DataClave: Las Alquimias Economicas de CFK

En su controversial carta, y en una clara señal a la inflación y la economía, Cristina Kirchner (CFK) asegura que “la Argentina es ese extraño lugar en donde mueren todas las teorías”. No puedo estar más en desacuerdo. Argentina es, de hecho, ese país que confirma hasta el cansancio los principios más básicos de la teoría económica. La carta de CFK es otro ejemplo más la difícil relación entre el kirchnerismo y los datos.

CFK se preocupa por el bimonetarismo de Argentina; que se usen pesos para las transacciones cotidianas, pero que se ahorre en dólares. Cree que Argentina es el único país que sufre de bimonetarismo. Es claro que está equivocada, sólo tiene que apuntar su mirada a lo que sucede en Venezuela, país que conoce bien. ¿O acaso cree que el bolívar es una moneda fuerte? También difiero con que el bimonetarismo es un problema. El bimonetarismo es una solución para los millones de argentinos que hacen lo que pueden para mantener algo de ahorros a resguardo de un gobierno insaciable de recursos.

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Primeras Reflexiones Sobre las Elecciones Presidenciales en Argentina

Ayer domingo 27 de octubre el candidato Kirchnerista Alberto Fernández ganó en primera vuelta las elecciones presidenciales. El 10 de diciembre el kirchnerismo vuelve a asumir el poder con Cristina F. de Kirchner con el cargo de Vice Presidente.

¿Basta con mirar los candidatos del kirchnerismo y tener un poco de memoria (aquí) para preguntarse como puede ser que Cambiemos, con el mejor gabinete del último medio siglo (según ellos, claro), haya perdido en primera vuelta? Algunas reflexiones

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¿Qué Presidentes tuvieron el peor y el mejor desempeño económico desde el regreso a la democracia en Argentina?

El economista y escritor argentino Adrián Ravier generó polémicas en redes sociales con una lista donde enumeró, según su criterio personal, quienes fueron los mejores y peores presidentes desde el regreso a la democracia en 1983. ¿La sorpresa? El mayor desastre según el especialista no fueron los Kirchner, sino Raúl Alfonsín, para muchos “el padre de la democracia”. Aquí analiza su lista en una entrevista exclusiva para el PanAm Post.

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Análisis político de Rosendo Fraga

Protagonista del ciclo de desayunos para socios que organiza la Fundación Libertad y Progreso con apoyo de la Fundación Naumann y RELIAL, el analista político Rosendo Fraga estimó en 60% el porcentaje de posibilidades de victoria de Cambiemos para las elecciones de este año. «De acá a 90 días puede pasar de todo, pero hoy diría que hay un 60% de chances que gane Cambiemos; un 30% de que gane Cristina y un 10% de que gane Massa. Estos porcentajes se modificarían después de las PASO. Cambiemos tiene a favor dos cuestiones: es gobierno nacional y provincial, contando tanto con las figuras máximas para hacer campaña y contando con el aparato estatal; y el peronismo va a dividido en tres», destacó Fraga ante un auditorio colmado en el Hotel Feirs Park, donde se realizó el encuentro.
«Hoy creo definitivamente que gana Cambiemos, aunque en tres meses todo puede cambiar. Por ejemplo, Cristina tiene cosas a favor que pueden impulsar que la voten, como que el Conurbano tiene el récord de desempleo en el país según el INDEC y que la oferta política anti k va dividida en tres (Cambiemos, Massa y Randazzo)», señaló Fraga.
El analista destacó 10 hechos a tener en cuenta de cara a las próximas elecciones:
1) «Cambiemos puede llegar a alcanzar 100 diputados y 20 senadores después de esta elección, pero no va a tener mayoría. Va a tener que negociar para nombramientos de jueces, leyes, etc».

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WP: El Deterioro de la Economia Argentina Durante el Gobierno Kirchner-Kirchner

Comparto el borrador de un texto sobre el deterioro económico de Argentina durante el kirchnerismo.

En este capítulo estudio los principales retrocesos económicos durante el gobierno Kirchner-Kirchner (2003-2015) así como una aplicación del análisis del Public Choice al caso de Argentina. En particular en lo económico me concentro (1) en el deterioro fiscal, (2) el regreso de la alta inflación, (3) el default del 2014. En lo que respecta al Public Choice aplicado el foco se encuentra en (1) las cuatro etapas del populismo macroeconómico, (2) los bandidos nómades y bandidos estacionarios, y (3) el comportamiento irracionalmente racional. El capítulo termina presentando los mayores desafíos que deja el kirchnerismo al gobierno entrante.

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Si bien no tengo espacio para expandir el texto, comentarios y sugerencias son bien recibidos.

Así termina el populismo

El pasado 16 de abril Infobae publicó una nota de mi autoría donde intenté mostrar las dos décadas perdidas de la economía argentina. El fundamento de este artículo se sintetiza en el siguiente gráfico sobre PIB per cápita en dólares de 2015, donde se observa que el ingreso argentino de 2015 equivale a aquel de 1996.

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En el artículo ofrecía la siguiente aclaración:

La foto aún no está completa. Faltan en este gráfico dos fenómenos fundamentales: 1) el sinceramiento del tipo de cambio en los primeros meses de 2016, que sin duda volvió a reducir el ingreso en dólares (¿volvimos a 1996 o a la década de 1970?) y 2) la confirmación de si realmente la economía argentina recuperará el esperanzador crecimiento económico en 2017…

Ivan Carrino, economista de Inversor Global, completa la foto con esta nota donde incluye el siguiente gráfico, mostrando una caída del 38,7 % en el PIB per cápita en dólares desde el pico de 2013 en 14.747 dólares a los 8.920 dólares actuales, lo que es consecuencia del deterioro del modelo populista-kirchnerista y la devaluación (o sinceramiento del tipo de cambio) de los primeros meses de 2016.

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Metodológicamente, debemos aclarar que el segundo gráfico no está construido con la misma base que el primero, y por eso puede haber alguna diferencia, pero la caída en el ingreso ha sido lo suficientemente profunda como para advertir que la economía argentina ha retrocedido demasiado, quizás incluso hasta los años 1970.

¿Cuántas décadas hemos perdido por el populismo de corto plazo en sus diferentes expresiones militares, radicales y peronistas? El desafío del gobierno es muy grande: lograr crecer sobre bases genuinas para no retroceder nunca más.

¿Está quebrado el Banco Central de la República Argentina?

En esta nota en Infobae ofrecemos algunos datos que nos pueden acercar a una respuesta.

Devaluar es, según la Real Academia Española, ‘rebajar el valor de la moneda’. Nadie contribuyó tanto a rebajar el valor del peso argentino como este último Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en el que tuvo una destacada participación el actual ministro de Economía, Axel Kicillof. El economista Luis Secco guarda plena razón cuando explica: “La devaluación ya está hecha”, “Solo resta sincerarla”, algo que aparentemente le corresponderá hacer al próximo Gobierno, con el costo político y social que eso trae aparejado.

Para mostrar esta rebaja en el valor del peso entre 2011 y 2015, cabe una mirada a la evolución de las distintas partidas del balance del Banco Central de la República Argentina (BCRA), institución que cuenta con el monopolio de emisión de estos billetes depreciados. El cuadro presentado a continuación es un extracto del resumen estadístico que elabora trimestralmente Nicolás Cachanosky para nuestro blog Punto de Vista Económico.

BCRA

 

 

 

 

 

Nótese, por ejemplo, la evolución del pasivo, que pasó de 0,4 a 1,2 billones de pesos entre 2011 y junio de 2015. El pasivo se triplicó desde que Kicillof incide en la política monetaria del BCRA, lo que se logró con dos políticas concretas:

–          Emitiendo billetes que más que duplicaron la base monetaria (pasó de 223 a 483 mil millones de pesos).

–          Colocando títulos del BCRA en pesos (pasó de 84 a 355 mil millones de pesos).

Una mirada al activo nos puede explicar el destino de estos fondos. Mientras el activo pasó de 0,4 a 1,2 billones de pesos entre 2011 y junio de 2015, las reservas apenas pasaron de 200 a 308 mil millones de pesos. De nuevo, hay dos destinos concretos para la emisión monetaria del BCRA:

–          La compra de títulos públicos (pasó de 127 a 534 mil millones de pesos).

–          Adelantos del BCRA al tesoro del Gobierno nacional (pasó de 67 a 272 mil millones de pesos).

Para ser claros, el Gobierno quebró al BCRA. En 2011 las reservas representaban el 46 % del activo del BCRA; en 2015 esa misma relación cayó a menos del 25 %. La sumatoria de títulos públicos y adelantos del BCRA al Tesoro del Gobierno Nacional representaban en 2011 el 44 % del activo del BCRA, en 2015 estas mismas partidas representan el 63 % del activo.

La situación se agrava, lógicamente, si en lugar de tomar las reservas brutas, se tomaran las reservas netas, es decir, si se descontara aquella porción de esas reservas que no son propiedad del BCRA.

Resulta claro que un desafío difícil de lograr para el próximo Gobierno es el saneamiento del BCRA. Los asesores de ambos candidatos, Mauricio Macri y Daniel Scioli, apuestan a crear un marco de confianza que conduzca a una gran atracción de capitales en el país, pero esta confianza difícilmente ocurra mientras el BCRA presente este estado de situación. Por eso, volvemos al comienzo. “La devaluación del peso está hecha, solo resta sincerarla.”

Y entonces sí, los costos de esta devaluación serán más bajos si se ofrece un plan integral de reformas al Estado, que significan -necesariamente- un cambio de modelo.

 

Mis 8 discrepancias con Axel Kicillof y el gobierno argentino

Kicillof-614x350El ministro de Economía, Axel Kicillof, fue entrevistado recientemente por Joaquín Morales Solá y nos dejó -en 35 minutos- interesantes argumentos para defender su administración de la política económica.

En la entrevista arremetió una vez más contra los economistas ortodoxos, defendió la política de desendeudamiento, de reindustrialización y de inclusión social, enfatizó el fuerte crecimiento económico que el país experimentó desde 2003, recordó la recuperación de YPF y Aerolíneas Argentinas. Se apoyó sobre ciertos economistas como Miguel Ángel Broda, Orlando Ferreres y Carlos Melconian para señalar que la economía está bien, creciendo un 1 %, que la inflación se desaceleró de un 40 % a un 25 % -sin recetas ortodoxas-, que las reservas están estables, que no hay problemas con los vencimientos de deuda, lo que deja una buena herencia para el próximo Gobierno, garantizando continuidad del modelo luego de 2015.

Cuando se le cuestionó el bajo crecimiento, el ministro de Economía explicó el complejo contexto internacional que nos acompaña, con caída en los precios de los commodities, con las locomotoras de China y Estados Unidos bajo ciertas dificultades y con Brasil en recesión.

Es precisamente ese contexto el que lo obligó a decidir aplicar una política contracíclica desde principios de 2014 para estimular el consumo interno mediante planes y programas, apoyado en un supuesto consenso de los economistas en las recetas keynesianas que se presentan en todos los manuales de macroeconomía y política económica.

Dejando de lado los discutibles números del ministro de Economía -que él mismo se ocupó de criticar antes de asumir funciones oficiales-, presentaré a continuación mis diferencias con su administración de la política económica, que se pueden resumir en ocho puntos fundamentales.

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Tres razones para desinflar la burbuja del Estado

impuestosCuando los historiadores económicos se refieren a las grandes crisis económicas del siglo XX -y lo que va del siglo XXI- identifican cada caso con una burbuja. En la crisis de los años 1930, por ejemplo, los historiadores observaron burbujas bursátiles e inmobiliarias. La crisis dot-com de 2001 en Estados Unidos fue la burbuja bursátil de las acciones relacionadas a internet. La gran recesión de 2008, también en Estados Unidos, fue el desenlace de la burbuja inmobiliaria gestada desde fines de 2001. La crisis europea actual fue la de una burbuja inmobiliaria, seguida de una burbuja del gasto público que se ha pinchado en varios países, pero queda aún una brecha importante por corregir. Vale aclarar que las economías solo lograron recuperarse de las distintas crisis mencionadas cuando las burbujas se terminaron de desinflar y emprendieron un proceso de formación de capital a través del ahorro y la inversión.

En la Argentina de hoy la crisis que viene será asociada a la burbuja del gasto público, que se fue gestando desde 2003 y especialmente a partir de los dos gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner, con sucesivos planes y programas.

Sin ánimo de ser exhaustivo, aunque presentados cronológicamente, recordamos ya en agosto de 2003 el Plan Manos a la Obra de Néstor Kirchner, seguido por la prolongación del Programa Remediar, la creación del Museo de la Memoria, el Plan Federal de Salud, el Plan Nacer Argentina, el Plan Espacial Nacional, el Programa de Becas del Bicentenario, el Programa de Apoyo de Infraestructura Universitaria, el Programa Argentina Trabaja, Fútbol para Todos, la asignación universal por hijo, el Fondo del Bicentenario para pagar la deuda externa, el Programa Conectar Igualdad, el Programa de Financiamiento Productivo del Bicentenario, Pakapaka, Tecnópolis, la recuperación de YPF, Procrear, el Programa Sumar (que fue una ampliación del Programa Nacer) o el Plan Raíces, entre otros.

Tres críticas presentamos los economistas a estos programas.

En primer lugar, que varios de estos programas y planes no se presentan como temporarios -mientras duró la crisis de 2002, con más de un 50 % de pobres y más de un 20 % de desempleados-, sino como continuos, garantizando a mucha gente una serie de ingresos que perdurarán en el tiempo. Esto evita que los beneficiarios tengan incentivos para buscar por sí mismos la generación de ingresos que les permitan abandonar esta dependencia del Estado. Más grave aún ha resultado el caso en que muchas personas rechazan posibilidades de trabajo para no perder un plan del Gobierno.

En segundo lugar, preocupa la sustentabilidad del gasto público total, el que no puede mantenerse aun con la mayor presión tributaria de la historia argentina, requiriéndose ahora de emisión monetaria para cubrir la brecha entre ingresos y gastos, y sometiendo a toda la población a niveles elevados de inflación. Axel Kicillof inició un proceso de ajuste por la vía de la inflación, pero el costo político de su sucesor será elevado, lo que puede implicar problemas de gobernabilidad para quien ocupe el sillón de Rivadavia en 2016.

En tercer lugar, desconocer que mucho de lo que estos programas hacen el mercado podría hacerlo por sí solo y de manera mucho más eficiente. Esto se vincula con el primero de los puntos planteados. Basta observar a nuestros países vecinos, con niveles de desempleo y pobreza radicalmente inferiores a los de Argentina, para comprender el daño que estos planes y programas le hacen a la población. Esto se vincula al debate que la Presidente ha querido abrir en distintos discursos -sobre qué Estado queremos-, pero al que nadie de la oposición atendió. Personalmente, pienso que el objetivo final debería ser que los argentinos tengan trabajo, ingresos propios, y a través de ese ingreso y el acceso a crédito puedan adquirir su casa, su auto o incluso pagar por los bienes y los servicios que deseen consumir, sean estos remedios, computadoras o incluso fútbol. En la medida en que esto se vaya logrando, el Estado debería ir reduciendo su tamaño, desmantelándose muchos de los programas y los planes o también los ministerios y las secretarías que este Gobierno ha creado. Que en esta “década ganada” el proceso haya sido contario a este ideal es una muestra de que hemos tomado el camino inverso al deseado. Que Daniel Scioli esté pensando hoy en crear nuevos ministerios y secretarías también es un camino opuesto al deseado.

Los economistas no exigimos un cambio hacia la anarquía y la desaparición inmediata de todos los planes sociales y programas, y menos aún en las condiciones de la Argentina en 2002 o 2003, sino un llamado de atención a los excesos de gasto que el kirchnerismo ha iniciado y el costo político y social que puede implicar revertir este proceso.

Tal como ocurrió en sucesivas crisis económicas, la Argentina no podrá retornar al crecimiento hasta que desinfle la burbuja del gasto público. Si la fase de desarrollo requiere inversión, como definió recientemente Miguel Bein -el asesor principal de Daniel Scioli-, y como sostiene también el equipo económico de Mauricio Macri, debemos tomar conciencia de que nadie querrá invertir en un país que mantiene un nivel de gasto público en torno al 50 % del PIB, con una inflación que supera -al menos- el 20 %, cuya presión tributaria es récord de todo el continente y que aún mantiene un déficit fiscal del 7 %-8 % del PIB.

El necesario ajuste del que no se habla

En dos columnas previas intenté imaginar lo que podría ser la política económica de los dos candidatos firmes a suceder a Cristina Fernández de Kirchner como presidente de la nación argentina: Mauricio Macri y Daniel Scioli. En las dos oportunidades intenté sistematizar las propuestas que sus asesores, sus equipos económicos o ellos mismos plantearon ante distintos medios, pero en ningún caso planteé si aquellas propuestas son suficientes para corregir los desequilibrios actuales.

En esta oportunidad me propongo explicar el error fundamental que los equipos económicos de ambos cometen al ignorar el necesario ajuste, propio de un error de diagnóstico que puede costar caro a un eventual próximo gobierno de cualquiera de los dos candidatos.

No está de más aclarar que los economistas trabajamos como los médicos: hacemos un diagnóstico de una situación dada a través de ciertos indicadores (actividad económica, empleo, presupuesto de ingresos y gastos, índice de precios, balanza de pagos, balance del Banco Central, índices de confianza, etc.) y planteamos una solución que puede contener efectos indeseados, lo que no significa que ignoremos esos efectos o los deseemos.

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