Durante todo el año pasado todos nos hemos convertido en médicos. Es natural, porque quienes estamos en contra de la cuarentena obligatoria hemos tenido también la tendencia a tranquilizar a una opinión pública bombardeada por el pánico. Por ende hemos actualizado nuestros conocimientos sobre virus, bacterias, contagios, sistema inmunológico, ADN, ARN, etc.
Pero entretenidos en nuestra nueva profesión, hemos olvidado el punto central.
La tesis del orden espontáneo de Hayek no termina de hacer pie en esta sociedad “construida sobre la base del” constructivismo denunciado por Hayek, similar a la razón instrumental denunciado por la Escuela de Frankfurt. Sin embargo, es algo muy sólido. Es el equivalente, en el orden social, a las teorías de la auto-organización de la materia, esto es Big Bang y Evolución. Si hubo un Big Bang, ¿por qué la tendencia fue a la auto-organización de la materia y no a un caos originario de elementos? Los físicos están aún tratando de responderlo. Lo mismo en ciencias sociales: si el conocimiento humano es limitado, ¿cómo pueden los seres humanos inter-actuar entre sí de modo pacífico? Lamentablemente la respuesta sigue siendo hobbesiana. No pueden. Un dictador, el gobierno (que al parecer no es humano) debe organizar al caos que somos todos los demás dejados en libertad. Por eso el gobierno y sus “políticas”: política monetaria, impositiva, exterior, política educativa, de salubridad, etc. etc. etc. hasta el infinito. Y este síntoma de planificación central se da incluso en los liberales clásicos, que no pueden dejar de concebir a la educación (excepto Albert Loan, Hugo Landolfi y nadie más) como un orden deliberado donde tiene que haber un aula, un profesor, apuntes, notas, etc. Logran advertir el orden espontáneo en economía pero no en educación. Si eso les pasa a los liberales que leyeron a Hayek, imagínense en los demás……………..
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