TU PUEDES…… TU PUEDES………….. NO PUEDO. ¿Y ENTONCES?

La famosa frase “no hay que dar pescado sino enseñar a pescar” es totalmente sensata. Obvio que es así. La educación, en un niño, es precisamente convertirlo en adulto. Frente a los proteccionismos y paternalismos de todo tipo, hay mucho para decir, pero ya se ha dicho, ya lo he dicho y es obvio.

Lo que me preocupa es que de esa frase han surgido ciertas interpretaciones que me preocupan.

La primera es convertir a lo que es un tema macro en un tema micro. Y eso afecta a algunos partidarios del mercado. Claro que el libre mercado implica desarrollar el espíritu empresarial que permite la acumulación de capital y el mayor nivel de vida para todos, lo cual implica que de algún modo todos están pescando y no recibiendo pescado. Claro que a medida que aumentan los bienes de capital, los salarios tienden al alza y, con ello, hay mayores bienes y servicios disponibles. Claro que Marx estaba totalmente equivocado en su teoría (aún hoy aceptada por casi todos) de la pauperización creciente bajo el capitalismo……. Claro que…….. ¿Pero tengo YO que ponerme a dar examen de economía de mercado? Lo que ocurre es que esto no es suficiente para el problema que planteo.

Para colmo, el avance de los estados providencia ha debilitado los lazos familiares y las sociedades intermedias, con lo cual “el que no puede pescar” es provisto por el estado de su pescado necesario, se acostumbra a ello y mientras el sistema funciona administrativamente……… Todo bien, hasta que la pirámide poblacional se invierte y entonces ¡oh!!!!, se descubre que el estado no era (precisamente) Jesús multiplicando los peces. La gente queda abandonada por su supuesto padre y se “indigna” de que ya no recibe todos los bienes y servicios que “tenían derecho a recibir gratis”.

Lo que quiero decir es: hay personas que no pueden pescar. A ellas no llegan las relaciones contractuales del mercado y menos aún el engaño del estado.

No es que no quieran. No pueden. La crueldad y la poca sensibilidad psicológica de muchos los lleva a creer que todo es una cuestión de voluntad, como un pelagianismo secular rigorista. No, no pueden. Son los discapacitados, los que padecen depresión u otras dolencias mentales difíciles de diagnosticar y de tratar, son los golpeados por la vida, los que ya no dan más, los que han perdido la esperanza; son los genios incomprendidos y solitarios, son los locos lindos, son los idealistas enternecedores, son los que no pueden adaptarse, relativamente, al malestar de la cultura. No pueden, o pueden otras cosas que sin embargo no impiden que así queden, tirados por la calle, a veces literalmente, o tirados por la vida, en un ostracismo gris, en una soledad dramática e invisible.

Algunos liberales y algunos estatistas cometen frente a ellos el mismo error que son las dos caras de la misma moneda: una racionalidad instrumental relativamente insensible a los misterios de la psiquis. De un lado se les insiste con el espíritu empresarial. No, no pueden, no fundarán empresas, no tendrán proyectos, porque es precisamente el pro-yecto, el lanzarse hacia adelante desde un yo constituido, lo que falla. Es inútil que pululen en internet esas inmisericordes historias de triunfadores, desde el que le faltan los cuatro miembros y la cabeza y sin embargo es medalla olímpica, hasta el que nació en la pobreza más terrible y sin embargo es CEO de YOPUEDO Inc. en Wall Street. No, como ya dije una vez, por cada historia de esas, cuyos méritos no negamos, hay millones de fracasos, invisibles, inaudibles, casi muertos, ya, aunque aparentemente caminen por la vida, porque tienen incluso la increíble caridad de ponerse una máscara para no molestar a los demás.

Del otro lado, se les propone un estado que los va a rescatar del ostracismo existencial, cuando en el fondo los va a confirmar en su ser casi nada al lado del funcionario que es casi todo. La ilusión puede durar hasta que el casi-todo revele su imposibilidad práctica, sencillamente porque la escasez es un no ser que se abre paso como los virus; y su impotencia humana, porque el casi todo ni lo sabe todo ni lo puede todo y su creída omnipotencia lo lleva a una corrupción y crueldad más profunda que el averno.

La pura verdad es que los tirados por la vida necesitan misericordia y comprensión. Necesitan amigos, lazos familiares fuertes, verdaderas religiones y comunidades de donación que presuponen la propiedad, claro, pero que van más allá del “yo te doy si tú me das” y del “yo te doy pero eres mío” (estado). El estado, sobre todo el estado nación del s. XVIII, es un permanente culpable hasta que demuestre lo contrario, es el ogro que todo lo devora en su racionalidad instrumental manifiesta. Y el mercado, en cambio, es bueno, es defendible, precisamente porque es algo muy humilde. Minimiza la escasez, aumenta la oferta de bienes y servicios, es la solución macro para la pobreza material. Por un lado es mucho, pero, por el otro, es poco. El mercado no es la solución para los problemas humanos más profundos, no es el remedio para las dolencias y misterios de la psiquis y no puede arreglar la alienación denunciada por Freud, Frankl y Fromm, aunque (error de muchos, también de Fromm) no es la causa de esa alienación, sino que sencillamente no es el remedio. Si no le pedimos peras al olmo dejaremos al olmo en paz. Dejad al mercado en paz, dejen de pedirle que sea el paraíso en la Tierra. A los olvidados de este mundo no llega el ogro estado pero tampoco el mercado. A ellos llega sólo la misericordia, la comprensión, la escucha, la amistad, la familia, la Fe, el don, la mirada al fondo del alma. Y ello es responsabilidad de cada uno de nosotros. No reneguemos de esa responsabilidad con propuestas estructurales. Los reinos de este mundo pueden muy poco. No llegan al que no puede. Al aban-donado sólo llega el don. Y el don sólo llega desde el milagro de la misericordia.

Un empresario brindó por el capitalismo. Uno solo, todos los demás reaccionaron horrorizados

Hace un mes, en una reunión de empresarios, uno de ellos propuso un brindis por el capitalismo. Los demás se escandalizaron. ¿A quién se le ocurre reivindicar un Sistema que sacó de pobres a cientos de miles?

Cantidad de pobresEn Junio de 1959, Ludwig von Mises dictó seis conferencias en Buenos Aires. Éstas fueron luego publicadas y las estaremos considerando con los alumnos de la UBA en Derecho. Comienza con una exposición sobre el Capitalismo. Algunos párrafos:

Mises3

Los términos descriptivos que la gente utiliza son a menudo muy engañosos. Hablando de los modernos capitanes de industria y de los líderes de los grandes negocios, por ejemplo, llaman a una persona el ‘rey del chocolate’ o el ‘rey del algodón’ o el ‘rey del automóvil’. Su utilización de dicha terminología implica que no ven prácticamente diferencia alguna entre los modernos líderes de la industria y aquellos reyes, duques o señores feudales del pasado. Pero la diferencia, de hecho, es muy grande, ya que un ‘rey del chocolate’ no gobierna de manera alguna, sino que sirve. No reina sobre un territorio conquistado, independiente del mercado, independiente de sus clientes. El ‘rey del chocolate’ – o el ‘rey del acero’ o el ‘rey del automóvil’ o cualquier otro rey de la moderna industria – depende de la industria en la que opera y de los clientes a los cuales sirve. Este ‘rey’ debe mantenerse en buenos términos con sus ‘súbditos’, los consumidores; pierde su ‘reino’ tan pronto no pueda dar a sus clientes un mejor servicio, y proveerlo a un menor costo, que los otros con quienes debe competir.

Hace doscientos años, antes de la llegada del capitalismo, la posición social de un hombre estaba fijada desde el comienzo hasta el final de su vida; la heredaba de sus ancestros y nunca cambiaba. Si nacía pobre, siempre permanecía siendo pobre; y si nacía rico – un lord, un duque – mantenía su ducado y las propiedades correspondientes por el resto de su vida.

En lo que respecta a la manufactura, las primitivas industrias procesadoras de esos tiempos existían casi exclusivamente para beneficio de los ricos. La mayor parte de la gente (noventa por ciento o más de la población europea) trabajaba la tierra y no entraba en contacto con las industrias procesadoras, orientadas hacia las ciudades. Este rígido sistema de sociedad feudal prevaleció en la mayor parte de las áreas desarrolladas de Europa por muchos cientos de años.

Sin embargo, como la población rural se expandía, se desarrolló un exceso de gente en la tierra. Este exceso de población, sin herencia de tierras o establecimientos rurales, no tenía mucho para hacer, ni le era posible trabajar en las industrias procesadoras; los reyes en las ciudades le negaban el acceso a las mismas. La cantidad de estos ‘marginados’ continuaba creciendo y todavía nadie sabía qué hacer con ellos. Eran – en el total sentido de la palabra – ‘proletarios’, a quienes el gobierno atinaba solamente a ponerlos en un asilo o casa para pobres. En algunos lugares de Europa, especialmente en Holanda y en Inglaterra, llegaron a ser tan numerosos que – para el siglo XVIII – eran una real amenaza para la preservación del sistema social prevaleciente.

Hoy en día, analizando condiciones similares en lugares como India y otros países en desarrollo, no debemos olvidar que – en la Inglaterra del Siglo XVIII – las condiciones eran mucho peores. En ese  tiempo Inglaterra tenía una población de seis o siete millones de personas, pero de esos seis o siete millones de personas, más de un millón, probablemente dos millones eran simplemente pobres marginados para los cuales no hacía provisión alguna el sistema social entonces prevaleciente. Qué hacer con estos marginados era uno de los grandes problemas de la Inglaterra del Siglo XVIII.

Otro gran problema era la falta de materias primas. Los Británicos, con mucha seriedad, se hacían a sí mismos esta pregunta: ¿Qué vamos a hacer en el futuro cuando nuestros bosques no nos provean más la madera que necesitamos para nuestras industrias y para calentar nuestros hogares? Para las clases dirigentes era una situación desesperante. Los hombres de estado no sabían qué hacer y la aristocracia no tenía idea alguna sobre como mejorar las condiciones.

De esta preocupante situación social emergieron los comienzos del capitalismo moderno. Hubo algunas personas entre estos marginados, entre esta gente pobre, que trató de organizar a otros para instalar pequeños talleres que pudieran producir algo. Esto fue una innovación. Estos innovadores no producían cosas caras apropiadas solamente para las clases altas; producían cosas más baratas para cubrir las necesidades de todos. Y esto fue el origen del capitalismo tal como opera hoy. Fue el comienzo de la producción masiva, el principio fundamental de la industria capitalista. En tanto las antiguas industrias procesadoras que servían a la gente rica en las ciudades habían existido casi exclusivamente para cubrir la demanda de las clases altas, las nuevas industrias capitalistas comenzaron a producir cosas que pudieran ser compradas por la población en general. Era producción masiva para satisfacer las necesidades de las masas.

Gráficas para el optimismo: el desarrollo económico, en perspectiva

A menudo escuchamos que la pobreza va en aumento y que el rumbo que sigue la economía global tiene un impacto negativo en la calidad de vida de las personas. En realidad, aunque estamos lejos de vivir en un mundo perfecto, lo cierto es que los dos últimos siglos han permitido una gran transformación que, de hecho, se ha acelerado en las últimas décadas.

A nivel mundial, el alcance de la pobreza ha pasado de los niveles del 80-90% que se registraban en 1820 a las tasas inferiores al 20% en las que nos movemos en la actualidad, de acuerdo con los estudios del Banco Mundial y de los economistas Bourguingnon y Morrison.

1Pobrezaglobal

 

Seguir leyendo en el blog de Diego Sánchez de la Cruz.

Jeffrey Sachs vs William Easterly sobre Pobreza

PobrezaEl diario El Mundo de España juntó a Jeffrey Sachs y William Easterly para entrevistarlos sobre sus contribuciones sobre la pobreza. Mientras Sachs propone continuamente nuevos programas, Easterly piensa que sólo alimentan la burocracia y no ayudan en nada. Un extracto:

Periodista.– Desde el Programa de los Objetivos del Milenio se alega que su sistema es transparente, basado en actuaciones a pequeña escala, y orientado a las necesidades de los países pobres.

Sachs.– Eso se debe a que la actitud tradicional era completamente inaceptable.  Necesitábamos un cambio completo. Y es difícil cambiar la forma de funcionar de los  gobiernos y las organizaciones. Especialmente cuando han gastado en esta Guerra de Irak tanto tiempo y tantos recursos que deberían haber ido para el desarrollo. Así que éste es un proceso que sigue siendo difícil. Pero hay progresos reales. Hace siete años di un discurso en la Cumbre de Durban pidiendo un Fondo Mundial para Combatir el Sida. En aquel momento no había una sola persona en los países en vías de industrialización que fuera tratada con medicamentos retrovirales apoyados por gobiernos; ahora se ha decidido que todo el que los necesite deberá tenerlos para el año 2010. Antes, la agricultura estaba totalmente abandonada en África; ahora tenemos a las Fundaciones Gates y Rockefeller en alianza para promover una revolución verde en ese continente. Éstas son cosas reales que marcan la diferencia en el terreno. Pero hay que combatir la indiferencia, la incompetencia y la falta de fondos de la llamada comunidad internacional. Porque todavía estamos en un mundo en el que se deja morir a millones de personas.

Easterly : Palabras, palabras, palabras. El Programa de los Objetivos del Milenio está formado por 300 expertos que han producido miles de páginas de documentos explicando lo que hay que hacer para lograr los objetivos. No importa lo que dicen, sino lo que hacen, que es reforzar la burocracia. Ése es mi desacuerdo básico con Sachs. Él cree que para acabar con la pobreza hace falta más burocracia. Los ricos tienen mercados. Los pobres tienen burócratas. Es una mentalidad neocolonial. Es como decir, y disculpe lo políticamente incorrecto de la frase: «Nosotros los blancos sabemos qué es lo mejor para los negros». Y ahora ciertas ONG están entrando en esa dinámica. Primero empezaron bien,  centrándose en proyectos concretos, y eludiendo hablar de reducción de la pobreza o de los Objetivos del Milenio. Ésa fue una buena señal… Pero ahora la Fundación Gates está repitiendo los errores de, por ejemplo, Oxfam, al entrar en el terreno del desarrollo, metiéndose en desarrollo agrícola rural. Es un exceso de ambición.

Lea aquí la entrevista completa.

El papel de las instituciones

calidad¿Si la calidad institucional es importante para el progreso de las sociedades, qué es lo que determina que algunas las hayan logrado y otras no?

  1. Por ejemplo, Sachs (2003a y 2003b) cuestiona la relación entre instituciones y progreso considerándolo un concepto vago con el que se pretende explicar el desarrollo económico por medio de una sola variable, sin tener en cuenta otras como “las limitaciones de recursos, la geografía, la política económica, la geopolítica y otros aspectos de la estructura social interna, como los papeles del hombre y de la mujer y las desigualdades entre los grupos étnicos” (2003b). Sachs atribuye a la explicación “institucionalista” un cierto objetivo “ideológico” ya que con esto, según el autor, se explica al mayor progreso de Estados Unidos, Europa y Japón en esas mismas instituciones, que cuando el crecimiento se produce en otras regiones se debe a eso y, finalmente, que esto libera “mundo de los ricos” de responsabilidades financieras respecto a los pobres, ya que la causa de su falta de progreso se debe a sus propias falencias institucionales. Sachs afirma que las instituciones no explican todo y que, debido a ello, sería más sensato “intensificar la lucha contra el SIDA, la tuberculosis y el paludismo; tratar de solucionar el agotamiento de los nutrientes del suelo; y construir más caminos para conectar poblaciones remotas a mercados regionales y puertos costeros”(2003b).

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Reflexión de domingo: «Hayek versus los expertos en desarrollo»

EasterlyCompartimos el discurso que William Easterly, profesor de Economía en la New York University, ofreció el 23 de octubre de 2008 cuando recibió el premio Hayek del Manhattan Institute.


Introducción

Esta noche nos encontramos en un momento similar a aquel en que Hayek escribió El camino de servidumbre en 1944. En ese entonces, como ahora, un gran colapso financiero fue visto como el fracaso de la libertad. En realidad, las cosas eran incluso peores en ese entonces para el punto de vista de Hayek. Luego de la Gran Depresión, muchos señalaron el aparente éxito de la industrialización planificada centralmente en la Unión Soviética en superar en rendimiento a los mercados. Como Hayek escribió en 1944, la democracia casi no existía aparte de unas pocas sociedades que hablaban inglés. Aún en EE.UU., las personas indicaban el aparente éxito de la planificación estatal, impuesta desde arriba, para la producción de armas en tiempos de guerra. Bajo estas circunstancias, Hayek sabía que sería caricaturizado como un ideólogo de derecha, aunque sus ideas no encajaban en el rancio debate partidario acerca de los mercados versus el Estado. Él argumentó que el mejor sistema a largo plazo dependía de la creatividad de los individuos ubicados en la base de la pirámide productiva, quienes gozaban tanto de libertad política como económica. De la manera que describiré abajo, Hayek consideró que el Estado y el mercado funcionan mejor cuando son el resultado de desarrollo espontáneo de abajo hacia arriba, con nadie a cargo.

Se requirió de coraje para criticar al control desde arriba hacia abajo luego de las calamidades tenebrosas de la Gran Depresión: aún así la visión de Hayek sería reivindicada por los eventos subsecuentes. ¿Cuántos de nosotros mostraremos un coraje intelectual similar en medio del colapso financiero de hoy?

Los expertos en desarrollo

Hayek no habló de esto en ese momento, pero sus advertencias acerca del avance de la planificación de arriba hacia abajo tal vez fueron más relevantes en el llamado Tercer Mundo. Desafortunadamente el campo de estudio llamado economía de desarrollo nació en el momento en que más se dudó de la libertad individual. Como resultado, los economistas concibieron al desarrollo desde el principio—y aún hoy lo conciben así a un extremo que da susto—como un proceso de arriba hacia abajo conducido por expertos en desarrollo que operan con un cheque en blanco.

Los expertos en desarrollo “de arriba hacia abajo” demostrarían estar equivocados una y otra vez. Aún así la concepción del desarrollo como un proceso de arriba hacia abajo comprobaría ser resistente al fracaso, por razones que también intentaré describir.

En sus principios la idea predominante era la del Gran Empuje. En las décadas de los cuarenta y cincuenta se pensaba que las naciones del Tercer Mundo estaban “atrapadas en la pobreza” ya que ésta generaba un círculo vicioso de excesivo crecimiento de la población, mala salud, analfabetismo, pésima infraestructura y pocos ahorros. La respuesta, de acuerdo a economistas de desarrollo tales como Sir Arthur Lewis, era una inyección gigante de ayuda externa—el “gran empuje”—para pagar inversiones en todas estas áreas de una vez por todas. Se pensó que algunos países eran más difíciles de desarrollar que otros. A principios de la década de los sesenta, el Banco Mundial ridiculizó a un país que carecía de recursos diciendo que era poco probable que este lograra siquiera un éxito modesto en exportar. Al mismo tiempo, el experto en desarrollo Gunnar Myrdal también advirtió acerca de otro país, diciendo que el crecimiento de la población era un “problema explosivo”. El nombre del primer país es Corea del Sur. El segundo es Singapur. Y no es que los expertos en desarrollo siempre fueron pesimistas: El Banco Mundial dijo en 1958 de otra nación que su “potencial se compara favorablemente con aquellos de otros países en el sureste de Asia”. Ese país es Myanmar.

Al igual que con las predicciones acerca de los países, el desempeño de los expertos en desarrollo no mejoró con las predicciones generales. Sir Arthur Lewis y otros tenían un modelo muy particular de cómo la ayuda externa aumenta el crecimiento que nos permite ser precisos acerca de cuánto crecimiento ellos esperaban por una determinada cantidad de ayuda externa. Para un cuarto de los países que han recibido la mayor cantidad de ayuda a lo largo de los últimos cuarenta y cinco años, la predicción era que su ingreso per cápita aumentaría desde alrededor de $500 por persona en 1960 a más de $5.000 por persona hoy. Este aumento de más de 1.000% fue más que superado por unos pocos países que recibieron poca ayuda con niveles de pobreza similares a otros que recibieron ayuda considerable. Tal fue el caso de Corea del Sur, la cual aprovechó las oportunidades en el mercado creadas por el boom global en el comercio internacional luego de la Segunda Guerra Mundial. Ahí quedó la idea de que estas naciones estaban “atrapadas en la pobreza”. Mientras tanto, los países que recibieron mucha ayuda externa no llegaron a los $5.000 por persona; su ingreso hoy todavía es de $500. Hasta ahí llegó la idea del Gran Empuje. Cuando las predicciones de una teoría fracasan, la teoría queda descartada. Qué tragedia que ideas así de fracasadas condenaron a tanta gente a continuar en la pobreza.

¿Es posible el desarrollo planeado?

Hayek no escribió mucho acerca de desarrollo, pero su defensa de los mercados y la crítica a la planificación central fueron muy relevantes para estos debates. En un artículo clásico de 1945, Hayek indicó que ningún planificador central desde arriba podía de alguna manera tener suficiente información para asignar los recursos y provocar el funcionamiento de las fábricas. Un sistema descentralizado, con flujo de información de abajo hacia arriba, permitía que cada individuo utilice su conocimiento de cientos de diminutos factores locales y problemas imprevistos de tal forma que haga que su proyecto funcione y que sus acciones sean coordinadas con otros a través de los precios del mercado—que señalan a todos cuáles productos son abundantes y cuáles escasos.

Lo que Hayek correctamente llamó una “maravilla” era un sistema de abajo hacia arriba que nadie tiene que dirigir o siquiera comprender para que funcione. Como Hayek dijo en 1945: “aquellos que claman por una dirección ‘consciente’. . . no pueden creer que cualquier cosa que haya evolucionado sin diseño (e incluso sin nuestro entendimiento) debería resolver problemas que no deberíamos ser capaces de resolver conscientemente”.

Hubo economistas de desarrollo que entendieron en ese entonces la importancia de la libertad individual en el desarrollo, tales como el economista sudafricano Herbert Frankel y el economista inglés-húngaro P.T. Bauer. Desafortunadamente, hay más recompensas para las malas ideas en la economía del desarrollo que para las buenas. Arthur Lewis y Gunnar Myrdal ambos ganaron un Premio Nóbel. P.T. Bauer fue descalificado como un herético, y el pobre Herbert Frankel fue ignorado y luego olvidado por completo. Yo vengo a hablar aquí ante ustedes orgullosamente aspirando a ser el Herbert Frankel de esta generación.

Esto no es una manera de decir que los economistas de desarrollo no eran capaces de cambiar con los sucesos. En la década de los ochenta, las ideas de libre mercado finalmente empezaron a ganar aceptación entre algunos economistas de desarrollo debido al fracaso de la ayuda externa y al éxito de los tigres asiáticos. Aún así, paradójicamente, estos mismos economistas de desarrollo no renunciaron a su técnica de planificar desde arriba hacia abajo. Solamente recitar las palabras “mercados libres” no lo absuelve a uno de ser un planificador. Como la cita de Hayek acaba de señalar, los mercados evolucionan de abajo hacia arriba sin ningún diseño consciente. Con poco conocimiento de las medidas, la política, o las instituciones locales los burócratas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial impusieron sus propios diseños de transición hacia un mercado libre en África, Latinoamérica y el Medio Oriente en la década de los ochenta y la de los noventa.

Estos intentos se volvieron aún más absurdos con la caída del Muro de Berlín y la imposición de la “terapia de shock” sobre Europa Oriental y la antigua Unión Soviética, en un intento de gran envergadura por parte de los mismos burócratas de convertir en un solo golpe a una economía comunista en una capitalista. Jeffrey Sachs fue el padre intelectual de la terapia del shock. De nuevo, los críticos estuvieron en la minoría. Peter Murrell de la Universidad de Maryland y John McMillan de Stanford indicaron los sorprendentes vacíos de los terapeutas del shock. Como lo resumió McMillan, “si hubiésemos podido planear las reformas, entonces hubiésemos podido planificar la economía”.

En los ochenta y noventa, el crecimiento en el PIB per cápita fue de cero en África, Latinoamérica y el Medio Oriente, y las repúblicas de la antigua Unión Soviética experimentaron una de las peores depresiones en la historia económica. La reacción luego de tal fracaso de estas mal llamadas “reformas de libre mercado”, impuestas por extranjeros, fortalecieron a figuras xenófobas y anti-libertad como Hugo Chávez de Venezuela, Evo Morales de Bolivia, Robert Mugabe de Zimbabwe y Vladimir Putin de Rusia.

Pero una vez más, estar en lo correcto conseguía poca recompensa: Murrell y McMillan fueron ignorados, mientras que Jeffrey Sachs se convirtió en un célebre economista a pesar del fracaso de la terapia del shock. Jeffrey Sachs consiguió aún más fama por su método de planificación desde arriba hacia abajo cuando redescubrió las ideas fracasadas hace más de 50 años acerca de las naciones atrapadas en la pobreza y el Gran Empuje de ayuda externa en el nuevo milenio. Estas ideas atrajeron a muchos, mientras que la libertad individual volvió a pasar de moda en el desarrollo; Sachs hasta se ganó el apoyo de estrellas de cine. Sachs citaba el apoyo de Hayek a sus ideas, pero desafortunadamente su apoyo no venía de Friedrich Hayek sino de Salma Hayek.

El orden espontáneo y la mente humana

¿Cómo es que el método de arriba hacia abajo todavía domina la economía del desarrollo a pesar de cincuenta años de predicciones fracasadas por parte de los expertos en desarrollo? Hay muchas razones, pero una que yo creo que es particularmente interesante es que nuestros cerebros están hechos para creer en la planificación desde arriba hacia abajo. El filósofo Daniel Denett argumenta que la evolución humana favoreció esa manera “intencional” de pensar. En cuanto a evolución, ver el comportamiento intencional de todos los animales era beneficioso. Cuando veías a un león moverse, podías apartarte si entendías que este pretendía comerte. Cuando veías a un grupo de cavernícolas de la cueva de al lado acercándose a ti con antorchas y bates, podías defenderte más efectivamente si veías a este grupo con una agenda específica, tal como matar a tus hombres y robar tus mujeres. Los cavernícolas que vieron acción intencional en todas partes sobrevivieron. Los que no, murieron.

Así que ahora tal vez podemos entender las aseveraciones de aquellos que le atribuyen el mal a los procesos espontáneos, tales como los manifestantes anti-globalización que dijeron en 2002 que los líderes corporativos se reúnen en “encuentros de alto nivel” para “delinear el camino de la globalización en nombre de las ganancias privadas”. Donde hay desigualdad en las economías de mercado, la gente cree que alguien pretendió empobrecer a las personas más pobres. Donde hay emprendedores que actúan de manera espontánea y de esa manera crean trabajos y al mismo tiempo destruyen otros, los recientemente desempleados muchas veces creen que alguien conspiró para quitarles su trabajo. Con nuestro antepasado cavernícola, es difícil entender que ninguna persona pretende los buenos o los malos resultados. Otro Premio Nóbel, Kenneth Arrow (alguien que, a diferencia de Hayek, no es visto como un ideólogo de derecha), dijo: “La noción de que a través del funcionamiento de un sistema entero los efectos podrían ser muy diferentes y hasta opuestos a las intenciones es seguramente la contribución intelectual más importante que el pensamiento económico ha hecho al entendimiento general de los procesos sociales”.

La idea que el orden espontáneo no está diseñado o pretendido por alguien se ha vuelto mucho más comprensible en nuestros días de lo que era en los tiempos de Hayek. Ahora nos damos cuenta de que cosas tan diversas como el Internet, el lenguaje, la evolución biológica, las redes sociales, e incluso los peatones caminando en una acera sin tocarse son órdenes espontáneos, con nadie a cargo. Ver el absurdo de la planificación central en estas situaciones ilustra cuán espontáneos estos son: ¿Qué tan bien crees que funcionaría tener un planificador central que nos asigne a nuestros amigos y parejas? ¿Qué tan bien crees que funcionaría que el Departamento de Caminar de Manhattan nos de a cada uno, cada mañana, nuestros caminos precisos dentro de la acera para que no nos golpeemos? Pero cuando persiste la manera de pensar de los cavernícolas de ver a los resultados como pretendidos por alguien, incluso los órdenes de abajo hacia arriba y espontáneos tales como los mercados, siempre se favorecerá la acción de arriba hacia abajo e intencional por parte de expertos que tratan de mejorar los resultados.

Hayek intentó contrarrestar este sesgo indicando qué tanta incertidumbre radical hay en la vida económica, la cual no es posible de procesar por un economista viendo las cosas desde arriba. Por ende, se necesita búsquedas descentralizadas e independientes de todo tipo de éxito por parte de individuos altamente informados y motivados. Él lo puede decir mejor que yo:

La interacción de individuos, que poseen diferente conocimiento y diferentes puntos de vista, es lo que constituye la vida del pensamiento. El crecimiento de la razón es un proceso social basado en la existencia de tales diferencias . . . [S]us resultados no pueden ser previstos . . . . [N]o podemos saber qué opiniones asistirán en este crecimiento y cuáles no.

Y

La libertad es esencial para dar lugar a lo imprevisible e impredecible; la queremos porque hemos aprendido a esperar de ella la oportunidad de realizar muchos de nuestros objetivos . . . . Confiamos en los esfuerzos independientes y competitivos de muchos para inducir la existencia de lo que querremos cuando lo veamos.

La manera en que países fueron exitosos en desarrollarse es a menudo encontrando un gran éxito en los mercados de exportación. Es imposible predecir cuál será el gran éxito. Por eso se necesitan los “esfuerzos independientes y competitivos de muchos” a los cuales Hayek se refería. ¿Quién hubiera previsto que las flores de Kenya capturarían 40 por ciento del mercado europeo que provee a aquellos hombres románticos que llevan flores a casa para sus esposas? Podría decirse lo mismo de los trajes de algodón para mujeres fabricados en Fiji (42 por ciento del mercado estadounidense), de los muelles flotantes hechos en Nigeria (84 por ciento del mercado noruego), de los circuitos electrónicos integrados de las Filipinas (71 por ciento del mercado mundial), o de los jets regionales hechos en Brasil (Embraer ahora tiene 22 por ciento del mercado mundial). El éxito más importante en las exportaciones de Egipto, representando 30% del total de sus exportaciones, son cerámicas de baño, de las cuales 93 por ciento van a Italia. ¿Puede usted imaginarse a un experto en desarrollo diciéndole a los egipcios, “¡El secreto es exportar inodoros a Italia!”?

El desarrollo es impredecible

¡Hayek correctamente predijo que el desarrollo sería impredecible! Esto podría sonar contradictorio, pero esta es una hipótesis genuinamente observable, como la predicción de la teoría de mercados eficientes de que nadie puede, año tras año, predecir la bolsa. Las tasas de crecimiento económico satisfacen la hipótesis anteriormente mencionada, no solamente las anécdotas mencionadas antes, pero también en investigaciones realizadas por mí y por otros que han descubierto que el crecimiento económico rápido rara vez persiste. China e India son los que crecen rápido ahora pero eran los que crecían lento en la década de los sesenta y la de los setenta; Brasil y Costa de Marfil crecían rápido en esa época pero han tenido crecimiento bajo desde 1980. El análisis estadístico sugiere que el crecimiento económico rápido en el corto plazo está determinado principalmente por factores transitorios que no pueden ser previstos. Incluso un mercado completamente libre tendrá intervalos variables de alto crecimiento durante períodos en los que los empresarios tienen mucho éxito y de bajo crecimiento cuando hay escasez de éxitos.

De esta manera la diferencia entre los sistemas exitosos de abajo hacia arriba que protegen la libertad individual y los sistemas que restringen la libertad no puede observarse de manera clara en las tasas de crecimiento a lo largo de períodos limitados, o incluso en períodos de hasta una década. Esta dificultad es explotada por los críticos de la libertad, quienes fácilmente pueden citar un ejemplo de un país no libre con crecimiento rápido (China es el actual favorito). De hecho, las tasas de crecimiento son tan volátiles que los expertos pueden comprobar casi cualquier teoría de desarrollo económico con un ejemplo de un país con crecimiento económico alto que también posee una política económica del agrado del experto. Estos argumentos son el equivalente intelectual de un apostador en Las Vegas que le atribuye su racha de buena suerte a las medias que tenía puestas en ese momento, y luego seguirá usando sus cada vez más apestosas medias en un intento fútil de reproducir esa suerte.

La diferencia entre los sistemas libres y no libres aparece en comparaciones a largo plazo, como en el nivel de ingreso per cápita. El hecho relevante acerca del desempeño de China a largo plazo es que su ingreso per cápita todavía está en la posición 122 en el mundo, detrás de Albania, Ecuador, Gabón, Jamaica, y Surinam, y es un décimo de lo que es el de Estados Unidos. Los niveles de ingreso per cápita están fuertemente correlacionados con las medidas de libertad económica y política, y las técnicas estadísticas sugieren que esta correlación es causal: la libertad causa la prosperidad. Corea del Norte ha tenido periodos de alto crecimiento, pero sería difícil descartar el argumento a favor de la libertad por la gran diferencia que existe hoy en ingreso per cápita, salud y nutrición entre los libres coreanos del sur y los esclavizados coreanos del norte.

La libertad individual

El último intento que nosotros los expertos en desarrollo necesitamos para encontrar empleo es que aceptemos que la libertad individual es el mejor sistema, y también decir que se necesitan expertos en desarrollo para diseñar las reglas que permiten la libertad individual. Es cierto que la libertad necesita de las reglas gubernamentales que protejan la propiedad privada, hagan respetar los contratos, prevengan el fraude y el robo, y muchas otras normas de buen comportamiento que hacen posible el trato entre individuos. Pero eso no significa que los expertos necesitan diseñar las reglas gubernamentales desde arriba hacia abajo. El último y posiblemente el más importante descubrimiento de Hayek fue que las reglas gubernamentales en un libre mercado no son diseñadas, evolucionan de abajo hacia arriba. Como lo dijo Hayek: “El valor de la libertad consiste principalmente en la oportunidad para el crecimiento de aquello que no ha sido diseñado, y el funcionamiento beneficioso de una sociedad libre depende en gran parte de la existencia de instituciones creadas libremente”.

¿Cómo crecen las instituciones libremente? Aquí pienso que los economistas han descubierto más cosas desde el tiempo en que Hayek escribió, aunque todavía tenemos mucho que aprender. Ahora tenemos la “teoría de juegos”, la cual puede describir un resultado en el cual cada uno de nosotros está de acuerdo con respetar los derechos de propiedad y contratos de todos los demás. Cualquiera que hace trampa o roba puede ser castigado con el ostracismo social, el cual carga la penalidad adicional de exclusión de contratos lucrativos en el futuro con otras personas. La norma social se estabilizará alrededor del respeto a la libertad individual que trata a los individuos tanto como merecedores de los frutos de su propio esfuerzo así como también responsables de cualquier costo que ellos impongan sobre el resto de nosotros. Desafortunadamente, también hay otro equilibrio. Si la trampa y el robo empiezan a ser aceptados ampliamente como algo normal, y cada individuo espera vivir de todos los demás, entonces tal sociedad puede quedarse estancada en un resultado de desconfianza y puede que no sea capaz de alcanzar la norma de la libertad. De hecho, las diferencias internacionales como respuesta a la pregunta de la Encuesta Mundial de Valores de que si los individuos debieran responsabilizarse por sí mismos (lo más cercano que este cuestionario llegó a la libertad individual) son pistas excelentes para saber qué sociedades de hecho tienen un libre mercado e instituciones democráticas. Por supuesto, se necesita un gobierno que pase leyes para hacer respetar las reglas, pero los buenos gobiernos simplemente formalizan las normas sociales que vienen de abajo y que respetan la libertad, la cual en gran parte causa el respeto a las reglas.

¿Qué explica las diferentes normas sociales en diferentes países? Aquí, francamente, ni Hayek ni los investigadores de hoy han llegado a una respuesta completamente satisfactoria. Probablemente, accidentes históricos importan: Un estudio reciente encuentra más desconfianza en regiones de África donde individuos fueron traicionados y vendidos como esclavos durante los siglos cuando existía ese mercado. Pero Hayek también sugirió que las reglas y normas están en sí sujetas al proceso evolutivo de supervivencia de los más aptos (tal vez el proceso es más lento de lo que quisiéramos). ¡Los individuos en sociedades pobres sin libertad que ven la conexión entre la libertad y la prosperidad van a querer libertad!

Ahora, un rol claro para los expertos en desarrollo: Pueden intentar acelerar el proceso evolutivo convenciendo a los individuos alrededor del mundo de cómo un sistema de abajo hacia arriba funciona a largo plazo cuando la gente valora la libertad individual.

Estos beneficios no son abstractos: Como una porción de las naciones con libertad económica y/o política ha tenido una tendencia constante hacia arriba desde 1970, la tasa global de pobreza se ha reducido por dos tercios. Para el ciudadano de Kenya empleado en exportar flores a Europa y para el egipcio empleado en la exportación de inodoros a Italia, el libre comercio no es una abstracción.

Tenemos ejemplos similares de cómo escapar de la pobreza en nuestra propia historia. En 1927, un bebé llamado Nathan nació en el Tercer Mundo de Estados Unidos, Virginia del Oeste. Su padre, un inspector de tala de madera mal pagado, murió de tuberculosis cuando el niño tenía dos años. Su madre, llamada Dora, se quedó a cargo de dos niños en Virginia del Oeste durante los peores momentos de la Gran Depresión. Si alguna vez hubo un círculo vicioso de la pobreza, este era uno. Pero Dora trabajó tan duro que fue capaz de mandar a Nathan a la Universidad de Virginia del Oeste (WVU, por su nombre en inglés). Nathan también continuó trabajando duro en varios trabajos hasta que pudo financiar su retorno a WVU para obtener un doctorado en biología. Se fue de Virginia del Oeste debido a una exitosa carrera como profesor de biología, para darles a sus hijos un estilo de vida de clase media. Yo debería saberlo porque yo fui uno de esos niños; Nathan es mi padre. Yo dedico este premio Hayek esta noche a mi padre, como agradecimiento por haber hecho realidad el sueño americano para nuestra familia.

Con tantos ejemplos inspiradores, les debemos a los pobres en todas partes del mundo la defensa de los valores de la libertad individual, los cuales le ofrecen al mundo la última y mejor esperanza de acabar con la pobreza.

Yo cerraré parafraseando a mi político favorito de EE.UU. que amaba la libertad, Abraham Lincoln:

Somos, nosotros, los vivos, los que debemos dedicarnos aquí a la tarea inconclusa que, aquellos que vinieron antes que nosotros, avanzaron tan noblemente. Somos los vivos los que debemos dedicarnos aquí a la gran tarea que aún permanece ante nosotros—que resolvamos aquí, firmemente, que este mundo tendrá un nuevo nacimiento de libertad—y que el desarrollo del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra.

Libertad y Pobreza – Por Martín Krause

Martín-Krause-104x166Martín Krause fue premiado en el concurso Caminos de la Libertad (organizado por el Grupo Salinas de México en 2012) por su trabajo «Libertad y Pobreza«.

Compartimos aquí la síntesis del ensayo, y abajo el acceso al trabajo completo. En este link puede accederse también a los otros ensayos ganadores.

La pobreza es un tema que preocupa a todos, aunque se suele buscar soluciones exclusivamente en el ámbito de las políticas públicas. No obstante, existe otro camino que ha sido históricamente exitoso y hoy es menospreciado: el mercado y las acciones voluntarias. El Estado y el mercado son dos caminos alternativos por los que los individuos buscan satisfacer sus necesidades; cuánto de uno y cuánto de otro y qué tareas caen de uno u otro lado varía según cada sociedad y ha variado en el trascurso de la historia. Para separar a uno y otro tomaremos la definición clásica de la filosofía política: el Estado, según Max Weber, es el monopolio de la coerción en un determinado territorio.

Esta definición, separa entonces a las acciones compulsivas por un lado, y a las voluntarias por otro. Estas últimas pueden ser tanto con fines de lucro como sin. No se necesita separar a este último como un “tercer” sector, ya que quienes participan en él también buscan un lucro, aunque no es material sino espiritual, tan sólo el gozo de hacer algo por los demás. Entonces, tenemos de un lado las políticas públicas a cargo de los estados y por otro las acciones voluntarias.

Dado el énfasis general en las primeras, el trabajo busca destacar el papel que cumplen las segundas, y lo hace en base a un caso histórico, aunque el mismo proceso se viviera en muchos otros países. Se considera a la Argentina previa al Estado Benefactor, el que encarna la idea de buscar una solución a la pobreza por el camino de la política. Se busca mostrar las alternativas entonces existentes y cómo la llegada de éste no cubre un vacío sino desplaza soluciones que existían ya y funcionaban.

Ensayo completo aquí.

Resumen 2012 No. 9: Filosofía Política

Mises_HayekEn este campo de estudio me parece oportuno comenzar con las 5 conferencias que Gabriel Zanotti ofreció en la UFM sobre la Filosofía Política de Ludwig von Mises. Después de todo, en este blog hemos trabajado bastante una pregunta normativa que permanece abierta: ¿Es el gobierno necesario? O en otros términos,  ¿Qué debe hacer el Estado? Sin duda Mises, ofreció algunas respuestas interesantes a esta preguntas.

Algunos autores acusan al anarcocapitalismo de constructivista y argumentan que el Estado es justamente el resultado de los órdenes espontáneo. Otros, sin embargo, observan al anarcocapitalismo y al liberalismo clásico, como dos caras de una misma moneda. Después de todo, ambos programas de investigación se deben preocupar por limitar al poder, incluso como medio para llegar al anarquismo.

Para aquellos que piensan en la anarquía como una posibilidad, deben enfrentarse a algunos «hard cases», o casos difíciles, que son el de la justicia, la seguridad y la defensa, y aquí nos concentramos en el caso de la policía y el anarquismo. Un caso que también puede dar lugar a dudas es el de la planificación urbanística, el que tratamos con una entrevista a Gonzalo Melián en la UFM.

Desde ya que esta preocupación por la justificación del Estado no es monopolio de los austriacos. Por ello, prestamos atención también al Public Choice, con las contribuciones de Buchanan y Gordon Tullock, entre otros. Nos preocupó también una posible reconciliación entre Hayek y Buchanan en un elemento clave, y hasta una posible contradicción entre el pensamiento de Jorge Luis Borges y el Public Choice.

En cuanto a la posibilidad práctica de evolucionar hacia una sociedad libre, nos interesamos por las ciudades libres, y en especial por el caso concreto de Honduras, el que podría replicarse en otras ciudades y dar lugar al voto con los pies. Dadas las dificultades legales por independizar un territorio de las normas de un país, algunos autores incluso han planteado para el futuro la posibildad de construir estas ciudades libres en el Oceano.

En el plano de la estrategia, nos preguntamos cuál es el mejor modo de trabajar en hacer posible el sueño liberal, donde tuvimos una importante participación de los lectores.

Abandonando ahora el plano normativo, nos preocupó el Estado de Bienestar Europeo, y discutimos el éxito que en general se sugiere para el caso de Suecia. Para el caso argentino, tratamos el caso del federalismo y la coparticipación de impuestos, en búsqueda de cierta correspondencia fiscal y descentralización del poder. Incluso propusimos cambiar la dirección de la coparticipación, y en lugar que el gobierno central coparticipe a las provincias, que las provincias coparticipen al gobierno central.

Planteamos casos de políticas públicas como la privatización del fútbol y discutimos el mito de que los gobiernos deban contar con un banco propio. Difundimos un documental sobre las regulaciones en el ámbito de la educación, y por supuesto trabajamos el tema de la pobreza, y una lectura austriaca y del Public Choice sobre el desarrollo.