CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE MACRI

Al Sr. Presidente de la Nación,

Ing. Mauricio Macri:

Sé que en este momento tiene temas más urgentes que el que le voy a plantear. El submarino y el problema de los Mapuches son temas que demandan su atención ya, sin dilación, y no quisiera yo distraerlo de su concentración. Por eso, por suerte para usted, lo más probable es que esta carta, despachada a la nueva y aleatoria nube que nos rodea, nunca le llegue. Pero, si así sucediera, le aseguro que no es mi intención molestarlo.

Yo voté por usted sin mayores expectativas, sabiendo que iba a seguir la Argentina de siempre, excepto por la salida de los psicópatas del poder más peligrosos con los que se enfrentó la Argentina en toda su historia. Lo único que yo esperaba, usted lo hizo: sacarnos del camino a Venezuela. Por ende, gracias. No espero nada más.

Pero no esperar no es igual a no deber. Y debo decir ante usted y ante todos que, por favor, nos escuche.

Los liberales hemos recibido todo tipo de epítetos a lo largo de la historia argentina. Bueno, en realidad habría que ver quiénes son los liberales. Al menos yo, un liberal clásico, partidario de la democracia constitucional anglosajona y la economía de mercado fundada en la Escuela Austríaca (y, para colmo, católico) he recibido todo tipo de elogios. Fascista, demente, utópico, esquizofrénico, neoliberal y, el último que se ha puesto de moda, también: liberalote.

Usted, Señor Presidente, no confía en nosotros. Le asiste algo de razón: contrariamente a lo que piensan muchos, nunca hemos sido gobierno. La primera y última vez fue con la Constitución de 1853. Luego, hubo de todo, desde lo parecido hasta lo grotesco: conservadores, antiperonistas, autoritarios, menemistas, y se me acabaron los adjetivos. Así que tiene razón: ¿qué esperar de quienes nunca se embarraron las manos en la política concreta? La única respuesta a eso puede ser la esperanza de lo nuevo. Como dice un famoso título de un famoso autor: ¿por qué no probar la libertad?

Señor presidente, escúchenos. Sé que sus asesores más cercanos le dirán que no lo haga, pero, finalmente, uno de los dramas del poder es que usted, finalmente, está solo. Solo con su conciencia. Finalmente, es esta última la que tiene que escuchar.

Usted juega el papel, aunque no lo haya buscado, de ser una esperanza. Eso no es raro en una Argentina bipolar que siempre cae tan bajo. El autoritarismo de los conservadores. El golpe del 30, casi nazi. El ascenso del Mussolini argentino. El peronismo sin Perón del 56 en adelante. El golpe del 66, con toda su rudeza. Las guerrillas que ya se estaban preparando. La guerra de los 70, con la corrupción, bajeza y banalidad del gobierno de Isabelita. El golpe del 76. La guerra sucia. Su tristísimo final. Pero ahora, escuche más: el Alfonsín cuya economía no le deja terminar su mandato. El Menem que sigue con el gasto público, la deuda pública y la presión impositiva. Su enorme corrupción. Y de vuelta, la esperanza democrática. El gobierno de la Alianza. Que sigue, sin embargo, con lo mismo. La explosión de la deuda pública y la deuda externa. El default. Otra vez, el tristísimo final, y lo que sigue es tan sencillamente horroroso que no quiero, ni hace falta, que se lo recuerde.

Usted tiene ahora dos alternativas. O dentro de algunos años es uno más en esta lista de fracasos, o pasa a la historia como el estadista que quiere ser.

Yo, Señor Presidente, no soy nadie como para explicarle de política concreta. Yo jamás podría haber hecho lo que usted hizo: vencer al kirchnerismo en las elecciones. Jamás. Soy sólo un profesor de filosofía, pero me atrevo a seguir porque sé distinguir entre el corto y el largo plazo.

A corto plazo está haciendo lo que puede y lo que pudo. Pero permítame hablarle del largo. Si, sé que es un largo camino, pero es usted el presidente.

Usted sabe perfectamente que el gasto no puede seguir como está. Lo sabe en su conciencia, aunque mucho no lo pueda decir. Usted sabe que no puede emitir moneda para financiarlo. Usted sabe que no puede elevar más la presión impositiva. Y usted sabe que, según fuentes serias, la deuda pública llega en estos momentos a 293.789,3 (¿importa que sea 790) millones de dólares.

Usted no confía en nosotros porque lo han convencido de que somos unos locos e insensibles que en lo único que pensamos es en echar a todo el mundo a la calle. No. No es verdad, aunque injusto es que los argentinos en general miren bien a los que engañan sumando al estado la desocupación real de la economía en subdesarrollo. Pero no se trata de echar gente y que luego le incendien la Casa Rosada. Aunque, recuerde, a De la Rúa se le incendió. Nunca lo olvide.

Por favor le pido que piense en las funciones del estado. Usted tiene más o menos unos 35 organismos, entre ministerios y secretarías, sin contar las sub, sub y sub y etc. Tiene todo ello porque cree que todo ello es necesario. Ha sacado a los corruptos y ha puesto a gente honesta, pero cree que todo ello es necesario. No. Si usted sabe cómo funciona una economía de mercado y una sociedad libre, y creo que lo sabe, usted puede quedarse con una Secretaría de Hacienda y un Ministerio de Relaciones Exteriores. No mucho más.

Todo lo demás, usted lo puede eliminar. Y al mismo tiempo, eliminar todas las legislaciones y reglamentaciones que esos organismos se encargan de controlar. Piense en todo el gasto que se reduciría ipso facto. Piense en todos los impuestos que podría bajar y eliminar, comenzando con el de la renta. ¿Y qué sucedería? Que todos los emprendedores de los que usted siempre habla, quedarían libres para emprender todas esas funciones, que burócratas detrás de sus escritorios creen que pueden ejercer cuando, claro, no tienen nada que perder.

Al mismo tiempo, formalizaría ipso facto a todos esos sectores carenciados que no pueden pasar a la economía formal porque esas reglamentaciones y organismos se lo impiden.

Así sí, a mediano plazo, las cuentas públicas podrían comenzar a reordenarse. ¿Y los empleados públicos? Mantenga a todos los de planta, aunque no vayan a ejercer funciones. Déjelos si es necesario tres años cobrando sus sueldos, mientras amortiza las cuentas públicas con el ahorro que implica todo el conjunto de medidas anteriores. Las cuentas dan. Reúnase con los directores de la Fundación Libertad y Progreso (Agustín Etchebarne, Aldo Abram, Manuel Solanet) y haga las cuentas. Dan. Porque no es sólo cuestión de calculadora, sino de concepción del estado.

¿Y las provincias? Olvídese de la coparticipación. Prepare una reforma de mediano plazo. Las provincias no deben depender más de Nación. Pero no todas las provincias son económicamente auto-sustentables. Divida al país en 6, no muchas más, regiones administrativas autosustentables, que comiencen a financiarse solas, y suspenda toda relación económica entre Nación y Provincias. El estudio fue hecho por Roberto Dania y Constanza Mazzina en el 2008. Será la primera vez, además, que habrá un federalismo genuino, con gobernadores realmente autónomos del poder ejecutivo nacional.

Y el estado no tiene por qué dejarse de ocupar de salud, educación y seguridad social. Sencillamente, una vez hecha esta transformación, delegue todo ello en las seis regiones mencionadas. No tiene por qué ponerles un nombre, son sólo regiones administrativas. Y desregule totalmente al sector privado en materia de salud, educación y seguridad social. O sea, des-monopolice, quite las regulaciones nacionales, abra al país a la diversidad, tan nombrada, y tan poco practicada en un país monopólico y unitario.

Y hable con la CGT. Usted sabe cómo, yo no. Pero explique ante la opinión pública que nuestro sistema sindical es el de la Italia Fascista de Mussolini. La gente no lo sabe. Vaya, dígalo, explíquelo. Y elimine el sindicato único por actividad.

¿Le parece mucho? Creo que es poco, pero si no, usted sabe cuál es la alternativa. Usted puede seguir con todo como está, y puede ser que los organismos internacionales le sigan prestando. Como si la escasez no existiera. Pero usted sabe, en conciencia, en esa conciencia a la que estoy apelando –jamás podría apelar, por ejemplo, a la de una nueva senadora muy conocida- que ello no es posible. Si usted no hace estas reformas estructurales de fondo, va camino al default. Tal vez no ahora, pero sí dentro de unos años. Lo sabe, lo sabe perfectamente. No hay salida. Se le acabarán los dólares, terminará en el control de cambios, será como Kicillof pero le terminarán diciendo Macrillof. ¿Quiere usted eso? ¿No? ¿Y entonces?

Señor presidente, hay una diferencia entre un simple político y un estadista. El político sigue a la opinión pública, el estadista, en cambio, la cura. Le hace una especie de terapia social, y eso sólo se logra con auténtico liderazgo moral e intelectual. Mandela, Gandhi, educaron a su pueblo. No fueron demagogos, ni siguieron lo que todos pedían, ni engañaron: tenían un norte, sabían a donde iban, tenían un sólido fundamento moral y lo supieron decir. Su decir fue resultado de su ser, y no al revés, como le recomiendan algunos. Señor presidente, sea estadista. Mire para adelante, mire al largo plazo, y entonces sabrá AHORA qué hacer y cómo decirlo.

La verdad, no creo, en mi interior, que nada de esto suceda, pero sí creo que tenía que decirlo. Mientras tanto, no estoy desilusionado, porque yo no me ilusioné con usted. Seguiré con mi docencia, en la Argentina de siempre, con sus males de siempre, si es que un piquete no me mata antes o algún otro joven idealista no me pone otra bomba. Pero qué hermoso sería que me sorprendiera. No por mí: sorpresas, casi todas buenas, me dan mis alumnos. Pienso en la extrema pobreza, en las zonas más subdesarrolladas, en los niños desnutridos del Chaco y de 3 km a mi redonda. Contrariamente a la mayoría de los argentinos, sé que el mercado, para ellos, no es lo que sobra, sino lo que les falta. Vamos. En Venezuela ya no estamos. Gente honesta ya tenemos. Vamos. Sólo falta visión. La suya. La argentina sigue siendo presidencialista.

No hay otra salida.

Su liberalote amigo

Gabriel J. Zanotti

 

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LA ECONOMIA Y LA POLÍTICA: ¿RIVALES O SOCIOS? – Por Alberto Benegas Lynch (h)

En esta oportunidad centro mi atención en una cuestión que estimo es muy de fondo respecto a una aparente tensión entre los procesos de mercado y la legislación. En este sentido se dice que no es cierto que los recursos que destina el gobierno fuera de sus misiones específicas necesariamente van en dirección distinta de la que hubiera elegido la gente libremente. Se continúa diciendo que para eso está el proceso electoral, precisamente para que la gente exprese lo que quiere.

Esto constituye un fenomenal mal entendido. La estructura gubernamental se concibió desde los Fueros de Toledo de 1085, las leyes leonesas de 1188, la Carta Magna de 1215, los juicios de manifestación aragoneses, el habeas corpus, los principios constitucionales estadounidenses, la declaración de derechos de la Revolución Francesa antes de la contrarrevolución y las Cortes de Cádiz, se concibieron decimos para limitar las atribuciones del monopolio de la fuerza a proteger derechos y la legislatura para administrar el presupuesto y ejercer la prudencia en materia tributaria.

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El mensaje liberal – Por Alberto Benegas Lynch (h)

De entrada decimos que la mejor definición del liberalismo es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros.

Es una tradición de pensamiento basada principalmente en la moral que además permite el mayor progreso material, especialmente para lo que menos tienen.

Frente a esta posición están quienes sostienen que deben dejarse de lado las autonomías de las personas en pos de un supuesto bien común que en verdad es inexistente debido principal aunque no exclusivamente al ataque a la institución de la propiedad. Comenzando por el propio cuerpo, luego por la libertad para expresar el pensamiento y, finalmente, por el uso y disposición de lo adquirido lícitamente.

Es del caso detenerse en esto último. Cuando los aparatos estatales intervienen en los precios están, de hecho, interviniendo en la propiedad puesto que son el resultado de arreglos contractuales libres y voluntarios. En el extremo, al abolir la propiedad como aconseja el Manifiesto Comunista de Marx y Engels, el sistema económico se queda sin las únicas señales para operar, es decir, los precios. En este caso no se sabe si conviene construir los caminos de oro o de asfalto y si alguien levanta la mano y dice que con el metal aurífero sería un derroche es porque recordó los precios relativos antes de eliminar la propiedad privada.

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Discurso de recepción del Premio Juan de Mariana 2017 – Por Alberto Benegas Lynch (h)

Muchas gracias por ese recibimiento tan generoso. A veces uno no puede controlar los sentimientos. Me enseñaron que los actos de esta naturaleza se pueden encarar de distintas maneras, pero lo que nunca hay que hacer es llorar.

Estoy emocionado y honrado por recibir este premio y por los dichos de quienes me precedieron en el uso de la palabra.

La primera vez que tuve referencias del padre Juan de Mariana fue con el libro que todos ustedes conocen, de Marjorie Grice-Hutchinson, The School of Salamanca. Luego me fui interiorizando más con esta persona, Juan de Mariana, principalmente a raíz de los escritos de Gabriel Calzada, que es, como se sabe, el fundador y el presidente del Instituto Juan de Mariana, que tanto bien ha hecho y tanto bien hace por la causa de la sociedad abierta. El último trabajo que leí de Gabriel sobre Juan de Mariana fue en un libro que escribimos en honor a Manuel Ayau, que coeditamos con Giancarlo Ibargüen, y que, si la memoria no me falla, versaba sobre sus contribuciones monetarias.

Como se sabe, la tradición liberal y, especialmente, la tradición de la Escuela Austriaca, constituye un punto de inflexión en las corrientes de pensamiento que han ocupado una parte muy importante de la historia. Pero  creo que la posición liberal o el espíritu liberal recuerda a un cuento de Borges en el que aparecen dos amigos, Macedonio Fernández y Leopoldo Lugones. Macedonio Fernández siempre terminaba la conversación con puntos suspensivos para que pudiera seguir el debate, mientras que lo que decía Leopoldo Lugones era asertivo, pues significaba un punto final, y si se quería seguir conversando había que cambiar de tema. Bueno, el espíritu del liberal es el de Macedonio Fernández, con sus puntos suspensivos. Siempre estamos atentos a nuevas conversaciones, nuevas contribuciones, en un contexto evolutivo.

Y en este contexto, quiero presentarles lo que dijo Hayek en la primera edición de 1973 de su libro Law, Legislation and Liberty, en las primeras doce líneas de su primer tomo, donde señala que los esfuerzos de los liberales a través del tiempo han sido muy fértiles y muy meritorios, pero tenemos que reconocer, puntualiza el austriaco, que para contener al Leviatán han sido un completo fracaso. Entonces, en ese contexto, en el tercer tomo de Law, Legilation and Liberty, Hayek sugiere límites para el poder legislativo. Como ustedes saben, Bruno Leoni ha propuesto límites para el poder judicial. Les invito a que pensemos ahora en los límites al poder ejecutivo. Me baso en un pasaje de Montesquieu que es poco conocido y que consigna que el sufragio por sorteo está en la índole de la democracia. ¿Esto qué quiere decir? ¿Cómo por sorteo? Sí, todos aquellos mayores de edad que quieren ser funcionarios gubernamentales, que sepan leer y escribir -aunque eso no es tan importante como estamos viendo con los políticos- deben acceder a los cargos por sorteo. Entonces, ¿quiere decir que cualquiera puede ser gobernante? Exactamente, cualquiera. Por tanto, tengo que proteger mi propiedad y mi vida. Y eso es lo que se necesita, volcarse en instituciones, como decía Popper en La sociedad abierta y sus enemigos, al contrario de la sandez del filósofo rey de Platón, para que los Gobiernos hagan “el menor daño posible”.

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Reflexión de domingo: «NUEVOS LÍMITES AL PODER POLÍTICO» – Por Alberto Benegas Lynch (h)

ABLEstamos observando una marcada decadencia en el mundo. No se trata de sostener que “todo tiempo anterior fue mejor”, para un análisis de esa naturaleza siempre deben estudiarse períodos y temas específicos en los que efectivamente encontraremos momentos mejores pero también mucho peores. En todo caso, lo que hoy vemos es que en la enorme mayoría de los países europeos el nacionalismo ha escalado a posiciones electorales sumamente amenazantes. En Estados Unidos, independientemente de los resultados en las urnas, se comprueba un avance notable de populismo y un apartamiento manifiesto de los valores de los Padres Fundadores . Y en Latinoamérica las situaciones de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador son patéticas (para no decir nada de Cuba, la reversión parcial en Chile y los zigzagueantes y por momentos pastosos acontecimientos argentinos después de los extremos estatistas del gobierno anterior al actual), además, salvando las distancias, de las compadradas y barrabasadas del tirano de Corea del Norte.

En el centro de casi todas estas situaciones se encuentra una manifiesta degradación de la noción de la democracia que, en la práctica, se ha desviado por completo de los ideales de los Giovanni Sartori de nuestra época para mutar en cleptocracia. Es curioso pero la mayoría de las personas opera como si la insistencia en una receta fallida producirá en el futuro resultados distintos de los que ocurren una y otra vez. Es imperioso dar la voz de alarma porque, como decía Einstein, una política que da malos resultados no será distinta por el hecho de que se insista en sus recetas.

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Reflexión de domingo: «LA DESTRUCCIÓN DE VALORES» – Por Alberto Benegas Lynch (h)

ABLEn su célebre discurso sobre Florencia, Giovanni Papini subraya que los habitantes de esa ciudad se han convertido en “porteros de salas mortuorias” porque no han hecho nada por agregar valor artístico a los Giotto, Leonardo, Botichelli, Dante y Miguel Ángel de otros tiempos. Afirma que esos habitantes solo lucran con sus ancestros sin preocuparse por ningún valor agregado, lo cual, sin embargo, ha hecho lo contrario el propio Papini con sus escritos monumentales.

En nuestro mundo de hoy se observa que en su eje central no solo se ha hecho muy poco por conservar los valores esenciales de la civilización sino que se ha hecho bastante por demolerlos. No hay más que mirar a los Stalin y Hitler y sus imitadores de nuestra época para horrorizarse frente a tanta miseria y muerte.

Los modales han  cambiado, el uso de lenguaje soez se hace cada vez más común, empleado por muchos que no se percatan que lo referido a la cloaca convierte a todo en un estercolero. El valor de la palabra empeñada ha decaído significativamente. La institución familiar para formar almas se ha deteriorado en grado superlativo. El homicidio en el seno materno (mal llamado aborto como si se hubiera interrumpido algo que nunca fue) está a la orden del día.

Pero lo más importante (que también abarca lo anterior) es la falta de respeto recíproco y esto se concreta en el avasallamiento paulatino de la propiedad, comenzando por la preservación y decisión respecto al propio cuerpo, a continuación la libre expresión del pensamiento de cada cual y siguiendo con el uso y disposición de lo adquirido por parte de cada uno de manera legítima. Una triada en definitiva indivisible. A algunos distraídos les parece baladí la defensa de la propiedad privada sin comprender que esta institución se encuentra en el centro mismo de la vida civilizada. Es por ello que Marx y Engels sostienen que la abolición de la propiedad privada constituye el aspecto medular de sus propuestas. Y es por ello que pensadores como Ludwig von Mises destacan que la propiedad privada es el meollo de la sociedad libre.

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¿Sobreviven la Pymes a un plan liberal? [Infobae]

Pymes«Si se aplica un plan liberal, ninguna pyme va a sobrevivir”, dijo el ministro de Economía Axel Kicillof mientras anunciaba la creación de un consejo de defensa a las pequeñas y medianas empresas. Luego sentenció: “En el mercado, si no está el Estado, rige la ley de la selva”.

La frase del ministro deja mucha tela para cortar, como cada una de sus reflexiones. ¿Qué parte es cierta y qué parte no lo es?

Lo cierto es que liberales y socialistas llegan a pocos consensos en la política económica, pero en la medida en que haya buenas intenciones, coincidirán en terminar con la corrupción y también con el favor político que el Estado ofrece a algunos empresarios. En este sentido, el pensamiento del ministro de Economía no encaja en ninguna escuela económica de pensamiento. Su política económica consiste en reemplazar al mercado y ofrecer privilegios o sanciones arbitrarias a quienes él cree que lo merecen. La igualdad ante la ley lógicamente brilla por su ausencia.

Siempre insisto en dejar de llamar Unión “Industrial” Argentina a ese grupo de seudoempresarios y seudoindustriales que se reúnen tras la Presidente para las fotos de sus discursos. ¿Qué empresario puede estar a favor de este modelo? Solo aquellos que reciben la “protección” del Estado. Pero ha sido tan gigantesco el entramado de regulaciones, favores, autorizaciones para compra de divisas, permisos de importación o exportación, subsidios, aranceles y protecciones que se extendieron en los últimos doce años, que engloba a una importante proporción de la estructura productiva.

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Continúa el intercambio con el Dr Cavallo II

El Dr. Cavallo responde a dos de los puntos señalados en mi anterior post. A continuación copio sus comentarios. Luego respondo.

Hola Adrián. Me encanta este intercambio contigo. Vamos por parte. Primero sobre las cifras de déficit fiscal. Acabo de subir a mi blog los datos completos que también figuran en el trabajo de Orlando Ferreres: http://www.cavallo.com.ar/wp-content/uploads/2014/11/Cuentas-fiscales.-Fuente-Orlando-Ferrrere.xlsx
Los datos que vos transcribis en tu último comentario no coinciden exactamente con ninguno de los cálculos que aparecen en este cuadro, pero se parecen a los del déficit consolidado del Gobierno Central, el Sistema de Seguridad Social y de las provincias y municipios. Yo me referí al déficit del Gobierno Central, que es el que puede manejar directamente el Ministro de Economía de la Nación. Esa medida no fue déficit sino superávit en todos los años de mi gestión, incluído 1995. Si se agrega el déficit de la Seguridad Social, todavía quedan superávits para 1992 y 1993. El año 1991 indica un déficit, pero por incidencia del primer trimestre, mientras no rigió la convertibilidad. Si se agregan provincias y municipios pero se mantienen como ingresos los originados en privatizaciones, todavía sigue habiendo superávits en 1992 y 1993. Sólo si se excluyen los ingresos por privatizaciones se genera el signo de los datos que vos trasmitís. Sólo el año 1993 es superavitario. Ahora bien, si analizás el orden de magnitud de estos déficits, los midas como los midas, no podés argumentar que fuimos fiscalmente dispendiosos. Todos los años hubo superávit primario, incluído el año de la crisis Tequila. Y , para poner estos datos en perspectiva histórica, te invito a ver el gráfico sobre la evolución del Gasto Público y el déficit fiscal entre 1913 y 2012, que también subí a mi blog:http://www.cavallo.com.ar/wp-content/uploads/2014/11/Gasto-Públoc-y-Déficit-Fiscal-en-perspectiva-histórica.xlsx
Creo que en esta materia, sobran las palabras y los datos.

Con respecto a si soy liberal o Keynesiano, la discusión que planteó Grondona en abril de 1991es engañosa. Plantear al liberalismo como antagónico del Keynesianismo es equivocado. ¿O Keynes no era liberal? En todo caso se podría discutir si soy liberal de la escuela económica austríaca o liberal de la escuela económica Keynesiana. En ese caso yo respondería que tiendo a pensar más como la escuela económica austríaca cuando la economía viene de sufrir alta inflación, estanflación e hiperinflación. Y tiendo a pensar más como la escuela Keyneciana cuando el problema de la economía es la deflación. Si se utiliza el concepto de liberalismo que magistralmente presenta Mario Vargas Llosas en su último artículo en La Nación, creo que no puede decirs que yo no sea liberal.
ranscribo parte del artículo de Vargas llosas: “Como el liberalismo no es una ideología, vale decir, no es una religión dogmática laica, sino más bien una doctrina abierta y en evolución, que en vez de forzar la realidad para que ceda, se acomoda a la realidad, existen entre los liberales profundas discrepancias y las más diversas tendencias. …Esas diferencias de opinión son saludables y útiles, ya que no violan los preceptos básicos del liberalismo, a saber, democracia política, economía de mercado y ladefensa de los intereses individuales por sobre los intereses del Estado. Hay por ejemplo liberales que creen que la economía es el campo donde deben resolverse todos los problemas, y que el libre mercado es la panacea para los problemas, desde la pobreza hasta el desempleo, desde la discriminación hasta la exclusión social”.También he subido a mi blog el artículo completo de Vargas Llosas:http://www.cavallo.com.ar/wp-content/uploads/2014/11/Confesiones-de-un-liberal-latinoamericano-lanacion.com_.pdf

Entre paréntesis, si consideramos que los principios del liberalismo son los que menciona Vargas Llosas, no se entiende que Mariano Grondona haya dicho en abril de 2001, primero, algo que es correcto “Al revés que López Murphy, Cavallo no adhiere a un sistema de pensamiento. No es sistemático, sino pragmático” para luego concluir, equivocadamente: “No se fija principios, sino metas”.

A menos que vos sostengas que los principios del liberalismo son los expuestos por los autores de la escuela austríaca, tal como pareces hacerlo en el párrafo que transcribo: «Mi crítica al Dr. Cavallo es precisamente el no adherir a estos principios que tan claramente han sido expuestos por los autores de la tradición austriaca, y en particular Mises y Hayek. Cuando afirmé en mi primer post que fue desafortunada la imagen del Dr. Cavallo al lado de estos dos autores en la presentación de Iván Carrino, me refería precisamente a esto.”

Invertiré el orden de mi respuesta, para intentar ser más claro. Comenzaré por Vargas Llosa, el liberalismo y Keynes y sólo después retomaré la cuestión fiscal en los 90.

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«Vivir y dejar vivir» – Nuevo Libro de Alberto Benegas Lynch (h)

VivirABLEsta nueva obra de Alberto Benegas Lynch (h) es una colección de columnas publicadas semanalmente en Diario de América desde mediados de septiembre de 2011 hasta diciembre de 2012 y artículos aparecidos en La Nación (Argentina), trabajos que refieren a los excesos del poder y la manera en que debieran mitigarse (el Leviatán como teatro, la arremetida contra la libertad de expresión, la estrategia gramsciana y la situación argentina). En un post-scriptum se agrega un ensayo sobre el chispazo liberal ocurrido en España.

Aquí puede ver el índice, los primeros artículos y comprar el libro.