Al populismo se le acabó la energía

Compartimos un video desarrollado por la Fundación Libertad y Progreso acerca de la cuestión energética argentina. Los servicios públicos en los años 80 nos habían dejado con una crisis energética extraordinaria, importando energía y sufriendo recurrentes cortes de luz. En la década del 90 cambiaron las reglas de juego, se privatizaron las empresas y no sólo alcanzamos el autoabastecimiento, sino que incluso exportamos energía. Hoy las empresas públicas nacionalizadas ya no pueden alcanzar el autoabastecimiento, y de nuevo, requerimos una importación de energía creciente que además de ser costosa pone en jaque a la economía argentina. El video nos muestra que no aprendimos las lecciones de la historia.

La nacionalización de YPF

El debate sobre el petróleo en manos públicas o privadas está de regreso. YPF es una empresa que fue creada en 1922 bajo el gobierno de Hipólito Yrigoyen, y que el gobierno de Menem privatizó en 1993, en un momento en que la empresa sufría las graves consecuencias de la administración pública. Muchos analistas aseguran que YPF era la única empresa del sector en el mundo que perdía dinero!

El kirchnerismo ha revertido algunas políticas de Menem como la privatización del sistema de pensiones, o de Aerolíneas Argentinas, pero hoy los ojos están puestos en el petróleo:

El eje central de la disputa es que, después de una década de crecimiento económico acelerado en Argentina, la lánguida producción energética no ha logrado satisfacer la rápida expansión de la demanda. Aunque el consumo de petróleo y gas aumentó 38% y 25%, respectivamente, entre 2003 y 2010, la producción de crudo descendió 12% y la de gas 2,3% en el mismo período, según un informe de Barclays Capital. Argentina ha tenido que depender cada vez más de costosas importaciones. La balanza comercial de energía pasó de un superávit de unos US$2.000 millones en 2010 a un déficit de unos US$3.000 millones en 2011. […]

YPF y otras empresas privadas de energía sostienen que, para encontrar el culpable, el gobierno sólo tiene que mirarse al espejo.

Las compañías de energía señalan que las políticas oficiales -como los altos impuestos, los precios máximos sobre las tarifas de energía para los hogares y los cambios imprevistos de las reglas de juego, como la suspensión de las exenciones tributarias sobre el gasto en producción- desalientan la inversión.

Por mi parte, no conozco a fondo el caso, ni manejo los números de las inversiones que la empresa ha realizado en los últimos diez años.  Sólo puedo decir que el gobierno teórica e históricamente no tiene los incentivos necesarios para ocuparse eficientemente del gerenciamiento de la empresa y que este debate resurge en un momento delicado para el gobierno desde el punto de vista fiscal, así como también, desde la preocupación por la salida de divisas que produce la importación de petróleo.

Por supuesto que se requeriría de un debate previo sobre la propiedad privada del subsuelo, pero me gustaría conocer los comentarios de los lectores a esta disputa.