Las metas de inflación sea posiblemente la prescripción más popular en política monetaria. Por un lado ofrece un objetivo claro y explícito a las autoridades monetarias. Por el otro mantiene el poder de discreción en los bancos centrales, dado que las metas de inflación no dicen cómo cumplir con la meta.
Las metas de inflación comienzan a surgir luego de la alta inflación de la década del 70 y de la caída de Bretton Woods. Luego del abandono de Bretton Woods los bancos centrales se encuentran en la necesidad de encontrar nuevas anclas nominales. Algunos países optaron por reglas de agregados monetarios (en este contexto aparece la regla del k-percent the Friedman.) En Europa, en cambio, se optó por el tipo de cambio (respecto al marco Alemán) como ancla nominal. A la par que Europa entraba en crisis cambiarias, Nueva Zelanda y Canadá explicitan sus políticas de metas de inflación.