La función social de la riqueza [El Cronista]

En esta nota quiero ofrecer un elogio de la riqueza, o más bien de los empresarios que supieron generarla, distinguiéndolos -por supuesto- de aquellos que se la ganaron de forma indebida, sea a través del robo o a través de privilegios de esa histórica sociedad Estado-Empresario, que siempre se construye a expensas del consumidor. Me refiero concretamente a la riqueza generada por aquellos emprendedores que nos hacen la vida más fácil, arriesgando capital, y apoyados sobre su creatividad, innovación y buen servicio al consumidor, que los elige diariamente comprando sus productos.

Y quiero elogiarlos, destacando la función social de la riqueza que supieron construir, criticando a quienes creen que estaríamos mejor si ese capital fuera socializado entre aquellos que lo necesitan. Podemos recordar al efecto el libro de Joseph Stiglitz, El precio de la desigualdad, quien señaló en su subtítulo que «el 1% de la sociedad tiene lo que el otro 99% necesita». La conclusión parece obvia: Quitemos este capital a aquellos a quienes les sobra y repartámoslo entre aquellos a quienes les falta.

Thomas PIketty, autor de El capital en el Siglo XXI lo dice con mayor claridad: Repensemos los límites del mercado y del capitalismo y reformemos sus instituciones. Abandonemos la austeridad fiscal y gravemos más la herencia y la riqueza, concretamente con una tasa (confiscatoria e inconstitucional) del 80% para rentas que superen el millón de euros.

Este tipo de planteos son peligrosos porque pierden de vista la “función social” que cumple la riqueza que hoy está en poder del 1% más rico. Y es que muchos al pensar en los ricos tienen la imagen del egoísta Tío Rico Mac Pato, en su propia bodega, sentado sobre una gran montaña de oro, contando cada una de sus monedas. La riqueza de estos emprendedores, sin embargo, no está en ninguna bodega. Esa riqueza se encuentra siempre en acciones de muchas empresas, que a su vez convierten ese capital en factores de producción, en forma de grandes edificios, depósitos, campos, máquinas, medios de transporte y comunicación que se utilizan en la producción en masa de aquellas cosas que luego el consumidor demanda. Tomar las recomendaciones de Stiglitz o Piketty y expropiar esta riqueza de las manos de ese 1 % más rico, sería el fin de innumerables proyectos de inversión que hoy sostienen la producción, pero que además generan millones de puestos de trabajo. Es cierto, asignar ese dinero a manos de los más necesitados, les ayudará a sortear un mejor presente, pero simultáneamente se perderán millones de puestos de trabajo que generarán nuevos necesitados.

El análisis económico nos muestra que en efecto, en el corto plazo, re-dirigir esos recursos tendrá como consecuencia un mayor consumo presente, pero instantáneamente colapsará la inversión, y al tiempo se expandirá la escasez de los bienes de consumo más básicos, lo que elevará sus precios, y con ello la pobreza y la indigencia. En el corto plazo, habrá cierto alivio, pero en el largo plazo, una vez redistribuido y consumido ese capital, habremos duplicado el número de necesitados.

Claro que los marxistas se frotan las manos ante este tipo de medidas, porque harían colapsar al capitalismo y la economía de mercado, y con ello sobrevendrá el socialismo. Pero entonces lo único que se podrá repartir es la miseria, y la calidad de vida que conocemos en el siglo XXI habrá desaparecido, hasta que decidamos reconstruirla.

No ignoro que este sistema capitalista no es perfecto y que mucha gente sufre importantes carencias de bienes y servicios básicos. Pero el sistema que tenemos viene expandiendo en los últimos 200 años el acceso a bienes y servicios, reduciendo la pobreza y la indigencia, y contribuyendo a tener una mejor calidad de vida. Esos beneficios -siempre parciales- se los debemos a estos hombres creativos, los emprendedores, quienes arriesgando capital piensan todos los días cómo satisfacer las necesidades del consumidor, lo cual es premiado con mayores beneficios y riqueza. Como dijo el famoso economista americano George Reisman en uno de sus últimos libros “este 1 % provee el standard de vida del otro 99%”.

Esta nota fue publicada originalmente en El Cronista, el martes 11 de abril de 2017.

CONCENTRACIÓN DE RIQUEZA – Por Alberto Benegas Lynch (h)

ABLAntes he escrito a raíz del libro de Thomas Piketty sobre las estructuras de capital en este siglo que corre y también sobre otro de sus libros que alude a las desigualdades. Dejo de lado las enormes y acaloradas controversias estadísticas que suscitaron las expuestas en el primer libro mencionado, principalmente desarrolladas, explicadas y severamente criticadas por Jean-Philipe Delsol, Hunter Lewis, Rachel Black, Anthony de Jasay, Robert T. Murphy, Daniel Bier y Louis Woodhill. En esta nota preriodística circunscribo mi atención en torno a dos aspectos cruciales.

En primer lugar, es importante subrayar que en un mercado abierto las desigualdades de ingresos corresponden a las preferencias de los consumidores. Si el oferente da en la tecla respecto a los gustos y necesidades de sus congéneres, obtendrá ganancias y si yerra incurrirá en quebrantos.

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Reflexión de domingo: OTRO LIBRO DE PIKETTY – Por Alberto Benegas Lynch (h)

ABLAfortunadamente esta vez son solo 190 páginas en la edición argentina del Siglo Veintiuno Editores y no el mamotreto de su obra más conocida que comentamos en su oportunidad junto a muchos otros reviews críticos y favorables. Esta vez se titula La economía de las desigualdades. Como implementar una redistribución justa y eficaz de la riqueza. Repite aquí mucho de lo ya dicho pero conjeturo que el editor lo ha estimulado al autor para publicar dado el momento de su éxito en librerías (lo debe haber conminado en el sentido de now or never).

El lenguaje que Piketty utiliza en este nuevo trabajo es más directo y provocativo (y si se quiere panfletario) respecto a su obra anterior por lo que nosotros también recurrimos a expresiones más contundentes y menos sofisticadas de las que empleamos en nuestro estudio del libro anterior.

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Fundacion Libertad y Progreso: Las Críticas a «El Capital en el Siglo 21» de Thomas Piketty

Se ha escrito mucho sobre «El Capital en el Siglo 21» de Thomas Piketty. Se ha escrito mucho análisis bueno también, del cual la mayoría se encuentra en inglés.

A continuación dejo un review del libro de Piketty, el cual leí el año pasado cuando salió en inglés. Luego comparto una breve actualización que tuvo lugar luego de escribir esta columna. Dado que el review es un español, y que a esta altura tengo poco que agregar a los que ya se ha analizado del libro de Piketty, my review sigue muy de cerca tres de los mejores análisis que ví, que corresponden a Phil Magness, David Henderson, y Xavier Sala-i-Martin.

La publicación en inglés del libro “El Capital en el Siglo 21” del economista francés Thomas Piketty ha generado un intenso y a veces hasta acalorado debate en Estados Unidos. Su publicación en español por el Fondo de Cultura Económica (FCE) puede generar un impacto similar en los países de habla hispana. El libro de Piketty trata directamente sobre cuestiones de distribución del ingreso, siendo un tema de debate político y social en Latino América es de esperar que el libro tenga cierto impacto.

Tantas opiniones se han vertido sobre el libro Piketty que no puedo dejar de mencionar que no reclamo originalidad en los puntos que discuto a continuación. De hecho, en lo que sigue me baso fundamentalmente en los trabajos de Dierdre McCloskey, Xavier Sala-i-Martin, Philip Magness, Robert Murphy, Juan Ramón Rallo, David Henderson, y Chris Giles cuya lectura es recomendable.

Seguir leyendo en Fundación Libertad y Progreso.


Sobre la distribución de capital/PBI a nivel mundial

Esta es una breve actualización sobre la distribución de la riqueza/PBI a nivel mundial que tuvo lugar luego de escribir mi comentario sobre el libro de Piketty. Como menciono en mi comnetario, Phil Magness le cuestiona a Piketty incorporar a paises comunistas con un valor de ratio no explicado que acentúa el resultado esperado por el mismo Piketty. El peso relativo de los paises comunistas es del 17%, siendo el tercer grupo más grande, por lo que su influencia no es menor.

Luego de discutir este tema con Magness re-calculé la serie de Piketty sin considerar los países comunistas. Si la crítica es al capitalismo, ¿por qué meter en la serie países comunistas con una participación del 17%? En el siguiente gráfico muestro la serie original de Piketty, mi re-calculo, y los puntos con datos certeros a partir de los cuales Piketty interpola las décadas sin información. Cómo se puede ver, la primera parte de la U surge de muy pocos datos efectivamente observados.

Sin embargo, al recalcular la serie la forma de U no desaparece, aunque sí disminuye. La forma en U en la nueva serie depende de la región de Europa Occidental. La serie de Piketty llega a sub-estimar el ratio capital/PBI hasta en un 11% respecto a la serie sin países comunistas. No obstante, la forma en U depende en primer lugar de una dudosa interpolación y en segundo lugar de proyecta la serie a partir del año 2020 para lo cual, obviamente no hay datos. De hecho, el último dato observado se encuentra en niveles inferiores o similares a los anteriores a la Primera Guerra Mundial. ¿Es esto una U o una recuperación del capital perdido en la primera mitad del Siglo XX?

Piketty

Phil Magnes sobre los «typos» de Piketty

Phil Mangess ha hecho un estudio muy detallado de los números detrás del libro de Piketty. Es decir, Magness ha hecho una crítica empírica, otros han hecho una crítica teórica.

La respuesta general de Piketty es que estos errores fueron de tipeo (typos) y que no afectan las conclusiones generales del libro. Este no es el caso, si los números corregidos no muestran una distribución del ingreso como la presentada por Piketty su tesis tiene serios problemas.

Magness ofrece la siguiente reflexión (tomado de su muro de Facebook) que creo describe una postura de la izquierda y el socialismo (y el marxismo) que trasciende al caso de Piketty:

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¿Qué dice el marxismo sobre el libro de Piketty?

PikettyRolando Astarita ofrece una reflexión en tres partes al libro de Piketty.

[M]i posición es que, si bien Piketty pone el foco en una cuestión real y candente, que la economía del mainstream ha tratado de disimular en base a formulismos matemáticos y supuestos irrealistas, su planteo tiene poco que ver con la teoría de Marx. En particular, porque la idea marxiana de explotación –el trabajo es la única fuente de las ganancias del capital, y las ganancias del capital son fruto de la explotación del trabajo asalariado- desaparece por completo de su explicación. En su lugar, Piketty propone una explicación neoclásica ortodoxa, que pasa por lo “técnico” (productividad marginal, precios de factores, tecnología y similares). La idea del marxismo es que el fenómeno de la distribución no es “técnico”, ni se resuelve en “los precios de los factores”, ya que tiene por base las participaciones relativas del capital y el trabajo en el ingreso nacional, que es generado por el trabajo. Por eso, la teoría de la plusvalía de Marx llama a cuestionar subversivamente la sociedad. Su mensaje central es que la sociedad moderna se basa en la explotación del trabajo, y esto permanece al margen de que aumente, o no, la desigualdad del ingreso. Su eje es la teoría de la explotación; la tendencia al aumento de la brecha en las desigualdades es un efecto de esa explotación. Pero este aspecto de la cuestión está por completo ausente del trabajo de Piketty; como veremos en seguida, las categorías que utiliza son propias de las formas fetichistas bajo las que se disimulan las relaciones esenciales, incluso en su versión más ortodoxamente neoclásica.

Parte I

Parte II

Parte III

El libro estatista de moda – Por Alberto Benegas Lynch (h)

PikettyNos referimos a Capital in the Twenty-First Century de Thomas Piketty, francés, doctorado en economía en MIT y profesor en la Escuela de Economía de París (institución que él contribuyó a establecer en 2005). El libro está muy bien traducido del francés por Arthur Goldhammer (Le captital au xxi siécle). Está dividido en tres partes y la conclusión, casi 700 páginas que contienen 32 cuadros estadísticos.

Es una obra que combate la desigualdad de ingresos y patrimonios sustentado en confundir el capitalismo con el llamado “capitalismo de amigos” (en verdad ausencia de capitalismo puesto que las relaciones incestuosas entre el aparato estatal y los empresarios prebendarios -desde Adam Smith en adelante- niega el significado de esa tradición de pensamiento), además, como han demostrado economistas como Hunter Lewis, Rachel Black, Robert T. Murphy y Louis Woodhill, basado en proyecciones sesgadas y estadísticas equivocadas (especial aunque no exclusivamente las referidas a retornos sobre el capital).

Dejemos las transcripciones numéricas que efectúa el autor de este libro para reflexionar sobre el centro de su tesis para lo que sugiere elevar considerablemente los impuestos al efecto de mitigar las referidas desigualdades, puesto que como es sabido incluso para leer tablas estadísticas se requiere un andamiaje conceptual previo y es a esta estructura teórica del autor la que vamos a comentar telegráficamente en esta nota periodística.

Incluso aunque las series en cuestión estuvieran bien fabricadas, las comparaciones pertinentes, los años base significativos, bien realizadas las correlaciones, bien seleccionadas las muestras y bien construidos los índices, no cambia la línea argumental. Esto es, si es cierto que en mercados abiertos y competitivos las diferencias patrimoniales las decide el consumidor en el supermercado y equivalentes, cualquier resultado en el delta es, por definición, el que ha establecido la gente con sus compras y abstenciones de comprar. Como los recursos no crecen en los árboles, su correspondiente asignación no resulta indistinta: la administración debe estar en manos de los que atienden mejor las demandas de sus congéneres a través de los cuadros de resultados para que los que dan en la tecla ganen y los que yerran incurran en quebrantos en posiciones que no son irrevocables sino sujetas a las cambiantes necesidades del público consumidor.

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