El análisis de Kicillof del plan Lavagna [en 2004]

Kicillof_Nahon_CostaComparto aquí un artículo escrito en abril de 2004 por Axel Kicillof, Augusto Costa y Cecilia Nahón, donde estos tres economistas analizan críticamente el fin de la convertibilidad y el primer año del plan Lavagna. Vale recordar que Augusto Costa fue el reemplazante de Guillermo Moreno como Secretario de Comercio Interior, mientras Cecilia Nahón ocupa el cargo de Embajadora Argentina ante Estados Unidos.

El artículo lleva como título «Las consecuencias económicas del Sr. Lavagna«, en clara alusión a la nota de J. M. Keynes de 1925 que llevaba el título «Consecuencias económicas de Mr. Churchill», donde expone sus consideraciones acerca de la sobrevaluación de la moneda británica y su impacto en el comercio exterior, los salarios y el empleo.

El artículo es extenso, pero me interesa arrojar una serie de citas y reflexiones que imagino pueden interesarles a los lectores de nuestros blog por sus aplicaciones a la coyuntura actual.

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Lecciones argentinas para la Unión Europea

Existen semejanzas entre la salida de Argentina de la Convertibilidad respecto de la posible salida de algunos países de la Unión Europea del Euro, así como también entre el rol que supo jugar Domingo Cavallo y el lugar que ocupa hoy mismo Angela Merkel al frente de la Unión Europea.

Argentina consiguió con la Convertibilidad la estabilidad monetaria que se la había negado durante muchas décadas, pero hacia el final del milenio las dificultades emergieron con fuerza, tanto por causas exógenas al modelo, como la crisis asiática de 1997, el default ruso de 1998 y la devaluación brasileña de 1999, como también por causas endógenas, como el continuo desequilibrio fiscal y la acumulación de deudas para financiarlo.

El gobierno de Fernando De La Rúa asumió en 1999 con el objetivo de sostener el “uno a uno”, pero no supo o no quiso avanzar en los necesarios ajustes fiscales que le habrían permitido mantenerlo. Domingo Cavallo, su ministro de Economía en la etapa más compleja de su corta administración, jamás creyó en las bondades de la Convertibilidad que él mismo había ayudado a crear, y en lugar de apuntar a equilibrar las cuentas públicas, apuntó a un gradual abandono del modelo, lo que profundizó la crisis con una fuga de capitales creciente que dejó a la Convertibilidad sin las reservas necesarias para sostenerla. Con un desempleo real (incluyendo sub-empleo) que rondaba el 30 % de la población económicamente activa, y luego de tres años de estancamiento (había comenzado en el tercer trimestre de 1998), Argentina eligió el peor camino, una fuerte devaluación de la moneda que obligó a romper contratos en masa, a pesificar depósitos y a agravar todos los indicadores de la economía real.

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Carrino-Ravier-Cavallo: Unos breves comentarios y aclaraciones

La ponencia de Ivan Carrino en el congreso «La Escuela Austriaca en el Siglo XXI» en Rosario ha generado ciertas reacciones interesantes de Adrian Ravier y Domingo Cavallo. La ponencia de Carrino consistió en mostrar puntos de contacto entre la convertibilidad en Argentina en la década del 90 y posturas de la Escuela Austriaca.

Aquí la secuencia de posts:

Estos posts ya son de por sí extensos. Sólo quiero aportar algunas aclaraciones sobre la ponencia de Carrino y el intercambio entre Ravier y Cavallo.

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Continúa el intercambio con el Dr. Cavallo

El Dr. Cavallo se tomó la molestia y el tiempo de responder a los puntos que señalé en mi anterior post. A continuación copio textual la suya completa que es parte de los comentarios de un post en su blog personal:

Muchas gracias Adrián. Si me enviás tu dirección te voy a enviar mi libro “Camino a la Estabilidad”. Ahí verás que mi análisis nunca es teórico sino totalmente empírico. Yo utilizo a la teoría, venga de la escuela que venga, siempre que me parezca apropiada para iluminar un problema a resolver, con un sentido instrumental.
Creo que resulta mucho más útil hacer economía positiva que normativa, al decir de Friedman. Por supuesto no soy un especialista en el pensamiento de la Escuela Austriaca, como no lo soy de ninguna otra escuela. Sí creo tener la formación profesional y el conocimiento de nuestra historia que se necesitan para opinar y actuar en la economía argentina. Dediqué toda mi vida al estudio y a la investigación económica e histórica. Antes de ingresar a la política dirigí durante diez años al IERAL de la Fundación Mediterránea, institución en la que se formaron más de 100 economistas que me acompañaron en el equipo económico. La reforma energética, por poner sólo un ejemplo, que al decir del Profesor Arnold Haberger fue la mejor que conoció en toda su vida profesional, fue planeada por Carlos Givogri y Carlos Bastos en ese ámbito.
No tendré las credenciales académicas de Alberto Benegas Lynch en materia del pensamiento económico de los autores de la escuela austríaca, pero creo tener también credenciales académicas suficientes como para sostener un debate con él. Además el debate no sería sobre las ideas de la escuela austriaca sino sobre cómo mejor organizar a la economía Argentina. Al menos éso es lo que a mi me interesa discutir.

Con respecto a tu comentario de que las cosas que no hicimos no fueron por obstáculos que imponía la realidad sino por errores conceptuales nuestros, creo que parte de la subestimación que normalmente hacen quienes sólo actúan en ámbitos académicos de las dificultades que presenta la acción política y la gestión gubernamental. Vos, por ejemplo, mencionás al pasar la reforma previsional, como si hubiera sido fácil conseguirla. Ni te imaginás las horas de debate en el Senado y en Diputados, a lo largo de tres años, para lograr que se aprobara, con modificaciones que la tornaron bastante imperfecta. Y qué decirte de la ley de Solidaridad previsional, sin la cual las erogaciones previsionales hubieran aumentado entre 1 y 2 % del PBI, como ya habían comenzado a hacerlo en 1994, a causa de la ligazón que las leyes todavía en vigencia establecían entre los beneficios de quienes se habían jubilado luego de ser altos funcionarios de las empresas del Estado y las remuneraciones, mucho más elevadas, que comenzaron a pagar las empresas privatizadas a sus gerentes.
Con respecto a la propuesta de Hanke, de eliminación del Banco Central y dolarizar, siempre me pareció un sinsentido. Hanke se daba corte con la convertibilidad argentina cuando todo iba bien, y decía en todo el mundo que él se la había sugerido a Menem a través de María Julia Alsogaray. Cuando precisamente, por las restricciones que la convertibilidad con tipo de cambio fijo nos puso para enfrentar las presiones deflacionarias originadas en la fortaleza del dólar y el deterioro de los términos del intercambio, La convertibilidad con tipo de cambio fijo entró en crisis, él comenzó a despegarse de nuestro sistema alegando que era la causa de la crisis. Yo estoy absolutamente convencido que lo que nos impidió manejar con éxito la crisis bancaria del 2001, siendo que habíamos logrado superar muy bien la de 1995, fue que no teníamos prestamista de última instancia, ni de adentro, como tampoco la habíamos tenido en 1995, ni de afuera, como si la tuvimos en 1995. Imaginá que hubiera ocurrido con Irlanda, Grecia, Portugal y España si el Banco Central Europeo, el FMI y la Comisión Europea no hubieran actuado como prestamistas de última instancia.
Con respecto a las cifras sobre déficit fiscal que maneja Nicolás Cachanoski, me gustaría revisarlas con él. No se cuál es la fuente, pero si mirás las sifras de la Secreatría de Hacienda, vas a ver que entre 1991 y 1994 sólo hubo déficit en el último año y tuvo su origen en el aumento de las erogaciones previsionales que sólo pudimos detener a partir de 1995 con la sanción de la ley de Solidaridad Previsional.
En fin, Adrián, me gustaría mucho conversar con ustedes con datos y papeles en la mano. Con el espíritu liberal que muy bien describe Mario Vargas Llosas en un artículo publicado ayer por La Nación. Un fuerte abrazo.

Comienzo aclarando que nunca dudé de las credenciales académicas del Dr. Cavallo, y pienso que sería un enorme aporte un debate con el Dr. Benegas Lynch (ahora mismo intentaré impulsarlo). Cuando me referí a él como un político, lo hice desde otro plano. Alberto Benegas Lynch (h) suele decir que el rol del académico es el de correr el eje de debate, imaginando nuevos mundos posibles, sin pensar concretamente en la viabilidad de las propuestas. Al rol del político, por el contrario, se lo conoce como el arte de lo posible, por lo que debe necesariamente atender a la opinión pública y lo que ésta puede digerir. El Dr. Cavallo piensa y escribe como un político, atendiendo a estas diferencias.

Quiero ilustrar este tema crucial con una anécdota que me relató Benegas Lynch (h) hace un tiempo. La misma ocurrió en la reunión anual de la Mont Pelerin Society en St. Andrews.

Estaba exponiendo Friedman sobre su estudio de la moneda y Enoch Powell, entonces miembro de la Cámara de los Comunes en Londres, le preguntó si en su exposición había tenido en cuenta los factores políticos, a lo que Friedman se apresuró a contestar por la afirmativa. Powell dijo: “Entonces su paper no me sirve, pensaba que recibiría reflexiones de un académico, déjenos a nosotros la negociación política.” (extraído de este artículo)

Aclarado esto, me parece inapropiado colocar el análisis positivo por encima de lo normativo. Ambos análisis tienen utilidad según sea el objetivo del estudio que se desea realizar.

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Respuesta a la crítica del Dr. Domingo Cavallo

El Ex Ministro de Economía Domingo Cavallo ofreció en su blog personal algunas referencias positivas al trabajo de Iván Carrino, y otras referencias negativas a los cuatro comentarios que expuse en el Congreso de Economía, organizado por la Fundación Bases. Aquí mi post, referido por el Dr. Cavallo (y que incluye un enlace al trabajo de Iván Carrino). Aquí la respuesta del Dr. Cavallo.

Vuelvo a comentar sobre el mismo tema, porque me parece que este comentario crítico del Dr. Cavallo deja mucha tela para cortar.

En primer lugar, es mi deber reconocer que el trabajo académico difiere del trabajo del político. Muchas veces los modelos teóricos “de pizarrón” se permiten dejar a un lado las restricciones u obstáculos que presenta la opinión pública, aspecto que no puede ser ignorado por el político. Dados los roles distintivos que el mismo Cavallo define, me parece que debe quedar claro como punto de partida que Alberto Benegas Lynch (h) juega el rol del académico, mientras Domingo Cavallo juega el rol del político. Que actores que juegan ambos roles dialoguen, me parece necesario, pero ambos deben conocer sus limitaciones. (Aquí traté el tema con más detenimiento, precisamente en un homenaje al Dr. Benegas Lynch).

Dicho esto, me parece que los primeros años de la convertibilidad fueron acompañados de casi nulos obstáculos para la implementación de reformas económicas. La privatización de los servicios públicos, la misma ley de convertibilidad o la privatización del sistema de pensiones, jamás se habrían podido implementar en un contexto diferente. Si pudo avanzarse en todo ello, me parece que es suficiente para argumentar que los errores de política económica comentados, no fueron propios de restricciones que impone la opinión pública, sino de simples descuidos de quienes llevaban adelante las reformas de mercado que el país necesitaba y necesita.

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La Convertibilidad y La Escuela Austriaca de Economía

Carrino_CavalloDel 17 al 19 de noviembre tuvo lugar en Rosario el V Congreso Internacional «La Escuela Austriaca en el Siglo XXI», organizado por la Fundación Bases y auspiciado por varias instituciones como la Fundación Naumann y CMT group (aquí el programa completo // aquí síntesis de Daniel Duarte). En los próximos días, en sucesivos post, intentaremos ir retomando algunas de las cosas que nos dejó el Congreso, tanto para compartirla con los lectores del blog que no pudieron asistir, como también para re-abrir el debate y la reflexión en temas que requieren un diálogo profundo.

En esta oportunidad, comenzaremos con la ponencia de Iván Carrino, quien analizó la convertibilidad argentina de la década de 1990 desde un punto de vista austriaco.

Copio a continuación en análisis que nos hizo llegar Alejandro Sala, y copio después los cuatro comentarios que ofrecí en el Congreso después de escuchar la ponencia. Sugiero que antes de leerlos, lean la ponencia.

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Las reformas monetarias de Julio A. Roca – Por Ricardo López Murphy

RocaSe cumple este año el centenario del fallecimiento de quien fue presidente de la Nación en dos oportunidades, el general Julio A. Roca. También fue senador nacional, ministro y, quizá, la figura que en mayor grado definió la llamada generación del 80.

Los debates sobre su figura siempre han sido intensos, incluso entre sus contemporáneos y ha abarcado terrenos tan diversos como las relaciones exteriores, los problemas de la defensa nacional, el orden público interno, la promoción de la educación pública y laica, el matrimonio civil, el afianzamiento de las fronteras de la Nación. También habrá siempre un debate sobre el sistema de organización política, «el unicato» y sus prácticas, que aseguraron durante un tiempo la preservación del poder por parte de la elite que tanto influyó en el último cuarto del siglo XIX y la primera parte del XX.

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De Lavagna a Kicillof, un único modelo

LavagnaAnte el ya evidente fracaso de la política económica populista del kirchnerismo en los diez años que van desde 2003 a 2013, surge cierta literatura que busca rescatar a algunos responsables directos de los acontecimientos actuales.

Eduardo Duhalde intentó rescatar por ejemplo a su ministro de Economía, Roberto Lavagna, al punto de candidatearlo como una persona de experiencia para resolver la situación actual. Martín Redrado o Martín Lousteau escriben decenas de columnas críticas en las que intentan separarse del actual gobierno, cuando hace unos pocos años acompañaron el proceso. Es cierto, se podrá decir que desde 2007 Cristina Fernández de Kirchner se ocupó personalmente de profundizar ese mismo populismo que “nació” post-convertibilidad, pero cada uno de estos tres economistas tuvo su responsabilidad en la actual situación que sufrimos.

Para empezar, diré que la salida de la convertibilidad fue la peor que se podía haber diseñado. Eduardo Duhalde acusa al gobierno actual de improvisación, cuando él mismo prometió devolver dólares a quienes depositaron dólares, y sólo unos días después pesificó todos los depósitos y fue el responsable de la mayor estafa al pueblo argentino de las últimas décadas. En segundo lugar, hay que ser claros en que esa devaluación, que implicó el abandono de la convertibilidad y que hoy es vista como el comienzo de la “década ganada”, en realidad nos dejó con otra “década perdida”. Es cierto que entre 1998 y 2001 la economía estaba estancada y con alto desempleo, pero la devaluación convirtió esa crisis en una profunda depresión que hizo caer el PIB más del 10 % en 2002, además de destruir el Estado de Derecho.

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Dolarización/convertibilidad inmediata a 15 pesos por dólar

Somos muchos los que sugerimos que evitar una nueva crisis en Argentina implica cambiar el rumbo. Pero no he visto aún propuestas concretas acerca de que cambio concreto se requiere. Aquí va mi propuesta, la que esperó sea criticada por los lectores para iniciar un debate necesario.

http://opinion.infobae.com/adrian-ravier/2013/11/26/dolarizacionconvertibilidad-inmediata-a-15-pesos-por-dolar/

Cuando Brasil devaluó en 1999, recuerdo que los periodistas entrevistaron a Carlos Saúl Menem -el entonces presidente de la Argentina-, y le consultaron por el abandono de la convertibilidad y la magnitud de la devaluación que llevaría adelante el gobierno argentino. Menem respondió que no habría devaluación. Que el paso que venía era la dolarización. Siempre tuve la sensación de que ésa era la salida que el país necesitaba para evitar volver a las políticas inflacionistas de los años 1980. Pero Menem no avanzó en esta política, y por el contrario, continuó incrementando el gasto público (aumentó 100% en dólares en una década), con su consecuente déficit fiscal. La acumulación de deudas le permitió mantener su estructura de poder y colocó los vencimientos pocos días después de su salida del cargo, dejando el campo minado a su sucesor.

Fernando De la Rúa prometió mantener la convertibilidad, pero no supo, no pudo o no quiso hacer el necesario ajuste para equilibrar las cuentas. La pérdida de reservas fue aumentando día a día. Ricardo López Murphy llegó al Ministerio de Economía en marzo de 2001 con la renuncia en el bolsillo, si no lo dejaban avanzar en el ajuste que el país necesitaba, y pocos días después abandonó el cargo, ante las manifestaciones sociales contrarias a esas intenciones. De la Rúa no soportó la presión que el plan de ajuste necesitaba. El retorno de Domingo Cavallosólo empeoró las cosas. Explicó que el problema no era el déficit, sino la competitividad, y dio señales claras de un gradual abandono de la convertibilidad, lo que aceleró la fuga de capitales y dejó al Banco Central de la República Argentina sin reservas, obligando a los gobiernos siguientes a abandonar la convertibilidad y pesificar. La dolarización pudo ser la alternativa, pero debió aplicársela antes de quedarse sin reservas.

Ya escribí hace unos pocos días acerca de la coyuntura actual, con serios problemas en el frente fiscal, monetario y cambiario. Sintetizando algunas magnitudes clave, el presupuesto 2014 prevé un gasto público total cercano al billón (1.000.000.000.000) de pesos, cuya ejecución promete exceder aún ese valor. La presión tributaria récordde nuestra historia -y una de las más altas del mundo- no alcanza para financiar dicho gasto, diferencia que será financiada con mayor emisión de dinero y el restringido acceso a deuda pública, que se elevó de US$ 144.000 millones en 2001 a US$ 237.500 millones, una vez que sean regularizados los saldos pendientes. En el frente cambiario, la fuga de capitales ya perforó el nivel de reservas del Banco Central de los US$ 33.000 millones, lo que promete seguir presionando el alza de precios.

El problema que enfrenta hoy el gobierno es cómo evitar que continúe esta pérdida de reservas, dado que esto atenta contra el modelo económico. Sugería en aquel artículo un cambio de rumbo o de modelo, pero eso no pasará si atendemos al discurso oficial. Las reformas económicas que se comentan, sea una profundización, ampliación o desdoblamiento del cepo cambiario, o bien medidas concretas contra aquellos que quieran salir del país en el verano que se avecina, son sólo un maquillaje que de ningún modo podrán resolver esta difícil situación.

¿Qué hacer entonces? En primer lugar, reconocer nuestros fallos. La Argentina es incapaz de gestionar su propio dinero, aspecto que queda claro al estudiar nuestra historia o revisando la situación inflacionaria actual. El cepo cambiario además ha fracasado, si atendemos que en un año y medio desde su implementación generó una fuga de capitales de 19.000 millones de dólares, apenas por debajo de los 20.000 millones de dólares que se fugaron entre enero de 2001 y mitad de 2002.

En segundo lugar, actuar en consecuencia, esto es, quitar el cepo cambiario. Preocupa una acelerada fuga de capitales que liquide las reservas, lo que sólo puede ser resuelto con medidas que transmitan credibilidad. En este contexto, no puedo pensar más que en dos alternativas. La dolarización o una nueva convertibilidad. En el primer caso, la medida podría implementarse en cuestión de días y con bajo costo relativo. Un cálculo de la base monetaria ampliada dividido por las reservas declaradas y auditadas por el Banco Central de la República Argentina nos deja con un dólar por cada 15 pesos. En este caso, el Banco Central de la República Argentina debe cerrar sus puertas e invitar a todas las personas a que se acerquen a los bancos a cambiar sus pesos a esta paridad. Los contratos de aquí en más deberán ser denominados en dólares, y se podría liberar al mercado, esto es a la gente, a que elija monedas alternativas como el euro, el yuan, o cualquier otra divisa para realizar sus contratos. Incluso se podría alentar una banca off shore, para atraer nuevos bancos internacionales, reducir el riesgo país y asegurar la atracción de inversiones. Además, los impuestos comenzarán a pagarse en dólares, que sería la moneda de curso legal, y los salarios públicos, incluyendo docentes y jubilados, también comenzarán a pagarse en esa moneda.

En el segundo caso, se podría implementar una nueva convertibilidad a $ 15 por dólar, bajo condiciones similares a la Ley 23.928 pero me temo que se pueda repetir la experiencia de 2001. El costo de salir de la convertibilidad siempre es menor que el de abandonar la dolarización. En cualquier caso, ambas propuestas tendrán una consecuencia lógica e inmediata en la estabilidad monetaria. Una medida u otra obligará al gobierno a buscar fuentes alternativas de financiamiento del gasto que la monetización del déficit fiscal. Quizás la deuda pública sea útil en la transición al equilibrio fiscal, pero habría que implementar un plan económico para alcanzar el equilibrio fiscal en menos de tres años. Un presupuesto base cero debería estar también en la agenda del gobierno, lo mismo que el abandono de los subsidios y un sinceramiento de la economía, en especial en lo que refiere a las tarifas de los servicios públicos y en los precios de bienes y servicios hoy regulados. La viabilidad del plan requiere que estas medidas sean inmediatas, puesto que una continua fuga de capitales y caída de reservas sólo conducirán a consecuencias muy graves en lo económico y especialmente en lo social.