"There is only one difference between a bad economist and a good one: the bad economist confines himself to the visible effect; the good economist takes into account both the effect that can be seen and those effects that must be foreseen." Frederic Bastiat
El reciente referéndum que abre una reforma constitucional en Chile ha despertado temores. Creo que es entendible, que el régimen de Nicolás Maduro festeja el referéndum naturalmente preocupa a más de uno.
Mi felicitación, reconocimiento y admiración al pueblo chileno que hoy se volcó a las calles y centros electorales para decidir el futuro de su Constitución y acabar con el pinochetismo. Se abren las grandes alamedas para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva Allende! pic.twitter.com/1cPFNEfIDQ
Por supuesto, el tema de la reforma constitucional en Chile posiblemente responda a varios problemas. Me quiero enfocar en un sólo argumento (sin que ello implique que no pueda haber otros) que he visto repetidamente en las redes. El problema de la distribución del ingreso. Mi impresión es que este argumento se construye sobre la idea de que mayor libertad económica (o «neoliberalismo», como le suele gustar a los críticos) implica una peor distribución del ingreso. Esa idea que una supuesta «teoría del derrame» (inexistente) deja a los más necesitados de lado. Veamos datos tomados del Banco Mundial y del Índice de Libertad Económica del Fraser Institute (EFW).
En los últimos días hemos visto violentas reacciones en Chile con orden de toque de queda por parte del gobierno. Al momento se estarían contando un total de 18 muertes.
Como es costumbre con el caso de Chile, sectores de izquierda y del progresismo hacen referencia a la mala distribución del ingreso de Chile como el problema latente que dió lugar a los violentos estallidos sociales. Que Nicolás Maduro haya dado a entender que esto es resultado de un plan del socialismo del Siglo XXI no merece, por supuesto, consideración de estos grupos.
No conozco en detalle la situacion de Chile. Pero sí me llama la atención el argumento de la distribución del ingreso.
He aquí los motivos.
1. La "justa" distribución del ingreso
El argumento es bastante simple. La desigualdad del ingreso en sí es no sólo un problema social, sino una también una inmoralidad. Tres cuestiones
Primero. ¿Es la distribución del ingreso la variable relevante, o acaso la distribución del consumo no es lo importante? No es un tema menor, dado que la distribución del consumo es mucho más similar que la del ingreso (mayores ingresos no se traducen en mayor o mejor consumo de manera "lineal"). El siguiente gráfico de Our World in Data muestra esta relación para un número de países (si bien los mismos no son de Latino América).
Segundo. Hay varios motivos por los cuales la distribución del ingreso puede ser desigual.
Ejemplo 1: No todos tenemos la habilidad de un Messi para jugar al fútbol y por lo tanto tener mayores ingresos como deportistas elite (es curioso que la izquierda y el progresismo no suela criticar los altos ingresos de deportistas o artistas).
Ejemplo 2: Movilidad social; quienes recién se incorporan al mercado de trabajo poseen menos experiencia y por lo tanto productividad que quienes ya cargan con varios años de experiencia (aquí un simple ejemplo).
Ejemplo 3: El ingreso nominal puede ser distinto por "compensating diferentials". Trabajos de alto riesgo poseen mayores salarios que trabajos de bajo riesgo. Lo que no se cobra en sueldo, se "cobra" en mayor seguridad.
En todo caso, sea cual sea el número de distribución del ingreso, no se puede afirmar que el mismo sea malo o bueno sin estudiar el por qué se da esa distribución del ingreso. No es lo mismo tener mayores ingresos vendiendo productos en el mercado que los consumidores desean que siendo un Fidel Castro que amasa fortunas expropiadas de su pueblo.
2. El mito de trade-off entre crecimiento (libertad económica) y desigualdad
Parece tomarse como verdad indiscutible que el mayor crecimiento económico (proveniente de mayores libertas económicas) se da a costa de una peor distribución del ingreso. Esto es muy fácil de chequear, es cuestión de mirar la libertad económica de los países alrededores del mundo y sus datos de distribución del ingreso (para los más wonkish, claramente una regresión que tenga en cuenta otros controles es más apropiado, esto no deja de ser una correlación simple).
El siguiente cuadro del último reporte del EFW muestra que no hay correlación entre libertad económica y distribución del ingreso (en promedio). Mirar Chile, por ejemplo, no demuestra que mayor libertad implica peor desigualdad del ingreso. Este relación no se resuelve con un tamaño muestral igual a 1, hay que observar todos los países.
3. ¿Y Chile?
Viendo que no hay correlación entre libertad económica y distribución del ingreso, ¿cuál es la situación puntual de Chile?
Los siguiente gráficos muetran una serie de dos variables de distribución del ingreso. El Coeficiente de Gini y el ratio del quinto quintil (mayores ingresos) respecto al primer quintil (menores ingresos).
Estos gráficos muestran a Chile (línea negra gruesa) junto a otros países representativos de la región. Los datos provienen de la CEPAL y el motivo por el cual Argentina no figura es porque no hay datos disponibles.
Dos cuestiones a resaltar. En primer lugar no se observa que Chile posea una peor distribución del ingreso que otros países; por el contrario, parece encontrarse en una mejor situación que el promedio de los países representativos en el gráfico. Si fuese cierto que la distribución del ingreso en Chile es significativamente peor que al de otros países, esto deberíamos verlo en el gráfico. De hecho, el gráfico tiene sólo dos países con una clara mejor distribución del ingreso, (1) Uruguay y (2) Venezuela. ¿Se justifica obtener esa mejora en la distribución del ingreso a costa de volverse una Venezuela (situación que la izquierda oscila entre ignorar y sostener que no es un verdadero régimen socialista) cuando se puede ser Uruguay?
En segundo lugar, ambos gráficos muestran una tendencia a mejora en la distribución del ingreso. Es decir, no sólo la situacion ha mejorado según los propios parámetros de la izquierda y el progresismos, sino que lo ha hecho a la par de crecimiento económico. No es el caso que crecimiento implica necesariamente una peor distribución del ingreso.
4. PS: Sobre el EFW
La típica respuesta que recibo cuando muestro estos datos es que el indicador EFW no es confiable. La estrategia es conocida, si los datos no avalan la teoría, entonces se cuestionan los datos. Por supuesto, es posible que haya problemas con los datos. Como todo índice, el EFW no es perfecto. ¿Pero es el caso que el EFW no es confiable?
El EFW lo calculan investigadores de la Southern MethodistUniversity (universidad de rango R1). El reporte lo publica el Fraser Institute, pero la estimación pertenece a SMU.
El índice es ampliamente utilizado en papers publicados en todo tipo de journals con referato. Hall and Lawson ofrecen un review de esa literatura. Public Choice, JEBO, Journal of Development Economics, World Development, Economic Inquiry, y Kyklos son sólo algunos de los journals donde el EFW aparece referenciado o citado. ¿Por que esta aclaración? Por que también se ha cuestionado que los journals donde se cita el EFW no deben ser prestigiosos. Claramente no hace falta defender el prestigio de estos journals.
Que las economías de mercado producen una mala distribución de ingreso es uno de los principales argumentos de sectores de izquierda y diversas versiones de socialismo para oponerse al liberalismo económico.
Se da por sentado que una distribución del ingreso desigual es inherentemente algo malo, prácticamente inmoral. A mi juicio este no es el caso. La distribución del ingreso en sí no es buena ni mala (moral ni inmoral). Lo que importa es el por qué se da una determinada distribución del ingreso. La «justicia social» no depende del resultado como del por qué los que más tienen son justamente los que más tienen. Los economistas que no hacen esta distinción, me temo, confunden más que lo que aclaran e inclinan a la opinión pública a tomar medidas que pueden ser contraproducentes al tener un diagnóstico impreciso del problema.
H.B. Acton (1908-1974) fue un filósofo político, profesor en la London School of Economics y en la Universidad de Chicago, entre otras. Liberty Fund publica un libro con ensayos de su autoría con el título: The Morals of Markets and Related Essays (1993).
Sostiene que ayudar a aquellos que sufren y responder al llamado humanitario es una demanda moral “que nadie puede razonablemente cuestionar, pero esta respuesta está relacionada con la reducción del sufrimiento, no con alcanzar la justicia. Una cosa es ayudar para aliviar el sufrimiento y otra muy distinta es obtener ayuda para alcanza la justicia. La primera no necesariamente lleva en una dirección igualitaria mientras que la segunda sí lo hace.”
Comenta que la distribución de ingresos es resultado de un proceso que nadie en particular diseña. “Aquello que simplemente ocurre no puede ser justo o injusto. No es injusto que un buen hombre muera en un accidente y que un mal hombre viva mucho y sea feliz.”
“Podemos hablar de crear oportunidades, de aprovechar oportunidades, de recibir oportunidades o de estar presentes en las oportunidades. ¿Es la igualdad de oportunidades tener la misma chance de creárselas uno mismo? Esto parecería asumir una energía e inteligencia que poca gente posee, por lo que sería estirar mucho la definición si nos quedamos solamente con la idea de crearnos nuestras propias oportunidades. Por otro lado, sería hacerlo en sentido opuesto si dijéramos que igualdad de oportunidades es tenerlas allí, digamos, disponibles, requiriendo poco o ningún problema para utilizarlas. En verdad, esto es difícilmente posible, dado que cada persona puede no utilizar o aprovechar una oportunidad que se le ofrezca. Sugiero, entonces, que aprovechar oportunidades es central para el mismo concepto de igualdad de oportunidades, lo que presupone, en consecuencia, una cierta espontaneidad y actividad por parte del tomador. Si esto es así, podemos esperar que aquellos que buscan igualar las oportunidades para todos en el sentido de presentarlas ante ellos dentro de un sistema educativo organizado por el gobierno, encontrarán que solamente una porción de quienes son ofrecidos las aceptan. Los igualitaristas están entonces tentados a poner más y más énfasis en dar y presentar y esto es probable que incluya ciertos obstáculos para quienes las crean y quienes las toman.”
Respecto a la salud pública: “Como pacientes, la gente quiere mucho más salud pública de la que desea pagar como contribuyente”.
“La pobreza y la desgracia son males pero no son injusticias, y la demanda moral que presentan es por ayuda en base a la humanidad. En cuestiones básicas para la vida como salud, vivienda y educación de sus hijos es mejor que la gente asigne sus propios recursos tanto como puedan, y que la provisión pública (si es posible como poder de compra) se reserve para aquellos que individualmente no pueden pagarla. SI no se les permite que la provean por sí mismos terminarán considerando a estos requerimientos básicos como la responsabilidad de algún otro, y el entretenimiento como el principal objetivo de sus elecciones libres.”
“En cuanto la gente quiere que la sociedad como un todo esté justamente organizada implican con ello que debe estar bajo un control humano unificado para que el gobierno asegure la distribución justa que no se produce automáticamente. En una sociedad democrática se espera que los votantes elijan un gobierno que haga esto. Ahora, la cuestión que debe considerarse es si un estado organizado para la justicia distributiva puede al mismo tiempo mantener la justicia conmutativa… Sugiero que hay una oposición fundamental.”
Max Roser comparte el siguiente gráfico con riqueza y distribución del ingreso de 1820 al 2000. El mundo no sólo se ha vuelvo más rico, sino también menos desigual (asi bien aquí no se diferencia entre igualdad entre países y dentro de cada país.) Estos resultados también coinciden con los Xavier Sala-i-Martin.
En palabras de Roser, qué quieren decir estos gráficos:
En 1820 sólo unos pocos países crecían. La mayoría del mundo vivía en la pobreza con un ingreso similar a los países más pobres hoy día de Africa.
150 años más tarde, en 1970, el mundo había cambiado se volvió más desigual. La distribución del ingreso tiene una forma de camello, con dos «copas», una en 500USD y la otra diez veces mayor en 5000USD (USD internacionales.)
En las tres décadas siguientes la distribución del ingreso se modificó sensiblemente. Los países más pobres alcanzaron a los más ricos. El mundo ya no está dividido como en la espalda de un camello. El mundo ya no es sólo menos desigual, es también más rico.
Nota en Altavoz Perú sobre el «mito» de la mala distribución del ingreso entre países capitalistas (libre mercado) y socialistas (no libre mercado.)
Casi de manera unánime se señala que la “mala” distribución del ingreso es un serio problema social. El socialismo moderno, por ejemplo el Socialismo del Siglo XXI, está llamado a corregir este vicio del sistema de mercado capitalista. El capitalismo, sostiene la crítica socialista, puede ser eficiente pero es inmoral, dado que no resulta en una equitativa distribución del ingreso para todos. Los empresarios (a veces de manera inconsciente) explotan a sus trabajadores debido a la “lógica productiva del capitalismo.” El empresario puede ser una buena persona, es la lógica del sistema lo que lo lleva a explotar a sus trabajadores incluso sin ser consciente de lo que hace a nivel social.
A veces es necesario ampliar el campo de visión para que el árbol no nos haga perder de vista el bosque. Que la pobreza aumenta, que la distribución del ingreso empeora, etcétera, son constantes críticas al sistema de libre mercado. Es cierto que el libre mercado no es perfecto. Las críticas de izquierda o de origen socialista que apuntan a algún problema del libre mercado para criticar al totalidad del sistema son tan inconsistentes como útiles en la opinión pública. ¿Cómo sería el mundo sin mercado sería una pregunta más acertada?