Rolando Astarita sobre nuestra nota, Marx y Keynes

Tiempo atrás hemos mantenido en nuestro blog un espacio de debate junto a Rolando Astarita, quien es un experto en la obra de Marx y Keynes. También hemos compartido en algunas oportunidades, posteos de su blog.

En esta oportunidad, sólo queremos compartir un correo electrónico que nos compartió tras leer la nota de reciente publicación en La Nación, donde curiosamente muestra una sintonía muy clara y cercana para con nuestras afirmaciones. Su visión sobre el tema del artículo, desde una lectura marxista y keynesiana, imagino será de interés para nuestros lectores.

(Desde luego su correo se comparte con su autorización)


Estimado Adrián, leí con mucha atención la nota que publicaste en La Nación, junto a N. Cachanosky y M. Krause. Me motiva a escribir algo en el blog sobre el asunto.
Estoy totalmente de acuerdo en que si se toma el VBP tendremos otra visión de la economía de conjunto. En particular porque el rol de la inversión pasa a primer plano. Pienso que esto también aparece muy claro en los esquemas de reproducción de Marx. Precisamente, cuando estudié Macro (de forma autodidacta y con los manuales usuales), me costaba entender, dada mi formación marxista, por qué no se tomaban en cuenta todas las etapas del proceso productivo.
Algunas cuestiones más: quisiera insistir en que si bien Keynes puso mucho énfasis en el consumo, también dio importancia crucial a la inversión. De hecho, sostuvo que era la clave del ciclo económico. Además, dio mucha importancia a la rentabilidad del capital (en su esquema, eficiencia marginal del capital menos interés). La idea, planteada por muchos economistas K, de que basta estimular el consumo para que haya inversión, no tiene nada que ver con Keynes. Keynes, además, tuvo en cuenta la curva de oferta.
Ligado a lo anterior, en Economía parece haber dos polos: los que dicen que la oferta genera automáticamente, y siempre, su correspondiente demanda, (ley de Say en su versión más fuerte). Y los que dicen que basta con que haya demanda (sea por consumo o gasto público) para que haya oferta. Estos últimos formulan, de hecho, una especie de ley de Say «al revés». Pienso que Marx, en ese sentido, no rechaza todas las afirmaciones de la ley de Say. Por ejemplo, la idea de que si un país consume más de lo que produce, su economía es inviable. Es increíble que haya que recordar esto a muchos «keynesianos bastardos». Marx pensaba que se trataba de una trivialidad, pero adquiere importancia.
Por último, en el enfoque marxista el énfasis en la inversión (en realidad, acumulación del capital) es incluso mayor de lo que ustedes ponen en la nota. Es que en Marx el consumo depende centralmente de la reinversión de capital. Si el capital no invierte, no hay pago de salario, ni generación de plusvalía; Por lo tanto no puede haber consumo obrero, ni consumo capitalista, ni gasto del Estado (que se financia con impuestos que son plusvalía).
Un cordial saludo y felicitaciones por la nota.
Rolando

El mito del consumo como llave del progreso económico – Por Martín Krause, Nicolás Cachanosky y Adrián Ravier

Muchas visiones económicas, religiosas o políticas no saben qué hacer con el consumo, si condenarlo o aplaudirlo; y muchas terminan haciendo las dos cosas. La discusión sobre el consumo es moderna, porque moderna es la capacidad de consumir, fruto de la Revolución Industrial. Recordemos que a comienzos del siglo XIX el ochenta por ciento de la población mundial era pobre, hoy lo es el veinte por ciento.

Bernard de Mandeville publica en 1714 un libro de alto impacto: La fábula de las abejas; o vicios privados, beneficios públicos. La segunda parte del título presenta su tesis: el libertino genera un beneficio porque «su prodigalidad da trabajo a los sastres, servidores, perfumistas, cocineros y mujeres de mala vida, quienes a su vez dan trabajo a panaderos, carpinteros, etcétera». Asociado con los autores del Iluminismo escocés de la época, es criticado por Adam Smith quien sostiene que es una falacia presentar cada pasión como viciosa. Pero Mandeville plantea su idea de «vicios privados-virtudes públicas» como una crítica a teorías morales basadas en el ascetismo, para las cuales lo virtuoso consiste en satisfacer sólo las mínimas necesidades para sobrevivir. Mandeville sostiene que aquellos «vicios» (todo deseo que vaya más allá de lo mínimo esencial) se convierten en gran virtud al motorizar el mercado.

Ninguno de estos autores considera que satisfacer estas necesidades sea un vicio, sino que muestran que aun cuando esos intereses resulten frívolos, su satisfacción tiene dos efectos: ofrecen oportunidades de trabajo a terceros y para pagar por esos «placeres» esas personas han tenido a su vez que satisfacer las necesidades de la sociedad de la que son parte. Hoy día muchos artistas reniegan del capitalismo sin reparar que es la riqueza que éste ha generado la que permite que existan un mercado y una demanda para la producción de su arte.

Muchos de los críticos que ven el consumo como un mal sostienen teorías económicas según las cuales el consumo es el gran motor de la economía. Por lo tanto, es necesario impulsarlo para que un país crezca. Sin previo aviso el consumo pasa de ser objeto de condena a la gran estrella económica.

Es cierto que el consumo es el fin de toda producción, pero nos resultaría paradójico a nivel individual o familiar pensar que la mejor manera de prosperar es vivir haciendo shopping. Todos tenemos una intuición de que nuestro progreso requiere primero producir (trabajar) para luego poder gastar. Sin embargo, en cuanto a políticas económicas se refiere, parece ser al revés, se puede gastar antes de producir. Esta paradoja se magnifica con una lectura sesgada del producto bruto interno (PBI), que mide el valor monetario de la producción de bienes y servicios finales.

El PBI no considera todas las transacciones de la economía, sólo las de la etapa final de consumo. Cuando se analiza el destino de esa producción surge que dos tercios son asignados al consumo. Si esto es así, y es necesario reactivar una economía, habría que hacerlo en aquello que es lo más importante: el consumo.

Esta lectura es incorrecta por dos motivos. En primer lugar, la fórmula del PBI no muestra los motores de la producción, sino que muestra cómo se decide gastar el ingreso luego de haber sido producido. El PBI muestra el destino que le damos a nuestra producción, no su origen. En segundo lugar, precisamente por su definición, el PBI esconde las etapas previas del proceso de producción, es decir todo lo que ocurre desde que se inició el proceso de desarrollo de la semilla de trigo, pasando por su siembra y cosecha, su transformación en pan y su distribución hasta que llega al consumidor. Si tomamos todas las transacciones en cuenta la situación se revierte: dos tercios del proceso son las etapas previas a la producción del bien o servicio final.

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PBI y el «relato K»

Hace sólo unos pocos días las nuevas autoridades del INDEC publicaron los datos revisados del PBI. La administración Kirchnerista no solo ha manipulado los datos de inflación, también lo ha hecho en lo datos de actividad económica. Esta intensa actividad de inventar una realidad paralela es a lo que se le ha denominado «el relato K.»

El siguiente gráfico muestra  los datos oficiales del PBI según el kirchnerismo (PBI-K), los datos oficiales revisados, y el la sobre-estimación del PBI por la administración kirchnerista (PBI-K/PBI). Como se puede ver, al 2014 el kirchnerismo había inflado artificialmente el PBI alrededor de un 24%. Cuando comenzó la manipulación, algunos sugerimos que la verdadera motivación no era pagar menos deuda por bonos que ajustan por inflación, sino por cuestiones políticas. Inflar los datos del PBI resulta en mayores pagos de deuda a través de los cupones del PBI emitidos en los cnajes de deuda luego del default del 2001.

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Cómo Interpretar Consumo y PBI

Hace varios días que tenía este post por escribir, pero el final de semestre me ha tenido bastante ocupado.

Aumentar el consumo (C) [o el gasto publico (G)] es casi religión en el ámbito de las políticas públicas como medio para aumentar el nivel del PBI. Esto se sigue de la relación contable donde PBI (Y) = C + I (inversión) + G + NX (exportaciones netas, X-M). Sin embargo, no se sigue de esta representación que todo aumento en C corresponda a un aumento en Y (lo mismo aplica para las otras variables del lado derecho de la ecuación contable.)

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