Crisis cambiaria en Argentina – Entrevista en Radio Libertad

Comparto mi análisis sobre lo que ha ocurrido en la última semana en el mundo y en la Argentina. Crisis cambiaria, dólar, déficit fiscal, suba de tasas son algunos de los temas tratados.

Acceda aquí a la entrevista completa en FM Libertad 97.5.

 

Déficit y gasto público: presupuesto base cero, el modelo de TI que usó Carter

Néstor Kirchner inició su gestión en 2003 con un superávit fiscal del 6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Rápidamente decidió enfrentar la crisis económica de 2002 con un gasto publico creciente, lo que dio resultado en fomentar la demanda agregada y recuperar la actividad económica. Para 2007, cuando termina su mandato, la economía argentina se encontraba recuperada de la crisis, aunque el superávit fiscal había desaparecido.

Primer error: se pudo salir de esta crisis por otros medios de mercado y sostener el superávit fiscal, especialmente en un contexto de precios de commodities elevadísimos que contribuyeron a fomentar el crecimiento de la región.

Cristina Kirchner fue elegida en 2007 y mantuvo a su marido como un virtual ministro de Economía. La tendencia fue la misma. El gasto público siguió creciendo, aunque con él crecía también el deficit fiscal. Como los recursos tributarios ya no eran suficientes y el proceso de monetización ya generaba altas tasas de inflación, se decidió estatizar las pensiones, lo que permitió el resurgimiento de Anses con unos 40.000 millones de dólares provistos por las AFJP desmanteladas. Este dinero se volcó al mercado para enfrentar la crisis económica de 2008-09, lo que permitió la reelección en 2011. En estos otros cuatro años, el gasto público se exacerbó y el déficit fiscal consolidado llegó a 8% del PIB, un valor superior incluso al que hizo explotar la convertibilidad.

En estos doce años hasta 2015, en materia de gasto público, Argentina puede mostrar un extenso listado de programas y planes sociales. El problema es que este gasto público genera de algún modo “derechos adquiridos” que no se pueden sostener con recursos genuinos.

Segundo error: en finanzas públicas se dice que el gasto puede financiarse de tres maneras, con impuestos, los que ya no pueden crecer porque la presión tributaria es extremadamente elevada; con emisión monetaria, lo que ya genera una inflación alta que perjudica a los más pobres; o con endeudamiento, lo que termina encareciendo el crédito al que pueden acceder las familias y las empresas privadas, reduciendo el potencial de inversión y de generación de empleo.

Si se quiere reducir la inflación a un dígito y evitar un proceso destructivo de endeudamiento, Argentina tiene que balancear el gasto público con la recaudación tributaria, la que además debería reducirse prácticamente a la mitad si se desea ser competitiva con nuestros países vecinos.

¿Qué hacer entonces? ¿Cómo se puede reducir el gasto público antes que la misma deuda explote y volvamos a sufrir las consecuencias del default y el aislamiento?

El modelo de Texas Instrument que usó Carter

No está de más señalar que el mayor gasto público no es necesariamente un sinónimo de mejores servicios públicos. Los argentinos no perciben que luego de expandir el gasto tengan mayor seguridad, mejor educación o mejores servicios sanitarios. Por el contrario, y aunque parezca paradójico, la calidad de los servicios público cayó a medida que los recursos económicos aumentaban en todas las áreas.

Lo que proponemos aquí, en definitiva, es aprender de aquellos que enfrentaron situaciones semejantes, no sólo en el ámbito público, sino también en el ámbito privado. Las empresas a menudo deben enfrentar una reestructuración de sus partidas de gasto para reorientar al Estado a un gasto más bajo, pero además, más eficiente.

Es por ello que algunos economistas proponemos estudiar una herramienta bastante desconocida en la Argentina, pero que ha mostrado éxito en sus aplicaciones. Se trata del “Presupuesto Base Cero” o “Zero Based Budgeting” (ZBB).

El presupuesto base cero tiene su origen en el mundo de la empresa, específicamente en 1970, cuando Peter Pyhrr, su creador, lo introdujo en la empresa americana Texas Instruments. El caso fue exitoso, y poco a poco se extrapoló a otras empresas, hasta que, en 1971, Jimmy Carter contrató a su creador para aplicar la herramienta a la administración estatal. Primero como gobernador del Estado de Georgia, luego como presidente de los Estados Unidos, Carter utilizó esta herramienta para enfrentar el proceso inflacionario de los años 1970.

Con el tiempo la práctica se extendió exitosamente al Reino Unido, Singapur, Nueva Zelanda y algunos otros estados de Norteamérica.

La mayor ventaja de este sistema es que ignora la práctica habitual de considerar el gasto del año anterior y sumar algo más de dinero a cada partida. En este caso, se ignora la historia presupuestaria del gobierno municipal, provincial o nacional, y se reconsidera, o reevalúa, la necesidad de cada partida, tanto histórica como nueva. En otras palabras, se busca que se vuelva a justificar cada una de las partidas del nuevo presupuesto.

Algunos analistas insisten en que esta propuesta requiere de mucho tiempo, puesto que se debe reelaborar todo el presupuesto, o más bien, volver a discutir cada función del estado.

Mi impresión es que esta herramienta deberían utilizarla todos los gobiernos, al menos una vez cada década, justamente para mejorar la calidad del Estado, pero especialmente en casos de crisis fiscales como la que hoy presenta nuestro país. El Ministerio de Modernización debe tomar el organigrama del Estado y replantearse qué funciones queremos que ejerza con un nivel adecuado de presión tributaria, lo que no sólo permitirá reducir el tamaño del Estado y alcanzar el equilibrio fiscal sino que además permitirá generar un Estado más eficiente.

Publicado en El Cronista, viernes 9 de marzo de 2017.

¿Qué balance haremos en 2019 del gobierno de Macri?

Comparto esta nota de ayer publicada en El Cronista, que se complementa con la que compartí más temprano en el blog.

Haciendo futurología y proyectando la economía de estos dos años 2018-2019, nos preguntamos -a modo de balance- cómo terminaría Mauricio Macri su primer gobierno en el Ejecutivo Nacional y cuánto habrá podido avanzar en corregir los desequilibrios heredados. En qué ámbitos sería considerado exitoso, en cuáles hablaremos de inacción y en cuáles tendríamos problemas mayores.

Progresos

Comenzando por las buenas noticias, recordemos que una de las primeras medidas fue la quita del cepo cambiario, lo que permitió eliminar el dolar blue de la jerga habitual de los argentinos, habilitándonos a acceder a la compra de divisas, tanto para turismo como para importaciones. Esto permitió eliminar un cuello de botella sobre la producción industrial que estaba estancada.

Esto contribuyó a terminar con un estancamiento económico que duró todo el gobierno anterior (2011-2015), en el que la economía crecía un año para caer el siguiente, de acuerdo al ciclo político. Entre 2017 y 2019 se espera un crecimiento moderado y estable de entre 2 y 4 por ciento con mejoras en los niveles de consumo e inversión. Aquí jugará un rol fundamental la reforma laboral para reducir los obstáculos y los costos excesivos que hoy enfrentan las empresas para generar empleos y proyectos de inversión.

El fin del cepo cambiario permitió eliminar el dolar blue de la jerga habitual de los argentinos.

Si bien no podrán cumplir con las metas, sí podrán ofrecer datos que muestren una baja de la inflación desde el 41% registrado en 2016 hasta una tasa cercana al 15% en 2019. Los críticos dirán que la inflación en 2015 era menor al 41% señalado, pero esto no toma en cuenta la política monetaria expansiva de 2015 que genera un efecto rezago al año siguiente. Aquí hay que destacar, además, la polémica del dólar futuro que dejó la gestión de Alejandro Vanoli y sobre la que aun sigue dando explicaciones ante los Tribunales de Comodoro Py.

La baja en la inflación permitirá reducir la pobreza que alcanzaba el 31% en 2015, que alcanzó el 28% en 2017 y concluiría 2019 en torno al 25-26%, un nivel estructural que sólo podrá reducirse con ahorro e inversión y continuo crecimiento.

Juan José Aranguren, ministro de Energía

Un aspecto importante cuyo costo político no fue menor habrá sido terminar con el atraso tarifario, quitando subsidios a los servicios públicos. La política energética manejada por Juan Jose Aranguren será calificada como exitosa, además, por corregir el déficit de inversiones en infraestructura energética.

Por último, la Argentina habrá salido del aislamiento gracias a los esfuerzos del oficialismo por separarse de Irán y Venezuela y construir lazos con China y Occidente, buscando inversiones, desde luego, pero también fortaleciendo lazos políticos. No será considerada una cuestión menor que Argentina haya abandonado un largo default de su deuda pública, lo que le permitió volver a los mercados financieros y, entre otros aspectos, haya acumulado reservas internacionales para sostener a su debilitada moneda local.

Inacción

Donde difícilmente veamos avances significativos será en el frente fiscal. Si bien la quita y baja de retenciones a las exportaciones y la suba del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias fueron un primer paso significativo, en materia de impuestos la reforma que aprobó el Congreso no plantea reducir la presión tributaria hasta después de 2020.

En materia de impuestos, la reforma que aprobó el Congreso no plantea reducir la presión tributaria hasta después de 2020.

En materia de gasto publico, si bien la quita de subsidios ya es y habrá sido significativa, hay y habrá otros incrementos que muestren que el gasto creció a una tasa similar a la inflación. La baja en subsidios económicos se compensó con suba en subsidios sociales.

Andrés Ibarra, ministro de Modernización

El sobreempleo público tuvo correcciones mínimas que fueron compensadas con otras contrataciones. Sostenerlo público durante estos cuatro años transformará un problema coyuntural en un problema estructural.

La apuesta de Mauricio Macri en todo su gobierno fue cuidar el empleo público e intentar reducir el deficit fiscal via mejoras en la recaudación tributaria. Si bien el Gobierno podrá mostrar cierto cumplimiento de sus metas fiscales (el déficit primario estará posiblemente debajo del 3%), también es importante notar que habrá mantenido el déficit financiero en un nivel similar al heredado. Las bajas del déficit primario habrán sido compensadas con subas en los intereses de deuda que tuvo como costo el gradualismo.

Aspectos negativos

El mayor costo del gradualismo es la acumulación de deuda pública. Argentina presentará a fines de 2019 un nivel de deuda preocupante y un déficit financiero que necesitará de un contexto macroeconómico global líquido que difícilmente se sostenga hasta 2020.

Bajar la inflación a un dígito seguirá siendo un difícil problema en el próximo gobierno si se continúa evitando la reforma ortodoxa

Federico Sturzenegger, presidente del BCRA

La heterodoxia en la política de desinflación que maneja Federico Sturzenegger dejará un arsenal de Lebac que extenderá el problema de la inflación por más tiempo del necesario. Bajar la inflación a un dígito seguirá siendo un difícil problema en el próximo gobierno si se continúa evitando la reforma ortodoxa.

Por último, los más de 30.000 millones de dólares que habrá recibido la Argentina cada año en forma de deuda pública alimentarán un atraso cambiario que representará un obstáculo más para el desarrollo de su actividad productiva. El déficit en cuenta corriente será una consecuencia obvia.

Quien esperaba observar en estos cuatro años una corrección de los desequilibrios macroeconómicos heredados, verá progresos importantes, pero parciales. Quien esperaba observar una reforma estructural de la economía, tendrá que seguir esperando.

¿Se terminó la inacción fiscal? [Infobae]

En sus dos primeros años de gobierno, Mauricio Macri desarrolló avances graduales pero importantes en distintos ámbitos, pero prácticamente todo el arco de analistas destacó su inacción fiscal. Ni los impuestos, ni el gasto público, ni el déficit fiscal han bajado realmente.

Cambiemos se defiende. Después de las elecciones se dieron cuatro noticias relevantes: se sobrecumplieron las metas fiscales; se acordó un pacto fiscal con las provincias; continúa la baja del gasto al quitar subsidios a los servicios públicos, con sus consecuentes tarifazos en electricidad y gas; se recortará uno de cada cuatros cargos políticos del Poder Ejecutivo Nacional y durante 2018 los funcionarios no van a tener aumentos de sueldo para acompañar la inflación.

El mensaje, sin embargo, es bastante engañoso. Si bien las metas fiscales redujeron el déficit fiscal primario en relación con el PIB de 4,3% en 2016 a 3,9% en 2017, esto no contempla los intereses de deuda que se incrementaron en el mismo plazo del 1,6% al 2,2% del PIB. Con esta información el déficit fiscal financiero se incrementó entre 2016 y 2017 de 5,9% al 6,1% del PIB.

A este saldo habría que agregar también el déficit fiscal de las provincias estimado en 0,9% del PIB. Es por ello que el Gobierno enfatiza en la importancia del consenso fiscal en el que nación se compromete a ceder a las provincias 45 y 75 mil millones de pesos en 2018 y 2019, con la provincia de Buenos Aires como principal beneficiaria. Lo que el pacto fiscal nos está diciendo es que el esfuerzo por reducir el déficit de las provincias también proviene de nación con nuevas transferencias, y no de las jurisdicciones locales.

Al respecto, si bien continúan las quitas de subsidios, es precisamente ese dinero el que nación utilizará para ceder a las provincias por el pacto fiscal. En otros términos, las bajas de subsidios no tienen como fin bajar el gasto consolidado, sino que se destinan a otros incrementos de gastos como ya ha pasado en los dos años anteriores. Recordemos que solo en 2017 las quitas de subsidios económicos fueron de 65.500 millones de pesos, pero los subsidios sociales subieron en 82.300 millones de pesos.

La medida de hoy que recorta cargos y congela sueldos de funcionarios públicos de nación desde luego que va en el buen sentido de corregir el rojo fiscal, pero su impacto cuantitativo es marginal. El ahorro estimado en 1500 millones de pesos que comunicó hoy el presidente Mauricio Macri representaría apenas el 0,012% del PBI.

La noticia, sin embargo, debe tomarse como un gesto bien intencionado en el sentido de mostrar que los esfuerzos fiscales comienzan por casa, previo a un año de negociaciones paritarias de las que depende corregir los desequilibrios fiscal y monetario.

Si concluyó o no la inacción fiscal, es algo que sabremos en los próximos meses. Bien haría a esta Argentina que las provincias y los municipios replicaran el gesto o que la provincia de Buenos Aires aprovechara los nuevos recursos del pacto fiscal para reducir los ingresos brutos que tanto preocupa al oficialismo. Lo cierto es que en materia de impuestos tampoco ha habido avances, considerando que la reforma tributaria tiene impacto nulo de cara al presente y marginal recién después de 2020.

Publicada originalmente en Infobae, miércoles 31 de enero de 2018.

La agenda está presentada, falta conocer la profundidad de las medidas – Por Roberto Cachanosky

El Presidente advierte que con este nivel de gasto público, esta presión tributaria y este nivel de déficit fiscal es inviable el crecimiento

Finalmente Macri hizo algo que creo debería haber hecho de entrada, es decir el 10 de diciembre de 2015, pero por las razones que sean no lo hizo. Lo importante es que luego de ganar las elecciones de medio término el Presidente parece no haber perdido el tiempo.

Inmediatamente luego de haber obtenido un resultado electoral muy favorable, con un capital político muy importante, una sociedad que le ha dicho que está dispuesta seguir esperándolo, con un PJ no K que muestra signos de querer cooperar y un kirchnerismo en desbande, Macri convocó a la oposición, a los dirigentes sindicales, empresariales y legisladores y les propuso algunos ejes para comenzar a reconstruir una Argentina que tiene décadas de decadencia.

Macri no solo convocó a los sectores mencionados y les planteó, entre otras cosas, que es fundamental terminar con el déficit fiscal, que el Estado no puede gastar más de lo que recauda, que la gente ya no tolera más presión impositiva y que, por lo tanto, hay que bajar el gasto público al punto que incluso llegó a mencionar algunos casos específicos como lo que gasta el Congreso Nacional y los provinciales, tema que traté en esta misma columna unas semanas atrás.

Yo diría que Macri advierte que con este nivel de gasto público, esta presión tributaria y este nivel de déficit fiscal es inviable el crecimiento económico. Por eso les planteó a los gobernadores la necesidad de trabajar en conjunto para reducir el gasto público y seguramente algún tipo de reforma impositiva y de coparticipación federal.

Otro de los puntos que trató fue el del sistema jubilatorio. Considero que también sabe que el sistema de reparto es inviable aquí y en todas partes del mundo. La relación entre cantidad de personas en actividad y jubilados, que es el primer dato a tener en cuenta para determinar el nivel de las jubilaciones, cada vez es más chico porque se extendió la esperanza de vida de la gente y se reduce la tasa de natalidad. Basta con ver la pirámide poblacional de Europa para advertir que incluso en el viejo continente hay serios problemas con el sistema previsional.

Sobre este punto todo parece indicar que prefieren cambiar el ajuste que actualmente se hace en forma semestral de acuerdo a la recaudación impositiva por el ajuste por inflación en forma trimestral.

Si finalmente la inflación es controlada y la recaudación mejorara por efecto de un mayor nivel de actividad, entonces los jubilados no perderían poder adquisitivo pero no incrementarían sus ingresos reales. Mantendrían el actual poder de compra en términos constantes.

Recordemos que un tercio del gasto público se destina a financiar el pago de jubilaciones y pensiones. Es decir, tienen un peso muy relevante sobre el presupuesto nacional.

El segundo punto de acuerdo que destacó Macri fue el del empleo. Como empresario sabe que la industria del juicio hace estragos en las empresas, particularmente en los microemprendimiento y PyME que, con un par de juicios que les pueden hacer empleados despedidos, pierden fortunas.

Una gran empresa podrá bancarse el costo de pagar el juicio pero tendrá poco estímulo para contratar más personal. Una PyME no solo queda en la lona por un juicio laboralsino que, además, tiene cero estimulo en contratar gente.

En definitiva, la actual legislación laboral conspira contra el objetivo de crear puestos de trabajo. Tal vez no se apunte tanto a bajar los impuestos a la nómina salarial sino más bien en ponerle un límite a la industria del juicio.

Finalmente fue al tema de la calidad institucional remarcando la necesidad de una reforma electoral, de la Justicia y el control de la corrupción.

Si uno mira los anuncios no definen un plan económico con medidas concretas. Más bien son lineamientos generales sobre los que se invita a debatirá a la oposición, sindicatos, empresarios y legisladores.

Seguramente el Gobierno debe tener preparados sus proyectos en materia impositiva, de reforma del Estado, laboral, etc. y los debatirá con los sectores mencionados en las próximas semanas. Considerando que se invitaba al diálogo no resultaba oportuno presentar medidas concretas diciendo: es esto o nada. En todo caso, los sectores mencionados saben muy bien de qué se trata el problema.

Los que defienden el Gobierno a ultranza, con un nivel de fanatismo casi K, dirán que las medidas anunciadas por Macri son fundacionales. Otros verán anuncios vagos en el discurso del Presidente, sin medidas concretas. En rigor, Macri no hizo anuncios tan categóricos, solo convocó a trabajar sobre una agenda de las que enunció sus titulares pero todavía hay que conocer el corazón de las medidas concretas.

Ejemplo, se habla de reforma previsional como si se pasara de un sistema de reparto a un sistema de capitalización cuando en realidad es solo un cambio en la manera de ajustar las jubilaciones como indicaba anteriormente.

No sabemos hasta dónde llegará el bisturí para quitar la enorme grasa que tiene este estado fofo e incompetente. Desconocemos cuánto se aliviará al sector privado en la asfixiante carga tributaria que hoy soporta.

En fin, no tenemos los detalles como para definir si en esta oportunidad tendremos éxito. Sí puedo decir que veo un cierto cambio en el discurso del Presidente que marca un rumbo económico que en líneas generales se pueden compartir.

Discurso que, por cierto, parece ser desvirtuado por algunos de sus funcionarios de confianza que se empeñan en mostrar que el actual gobierno dio más subsidios sociales que el kirchnerismo como si fuera un éxito que la gente viva de la cultura de la dádivaen vez de la cultura del trabajo. O se la pasan hablando de los pobres en vez de hablar de cómo generar riqueza.

Personalmente me confunde el discurso bien orientado del Presidente y el discurso de algunos de sus funcionarios. Pero en concreto todavía no podemos decir si las medidasque se van a aplicar van a alcanzar para dominar la terrible herencia económica K, porque las desconocemos.

Sabemos que Macri es consciente de que no puede vivir endeudándose eternamente y que hay que bajar el déficit fiscal reduciendo el gasto público y la carga tributaria. Cómo se hará y con qué profundidad lo desconocemos. Pero sí sabemos que la herencia K es muy pesada como para dominarla con un par de aspirinas.

El primer paso está dado. Macri, con su capital político, convocó a la oposición a reconstruir las ruinas de 70 años de populismo y 12 años de hiperpopulismo K. Los lineamientos generales están bien orientados. La profundidad de las medidas que se debatan en las próximas semanas y meses nos darán las pautas de nuestro futuro económico.

Publicado originalmente en Infobae, 30 de octubre de 2017.

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PRESIÓN TRIBUTARIA – Participación en La Cocina de las Noticias – Radio Mitre

En este programa de radio, me entrevistaron acerca de mi última columna en El Cronista titulada «Consensos para bajar la presión tributaria: la curva de Laffer, Irlanda y Reagan.»

Consensos para bajar la presión tributaria: la curva de Laffer, Irlanda y Reagan [El Cronista]

La herencia del gobierno anterior ha sido bastante compleja de desarticular. Ha habido avances en algunos frentes como el monetario y el cambiario, pero han sido claramente insuficientes en el frente fiscal. El gobierno parte de un diagnóstico adecuado. Acepta que la presión tributaria es excesiva para sus pretensiones de recuperar la inversión privada, a la vez que admite el elevado déficit fiscal, que lo mantiene acorralado en su intención de reforma tributaria. El ministro Nicolás Dujovne se ha propuesto para los próximos meses lanzar una reforma tributaria, pero los analistas temen que ésta sólo busque resolver el laberinto fiscal, sin reducir al mismo tiempo la presión tributaria.

Argentina tiene más de 100 impuestos en los tres niveles de gobierno, y las recomendaciones de los especialistas de finanzas públicas sugieren no tener más de 10. Está claro que la simplificación tributaria es necesaria, pero olvidarse de la presión tributaria constituye un error. No debemos buscar reemplazar algunos impuestos con otros nuevos, o elevando las alícuotas de los existentes. Argentina debe eliminar impuestos para alcanzar así el doble objetivo de simplificar el laberinto fiscal y, a la vez, reducir la presión tributaria.

El temor por la recaudación

El gobierno teme que hacerlo pueda implicar una reducción en la recaudación, lo que perjudicaría aun más las metas de acotar el déficit fiscal. Este temor, sin embargo, está infundado. El argumento principal para mostrar el punto no es otro que el conocido modelo de la Curva de Laffer.

La recaudación tributaria surge de multiplicar la “presión tributaria” por una cierta “base imponible”. Si el gobierno estuviera realmente convencido de que la presión tributaria actual inhibe la inversión, entonces debe comprender que desmantelar la mayoría de los impuestos podría impulsar fuertemente la actividad económica y el empleo, lo que incrementaría la base imponible y con ello aumentaría la recaudación. En términos de la Curva de Laffer, parece haber consenso entre los economistas de que la Argentina se encuentra por encima del óptimo.

Otro efecto secundario a la reducción de la carga tributaria es el consecuente impulso en la actividad económica y el empleo, lo que abre soluciones de mercado para muchos de los problemas que hoy el Estado busca resolver por la vía pública. Si reducimos la presión tributaria drásticamente y se crean nuevos puestos de trabajo, entonces el Estado puede reducir el gasto social, porque se reduce el número de necesitados. El efecto es benéfico económica y socialmente.

El consenso sobre la baja en la presión tributaria es tan amplio en economía que hasta ortodoxos y heterodoxos se darían la mano. Los ortodoxos no desconocen que el déficit fiscal es un problema real, pero aplauden desde luego reducir la órbita del Estado para dar lugar al mercado. Los heterodoxos, por su parte, comprenden que reducir la carga tributaria incrementa el ingreso disponible y con ello el gasto en consumo, lo que también da impulso a la demanda agregada en un momento en que la economía real todavía está en una situación delicada.

Irlanda, Reagan y Europa del Este

La evidencia empírica es enorme en esta materia. Quizás el caso más reciente es el de Irlanda, que bajando la presión tributaria logró atraer a numerosas empresas que querían escapar del fisco europeo. El impulso en la actividad económica desarrolló lo que hoy la literatura conoce como “el milagro del Tigre Celta”, básicamente por ser una isla de baja presión tributaria en un océano de Estado Benefactor.

Otro caso digno de mención es el de Ronald Reagan en Estados Unidos, quien bajó la tasa marginal más alta desde el 70 al 28%. En 8 años de gestión, Reagan consiguió reducir la inflación, acelerar el crecimiento económico y mantener prácticamente el mismo nivel de recaudación en relación con el PIB que el que existía cuando llegó al gobierno. Un claro ejemplo del mensaje de la Curva de Laffer.

Si el gobierno además se animara a dejar a un lado el gradualismo, entonces podríamos mirar otros casos emblemáticos en los países del Este de Europa, que emprendieron una transición desde el socialismo hacia las economías de mercado, no dudando en generar un cambio profundo en el frente fiscal para obtener una transformación real de sus economías.

Mauricio Macri está a tiempo de transformar la Argentina, como lo hizo la generación del 37 en tiempos pasados. Pero sin convicción, esta transformación será efímera. La reforma tributaria de Dujovne generará seguramente un impulso positivo en la actividad económica, pero su magnitud dependerá directamente de su convicción para simplificar el laberinto fiscal y también para reducir la presión tributaria.

Publicado en en El Cronista, miércoles 6 de septiembre de 2017.

 

¿Y si el Banco Central también se auto-limita? [El Cronista]

Es curiosa la medida que acaba de tomar el Directorio del Banco Central (BCRA) sobre los bancos provinciales fijándoles parámetros más rígidos a la hora de financiar los déficit fiscales de los gobiernos provinciales.

La medida se justifica como un instrumento que permite restringir la adquisición de títulos públicos provinciales, pero no dice nada acerca de los déficits que el Banco Central convalida en el gobierno nacional.

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