La Nación: El kirchnerismo contra los molinos de viento

En su clásico Don Quijote de la Mancha, Cervantes cuenta como Don Quijote pelea contra enemigos imaginarios, los molinos de viento. Viendo el comportamiento reciente del Gobierno en materia de política económica, uno no puede dejar de ver la analogía. El Gobierno se ha embarcado en una cruzada contra molinos de viento. El gobierno también tiene sus Sanchos Panza, aquellos que en el fondo no caen presa del mundo imaginario K pero acompañan el proyecto por promesas de poder o cargos públicos.

Las diferencias entre el kirchnerismo y la economía no son ideológicas, son fundamentales. La doctrina económica K se contradice con lo que cualquiera manual de introducción a la economía escrito utilizado en cualquier universidad sostiene sobre temas fundamentales. ¿Quién tiene razón, la minoría heterodoxa en el gobierno (¿los Sancho Panza?) o los manuales de economía que se usan hace décadas en el resto del mundo? Algunos ejemplos. La inflación no es un problema ni de puja distributiva ni multicausal. Mucho menos se combate con controles de precios. El comercio internacional es amigo, no enemigo. Un mercado laboral flexible facilita mayor empleo, menor pobreza, y mayores inversiones (por más que quite poder a los sindicatos). El libre mercado genera riqueza, no pobreza. Podemos seguir con los ejemplos por largo rato, pero el punto se entiende. ¿Cómo se explica tal desconexión entre el Gobierno y los fundamentos de una economía sana?

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Desafio «Cambiemos es Kirchnerismo de Buenos Modales»

Se ha vuelto un eslogan de ciertos desencantados con Cambiemos que el actual gobierno es en realidad «Kirchnerismo de buenos modales». Esta frase se comenzó a utilizar a principios del gobierno de Cambiemos. La referencia era, o al menos así yo la entendía, ha ciertas políticas o decisiones puntuales de Cambiemos, no eran una referencia a la totalidad de lo que es el actual gobierno. Por ejemplo, decir que en lo económico Cambiemos hace kirchnerismo de buenos modales pero no es igual al kirchnerismo en lo institucional. La intención, según al menos yo entiendo la frase, es justamente llamar la atención sobre esas medidas puntuales para motivar el cambio prometido en campaña en aquellas áreas donde sí es posible actuar.

Un ejemplo de «kirchnerismo de buenos modales» puede ser dar a entender, (con mejores modales que los K) que la inflación es un problema de góndolas en los supermercados y no problema que se origina en el BCRA. Ese discurso no obedece a restricciones políticas y trae a la memoria la retórica K sobre el problema inflacionario. O también hacer la vista gorda cuando sindicatos de taxistas persiguen violentamente a ciudadanos de bien que buscan generar ingresos extras vía Uber para poder pagar los altos impuestos que existen en el país.

En algún momento este mensaje de «Kirchnerismo de buenos modales» se desvirtuó y paso a significar que Cambiemos y el Kirchnerismo son lo mismo pero con distinto maquillaje.

No obstante este eslogan, los mismos indicadores institucionales que se utilizaban para criticar al kirchnerismo muestran mejoras en el gobierno de Cambiemos (libertad de prensa, percepción de corrupción, rule of law, etc.)

Aquí un desafío para ayudar a pensar sobre las dos principales opciones antes de las elecciones. Este link tiene un listado (incompleto) de lo que fue el Kirchnerismo. Si Cambiemos es kirchnerismo de buenos modales, entonces se tiene que poder armar un listado igual de malo con Cambiemos. Más allá de todas las críticas que se le quieran hacer a Cambiemos, dudo que sea posible armar ese listado.

Un simple juego «holdup» de inversiones en Argentina

Desde que asumió, Cambiemos ha prometido lluvia de inversiones en el segundo semestre. Tras cuatro años, es posible que ese segundo semestre aún se haga esperar. Las inversiones no han llovido en los tres años anteriores y se ve poco factible que lluevan en este cuarto año dado el panorama electoral. De hecho, la presencia del kirchnerismo en las encuestas (con probabilidades de volver al poder) no contribuye a atraer inversiones.

Esto se puede ilustrar en un simple «Holdup problem». Este tipo de juegos secuenciales capturan el dilema del jugador que elige primero cuando tiene que realizar una inversión no reversible y puede por lo tanto ser «secuestrado» por el segundo jugador. Por ejemplo, Argentina puede prometer no aumentar impuestos a quienes blanqueen sus depósitos. Sin embargo, una vez que el contribuyente (primer jugador) decide blanquear sus depósitos nada impide a Argentina aumentar los impuestos. ¿Suena familiar?

El problema del «holdup» lo podemos ilustrar en un simple juego secuencial.

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Recordando al Kirchnerismo

Las últimas encuestas muestran que, de presentarse a alecciones, Cristina Kirchner (CFK) tendría ciertas chances de ser electa Presidente nuevamente. Qué tan probable este desenlace, más allá de las encuestas, es discutible. No obstante, lo cierto es que la discusión «Macri vs CFK» ha tomado un renovado impulso. El pobre desempeño económico pareciera favorecer las chances electorales de CFK.

Es cierto, como críticos han señalado, que ciertas decisiones y actitudes de Cambiemos son un»kirchnerismo de buenos modales» (recordar el reciente nuevo control de precios). Pero marcar ciertas similitudes aún se encuentra a años luz de implicar que Cambiemos y Kirchnerismo son lo mismo. Más allá de las críticas a Cambiemos, un número de indicadores institucionales muestran mejoras bajo el gobierno de Cambiemos respecto al kirchnerismo (un resumen de indicadores populistas aquí).

¿Es, acaso, un nuevo gobierno de CFK preferible a un segundo mandato de Macri? El siguiente es un listado de recuerdos del kirchnerismo. Seguramente incompleto, y sin ningún orden en particular, un listado de actitudes y políticas del kirchnerismo:

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Inflación: Cambiemos vs Kirchnerismo

«De ninguna manera vamos a aceptar que hoy hay más inflación que en el kirchnerismo» sostuvo el Jefe de Gabinete Marcos Peña. Mi respuesta en Twitter fue que si miramos las tasas de inflación, la inflación anual promedio de Cambiemos (a Junio 2018) es superior tanto a la inflación bajo el gobierno Kirchnerista, como lo es también respecto a la inflación sólo bajo el mandato de CFK. Más aún, el límite de inflación acordado con el FMI (32) es también superior a la inflación promedio con CFK.

Estos son mis números:

  • Inflación promedio Kirchnerismo: 20.4%
  • Inflación promedio CFK: 28.5%
  • Inflación promedio Cambiemos: 33.7%

Esta es la serie histórica de datos donde también ubico la inflacion promedio (quienes me siguen en las redes estarán familiarizado con este gráfico, dado que lo actualizo regularmente):

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Kirchnerismo: El populismo que más rápidamente destruyó libertades económicas en la región

Con los datos del Economic Freedom of the World para el 2015 hay datos de libertad económica para todo el período Kirchnerista. Mirando los gobiernos más populistas de la región en 5 países (Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, y Venezuela), se aprecia que el kirchnerismo fue el populismo que más rápidametne destruyó libertades económicas.

El pasado jueves se publicó el índice de libertad económica del Fraser Institute, con datos actualizados al 2015, el último año del kirchnerismo. No es sorpresa que este indicador muestre que Argentina posee una economía de espaldas al libre mercado. Por tercer año consecutivo, nuestro país se encuentra entre los 10 países con una economía menos libre a nivel mundial. Es oportuno aclarar que la pequeña mejora que se observa en el 2015 se debe a las primeras medidas tomadas por Cambiemos a fines del 2015, no por iniciativas del kirchnerismo.

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Ajuste fiscal: ¿no quieren o no pueden? [Infobae]

Parece haber cierto consenso entre los economistas acerca de la necesidad de reducir el gasto público. Después de una década de constante incremento en el empleo público, la Argentina supera ampliamente a sus vecinos en presión tributaria y, sin embargo, acumula año a año déficit fiscal. El kirchnerismo monetizaba esos déficits y nos dejó con una compleja herencia en materia de inflación. El macrismo por el momento sólo ha reemplazado parte de esa monetización con endeudamiento y ha proclamado la necesidad de reducir la presión tributaria, pero no se ha animado aún a reducir el gasto público.

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Entrevista en Radio Nacional – Coyuntura Económica Global y Argentina

Copio al acceso a una entrevista que me hizo esta tarde Carlos Mateu, en Radio Nacional. Hablamos de varias cosas, desde la forma en que se enseña la economía en la actualidad hasta el significado de la economía ortodoxa; o desde el modelo económico argentino a partir de Macri, en comparación con el kirchnerismo. Tocamos otros temas como desigualdad y pobreza, o la importancia de la apertura económica, lo que incluye algunas palabras sobre sobre la Alianza del Pacífico, Venezuela, Estados Unidos y Trump.

Acceda aquí a la entrevista completa.radionacional

PBI y el «relato K»

Hace sólo unos pocos días las nuevas autoridades del INDEC publicaron los datos revisados del PBI. La administración Kirchnerista no solo ha manipulado los datos de inflación, también lo ha hecho en lo datos de actividad económica. Esta intensa actividad de inventar una realidad paralela es a lo que se le ha denominado «el relato K.»

El siguiente gráfico muestra  los datos oficiales del PBI según el kirchnerismo (PBI-K), los datos oficiales revisados, y el la sobre-estimación del PBI por la administración kirchnerista (PBI-K/PBI). Como se puede ver, al 2014 el kirchnerismo había inflado artificialmente el PBI alrededor de un 24%. Cuando comenzó la manipulación, algunos sugerimos que la verdadera motivación no era pagar menos deuda por bonos que ajustan por inflación, sino por cuestiones políticas. Inflar los datos del PBI resulta en mayores pagos de deuda a través de los cupones del PBI emitidos en los cnajes de deuda luego del default del 2001.

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LA “HERENCIA” EN NÚMEROS

Esta nota intenta aclarar la dimensión de la herencia. Notará el lector que ha habido avances parciales en algunos campos, pero que aún resta mucho camino por recorrer en este proceso de normalización de la economía argentina.

1.
       Sobreempleo público
En la última década se multiplicó excesivamente el empleo público. A nivel nacional el personal aumentó un 61 %, desde 241.400 en 2003 hasta 389.830 en 2015; a nivel provincial el incremento fue del  72 %, desde 1.7 a 3 millones de personas en el mismo período; a nivel municipal la suba fue del 110 %, pasando de 379.000 en 2003 a 796.300 en 2015. En total, en el período bajo estudio, el incremento fue del 77 %, pasando de 2,3 a 4,2 millones de empleados públicos.
En América Latina la relación Empleo Público / Población Económicamente Activa apenas supera el 10 %. En Argentina estamos cerca de alcanzar el 20 %. Duplicar esta relación por supuesto tiene un costo fiscal importante. Debemos interpretarlo como una mochila excesivamente pesada sobre las empresas privadas, y una traba fundamental para la creación de empleo.
Este es quizás el elemento central de la herencia, por las dificultades institucionales para revertir el proceso, por los derechos adquiridos, y por sumergir al país en un problema que ya era estructural, pero que ahora se agrava fuertemente.
 
2.       Excesivo gasto público
Como consecuencia de lo anterior, no sorprenderemos al lector al señalar que el gasto público primario a nivel nacional se incrementó de menos del 15 % en 2003 hasta el 36,7 % en 2015. Si analizamos el gasto público consolidado en los tres niveles de gobierno, entonces el salto se observa desde el 26,2 % en 2003 hasta superar el 50 % en 2015.
La suba del gasto público no incluye sólo el sobreempleo público. Incluye decenas de planes, algunos más importantes que otros, pero que más allá de la reflexión que cada uno amerite, en su conjunto llevan al estado a una situación fiscal imposible de financiar en el largo plazo.
 
3.       Presión tributaria récord
La voracidad fiscal de estos últimos diez años incrementó la presión tributaria desde el 24,33 hasta el 45,5 % del PIB. A nivel nacional se observa un salto desde el  19,21 % del PIB en 2003 hasta el 39 % en 2015. A nivel provincial el salto, en el mismo período, fue desde 3,82 hasta el 5,60 % del PIB. A nivel municipal el salto fue de 1,3 a 1,75 % del PIB. En síntesis, un argentino medio trabaja prácticamente seis meses del año para solventar el gasto público en los tres niveles.
Resulta paradójico que se argumente que el estado crea empleo porque el privado no lo hace, pero se le impide al sector privado hacerlo con esta carga tributaria sin precedentes en nuestro continente, o en la historia económica argentina.
 
4.       Enorme déficit fiscal
Ante este escenario de asfixiante presión tributaria, sorprende que aun exista déficit fiscal. Pero así es. Si incluimos los intereses, el 2015 cerró con un 5,8 % de déficit fiscal sobre el PIB. Si quitamos la deuda interna con ANSES o PAMI entonces el déficit fiscal es del 7,66 %. Son prácticamente 300.000 millones de pesos. Este nivel de déficit supera aquel con el que explotó la convertibilidad, dejando al país al borde de la cornisa. Si hoy este nivel de déficit es “manejable”, es porque se accedió a deuda interna, y porque la ausencia de convertibilidad permite monetizar el déficit fiscal.
 
5.       ANSES descapitalizado
ANSES es una institución que, por supuesto, tiene una finalidad muy distante de aquella de financiar los proyectos de gasto público como Procrear o Fútbol para Todos. Luego de estatizar las AFJP, ANSES “recuperó” entre 30.000 a 40.000 millones de dólares, cuyo destino debió estar en inversiones diversificadas que permitieran cubrir de la mejor manera posible las pensiones a pagarse en el futuro, a medida que los trabajadores de la PEA se pasen al retiro. Lejos de ello, utilizar ANSES para financiar el gasto público generó un vaciamiento de la institución, descapitalizando las cajas de retiro y provocando una deuda interna compleja que deberá ser tratada en el futuro. Este problema está lejos de tratarse en estos cuatro años, pero será una temática a tratar en un futuro que hoy parece muy lejano.
 
6.       Alta inflación
La sumatoria de la enorme presión tributaria y la deuda con ANSES o PAMI tampoco alcanzan para cubrir el gasto público. El gobierno necesita además monetizar el resto del déficit fiscal, con su lógico efecto inflacionario. La expansión de la base monetaria durante cada mes de 2015 superó el 30 % respecto de igual mes del año anterior, pero en diciembre el alza fue del 42,4 %. La suba se puede interpretar de distintas maneras, a saber, dar un impulso a la actividad económica que no despegaba o financiar un mayor nivel de gasto público como consecuencia de los gastos de campaña por la elección que llevó a Macri a la presidencia.
La tasa de inflación que había disminuido gracias a la contracción monetaria provocada por Fábregas, volvió a aumentar una vez que se revirtió tal política. La elevada tasa de inflación actual se puede comprender como  consecuencia del reacomodamiento de precios tras las reformas que el nuevo gobierno viene aplicando, pero también se alimentó de la expansión monetaria de 2015, cuyo efecto llega con rezago en este 2016.
 
7.       Controles de precios, subsidios y tarifas atrasadas
El gobierno anterior luchaba contra la inflación de la peor manera que podía hacerlo. Controlando precios, persiguiendo empresarios, multiplicando subsidios y con tarifas atrasadas en los servicios públicos o en el transporte. El costo político de levantar estos controles recayó sobre el nuevo gobierno, con un “reacomodamiento” difícil, especialmente en un contexto recesivo, o al menos de estancamiento económico.
 
8.       Cepo cambiario
Entre esos controles de precios, quizás el más dañino fue el cepo cambiario, que provocó una fuga de capitales que redujo las reservas del BCRA desde poco más de 50.000 a menos de 30.000 millones de dólares, con las conocidas discusiones aun abiertas acerca de la composición de las mismas, que ponen dudas sobre la solvencia del Banco Central.
Numerosos analistas aseguraban en 2015 que las reservas netas eran cercanas a cero, una vez que se devolvían los dólares a los depositantes, o incluso se quitaban préstamos chinos en yuanes y otras deudas o asistencias de último momento que permitieron sostener la debilitada moneda nacional.
El cepo cambiario además impedía relaciones comerciales normales con el mundo, tanto en la exportación como en la importación, estancando a las economías regionales y paralizando al sector industrial.
 
9.       Aislamiento y déficit en infraestructura
El cepo cambiario fue asociado a una política de aislamiento que también golpeó la cuenta capital. La falta de inversión extranjera directa hizo que se perdieran, según un estudio de Libertad y Progreso, unos 32.000 millones de dólares durante el gobierno de Néstor Kirchner, 60.000 millones de dólares durante el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, y 63.500 millones de dólares durante su segundo gobierno. Esta pérdida de inversiones tiene como consecuencia lógica una infraestructura débil para acompañar el desarrollo de la economía argentina.
A su vez, las tarifas atrasadas en los servicios públicos impidieron a los concesionarios invertir lo suficiente para garantizar servicios de calidad, comprometiendo la capacidad productiva de la Argentina que, antes de volver a crecer, necesitará desarrollar inversiones en todos estos sectores para evitar cuellos de botella.
 
10. Estancamiento económico o recesión.
Todo lo dicho no puede tener otra consecuencia que un profundo estancamiento económico que comenzó en 2011, pero que ya se extendió hasta 2015, y que repercute también en un parálisis del consumo y la inversión. En definitiva, lo dicho ha resultado clave en el triunfo de Macri en la última elección, si consideramos que la gente siempre vota con el bolsillo. Este estancamiento promete extenderse también en este 2016, o incluso profundizar la crisis, una vez que se reconoce la inflación reprimida y se sincera el tipo de cambio. De hecho, la devaluación de los primeros meses de 2016 redujo el ingreso per cápita en dólares desde 14.747 a 8.920 dólares. No sorprende entonces que la presión sindical vaya creciendo con el correr de los meses.