Reflexión de domingo: «Liberales, dejen de pelearse!!»

En Argentina hay buena calidad –no cantidad- de liberales clásicos y libertarios bien formados académicamente, en las diversas variantes de autores –y no hago una lista para que no se arme un primer problema-. En general son muy buenos especialistas y-o divulgadores. Algunos de ellos, sin embargo, tiene la costumbre de competir por “el liberal del mes”: espejito espejito, ¿quién es “el más liberal” de todos? Error académico en primer lugar: no hay un autor llamado “liberal” ni debe haber un séquito de seguidores que compitan por la recta interpretación del pontífice en cuestión. Y si yo, por ejemplo, estoy convencido de que Mises es un buen autor, no es correcto andar descalificando a los que no piensen lo mismo: en todo caso, si así lo pienso, debo dar argumentos sobre mi posición, y al mismo tiempo estar abierto a que otros pueden darme buenos argumentos, sobre otros autores, que no he tenido en cuenta.

Cuando los liberales pasan al ámbito político, la cosa es peor. Allí será imposible la existencia de un “partido liberal” que trate de implantar una “ortodoxia” que ni siquiera existe en el ámbito académico. Yo mismo participé en su momento en el partido liberal libertario, como modo de “instalar” temas, pero sabía que, si el partido crecía, los debates internos iban a ser inevitables y NO porque hubiera “traidores a la doctrina revelada” sino porque sencillamente hay visiones distintas dentro del liberalismo clásico y-o libertarianismo y está bien que así sea.

Pero, en segundo lugar, lo que habitualmente sucede y está sucediendo, es que algunos liberales se ubican dentro de partidos políticos ya existentes y entonces otros liberales les dicen sencillamente de todo, por una especie de “pecado” de “juntarse con los impuros”: comienzan peleas e insultos, con la insólita pretensión, además, de conocer las intenciones últimas de todos; se pierden amistades, y cada liberal termina haciendo de sí “la única alternativa” que evitará el desastre……………

Se han intentado alianzas entre diversos liberales, con vistas a una elección futura. Tampoco es viable. Cada uno tiene su circunstancia personal, sus razonables lealtades, sus razonables ambiciones, sus obvios desacuerdos prácticos, etc., y la cosa no funciona. Pero aún en el utópico caso de que fuera posible, el insólito optimismo de que una alianza así se pudiera presentar en el 2015 y ganar las elecciones o un espacio político importante es, por decir lo mínimo, enternecedor. Yo también tengo mis anhelos, por ejemplo, que alguna vez habrá tele-transportación y cosas por el estilo, y les aseguro que ello es mucho más realista.

Me asombra además la facilidad y el ímpetu cuasi-religioso con los cuales los liberales juzgan a los demás. Digo pseudo-religioso porque el religioso auténtico no juzga las conciencias. ¿Quiénes se creen que son? Cada uno tiene su circunstancia, su propio juicio prudencial, y aún en el caso de que pensemos que alguien ha cometido un error “político”, hay que decirlo con respeto y sin presuponer la supuesta “maldad” del otro. Me acuerdo bien cómo lo defendí, tantas veces, al santo de Pedrito Benegas, ANTES de que muriera, de tener derecho a su opción personal a formal el ala liberal del Pro. NO porque yo considerara que la opción iba a tener resultado, sino por el respeto al camino de cada uno.

Liberales, déjense de… pelear. Si alguien quiere meterse en el Pro, en el radicalismo, con Carrió, con corrí, en el unen o separen, cada uno sabrá por qué: respetemos esas decisiones. Y si alguien quiere meterse en el kirchnerismo y jugar al infiltrado, que se divierta y que sobreviva 🙂 La cuestión es llegar al Congreso. ESA es le cuestión. Y no pianten votos, please, con un candidato a presidente. La cuestión es el Congreso. Una vez allí, entonces es el lugar para la verdadera alianza. Allí todos, sea de donde fuere que hayan venido, harán un bloque, instalarán temas, votarán como corresponde, etc.: ESA es la alianza.

La circunstancia es delicada. Pies en La Tierra, please.

¿Es el liberalismo una ideología?

Stefany Bolaños, una alumna de la Licenciatura en Economía de la UFM, me consulta si el liberalismo es una ideología. Me parece interesante abrir la discusión con los lectores, haciendo mención a su propia respuesta sobre el tema.

Yo no creo que el liberalismo sea una ideología, aunque puedo estar equivocada. Si la palabra «ideología» automáticamente supone la existencia de un sistema social perfecto, o bien, de un esquema que expresa un conjunto de teorías y afirmaciones como bases de un sistema socioeconómico, entonces el término es enormemente peligroso. Primero porque presentaría un esquema cerrado que supone establecer desde el poder un conjunto determinado de fines y metas; y segundo, porque sería una definición de carácter constructivista. Es claro que el sistema social perfecto no existe, porque el conocimiento humano es limitado y susceptible a equivocarse, pero además me parece que la palabra «ideología» pretende encasillar una propuesta global que tal vez deje al margen toda la pluralidad característica del liberalismo.

Si el liberalismo permite que cada quien incorpore sus valores en línea con sus proyectos personales, las opciones y posibilidades se mantienen en constante crecimiento. Es decir que no sólo existe evolución y descubrimiento permanente, sino que además este crecimiento no puede reducirse a un marco limitado. Esto es lo que no logro hacer coincidir con la definición de una «ideología», que pretende englobarlo todo en un sistema predeterminado que, por definición, se jacta de ser el mejor.

En la Acción Humana, Mises escribió que el principal objetivo de la economía y a praxeología es sustituir las ideologías consistentes por los principios contradictorios del eclecticismo cultural (Cap. de World View and Ideology). Luego dice que las ideologías van más allá de los límites que impone un estudio académico puro y neutral sobre las cosas como son, y que incluye doctrinas sobre lo que debe ser y sobre los fines últimos que se deberían perseguir… Pero, si la ideología se trata sobre lo que «debería ser», ese «debería» no puede ser impuesto, porque por definición sería contradictorio con los principios liberales; por el contrario, debería ser un conjunto de preceptos que se adquieren voluntariamente… Pero si la ideología supone que el liberalismo es un sistema mejor, también sería natural (aunque incoherente) que alguien sucumba ante la práctica de imponerle esta ideología tan acertada a los demás… Sobre todo si se tiene la convicción de que es la mejor. Creo que alguna vez leí algo de Zanotti relacionado con esto…

Yo no sé si al final es una discusión sobre fines y medios; porque al final la esencia práctica de las que se llaman ideologías es diferente tanto en medios como en fines, pero al tratarse de fines las diferencias no son necesariamente irreconciliables. La controversia reside en los medios.

Además, tal vez es la connotación que con el tiempo se le da a las palabras, pero últimamente «ideología» me suena más parecido a una religión que a una ciencia.

También puede ser que el liberalismo sea una ideología, más abierta a la razón y al cambio que otras, pero una ideología al fin y al cabo. Después de todo, intenta evitar imperfecciones que de otra forma surgirían sin ton ni son. Pero de nuevo, no estoy segura.

Mi inclino porque no es ideología, porque pienso que eso iría en línea opuesta con lo que representan precisamente los principios liberales. Pero creo que el tema da para mucho más!

Dejo también un post que Stefany Bolaños escribió en su propio blog sobre este tema.

 

¿PARA QUE ES EL GOBIERNO? – Por Alberto Benegas Lynch (h)

ABLEn realidad, el rol y las funciones del monopolio de la fuerza que llamamos gobierno se instituyó luego de que buena parte de la humanidad pudo sacarse de encima los faraones, sátrapas, emperadores y similares, para en su lugar ofrecer seguridad y justicia, es decir, para proteger los derechos a la vida, la libertad y la propiedad, tal como rezan todos los documentos fundamentales de las sociedades abiertas.

Pero henos aquí que de un largo tiempo a esta parte, las funciones de los aparatos estatales se han ido ensanchando hasta cubrir los espacios más íntimos de las personas, con lo cual, en lugar de proteger derechos, los gobiernos se han convertido en los principales enemigos de los gobernados y estos, siempre encerrados en el dilema del “menos malo”, sufren los embates de forma reiterada.

El tema medular consiste en que se confunde la naturaleza del debate. Se discute si es bueno o malo para las personas tal o cual decisión y de allí irrumpe un salto lógico inaceptable: si se piensa que es bueno se concluye que el monopolio de la fuerza lo debe imponer. Esto es inaceptable para la dignidad y la autoestima de personas cuya característica central es rechazar el entrometimiento de una niñera forzosa que anula la imprescindible libertad de cada uno, lo cual conlleva la responsabilidad individual.

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LA BATALLA DE LAS ESTADÍSTICAS – Por Alberto Benegas Lynch (h)

ABLEn general, en los medios de comunicación lo más frecuente es la exhibición de una carga inusitada de series estadísticas al efecto de defender una u otra política. Es extenuante y exasperante sin que se ponga de manifiesto prácticamente ningún razonamiento de fondo ni fundamento alguno, excepto en algunos círculos de izquierda con lo que provocan un corrimiento significativo en el eje del debate y así logran que, en gran medida, se adopten las políticas a las que adhieren.

Dejando de lado las fraudulentas o las que pretenden demostrar puntos en base a ratios mal concebidos (por ejemplo, la relación déficit-producto como si el crecimiento del producto justificara un desequilibrio presupuestario mayor) o comparaciones improcedentes (como el denominado deterioro de los términos de intercambio sin tomar en cuenta que en la serie se compara el valor del trigo con el de los tractores sin contemplar que estos últimos cambian de modelo por lo que permiten rendimientos de trigo mayores, además de que esas comparaciones no prueban nada ya que, por ejemplo, la relación de intercambio de los automotores con la cebada fue desfavorable para el primer rubro desde su invento y, sin embargo, los balances de las empresas automotrices revelaron notables mejoras). La sola mención de estadísticas no logra objetivo alguno como no sea una efímera impresión que en realidad no conduce a nada relevante.

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LA DIMENSIÓN ÉTICA DEL LIBERALISMO – Por Alberto Benegas Lynch (h)

El término más empleado es “capitalismo” pero personalmente prefiero el de “liberalismo” puesto que el primero remite a lo material, al capital, aunque hay quienes derivan la expresión de caput, es decir, de mente y de creatividad en todos los órdenes. Por otro lado, la aparición de esta palabra fue debida a Marx quien es el responsable del bautismo correspondiente, lo cual no me parece especialmente atractivo. De todas maneras, en la literatura corriente y en la especializada los dos vocablos se usan como sinónimos y, por ende, de modo indistinto (incluso en el mundo anglosajón -especialmente en Estados Unidos- se recurre con mucho más frecuencia a capitalismo ya que, con el tiempo, liberalismo adquirió la significación opuesta a la original aunque los maestros de esa tradición del pensamiento la siguen utilizando, algunas veces con la aclaración de “in the classic sense, not in the american corrupted sense”).

La moral alude a lo prescriptivo y no a lo descriptivo, a lo que debe ser y no a lo que es. Si bien es una noción evolutiva como todo conocimiento humano, deriva de que la experiencia muestra que no es conducente para la cooperación social y la supervivencia de la especie que unos se estén matando a otros, que se estén robando, haciendo trampas y fraudes, incumpliendo la palabra empeñada y demás valores y principios que hacen a la sociedad civilizada. Incluso los relativistas éticos o los nihilistas morales se molestan cuando a ellos los asaltan o violan. La antedicha evolución procede del mismo modo en que lo hace el lenguaje y tantos otros fenómenos en el ámbito social.

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An Open Mind, Essays on Liberalism [Nuevo libro de Alberto Benegas Lynch (h)]

ABLTengo la satisfacción de comentar a nuestros lectores que finalmente pude completar una tarea que deseaba hace tiempo. Se trata de la compilación de varios ensayos en inglés del Dr. Alberto Benegas Lynch (h).

La mayoría de estos artículos han sido presentaciones que el profesor Benegas Lynch (h) ofreciera en las reuniones anuales de la Mont Pelerin Society, más precisamente en Guatemala (1990), Cannes (1994), Viena (1996), Suiza (1997), Santiago de Chile (2000) y Buenos Aires (2011).

El libro puede adquirirlo aquí en ISA Books, equipo de trabajo al que le estoy muy agradecido por el trabajo de edición que realizaron.

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Roman Rybarski: Un liberal olvidado, por Jan Bodakowski

RybarskiSebastián Malinksi sugirió la publicación de esta breve biografía en este blog. Así como hace unos días resumimos las ideas de un gran liberal argentino como Juan Bautista Alberdi, esta es una oportunidad para conocer el pensamiento de un gran liberal polaco, quien fuera asesinado en los campos de concentración de Auschwitz durante la 2da Guerra Mundial, precisamente por defender estas ideas. El artículo fue escrito por Jan Bodakowski, traducido por el propio Sebastián Malinksi y corregido por José Manuel González.

Roman Rybarski: Un liberal olvidado

Hace setenta y dos años, el 6 de marzo de 1942, los alemanes mataron en el campo de concentración de Auschwitz a Roman Rybarski. Durante los últimos setenta y dos años las obras del eminente economista polaco de libre mercado no han estado disponibles (estuvieron prohibidas durante el comunismo y luego nadie las ha publicado hasta hace dos años). Hace dos años, con el septuagésimo segundo aniversario de la muerte del gran polaco, pasó el período de vigencia de los derechos de autor, que estaban en poder de su familia, y eso permitió su difusión sin el consentimiento de la familia, asustada por sus obras.

Roman Rybarski fue uno de los políticos más importantes de la Unión Nacional (el movimiento patriótico de entreguerras polaco – recuerda el autor), profesor académico y periodista; y ahora, cara a los desafíos del siglo XXI, su pensamiento es más oportuno que nunca. Esperemos que este patrimonio de gran valor contribuya al desarrollo de una política realista y al bienestar de los polacos y otras naciones. Aquí voy a presentar algunos de sus postulados.

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Reflexión de domingo: «Al final, ¿qué es ser un liberal?»

VargasLlosaLIMA.- Como los seres humanos, las palabras cambian de contenido según el tiempo y el lugar. Seguir sus transformaciones es instructivo, aunque, a veces, como ocurre con el vocablo «liberal», semejante averiguación puede extraviarnos en un laberinto de dudas.

Por Alvaro Vargas Llosa

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Democracia y Liberalismo (por Juan C. Cachanosky)

En esta ocasión compartimos un post invitado de Juan Carlos Cachanosky sobre la diferencia entre democracia y liberalismo. Democracia no garantiza liberalismo y, estrictamente hablando, se puede tener un imperio de la ley sin democracia al menos en ciertos aspectos. Hacer de estos dos términos falsos sinónimos es uno de los costos institucionales y educativos más caros en las sociedades de «economías de bienestar.»

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El Liberalismo Político de Karl Popper

Popper1. Introducción
 
Es habitual que la visión del liberalismo político de Karl Popper se considere bajo la siguiente interpretación, a la cual llamaremos “interpretación habitual” (IH). Según la IH, el liberalismo político en Popper consiste en:
 
a) la afirmación de la tolerancia y la libertad de expresión basada en la negación de la posibilidad de certeza por parte del ser humano;
 
b) la tolerancia como una especie de sedimentación de su filosofía de las ciencias, donde el método de conocimiento está basado en las conjeturas y refutaciones pero nunca en certezas;
 
c) una especie de última afirmación del optimismo iluminista de la razón. Popper sería el último de los racionalistas frente a cierto post-modernismo típico de los 60 para adelante.
 
Es nuestra intención demostrar que esta IH de Popper no responde a una evaluación global y matizada de su pensamiento. Al contrario, nosotros pensamos que:
 
a) la filosofía política de Popper no se basa en su filosofía de las ciencias, sino que tanto unas como la otra son dos derivados de un presupuesto previo: la actitud racional, el diálogo socrático como presupuesto básico de todo lo que se considera bueno y civilizado, que se expresa en forma de un imperativo categórico que tiene plena certeza;
 
b) la filosofía política de Popper no tiene su mejor expresión en “La Sociedad abierta y sus enemigos” , sino en ciertos ensayos y conferencias de “Conjeturas y refutaciones”, donde su liberalismo se ubica dentro del contexto de un liberalismo inglés no-racionalista fuertemente relacionado con el de F. A. von Hayek.