¿GIRO PARCIAL EN EL RUMBO DISCURSIVO DE TRUMP? – Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

He escrito en repetidas ocasiones sobre las medidas contraproducentes y peligrosas del nuevo presidente estadounidense, lo cual mantengo pero ahora señalo un eventual cambio parcial en el giro que se ha notado en su discurso en Arabia Saudita respecto a su marcada islamofobia anterior. En toda su campaña y en sus primeros días de gobierno reveló una xenofobía extrema entre la cual se destacó su aversión a los musulmanes al promover su propuesta de no permitir el ingreso a Estados Unidos de personas pertenecientes a esa religión, a la propuesta de vigilar y limitar las actividades de musulmanes norteamericanos y sostener que el Islam “nos odia” y otras afirmaciones de esa envergadura.

Ahora, en su primer viaje presidencial al exterior, si bien mencionó una vez el calificativo aberrante de “islamismo terrorista” que fue inmediatamente criticado por plumas de sus conciudadanos y en medios musulmanes, cambió su visión al ponderar la cultura musulmana y en un plano metareligioso: colocó sus consideraciones en el contexto de una lucha del bien contra el mal en el sentido del  combate contra el terrorismo siempre criminal independiente de la religión a la que eventual y circunstancialmente adhieren y malinterpretan los asesinos que cometen sus crímenes ya sea “en sus tierras santas” o en otros lugares e invitó a sus anfitriones del momento a tomar la iniciativa de “barrerlos sin contemplación alguna”. Salvando las distancias, sorpresivamente sus disquisiciones estuvieron más cerca del ecumenismo de  Juan Pablo II.

Cada vez con más furor en buena parte del mundo se está creando un clima desagradable contra los musulmanes como, por ejemplo, revelan las declaraciones de la antisemita y antimusulmana, afortunadamente perdidosa del Partido de Derecha Nacional en Francia.

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Estados Unidos ha tomado un rumbo preocupante – Por Alberto Benegas Lynch (h)

Contra los valores que lo hicieron grande, el país que preside Trump parece optar por el nacionalismo y el conflicto.

Para todos los que admiramos la tradición estadounidense como el baluarte de la libertad, resulta triste y preocupante el rumbo que ha tomado de un tiempo a esta parte ese país, a contracorriente de los valores y principios sustentados por los Padres Fundadores.

Donald Trump ha comenzado su gestión insultando a periodistas con los que no coincide y bloqueando la entrada a conferencias de prensa en la Casa Blanca como si fuera el dueño del lugar. En vez de señalar sus desacuerdos opta por decir que son deshonestos; en lugar de velar por la sacrosanta libertad de expresión que es base de una república, se inclina por la agresión.

En dos oportunidades consecutivas, al ser rechazadas por la justicia sendas resoluciones xenófobas respecto a los inmigrantes, enfrentó esos rechazos con exabruptos completamente opuestos a la necesaria actitud responsable del Poder Ejecutivo para con la división de poderes. Actuó del mismo modo intempestivo con representantes del Poder Legislativo al no ser aprobada su propuesta respecto al sistema de salud vigente que, en definitiva, pretendió sustituir por un proyecto con iguales inconvenientes centrales.

Trump inició entonces su administración con reiterados choques contra instituciones básicas, a lo que agregó reducciones de impuestos que contrastaron con anuncios de incrementos siderales en el gasto público, lo cual es lo mejor para provocar una crisis fiscal mayúscula (aún mayor que la ya latente, si se toma en cuenta el significado del nivel colosal de endeudamiento que hoy supera al ciento por ciento del PBI).

 

Con este inicio muy poco favorable, con alta imagen negativa en la opinión pública y en la mayor parte de la prensa de prestigio, de modo inconsulto y sin la aprobación del Congreso, dio la orden de bombardear Siria en un todavía no aclarado hecho con gas venenoso y letal del que -como destaca, entre otros, el tres veces candidato a la presidencia norteamericana Ron Paul- aún no se sabe a ciencia cierta si fue producido por los rebeldes contra el tirano Basha al-Assad o por él mismo. Y luego «la madre de todas las bombas» sobre Afganistán, lo que ha intensificado el revuelo en esas zonas y entre sus aliados, y ha ayudado a resucitar el espíritu nacionalista que ya caracterizaba al nuevo gobierno de Estados Unidos, en línea con los desmadres electorales en Europa: en Francia, el Frente Electoral; en Alemania, el Partido Alternativa para Alemania; en Dinamarca, el Partido del Pueblo Danés; en Suecia, los Demócratas Suecos; en España, Podemos; en Austria, el Partido de la Libertad; en Italia, la Liga del Norte; en Hungría, el Partido por una Hungría Mejor, y en Inglaterra, el costado nacionalista del Brexit.

En cualquier caso, el punto consiste en discutir el rol de Estados Unidos como policía del mundo. Para esto nada mejor que tomar en primer lugar el pensamiento del general Washington y también el de John Quincy Adams. El primero escribió: «Mi ardiente deseo es, y siempre ha sido, cumplir estrictamente con todos nuestros compromisos en el exterior y en lo doméstico, pero mantener a Estados Unidos fuera de toda conexión política con otros países».

Y por su parte -préstese especial atención-, Adams consignó que «América [del Norte] no va al extranjero en busca de monstruos para destruir […] Desea la libertad y la independencia de todos. Recomienda esa causa general por el contenido de su voz y por la simpatía benigna de su ejemplo. Sabe bien que alistándose bajo otras banderas que no son la suya se involucrará más allá de la posibilidad de salir de problemas […] Podrá ser la directriz del mundo pero ya no será más la directriz de su propio espíritu».

Recordemos los fenomenales fiascos estadounidenses en el siglo XX en Vietnam, Somalia, Bosnia, Corea, Serbia-Kosovo, Irán, Nicaragua, Honduras, Guatemala, Haití, Panamá, República Dominicana, la reciente patraña de «las armas de destrucción masiva» en Irak y la consecuente «guerra preventiva» . Ives Eland explica en detalle el caso de Filipinas y concluye que «las fuerzas de Estados Unidos incendiaron pueblos, destrozaron cosechas y ganado, torturaron y ejecutaron prisioneros y liquidaron a civiles inocentes». Recordemos también que el general Eisenhower, en su discurso presidencial de despedida, advirtió que «el peligro mayor para las libertades del pueblo americano [norteamericano] es el complejo militar-industrial».

Niall Ferguson, uno de los pioneros de la historia contrafáctica, pone en tela de juicio incluso la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra debido a que, si bien eliminaron al asesino serial de Hitler, le entregaron en Yalta a Hitler II (Stalin) una parte sustancial de Europa. Claro que mirar el tema con el diario del día después, alejados del momento y del contexto, puede no ser lo más conveniente.

El presidente Truman hizo su mea culpa quince años después de haber creado la CIA, en 1945, como sustituto de la Oficina de Asuntos Estratégicos (creada durante la Segunda Guerra Mundial) al manifestar que nunca pensó que aquella novel repartición «serviría para preparar asesinatos, conspiraciones contra gobiernos, torturas, operaciones paramilitares clandestinas reñidas con la ética más elemental, y espionajes».

Hay sin duda muchos canallas al frente de muy diversos gobiernos, pero el extraordinario esplendor de Estados Unidos -incluidos sus desvíos- fue, entre otras cosas, el resultado de tomar con seriedad los valores que hemos ilustrado con citas de peso en su historia. Por otro lado, no parecen prudentes las acciones bélicas desplegadas por Estados Unidos, especialmente por las consecuencias que estas iniciativas puedan acarrear en el llamado mundo libre. Sobre todo cuando la situación ha cambiado en mucho respecto a las libertades individuales. Con pretextos varios , hoy se interfieren secretos bancarios, se multiplican las escuchas telefónicas, se abandona en repetidos casos el debido proceso, todo en medio de regulaciones asfixiantes, gravámenes crecientes, procedimientos inmorales como los denominados «salvatajes» por los que los que trabajan y no tienen poder de lobby debieron sufragar a empresarios ineptos, irresponsables o las dos cosas al mismo tiempo, y la pretensión de endosar compromisos financieros al futuro en una seguidilla sin término para renovar los techos normativos del endeudamiento.

No debe descartarse que los marcos institucionales de ese país y sus reservas morales finalmente se impongan y puedan poner límites a tanto sobresalto, aunque a juzgar por lo ocurrido en las últimas elecciones ambos partidos tradicionales revelan una llamativa decadencia. Está en juego el futuro de todos los que desean vivir en un clima de paz, por más que el planeta deba convivir con sátrapas de diverso color y se abandonen valores clave en pos de otros que apuntan al renacimiento de los nacionalismos que tanto daño han hecho.

Publicado originalmente en La Nación, martes 2 de mayo de 2017. Alberto Benegas Lynch (h) es Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso.

EL NEW YORK TIMES, TRUMP, LAS REDES SOCIALES, LA VERDAD Y LA HERMENÉUTICA

Parece que el New York Times ha arremetido contra Facebook. Porque mientras ele NYT representaría la información seria, los datos, en los cuales se basan los ciudadanos ilustrados que votan a los demócratas, Facebook es cualquier cosa, la subjetividad total, en la cual se basan los tontos que votaron a Trump.

La cuestión que abordamos ahora no es si está bien o mal haber votado a Trump. La cuestión es el planteo anterior, que muestra hasta qué punto el positivismo está arraigado en nuestra cultural y de qué modo todo un siglo XX de avance en hermenéutica y filosofía del lenguaje parece ser ignorado totalmente por los mass media, sean demócratas, republicanos, marcianos, liberales o kirchneristas.

No hay conciencia intelectual de que no hay datos, hechos puros, sin un horizonte que les da sentido. Cuando alguien dice “La Tierra gira alrededor del sol”, sí, parece un fact, pero lo es sólo desde el paradigma copernicano-galileano. ¿Ah, ese paradigma es verdadero? Ok, pero si alguien cree que va a defender la verdad de ese paradigma desde otros datos, le recomiendo la lectura de Kuhn, Koyré y Feyerabend. Es la cosmovisión neoplatónica-cristiana la que dio origen a Copérnico y Galileo, cosmovisión que este último defendió en un famoso libro que no tenía un solo experimento registrado, versus los astrónomos aristotélicos que supuestamente les presentaban los “facts”.

Y cuando desde las ciencias sociales se dice que “la inflación de tal gobierno fue del XX%”, esos índices presuponen un concepto de inflación que no todos comparten. Supuesto que está detrás del presunto dato “sin” horizontes.

¿Más simple? Cuando alguien dice “Obama aún no finalizó su mandato” presupone todo el criterio de legitimidad actual del gobierno democrático. ¿Qué ocurre si alguien dice “Obama aún no terminó su tiranía”? Algún ultra-libertario podría decirlo. Para dirimir la cuestión no es el caso debatir “el dato”, “el hecho” de si es presidente o tirano, sino debatir la verdad de los horizontes desde los cuales se afirma que es presidente o tirano.

Por lo tanto, reconocer que los supuestos hechos se dicen desde criterios de interpretación, se tenga conciencia de ellos o no, no es renunciar a la verdad, sino estar dispuestos a defender la verdad en un terreno en el cual no sé si los actuales comunicadores han sido educados: la verdad del horizonte que está detrás.

¿Hay noticias que son hechos? No, porque son mensajes. Es lo que se llama el problema de los actos del habla solamente locutivos. “Hay 10 mesas en el salón” parece un mensaje meramente descriptivo y aparentemente “fáctico”. Pero presupone TRES cosas. Uno, la relevancia del mensaje. Yo puedo iniciar mi conferencia sobre Benedicto XVI diciendo “Hoy me desayuné con café y galletitas”, pero mi audiencia me va a decir “¿y qué”? ¿Y quién decide el orden de relevancia de un mensaje?

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Entrevista en Radio Nacional – Coyuntura Económica Global y Argentina

Copio al acceso a una entrevista que me hizo esta tarde Carlos Mateu, en Radio Nacional. Hablamos de varias cosas, desde la forma en que se enseña la economía en la actualidad hasta el significado de la economía ortodoxa; o desde el modelo económico argentino a partir de Macri, en comparación con el kirchnerismo. Tocamos otros temas como desigualdad y pobreza, o la importancia de la apertura económica, lo que incluye algunas palabras sobre sobre la Alianza del Pacífico, Venezuela, Estados Unidos y Trump.

Acceda aquí a la entrevista completa.radionacional

¿Qué significará la presidencia de Trump para la Reserva Federal? – Por Lawrence H. White

WhiteLawrence J. White explica los posibles cambios que se podrían dar en la Reserva Federal durante la administración de Trump.

En la noche de la elección, el ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani dijo al entrevistador Chris Matthews en el canal MSNBC que la victoria de Donald Trump, luego de una campaña en contra de las elites y los políticos de Washington, fue como cuando Andrew Jackson obtuvo su primera victoria presidencial. Al final de su primer período en la presidencia, Jackson cortó la conexión entre el gobierno federal y el Banco de los EE.UU. (al vetar la ley para renovar su existencia), una institución que era en algunos aspectos el Sistema de la Reserva Federal en ese entonces. ¿Puede que la presidencia de Donald Trump tenga consecuencias igual de dramáticas para la Reserva Federal?

Durante su campaña, el candidato Trump expresó la idea de una reforma profunda a nuestro sistema monetario: un retorno al patrón oro. Como Ralph Benko señaló, el Sr. Trump le dijo a una estación de televisión en New Hampshire: “Solíamos tener un país muy, muy sólido porque estaba basado en un patrón oro”. Agregó que un retorno a eso sería muy difícil porque “no tenemos el oro. Otros lugares tienen el oro”. De manera similar, le dijo a la revista GQ que “Volver al patrón oro sería algo muy difícil de hacer, pero vaya, sería maravilloso. Tendríamos un estándar sobre el cual basar nuestro dinero”.

Alguien debería señalarle al presidente-electo que de hecho el gobierno de EE.UU. si tiene suficiente oro en la Fuerte Knox y en otros depósitos, al menos si es que la Tesorería de EE.UU. ha estado reportando sus tenencias de oro de forma honesta. Al precio actual del mercado de alrededor de $1.280 por cada onza troy de oro puro, las 261,5 millones de onzas de oro del gobierno de EE.UU. valen $335 mil millones. Las actuales reservas bancarias requeridas son solo de $168 mil millones. Visto de otra forma, $335 mil millones es solo poco más del 10 por ciento del actual dinero M1 de $3.347 mil millones (la suma de la moneda y los balances en las cuentas corrientes), lo cual constituye más que un ratio saludable de reserva, según estándares históricos. En ese sentido, la restauración del patrón oro es eminentemente posible. Luego de desenmarañar los alivios cuantitativos (QEs), la Fed podría intercambiar las reservas bancarias requeridas por oro, y tener oro a cambio de su propia emisión de moneda, de títulos de la Reserva Federal, los cuales una vez más se permitiría que sean redimibles en oro. Mejor aún, el gobierno federal podría permitir que los bancos comerciales emitan su propia moneda nuevamente (o, si ya fuera técnicamente legal, prometer no penalizarlos).

Si la restauración del patrón oro será políticamente posible depende por supuesto de qué tan serio será el nuevo presidente de presionar por ella, y de qué tan receptivas serán las mayorías republicanas en el congreso.

Respecto de reformas de la política de la Reserva Federal que mantienen al dinero fiduciario en su lugar, la posición del candidato Trump parecía evolucionar. En una entrevista en abril, le dijo a la revista Fortune que “La mejor cosa que tenemos a nuestro favor es que las tasas de intereses están tan bajas”, y que el prospecto de alzas de las tasas era “tenebroso”. Durante un debate en octubre, en cambio, acusó a la Gobernadora de la Reserva Federal Janet Yellen de mantener las tasas de intereses artificialmente bajas por razones políticas, específicamente para mantener la recuperación hasta la elección y de esa forma ayudar al partido oficialista. Incluso en esa entrevista de abril, cuando pensó que Yellen había estado haciendo un “trabajo útil”, ya estaba diciendo que “Yo estaría más inclinado a poner otra gente ahí”. De manera que sería una sorpresa que Trump reafirme a Yellen como Gobernadora de la Fed cuando su periodo de cuatro años expire en febrero de 2018. Lo que él buscará en un nuevo gobernador es menos claro.

Como presidente, Trump inmediatamente tendrá la autoridad de nominar a dos nuevos gobernadores para la Junta de la Reserva Federal (FRB, por sus siglas en inglés), de manera que también lo hará para el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés). Normalmente la FRB tiene siete miembros, incluyendo al gobernador. Actualmente tiene solo cinco miembros, todos designados por Obama. Los Republicanos en el Senado han dejado a propósito dos vacantes vacías al negarse a sostener audiencias para los últimos nominados por Obama. Por lo tanto, el FOMC consiste actualmente de 5 gobernadores designados por Obama más 5 presidentes regionales del Banco de la Reserva Federal, quienes suelen ser más preocupados acerca de la inflación (con la excepción del presidente de la Fed de Nueva York, el único presidente regional de la Fed que se sienta de manera permanente en el FOMC). Un par de nominaciones meditadas por la Casa Blanca Trump podría aumentar la preocupación acerca de la inflación del votante promedio (rompiendo el empate) en el FOMC.

En su crítica de octubre, Trump dijo que la Fed estaba “manteniendo las tasas de interés tan bajas que el próximo tipo o persona que llegue a la presidencia podría tener un serio problema”. Dijo en otro lugar que las tasas de interés artificialmente bajas estaban creando “una economía muy falsa”. En estas declaraciones Trump parecía haber reconocido que las tasas de interés demasiado bajas pueden dirigir mal las inversiones y crear burbujas insostenibles de activos. Él podría entonces favorecer propuestas del congreso que se hicieron en los últimos años, particularmente aquella del representante Jeb Hensarling, de aplicar una norma de política monetaria a la Reserva Federal. Una Regla de Taylor con dientes, por ejemplo, estipularía ajustes automáticos en el objetivo de tasa de interés de la Fed, basados en variables que pueden ser vistas por el público. Dicha norma eliminaría la discreción del FOMC y evitaría el problema de que la política monetaria se contagie de consideraciones políticas.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 10 de noviembre de 2016.