Mano Invisible y Teoría de Juegos: Primera Parte

En un post anterior (¿Es posible la mano invisible?, 1/11/21), propuse comenzar a considerar contribuciones recientes que llevan a demostrar nuevamente que así es. En este caso, va una primera parte sobre el desarrollo de la Teoría de los Juegos. En un post posterior veremos cómo ha evolucionado hacia el opuesto de su origen. Es decir, inicialmente el Dilema del Prisionero mostraba el fracaso de la cooperación voluntaria; luego la teoría llegará a demostrar su éxito. Pero comencemos:

El Dilema del prisionero presenta una situación bastante particular, en la cual dos presos se encuentran en celdas separadas, sin contacto entre sí. Enfrentan dos opciones: cooperar con el otro jugador para obtener un resultado medianamente positivo, o traicionarlo y obtener un resultado aún más favorable. La lógica de la búsqueda del interés personal, en particular en este caso de la maximización del resultado, los lleva a elegir la segunda opción y obtener un resultado peor que el de la cooperación o el de la traición unilateral. Al perseguir su mejor opción individual termina obteniendo el peor resultado total: La solución del dilema es un equilibrio de Nash, el resultado de que cada jugador persiga su mejor resultado individual. La búsqueda del interés personal se contrapone con el interés social. La mano invisible fracasa.

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¿Es posible la mano invisible?

Seguramente todos conocemos esta famosa cita:

Every individual is continually exerting himself to find out the most advantageous employment for whatever capital he can command. It is his own advantage, indeed, and not that of the society, which he has in view. But the study of his own advantage naturally, or rather necessarily, leads him to prefer that employment which is most advantageous to the society.

He generally, indeed, neither intends to promote the public interest, nor knows how much he is promoting it. By preferring the support of domestic to that of foreign industry, he intends only his own security; and by directing that industry in such a manner as its produce may be of the greatest value, he intends only his own gain, and he is in this, as in many other cases, led by an invisible hand to promote an end which was no part of his intention.  Nor is it always the worse for the society that it was no part of it. By pursuing his own interest he frequently promotes that of the society more effectually than when he really intends to promote it. I have never known much good done by those who affected to trade for the public good.

Adam Smith, An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations (London: Edwin Cannan, 1904), Book IV, Cap. II.

Las famosas citas de Adam Smith reflejan una, y tal vez la más grande, de las contribuciones de la ciencia económica para la comprensión de los órdenes espontáneos que configuran lo que llamamos “sociedad”. Muestran, también, una visión optimista de la cooperación social, planteando que no solamente es ésta posible, sino que además es compatible con la búsqueda del interés personal.

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Los autores escoceses, la simpatía y el interés propio en Hume, Ferguson y Smith. La mano invisible (I)

EscocesesLos alumnos de Económicas en la UBA leen sobre los escoceses: Hume, Ferguson, Smith, a Adam Smith en la Teoría de los Sentimientos Morales y a Ronald Coase sobre Smith:

  1. Adam Smith, Teoría de los Sentimientos Morales: Sección I: Del Sentido de la Propiedad
  2. Ezequiel Gallo, “La tradición del orden social espontáneo: Adam Ferguson, David Hume y Adam Smith
  3. Ronald Coase, “Adam Smith’s View of Man

Pregunta: ¿A qué adjudicaría la contradicción en la cual incurren los autores al sostener que el hombre es egoísta y a la vez se preocupan por el bienestar ajeno?

Es lo que explica Coase en su artículo. Smith habla de “interés propio”, el cual es un fuerte motivador de la conducta humana, pero no es el único, y que la inclusión de otros motivos no debilita sino que fortalece su argumento en favor del mercado. Cita a Smith en TSM respecto a simpatizar con otros porque la simpatía mutua es un placer: “Nada nos satisface más que observar en otros hombres un sentimiento de camaradería”. Esa “simpatía” es más fuerte con nuestros afectos más cercanos y se debilita a medida que nos alejamos. Es parte de nuestro “interés propio” recibir la aprobación de ese “observador imparcial” y de los demás sobre nuestra conducta.

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Una «mano invisible» Keynesiana?

Los modelos formales Keynesianos presentan varias curiosidades. Una de ellas, sin embargo, es apelar de manera implícita a la «mano invisible» del libre mercado, es decir, al mismo sistema que se critica por ser inestable gracias a los «animal spirits» (o algún otro tipo de irracionalidad).

¿Cuál es el problema? De manera imprevisible (irracionalidad) la demanda agregada (PBI) cae. Esto puede suceder en principio por caída de inversiones (I) o consumo privado (C). El gasto público (G), sin embargo, se puede administrar de manera centralizada desde el gobierno, por lo que este componente permite estabilizar la demanda agregada.

Es decir, sin sector externo: PBI = C + I + G. El gasto público bien administrado es aquel que en momentos de crisis compensa el comportamiento errático de C y de I.

En una crisis, por lo tanto, es necesario estimular la economía para llevarla nuevamente a  un nivel de pleno empleo. En qué se gaste no importa (recordar la defensa de dar empleo cavando y tapado pozos). No es que la asignación de recursos no importe en absoluto, sino que una vez que se comienza a gastar la economía se encarga de asignarlos de manera relativamente eficiente. Es decir, la política Keynesiana (al menos la original) parece recurrir a la misma mano invisible que critica por generar un persistente alto desempleo para que su política funcione.

Este recurso implícito se debe justamente a pensar en términos agregados y no de individuos con distintas preferencias y capacidades (es decir, en lo opuesto a lo que hace el «agente representativo» de modelos más modernos.)

La sabiduría del clásico artículo “Yo, el lápiz”, ahora también como “I, Smartphone”

el-lapizEl clásico artículo de Leonard Read, “Yo, lápiz”, ha sido presentado siempre como el mejor ejemplo de los beneficios de la división del trabajo. Pero no es solamente eso, se trata también de la coordinación necesaria entre cada uno de los que participan en una pequeña parte del proceso total. Esa es la sabiduría de “la mano invisible”. Podemos realizar muchas más tareas si las dividimos entre todos, pero es necesario que exista una coordinación entre ellas. La metáfora de “la mano invisible” es la que describe ese proceso como un orden espontáneo que alcanza esa coordinación sin que nadie en particular la organice.

Lo hace a través de los precios, que cumplen dos funciones fundamentales: por un lado transmiten información; por el otro generan incentivos para que las personas actúen en consecuencia. El artículo de Read es un gran ejemplo de este proceso. Ninguno de nosotros sería capaz de hacer un lápiz. Si estuviéramos solos en una isla nos olvidaríamos de la posibilidad de contar con uno. Así describe este mismo ejemplo Milton Friedman.

Ya casi no usamos lápices, así que el ejemplo corre el riesgo de quedar anticuado, aunque en verdad están por aparecer lápices con modernas tecnologías, que permitirán grabar textos, por ejemplo. Pero tomemos un ejemplo de algo que todos usamos: un Smartphone. Aquí una versión moderna del mismo concepto, aunque lamentablemente está solo en inglés.

Aquí toda una discusión en el interesante blog “Café Hayek”,

Agradezco a Gabriela Calderon que llamara mi atención del proceso inverso descripto en el libro fotográfico de Christien Meindestsma “PIG 05049″ donde se describe en fotos todos los usos finales a los que contribuye finalmente un cerdo.

Que a su vez es comentado en este artículo publicado por el Instituto Cato.

¿Por qué a la gente no le gustan los mercados y la economía abierta, y sí el estado ineficiente?

A la gente no le gustan los mercados. ¿Por qué? Pascal Boyer, del Instituto del Conocimiento y Cultura de la London School of Economics plantea algunas respuestas tentativas. Traduzco su post porque es bien interesante:

“La gente no quiere a los mercados –hay mucha evidencia de eso. ¿Es relevante que, para decirlo directamente, esa misma gente no parece entender mucho de la economía de mercado?

Ese es un mensaje bastante común de los economistas profesionales. Bryan Caplan lo trata más detalladamente en su libro “El mito del votante racional”. Caplan (entre otras cosas interesantes) comenta sobre estudios sistemáticos sobre el conocimiento de las políticas y sus efectos en los procesos económicos. El mensaje común es que la gente simplemente no lo entiende, y que sus preferencias electorales son en buena medida irracionales.

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Papers «austriacos» en la Reunión Anual de la AAEP

La principal actividad de la Asociación Argentina de Economía Política (AAEP) es la celebración de una Reunión Anual de discusión de trabajos realizados en el ámbito de la economía, tanto por socios como por no socios, la que tradicionalmente se celebra el mes de noviembre de cada año en distintas ciudades del país, en consulta y cooperación con universidades y centros de investigación económica de la Argentina.

El evento reúne anualmente a más de 300 economistas que presentan sus últimas investigaciones a sus colegas. En la última reunión anual que tuvo lugar en Mar del Plata, entre el 16 y el 18 de noviembre de 2011 se encontraron al menos cuatro ponencias de especial interés para los lectores de este blog.

A continuación acceda a los trabajos de Martín Krause, Ricardo Crespo, Luis Alberto Coria López y Hernán E. Gil Forleo.

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