Comparto una columna que me publicaron en Fortuna Web, del diario Perfil, a través de Libertad y Progreso.
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Los empresarios piden a la clase política que se comprometa a un plan de largo plazo. La Presidente pide a los ciudadanos que no dejen que se pierda lo que se construyó en estos años. Numerosos académicos afirman que el problema de la Argentina son los vaivenes políticos, los cambios de modelo. Mi impresión es que un proyecto de largo plazo, si va por el rumbo equivocado, no debe sostenerse. Las reglas de juego claras y sostenibles en el tiempo son necesarias, pero no suficientes para un proyecto de país exitoso.
Pensemos en la Cuba que construyó Fidel Castro. Lleva décadas sosteniéndose, pero los ciudadanos de la isla están condenados a un nivel de vida muy pobre en relación con los stándards internacionales o de sus países vecinos.
Un mejor ejemplo lo constituye Chile. La dictadura militar aplicó una serie de reformas de mercado que la concertación socialista mantuvo, que Piñera apenas profundizó y que Bachelet ahora cuestiona, pero enmarcada bajo reglas constitucionales que difícilmente nos permitan ver un gran cambio. Vemos allí un modelo adecuado que ha permitido sostener tasas de crecimiento elevadas, con caída de la pobreza y generación de empleo, basadas en ahorro y su consecuente formación de capital.