo cierto es que su contrapartida es una pobreza estructural representada en un tercio de la población

Los economistas distinguimos entre bienes transables y no transables. Los transables son aquellos que se pueden exportar e importar; los no transables son los que sólo se consumen en las economías donde se producen. Ejemplos de bienes transables son los alimentos y las bebidas, la indumentaria, la tecnología o los libros. Ejemplos de bienes no transables son los servicios en general, por ejemplo, un corte de pelo, una radiografía o los estudios en la escuela primaria. En las economías abiertas y con bajos aranceles, los bienes transables tienden a tener precios muy parecidos. La diferencia de precios se encuentra únicamente en el costo de transporte. La Argentina, sin embargo, viene ofreciendo precios para estos bienes que duplican y hasta triplican a los que se pueden encontrar en el mundo libre.

¿Cuánto reduciríamos la pobreza si los precios de los bienes transables cayeran a la mitad o a la tercera parte? ¿Tiene sentido seguir protegiendo con altos aranceles la industria manufacturera argentina? Se dice que, al proteger esta industria, se protegen millones de puestos de trabajo que esta industria genera, pero lo cierto es que se desprotege a 40 millones de consumidores que de otro modo podrían acceder a productos de mejor calidad y menor precio. Y por otro lado, si las economías tuvieran que cerrarse para garantizar el pleno empleo, ¿cómo explicamos el bajo desempleo que muestran las economías libres en la actualidad? Lo cierto es que este argumento constituye un mito, y si abrimos las economías, sí, algunas empresas manufactureras tendrán que reestructurarse, pero el trabajador argentino podrá encontrar otras actividades más productivas para llevar adelante.

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Instituto ACTON: LOS POBRES, LA ECONOMÍA Y EL EVANGELIO. Ciclo de encuentros en San Isidro

Un análisis desde la serie de videos «Sobre la superación de la pobreza»
en la Parroquia Nuestra Señora de la Merced,
Julián Navarro 3546, Beccar, Buenos Aires.
Ver en Google Maps
4 encuentros / 4 jueves
20:00 a 22:00 hs.
19.10.17
“La ayuda que daña” 
De la ayuda que daña a las soluciones empresariales a la pobreza
Acompañan: Pbro. Dr. Gustavo Irrazábal y Mg. Cecilia G. de Vázquez Ger

26.10.17 
“Justicia para los pobres”
Instituciones para el desarrollo: Estado de derecho y derechos de propiedad
Acompañan: Mg. Gustavo Hasperué y Mg. Marcos Hilding Ohlsson

2.11.17
“Círculos de intercambios” ​
Instituciones para el desarrollo económico
Acompaña:​ Mg. Gustavo Hasperué

9.11.17
“El poder del Evangelio” 
​Instituciones para una sociedad libre y virtuosa: Evangelio, cultura y sociedad
Acompaña: Pbro. Dr. Prof. Gustavo Irrazábal

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– Arancel a voluntad para la obra de la capilla Cristo Redentor –

Pobreza y Derecho de Propiedad – Hoy 18 hs por internet

Comparto una invitación que recibí de la Fundación Libertad y Progreso. Están todos invitados. Por favor, leer abajo.

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Este año, Argentina será sede del lanzamiento oficial del Informe del Índice Internacional de Respeto del Derecho de Propiedad y es un orgullo que “Libertad y Progreso” haya sido la contraparte local elegida para organizar el evento. El tema de fondo será “Pobreza y Derecho de Propiedad”, ver abajo.

Este índice es un parámetro usado internacionalmente a la hora de determinar inversiones o armar otros indicadores de institucionalidad, libertad económica o seguridad jurídica.

Los invitamos a participar desde sus casas u oficinas por Internet, martes 11 de julio a las 18hrs Recomendamos conectarse un rato antes al siguiente link; ya que empezará puntual.

http://www.agrositio.com/videoconferencias/libertadyprogreso2017-07/

The Most Important Graph in the World – by Marian L. Tupy

Jonathan Haidt, the well-known psychologist from New York University, started as a «typical» liberal intellectual, but came to appreciate the awesome ability of free markets to improve the lives of the poor. Earlier this year, he penned an essay in which he pointed to what he called «the most important graph in the world.» The graph reflected Angus Maddison’s data showing a massive increase in wealth throughout the world over the last two centuries and which is reproduced, courtesy of Human Progress, below.

See complete post by Marian L. Tupy.

Otra vez sobre la desigualdad y la pobreza: la importancia de la movilidad social, para arriba sobre todo

El debate no terminará nunca. Aquí un nuevo aporte, en un trabajo publicado por el Cato Institute, de Michael Tanner, con el título “Cinco mitos sobre la desigualdad económica en América (Estados Unidos)”, disponibe acá: https://www.cato.org/publications/policy-analysis/five-myths-about-economic-inequality-america

Su resumen:

“La desigualdad económica ha subido a la cima de la agenda política, defendida tanto por los candidatos políticos como por los autores más vendidos. Sin embargo, muchas de las creencias más comunes sobre el tema se basan en percepciones erróneas y falsedades.

Aunque a menudo se nos dice que vivimos en una nueva Edad Dorada, el sistema económico de Estados Unidos ya es altamente redistributivo. La política fiscal y el gasto en bienestar social reducen sustancialmente la desigualdad en América. Pero incluso si la desigualdad estuviera creciendo tan rápido como dicen los críticos, no sería necesariamente un problema.

Por ejemplo, a diferencia de los estereotipos, los ricos tienden a ganar en lugar de heredar su riqueza, y relativamente pocas personas ricas trabajan en Wall Street o en finanzas. La mayoría de la gente rica consiguió esa manera proporcionándonos con los bienes y los servicios que mejoran nuestras vidas.

La movilidad de ingresos puede ser menor de lo que nos gustaría, pero la gente sigue moviéndose hacia arriba y hacia abajo en la escala de ingresos. Pocas fortunas sobreviven durante varias generaciones, mientras que los pobres siguen siendo capaces de salir de la pobreza. Más importante aún, hay poca relación entre la desigualdad y la pobreza. El hecho de que algunas personas lleguen a ser ricos no significa que otros se harán pobres.

Aunque los ricos pueden aprovechar las conexiones políticas para su propio beneficio, hay pocas pruebas de que, como grupo, persigan una agenda política diseñada para suprimir a los pobres o prevenir políticas diseñadas para ayudarlos. Al mismo tiempo, en lugar de reducir la desigualdad económica, una mayor intervención del gobierno puede empeorar la situación. Dado que las políticas para reducir la desigualdad, como el aumento de impuestos o programas adicionales de bienestar social, probablemente tendrán consecuencias no deseadas que podrían causar más daño que bien, debemos centrarnos en implementar políticas que realmente reduzcan la pobreza en lugar de atacar la desigualdad misma.”