Las consecuencias políticas, fiscales y económicas de la devaluación

Argentina acudió al FMI durante la crisis cambiaria para que sostenga su endeble macroeconomía. El desembolso requerido, sin embargo, podía seguir la misma suerte que los U$S 10.000 millones que se perdieron en reservas en unas pocas semanas, si no se corregían previamente algunos fuertes desequilibrios. Para comprender esta situación podemos observar las dos cuentas de la balanza de pagos, que registran todas las operaciones que generan ingreso y egreso de divisas al país. Llevándolo a un plano más familiar para el lector, en la cuenta corriente, estaríamos observando todos los gastos de una familia. En la cuenta capital estaríamos viendo cómo se financian. La balanza comercial de esta familia, está mostrando que compran más bienes de los que venden, al tiempo que salen de vacaciones con cierta periodicidad. Si estos gastos fueran cubiertos con ingresos genuinos, como inversión extranjera directa, entonces estaríamos hablando de una familia que se da una buena vida, pero que se justifica en el trabajo de sus miembros. Pero si esta buena vida se da como consecuencia de un enorme endeudamiento, entonces los economistas debemos alertar de la situación.

Para que el desembolso del FMI no vaya a consumo o turismo, era necesario reconocer un tipo de cambio más alto de tal forma de encarecer la adquisición de dólares que se obtienen para ambos destinos. Para ello bastaba con correrse de esa posición que el Banco Central -en tiempos de Federico Sturzenegger- había asumido tras el levantamiento del cepo cambiario, es decir, de intervenir en el mercado cambiario cada vez que veían que la divisa encarecía su cotización.

Algunos economistas cuestionaron la existencia del atraso cambiario, pero no hay otro modo de explicar el mayor déficit de cuenta corriente de nuestra historia sin ese dólar contenido por el enorme endeudamiento. Manteniendo la atención sobre los desequilibrios macroeconómicos, la devaluación además causó una licuación de los salarios reales de los trabajadores (privados y públicos) que le permitirían al gobierno mostrar una mejor situación fiscal respecto del año anterior. Así, las estimaciones muestran una reducción del déficit fiscal primario que a diciembre estará por debajo del 2%, haciendo creíble quizás un equilibrio primario para fines de 2019. Muchos analistas han advertido, y yo coincido, que el déficit que debemos observar no es el primario sino el financiero, el que incluye los intereses de deuda; pero allí también observamos que 2018 terminaría con un desequilibrio menor, ahora de 5 % del PBI, reduciéndose para 2019 en paralelo con las metas sobre el déficit primario.

Lo que la política económica argentina jamás logró por la vía de ajustes en los ingresos nominales o en la reducción de personal del Estado, siempre lo consiguió por la vía de la inflación, con devaluaciones que pueden corregir parcial y temporalmente algunos desequilibrios macroeconómicos, pero que no resuelven los problemas estructurales.

Lo que comprendió el gobierno es que el número de personas que trabaja en el Estado es excesivo para los ingresos de los argentinos, y que la única forma de sostener la situación es deprimiendo sus ingresos en términos reales. La situación es compleja, y despierta en el sindicalismo argentino una obvia reacción que generará tensiones continuas y dolorosas desde el punto de vista político y social.

Lo importante, sin embargo, es aprovechar esta nueva circunstancia de crisis para corregir los desequilibrios de fondo. Luis Caputo reemplazó a Sturzenegger y ya parece haber iniciado una política de contracción monetaria que se establece sobre agregados monetarios, además de las metas sobre tasas de interés, y con ello garantiza una baja de la inflación. Recordemos que el presidente Mauricio Macri había dicho que 2019 mostrará una baja de 10 puntos en la inflación, pero no olvidemos que al cierre de este año la tasa estaría por encima del 32% anual. Una inflación para el cierre de su gobierno en torno al 22% es bastante poco respecto de lo que se esperaba de su primer mandato.

Por el lado fiscal, alcanzar el equilibrio fiscal primario en el año electoral es un desafío fundamental de este gobierno, lo que resulta creíble si en 2019 la economía se recupera de la devaluación reciente y mejora fuertemente la recaudación.

Los manuales de economía tienen lecciones básicas y fundamentales sobre el impacto de cualquier devaluación. Argentina no escapa a estos conceptos. Pero debemos recordar que toda devaluación puede ajustar desequilibrios parcial y temporalmente trasladando el costo a los trabajadores, que ven reducidos sus ingresos en términos reales.

Para evitar seguir en esta dinámica que ya lleva décadas, Argentina tiene que definir un tamaño del Estado que pueda pagarse con menos impuestos de los hoy existentes, sin necesidad de tomar deuda para sostenerlo y sin monetizar sus excesos. Ese es el desafío que debemos priorizar para la década de 2020.

Publicado originalmente en La Gaceta, el domingo 29 de julio de 2018.

La apreciación del dólar y su impacto en América Latina

infobaeArgentina no puede seguir subestimando este posible cambio en el escenario global, pero más importante aún es que se plantee una visión de largo plazo que resuelva los problemas estructurales de la economía, empezando por el déficit fiscal.

Lea aquí la nota completa en Infobae.

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Así termina el populismo

El pasado 16 de abril Infobae publicó una nota de mi autoría donde intenté mostrar las dos décadas perdidas de la economía argentina. El fundamento de este artículo se sintetiza en el siguiente gráfico sobre PIB per cápita en dólares de 2015, donde se observa que el ingreso argentino de 2015 equivale a aquel de 1996.

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En el artículo ofrecía la siguiente aclaración:

La foto aún no está completa. Faltan en este gráfico dos fenómenos fundamentales: 1) el sinceramiento del tipo de cambio en los primeros meses de 2016, que sin duda volvió a reducir el ingreso en dólares (¿volvimos a 1996 o a la década de 1970?) y 2) la confirmación de si realmente la economía argentina recuperará el esperanzador crecimiento económico en 2017…

Ivan Carrino, economista de Inversor Global, completa la foto con esta nota donde incluye el siguiente gráfico, mostrando una caída del 38,7 % en el PIB per cápita en dólares desde el pico de 2013 en 14.747 dólares a los 8.920 dólares actuales, lo que es consecuencia del deterioro del modelo populista-kirchnerista y la devaluación (o sinceramiento del tipo de cambio) de los primeros meses de 2016.

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Metodológicamente, debemos aclarar que el segundo gráfico no está construido con la misma base que el primero, y por eso puede haber alguna diferencia, pero la caída en el ingreso ha sido lo suficientemente profunda como para advertir que la economía argentina ha retrocedido demasiado, quizás incluso hasta los años 1970.

¿Cuántas décadas hemos perdido por el populismo de corto plazo en sus diferentes expresiones militares, radicales y peronistas? El desafío del gobierno es muy grande: lograr crecer sobre bases genuinas para no retroceder nunca más.

Un tipo de cambio real alto para la transición

infobaeEl nuevo equipo económico avanza en el cumplimiento de sus promesas de campaña. Primero, redujo retenciones de exportaciones a cero para todos los cereales —e incluso para la industria—, excepto la soja, que bajó de 35 a 30 por ciento. Segundo, eliminó el cepo cambiario, estabilizó su valor oficial en torno a 13,90 pesos. Algunos analistas esperaban que su valor fuera un poco más elevado, pero eso obligaría al Banco Central a desembolsar mayor cantidad de pesos por la excesiva —y quizás fraudulenta— venta del dólar futuro durante la gestión de Alejandro Vanoli.

Argentina inició, con estas y otras medidas, un proceso de cambio de modelo económico que todavía necesita definir en sus aspectos fundamentales. Uno de ellos trata acerca de la integración comercial global, a través del mantenimiento de las relaciones con el Mercosur y con China, pero también de la integración con Estados Unidos y Europa, aspecto que se comenzará a profundizar en la cumbre del Mercosur en Paraguay. No estoy en la mesa chica del PRO, pero creo que la ambición de pertenecer al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) o generar acuerdos bilaterales con Europa y el Primer Mundo es una de las intenciones del nuevo Gobierno.

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Salir del cepo, o bajar la inflación, subiendo tasa de interes: Demanda y Oferta

A los pocos días de asumir, el gobierno de Mauricio Macri eliminó las restricciones a la compra de USD (cepo cambiario.) Parte de la salida del cepo, según ha trascendido, consistiría en elevar las tasas de interés (en pesos). A la par, varios economistas sugieren que el tipo del cambio al cual se salió del cepo se queda corto, la devaluación debería haber sido mayor.

Las operaciones financieras pueden ser confusas. Quiero, primero, aclarar el peligro de salir del cepo elevando tasas de interés con un sencillo uso del gráfico de demanda y oferta. En segundo lugar, referirme a una interpretación alternativa: que subir las tasas de interés es para contener la inflación, no al tipo de cambio.

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¿Está quebrado el Banco Central de la República Argentina?

En esta nota en Infobae ofrecemos algunos datos que nos pueden acercar a una respuesta.

Devaluar es, según la Real Academia Española, ‘rebajar el valor de la moneda’. Nadie contribuyó tanto a rebajar el valor del peso argentino como este último Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en el que tuvo una destacada participación el actual ministro de Economía, Axel Kicillof. El economista Luis Secco guarda plena razón cuando explica: “La devaluación ya está hecha”, “Solo resta sincerarla”, algo que aparentemente le corresponderá hacer al próximo Gobierno, con el costo político y social que eso trae aparejado.

Para mostrar esta rebaja en el valor del peso entre 2011 y 2015, cabe una mirada a la evolución de las distintas partidas del balance del Banco Central de la República Argentina (BCRA), institución que cuenta con el monopolio de emisión de estos billetes depreciados. El cuadro presentado a continuación es un extracto del resumen estadístico que elabora trimestralmente Nicolás Cachanosky para nuestro blog Punto de Vista Económico.

BCRA

 

 

 

 

 

Nótese, por ejemplo, la evolución del pasivo, que pasó de 0,4 a 1,2 billones de pesos entre 2011 y junio de 2015. El pasivo se triplicó desde que Kicillof incide en la política monetaria del BCRA, lo que se logró con dos políticas concretas:

–          Emitiendo billetes que más que duplicaron la base monetaria (pasó de 223 a 483 mil millones de pesos).

–          Colocando títulos del BCRA en pesos (pasó de 84 a 355 mil millones de pesos).

Una mirada al activo nos puede explicar el destino de estos fondos. Mientras el activo pasó de 0,4 a 1,2 billones de pesos entre 2011 y junio de 2015, las reservas apenas pasaron de 200 a 308 mil millones de pesos. De nuevo, hay dos destinos concretos para la emisión monetaria del BCRA:

–          La compra de títulos públicos (pasó de 127 a 534 mil millones de pesos).

–          Adelantos del BCRA al tesoro del Gobierno nacional (pasó de 67 a 272 mil millones de pesos).

Para ser claros, el Gobierno quebró al BCRA. En 2011 las reservas representaban el 46 % del activo del BCRA; en 2015 esa misma relación cayó a menos del 25 %. La sumatoria de títulos públicos y adelantos del BCRA al Tesoro del Gobierno Nacional representaban en 2011 el 44 % del activo del BCRA, en 2015 estas mismas partidas representan el 63 % del activo.

La situación se agrava, lógicamente, si en lugar de tomar las reservas brutas, se tomaran las reservas netas, es decir, si se descontara aquella porción de esas reservas que no son propiedad del BCRA.

Resulta claro que un desafío difícil de lograr para el próximo Gobierno es el saneamiento del BCRA. Los asesores de ambos candidatos, Mauricio Macri y Daniel Scioli, apuestan a crear un marco de confianza que conduzca a una gran atracción de capitales en el país, pero esta confianza difícilmente ocurra mientras el BCRA presente este estado de situación. Por eso, volvemos al comienzo. “La devaluación del peso está hecha, solo resta sincerarla.”

Y entonces sí, los costos de esta devaluación serán más bajos si se ofrece un plan integral de reformas al Estado, que significan -necesariamente- un cambio de modelo.

 

Imaginando la política económica de un eventual gobierno del PRO

ProLas recientes elecciones primarias dejaron a los analistas políticos con la sensación de que la elección presidencial se terminará polarizando entre el PRO y el oficialismo.

En este sentido, nos preguntamos qué haría el PRO a nivel nacional en caso de ser gobierno. Es cierto que no se ha presentado aún un plan concreto sobre cómo se solucionaría cada uno de los problemas identificados, pero sí se puede afirmar que Mauricio Macri -el candidato presidencial y líder del partido-, ha dado numerosas evidencias de lo que haría si llegara al gobierno. Aquí ordenamos parte de sus anuncios y agregamos aquello que consideramos necesario para que el plan sea consistente y factible.

Comenzando con el plano internacional, Macri cambiaría el eje Argentina-Venezuela-Bolivia-Ecuador por lazos estrechos hacia Estados Unidos, Europea, Asia, África y el Mercosur. El objetivo es volver al mundo con acuerdos bilaterales como los de Chile, y sin discriminar a una región respecto de otra. Priorizar un acuerdo con el Mercosur y desde el bloque negociar con el mundo no parece factible en el corto plazo, pero sí se privilegiará recuperar el libre comercio con nuestro vecino más importante. Si el contexto internacional de liquidez se mantiene, Argentina debería recibir mayor inversión extranjera directa de lo que ha recibido en los últimos 12 años, recuperando un rol protagónico junto a Brasil y México, y aprovechando la necesidad que China tiene de nuestros productos, tanto en alimentos como en lo que refiere a insumos.

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Reflexión de domingo: «Entre el engaño y el disimulo, el fracaso» – Por Alberto Benegas Lynch (h)

ABLDos de las políticas más frecuentes instaladas en los países que andan a los tumbos (que son casi todos) consisten en las devaluaciones y los ajustes. De tanto en tanto aparecen indefectiblemente en escena debido a manipulaciones monetarias y desórdenes fiscales propiciados por gobiernos irresponsables (que, otra vez, son casi todos).

Milton Friedman se burla de lo primero en Dólares y déficit insistiendo en la imperiosa necesidad de liberar el mercado cambiario y “hacer que el gobierno desaparezca sencillamente de la escena” . Por su parte, Friedrich Hayek en Toward a Free-Market Monetary System subraya que “Siempre, desde que el privilegio de emitir moneda fue explícitamente representado como una prerrogativa real ha sido patrocinado porque el poder de emitir moneda era esencial para las finanzas del gobierno, no para brindar una moneda sólida sino para otorgarle al gobierno acceso al barril de donde puede obtener dinero por medio de su fabricación”.

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De Lavagna a Kicillof, un único modelo

LavagnaAnte el ya evidente fracaso de la política económica populista del kirchnerismo en los diez años que van desde 2003 a 2013, surge cierta literatura que busca rescatar a algunos responsables directos de los acontecimientos actuales.

Eduardo Duhalde intentó rescatar por ejemplo a su ministro de Economía, Roberto Lavagna, al punto de candidatearlo como una persona de experiencia para resolver la situación actual. Martín Redrado o Martín Lousteau escriben decenas de columnas críticas en las que intentan separarse del actual gobierno, cuando hace unos pocos años acompañaron el proceso. Es cierto, se podrá decir que desde 2007 Cristina Fernández de Kirchner se ocupó personalmente de profundizar ese mismo populismo que “nació” post-convertibilidad, pero cada uno de estos tres economistas tuvo su responsabilidad en la actual situación que sufrimos.

Para empezar, diré que la salida de la convertibilidad fue la peor que se podía haber diseñado. Eduardo Duhalde acusa al gobierno actual de improvisación, cuando él mismo prometió devolver dólares a quienes depositaron dólares, y sólo unos días después pesificó todos los depósitos y fue el responsable de la mayor estafa al pueblo argentino de las últimas décadas. En segundo lugar, hay que ser claros en que esa devaluación, que implicó el abandono de la convertibilidad y que hoy es vista como el comienzo de la “década ganada”, en realidad nos dejó con otra “década perdida”. Es cierto que entre 1998 y 2001 la economía estaba estancada y con alto desempleo, pero la devaluación convirtió esa crisis en una profunda depresión que hizo caer el PIB más del 10 % en 2002, además de destruir el Estado de Derecho.

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