REINHARD JUSTUS REGINALD SELTEN (1930 – 2016) – Por Juan Carlos De Pablo

SeltenPublicado originalmente en CONTEXTO; Entrega N° 1.413; Setiembre 5, 2016

Nació en Breslau, Eslovenia, que entonces formaba parte de Alemania y actualmente de Polonia. “Cuando nací, mi padre era propietario de un negocio llamado `círculo de lectores´, que repartía sobres con revistas que les facilitaba a los clientes durante una semana. Llevaba adelante la actividad, a pesar de ser ciego desde joven” (Selten, 1994). “Mi padre era judío, mi madre protestante. Me bautizaron como protestante. Mi padre falleció en 1942, así que no fue a un campo de concentración; aunque fue internado en un hospital judío que carecía de equipamiento médico, lo cual contribuyó a su muerte” (Selten, en R-H-C, 2010).

“Pertenecer a una minoría oficialmente descalificada me forzó a prestarle atención a la realidad política desde el comienzo mismo de mi vida… Tuvimos que huir, primero a Saxonia y luego a Hessia. Para asistir a la escuela primaria tenía que caminar 3 horas y media de ida, y otro tanto de vuelta” (Selten, 1994). “Eventualmente migramos a Austria. No quería mendigar, pero el dinero que teníamos carecía de valor. Trabajé en una granja. Para mantener mi mente ocupada, resolvía problemas matemáticos. Caminar desarrolló mi pasión por el excursionismo… Visité mi lugar natal luego de recibir el Nobel. Contraté un guía, pero sólo uno de los 4 lugares que busqué había sobrevivido. Me sorprendió la actitud de la gente: conservaban una fuerte identificación con la Baja Silesia, aunque fueran polacos” (Selten, en R-H-C, 2010).

Estudió matemáticas y economía en la de universidad de Frankfurt. “Mientras estaba en la escuela secundaria, leyendo la revista Fortune me enteré que existía la teoría de los juegos. Leí el libro que escribieron von Neumann y Morgenstern. Mi profesor Ewald Burger me permitió escribir mi tesina de master sobre teoría de los juegos cooperativos. Lo cual, junto a mi tesis doctoral, me permitió descubrir el problema de la perfección antes que otros” (Selten, en R-H-C, 2010). “Aunque Heinz Sauermann carecía de entrenamiento matemático, estaba a favor de su aplicación en economía… No sólo era profesor de economía sino también propietario de una empresa textil… En los juegos relevantes para el mundo de los negocios, no se puede aplicar la teoría bayesiana o la de los juegos, porque hay que adoptar las decisiones en muy poco tiempo” (Selten, 1993). “Sauermann era una persona remarcable, uno de los primeros propagandistas de [John Maynard] Keynes en Alemania” (Selten, 1994).

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Provisión privada de bienes Públicos: juegos repetidos, economía experimental y sicología evolutiva

El Capítulo 6 del libro El Foro y el Bazar, considera los aportes teóricos que puedan sustentar la provisión privada de bienes públicos a partir de conductas cooperativas. En particular, analiza los aportes de la teoría de los juegos, la economía experimental y la sicologia evolutiva:

La principal dificultad para lograr la provisión voluntaria de bienes públicos es el incentivo que el individuo tiene para ser free rider del esfuerzo de los demás; es decir, usuario gratuito de las contribuciones de otros. En la teoría de los juegos esa figura es modelada como la persona que traiciona, en lugar de cooperar en el dilema del prisionero. La conclusión de esto es que no podríamos esperar que los individuos cooperen voluntariamente.

El análisis de tales incentivos es correcto. Sin embargo, esto ocurre en tanto en cuanto nos encontramos en una situación de un juego único, de una sola jugada, ya que, en cuanto incorporamos la posibilidad de múltiples jugadas, el incentivo sirve para cooperar en lugar de traicionar. El contacto y la interrelación constante fomentan la cooperación. Este incentivo podría desaparecer si se conoce el momento en que el juego terminará, pero en la vida en sociedad la mayor parte de los juegos son continuos y no sabemos cuándo terminarán. Tomemos el caso de una relación laboral: las dos partes se encuentran en una relación continua, un contrato según el cual una parte ofrece su trabajo y el otro una paga determinada —en términos tan sencillos que no reflejan la complejidad de este intercambio—. Las dos partes saben también que esa relación puede terminarse en cualquier momento, por miles de circunstancias diversas. Pero no saben la fecha cierta de ese fin y mientras no lo sepan, el incentivo a cooperar se mantiene.

La economía experimental cuestiona el supuesto del individuo racional y maximizador de ingresos y prefiere verificar las conclusiones de la teoría de los juegos con gente de carne y hueso. Para ello diseña experimentos, como los del dictador o del ultimátum, en los cuales busca verificar esas conductas. Las respuestas son muy interesantes y contundentes: los individuos, incluso los estudiantes de economía, no se comportan de esa forma y muestran conductas de cooperación en porcentajes elevados. Esto abre el campo para analizar un individuo más complejo en sus conductas; permite considerar la posibilidad de cooperación voluntaria y también comprender las instancias de provisión de bienes públicos que veremos en el capítulo siguiente.

La psicología evolutiva aporta como conclusiones que esos incentivos a cooperar forman parte de nuestra estructura mental, desarrollada en largos procesos evolutivos. Es decir: venimos con un software que permite y estimula la cooperación, aunque no estemos determinados por ello para hacerlo.