¿Por qué fallan los economistas en sus predicciones?

pronosticos-economia-300x216A menudo escuchamos en los medios y en la calle un reclamo social a los economistas por no acertar en sus pronósticos macroeconómicos. La crítica no es menor, pues ya se ha puesto en duda no sólo el “arte” de la predicción, sino también al carácter “científico” de la economía.

La economía es una ciencia, y quizás una de las más complejas. Si bien los economistas podemos ser agrupados bajo el uso de distintos métodos, en general nos manejamos con un lenguaje común, utilizamos modelos con relaciones causales entre variables y predecimos lo que ocurrirá en una zona geográfica si un Gobierno interviene un mercado bajo una específica política económica.

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SOBRE PRUEBAS Y RETROACTIVIDADES – Por Alberto Benegas Lynch (h)

MachlupLos extraordinarios adelantos en las ciencias físico-naturales (denominada “filosofía de la naturaleza” en la época de Newton) han sido tan notables que las ciencias sociales (denominadas “ciencias morales” en la época de Adam Smith) han tendido a copiar sus métodos, lo cual ha conducido a tremendos errores ya que se trata de dos planos de análisis completamente distintos.

Son indiscutibles los notables progresos desde Copérnico a Hawking pero de allí no se sigue que sea legítima la extrapolación metodológica de una rama del conocimiento a otra. En el primer caso, el método hipotético-deductivo se basa en datos disponibles “desde afuera” sujetos a experimentación. En cambio, en el segundo caso, no hay datos disponibles antes de la acción. Las piedras y las rosas no tienen propósito deliberado, en ese campo hay reacción, mientras que en las ciencias sociales hay acción (por definición, humana), hay decisión, elección y preferencia, lo cual no ocurre en las ciencias naturales.

En esta línea argumental es que Fritz Machlup declara que “El cientista social aparentemente está avergonzado de lo que en verdad distingue las ciencias sociales de las naturales; es decir, el hecho de que el estudioso de la acción humana es en si mismo un sujeto actuante y, por ende, posee una fuente de conocimiento que no se encuentra disponible para el estudioso de las ciencias naturales”. En este mismo sentido, Friedrich A. Hayek explica que “La razón por la que nuestro campo de conocimiento [la economía] resulta de tanta perplejidad es, desde luego debido a que nunca puede ser establecido por medio del experimento, solo puede adquirirse a través de un razonamiento difícil”. Por su parte, Ludwig von Mises enfatiza que “No es posible conformar las ciencias de la acción humana con la metodología de la física y las demás ciencias naturales” y Edmund Husserl concluye que “Seguir el modelo de la ciencia de la naturaleza implica casi inevitablemente cosificar la conciencia, lo que desde un principio nos lleva a un absurdo, de donde surge siempre de nuevo una propensión a planteos absurdos del problema y direcciones erróneas de la investigación”.

El positivismo metodológico sostiene que las proposiciones que no pueden verificarse carecen de significación, pero como ha señalado Morris Cohen “esa misma proposición no es verificable” y, por otro lado, como ha enseñado Karl Popper, nada en la ciencia es verificable, todo conocimiento es provisional sujeto a refutaciones. Por más numerosas que sean las experiencias de casos particulares, no resulta posible extrapolar los resultados a lo universal. No hay necesidad lógica que se repita lo anterior, ese es el problema de la inducción que, en la vida diaria, frente a sucesos singulares, se suple con el verstehen conjeturando lo mismo que ocurrió en el pasado (al efecto de poder actuar, se supone la reiteración).

Por esto es que en economía las series estadísticas y los gráficos no prueban nada, de lo contrario hace rato que en este plano hubiera quedado en evidencia la superioridad de la sociedad abierta (por ejemplo, la comparación entre la Alemania occidental y la oriental o actualmente la establecida entre Corea del Sur de la del Norte y así sucesivamente). El debate radica en los razonamientos y en los fundamentos, es decir, en el esqueleto conceptual que interpreta la realidad. Es allí donde se dilucida el problema y es allí donde deben concentrarse los esfuerzos, lo cual lo vienen haciendo con éxito las izquierdas hasta el presente.

No hay gobernante que no abrume a la audiencia con estadísticas con la pretensión de justificar su gestión. Si hay quienes objetan esas series deben remitirse al andamiaje conceptual y, nuevamente, es allí donde reside el debate de fondo.

Ahora bien, suponiendo que primero y antes que nada se hayan entendido las ventajas del liberalismo, teniendo en cuenta lo dicho pensemos en voz alta sobre lo que debería hacerse cuando se intenta abandonar el sistema estatista respecto a los llamados derechos adquiridos y las posibles retroactividades, en el contexto del apunte hayekiano de razonamientos complejos en ausencia de toda posibilidad de recurrir al laboratorio.

El planteo del problema es como sigue: qué hacer con los privilegios legales que han obtenido empresarios de la época anterior a las reformas liberales. Entiendo que no puede alegarse derecho contra el derecho, es decir, si se han otorgado facultades para expoliar al prójimo vía la dádiva, ésta debe suspenderse sin miramientos puesto que afecta derechos de terceros. Pongamos un ejemplo por cierto extremo: seguramente quedará claro que en el fin de la era de los asesinos nazis, nadie en su sano juicio permitiría que se aleguen derechos adquiridos para seguir construyendo cámaras de gas y menos aún que se sigan masacrando judíos. Sin llegar a este extremo pavoroso, todos aquellos que pretendan continuar con las succiones del fruto del trabajo ajeno deben abandonar esa posibilidad sin gradualismos que permiten lesionar escalonadamente derechos de otros, lo cual queda evidente en el caso de las cámaras de gas pero también debería resultar claro en todos los demás ejemplos.

Ahora viene el tema de la retroactividad. Seguramente se concluirá sin margen al titubeo que los que asesinaron judíos (o a cualquier persona) deben ser juzgados y penados aunque hayan procedido conforme a las leyes vigentes al momento de producirse el hecho criminal. Nuevamente, esto se ve con claridad en el caso planteado, pero qué hacer con los subsidios, mercados cautivos y similares. Estimo que el juicio prudencial indica que no debe aplicarse la retroactividad puesto que judicializar políticas de este tipo pueden producir un efecto boomerang para la propia seguridad jurídica.

Distinto es el caso si se procedió fuera de la ley, en ese caso debe actuarse tal como se hace en un país civilizado frente a las usurpaciones de propiedades, es decir, proceder al desalojo. Del mismo modo debe procederse con todos aquellos que se han apoderado ilegalmente de propiedades, léase, las víctimas deben obtener resarcimiento. Es pertinente decir que hay un repudio generalizado a las usurpaciones, pero, en verdad, los privilegios otorgados a empresarios constituyen usurpaciones encubiertas, la diferencia radica en que uno opera fuera de la ley y el otro conforme a la ley del momento.

Como es sabido, el óptimo de Pareto señala como requerimiento en los cambios de políticas que “mejore una o más personas sin que empeore ninguna” lo cual no ocurre en el tránsito de un sistema estatista a uno liberal debido a los intereses creados en el régimen anterior, y el denominado principio de compensación no resuelve el entuerto en el sentido de que “los gananciosos compensen a los perdidosos y aun se mantenga una dosis de utilidad neta”, puesto que no son posibles las comparaciones de utilidades intersubjetivas ni el sumar ni restar utilidades ya que los observadores no pueden conocer las utilidades subjetivas de otros (ni el propio sujeto actuante las puede expresar en números cardinales, recordemos que el precio expresa -no mide- valoraciones cruzadas y distintas entre vendedores y compradores) y, además, en este contexto, tampoco las cotizaciones de mercado revelan ninguna información sobre los que no venden porque, precisamente, otorgan a sus activos valores superiores a los que al momento aparecen en el mercado.

En resumen, dada la imposibilidad de laboratorio en las ciencias sociales y dadas sus ventajas sobre las naturales en cuanto a la información “desde adentro”, como ha puntualizado James Buchanan “mientras los intercambios se mantengan abiertos y mientras no haya fraude ni el uso de la fuerza, lo que se acuerda entre las partes es, por definición, lo que puede clasificarse como eficiente”. En otros términos, la guía para la mayor prosperidad consiste en la libertad y los juicios y conclusiones para el tránsito entre un sistema y otro deben ser cuidadosamente debatidos, para lo cual tal vez esta nota periodística sirva de pretexto para discutir el tema y eventualmente revisar algunos de los razonamientos aquí esgrimidos en esa materia.

¿Por qué no formalizar el estudio de la economía?

Estudio_economiaCada vez hay más gente que dedica cientos o de horas al año al estudio informal de la ciencia económica. Aparecen en blogs, abren los propios, compran los últimos libros y hasta dedican tiempo a leer las últimas revistas científicas. Buscan literatura contradictoria, van a las raíces de la disciplina indagando en la historia del pensamiento económico, se preocupan por conocer lo que dicen las distintas tradiciones de pensamiento, se animan a cruzar la barrera formal de la disciplina y leen también de filosofía, derecho, historia, ciencias políticas y hasta antropología. Incluso abren su mente y acceden a autores que bajo los estudios formales no tendrían acceso. Mi impresión es que en muchos casos se convierten en mejores economistas que otros que han elegido el camino formal.

Pero mi pregunta a todos ellos es por qué no «formalizan» esos estudios. Si saben que el estudio de esta ciencia los apasiona y si van a seguir dedicando recursos a estos estudios, por qué no obtienen los títulos correspondientes para luego poder ejercer la docencia y la investigación formal. Pienso que de esa manera, el cambio que ejercerán será mucho mayor. Me gustaría conocer la opinión de nuestros lectores.

Al rescate del científico social

SabinoEn esta presentación, Carlos Sabino ofrece respuestas a una pregunta esencial: Es la Historia, ¿ciencia o arte?

Propongo tomar esta presentación como punto de partida para intentar responder también a otras preguntas. ¿Qué relación existe entre la teoría y la historia? ¿Puede haber historia sin teoría previa? ¿Debe el historiador formarse en filosofía, antropología, economía, política, derecho o puede trabajar de forma independiente de esas y otras ciencias sociales? Lo mismo cabe decir de estas otras ciencias. ¿Debe el economista formarse en historia? ¿Debe el politólogo estudiar derecho? Yo creo que sí.

Mi impresión es que el historiador, el politólogo o el economista, no harán un trabajo profundo y responsable si no se forman hasta cierto punto en las otras disciplinas. Las ciencias sociales gradualmente crecen en complejidad, y esto lleva a los profesionales a la especialización, pero con ello, se va perdiendo al «científico social» capaz de ver más allá de las fronteras de esas disciplinas, y con ello, lamentablemente se está perdiendo al verdadero profesional capaz de ayudarnos a entender la problemática social.

Los economistas del siglo XVIII y XIX no son Licenciados en Economía. Son más bien, filósofos sociales. Muchos han señalado que entonces, no había economistas. Yo creo que al contrario, hoy no tenemos economistas, y que «economistas» eran los de antes.

¿Cuánto saben de historia, derecho y política, los economistas modernos? ¿Cuánto saben de economía, derecho y ciencias políticas, los historiadores modernos? ¿Cuánto saben de derecho, economía e historia los politólogos?

Lo que vengo pensando desde hace algún tiempo es que quizás se debería formar a un científico social con una base común, pero interdisciplinaria, y luego cada uno profundizará, quizás con estudios de posgrado en la filosofía del derecho, en la economía, en las ciencias políticas, o en la práctica de la historia, pero con ese tronco común e interdisciplinario que le permitirá comprender mejor la realidad social. Visto así, la especialización sólo puede venir después de un estudio general de las ciencias sociales, del que hoy carecen la mayor parte de los profesionales.

Desde luego hay otras carreras más prácticas, como abogacía o contador público, que siguen siendo necesarias bajo la estructura actual. Pero cuando el abogado abandona la práctica jurídica y estudia la filosofía del derecho, no siempre cruza de vereda para estudiar las otras ciencias sociales. Y lo mismo ocurre con las otras profesiones.

Esto es tan sólo una reflexión. Invito a los lectores a ofrecer las suyas.