"There is only one difference between a bad economist and a good one: the bad economist confines himself to the visible effect; the good economist takes into account both the effect that can be seen and those effects that must be foreseen." Frederic Bastiat
F. A. Hayek took two trips to Chile, the first in 1977, the second in 1981. The visits were controversial. On the first trip he met with General Augusto Pinochet, who had led a coup that overthrew Salvador Allende in 1973. During his 1981 visit, Hayek gave interviews that were published in the Chilean newspaper El Mercurio and in which he discussed authoritarian regimes and the problem of unlimited democracy. After each trip, he complained that the western press had painted an unfair picture of the economic situation under the Pinochet regime. Drawing on archival material, interviews, and past research, we provide a full account of this controversial episode in Hayek’s life.
Keywords: F. A. Hayek, Chile, Chicago Boys, Augusto Pinochet, Salvador Allende, Milton Friedman
JEL Classification: B1, B2, B25, B21, B3, B4
Suggested Citation:
Caldwell, Bruce J. and Montes, Leonidas, Friedrich Hayek and His Visits to Chile (August 27, 2014). Center for the History of Political Economy (CHOPE) Working Paper No. 2014-1.
El pasado mes de mayo, a los 88 años, falleció Axel Leijonhufvud. Axel (todo el mundo que lo conoció lo llamaba así) fue un macroeconomista con un pensamiento teórico y un modo de razonamiento especiales, que dedicó el grueso de su trabajo a la exploración de un tema crucial para el análisis macroeconómico y para la gestión de políticas: la naturaleza, alcances y limitaciones de los mecanismos endógenos de autoajuste de los sistemas económicos, evocando a la “mano invisible” smithiana…
Resumen: Tradicionalmente, la historia del pensamiento económico ha relegado a las mujeres y sus aportaciones a un lugar marginal desde el despertar de la economía como disciplina autónoma. El presente trabajo va en contra de esta tendencia al recuperar la notable trayectoria de una de las mujeres pioneras en economía, Jane Marcet (1769-1858), contrastando sus escritos con las posibilidades de hacer “buena economía” desde diferentes enfoques, incluso desde la literatura. Este rescate tiene lugar a través de las recomendaciones de McCloskey sobre la retórica en economía y la afirmación de la autora de que “la economía es literatura”.
El monitor macroeconómico argentino al cierre de 2022 ofrece luces rojas por doquier, con un desequilibrio fiscal, monetario y cambiario de dimensiones preocupantes que dejan a la Argentina al borde de una nueva crisis económica.
En este contexto el oficialismo busca con desesperación noticias favorables a su gestión que le brinden alguna oportunidad en el año electoral que se avecina. En los últimos días, el gobierno ha destacado el dato de inflación mensual, que se redujo de 6.3 % en octubre a 4.9 % en noviembre, lo que podría implicar una desaceleración.
Concretamente, el dato de noviembre nos dice que en lo que va del año se ha acumulado un 85,3 %, y si agregamos el dato de diciembre de 2021, el dato anual sería de 92,4 %.
¿Baja entonces la inflación? La primera respuesta nos dice que sí, si sólo miramos el dato mensual de noviembre frente al dato mensual de octubre. La segunda respuesta, sin embargo, nos dice que no, pues la inflación de 2022 cerrará arriba del 90 %, cuando el año anterior cerró apenas arriba del 50 %.
Pero analicemos un poco más los determinantes de esta “baja” en la inflación, pues aquí juega un rol central la “inflación reprimida”, es decir, aquella que se contiene con controles de precios y medidas complementarias de corto plazo y con efecto transitorio.
Podrá defenderse el oficialismo señalando que en este dato de noviembre el tipo de bienes que más aumentó fue precisamente el que tiene que ver con viviendas y servicios básicos, y que precisamente esto obedece a que se reconocieron subas de tarifas por la segmentación que tuvo lugar en todo el país.
Indice de Precios al consumidor. Nivel general en todo el país. Noviembre de 2022.
Sin embargo, el concepto de inflación reprimida va más allá de las tarifas y el precio del combustible. Se trata del fenómeno monetario, y en concreto de los pasivos del banco central.
La práctica de estirilizar la oferta monetaria en Argentina tiene su antigüedad, sin embargo, las Lebacs primero, y las Leliqs y pases después, se convirtieron en la nueva forma de inflación reprimida, que a veces los expertos deciden ignorar.
Lo cierto es que la respuesta a la pregunta de esta nota, no la vamos a encontrar en un IPC mensual, ni tampoco en un IPC acumulado o anualizado, ni tampoco agregando el negativo efecto de los controles de precios. Se requiere analizar la dinámica de los pasivos monetarios del BCRA. El siguiente gráfico es un buen punto de partida.
Evolución semanal de los pasivos no monetarios del BCRA.
Un complemento lo podemos encontrar en este gráfico tomado del informe diario del BCRA del 19 de diciembre de 2022, donde se observa que si bien la base monetaria está relativamente estable, los otros pasivos siguen escalando.
Principales pasivos en pesos del BCRA
¿Por qué esta situación no explota hoy? Porque el oficialismo hace una jugada audaz para contener los pasivos del BCRA fuera del mercado, con atractivas y crecientes tasas de interés.
Informe monetario diario al 19 de diciembre de 2022
Este es el verdadero factor que muestra que lejos de bajar la inflación, esta sube, y no sólo porque el dato de 2022 es récord desde la hiperinflación de 1989-1991, sino porque además se alimenta con una inflación reprimida que pronto habrá que reconocer.
Los conceptos erróneos históricos siguen siendo conceptos erróneos históricos, sin importar la frecuencia con que se repitan. Después de todo, las ideas mitológicas tienen una forma de cautivar a los motivados ideológicamente de una manera que la historia real no podría esperar conseguir. Una de esas ideas erróneas que a menudo defienden los críticos progresistas del libre mercado es la supuesta relación entre el régimen de Pinochet y el famoso economista austríaco Friedrich Hayek. Un análisis histórico legítimo de las propias palabras de Hayek falsifica la afirmación de que era amigo de Pinochet tan pronto como se separa la observación casual de la investigación académica real.
Corey Robin y el mito de Hayek/Pinochet
Aunque muchos académicos han debatido el papel de las escuelas de Chicago y austriaca en la configuración de la economía de Pinochet, el académico más influyente en la perpetuación del mito de que Hayek apoyó con entusiasmo el régimen de Pinochet es Corey Robin, profesor de ciencias políticas en el Brooklyn College. La afirmación de Robin se puede resumir mejor en una cita de su artículo «The Hayek-Pinochet Connection», una entrada de blog que se inspiró en las reacciones de los libertarios a los infames elogios de Hayek a Pinochet sobre Allende. En él, Robin afirma:
Hayek visitó por primera vez el Chile de Pinochet en 1977, cuando tenía 78 años… Se reunió con Pinochet y otros funcionarios del gobierno, a quienes describió como «hombres educados, razonables y perspicaces»… Hizo que su secretario enviara un borrador de lo que eventualmente se convirtió en el capítulo 17 «Una Constitución Modelo» del tercer volumen de Leyes, Legislación y Libertad [a Pinochet]. Ese capítulo incluye una sección sobre «Poderes de Emergencia», que defiende las dictaduras temporales cuando «la preservación a largo plazo» de una sociedad libre está amenazada.
Tomemos un momento para desentrañar esto. En primer lugar, es importante señalar que aunque Robin llena su entrada en el blog con numerosos hipervínculos y citas, no aporta ninguna prueba de los elogios de Hayek a los funcionarios del gobierno chileno. Esto podría deberse al hecho de que el informe original de 1977 es difícil de encontrar. Sin embargo, hay más evidencia que sugiere que la cita fue tomada intencionalmente fuera de contexto por Robin y que simplemente quería evitar ser expulsado por su propia audiencia. La cita en su totalidad afirma que Hayek se reunió con «hombres educados, razonables y perspicaces que honestamente esperan que el país pueda volver pronto a un orden democrático». El contexto apropiado revela una historia muy diferente a la que implican los críticos. ¿Por qué los mismos hombres que controlan un régimen violento también esperan una democracia que funcione en un futuro próximo? Parece que, según la historia de Robin, o bien Pinochet es una pro-democracia o, como revela la cita completa, Hayek no estaba alabando a un régimen sino a un grupo de hombres del gabinete político de Pinochet que se sentían en conflicto por su causa. Otra posibilidad podría haber sido que los hombres con los que Hayek conversó simplemente mintieron sobre sus intenciones democráticas, en cuyo caso Hayek no sería el culpable.
La siguiente parte de la afirmación de Robin describe la voluntad de Hayek de enviar un borrador de su libro Law, Legislation, and Liberty a Pinochet. Robin también intenta pintar las opiniones de Hayek sobre los poderes de emergencia bajo una mala luz. El problema radica en un malentendido de la correspondencia que tuvo lugar entre Hayek y Pinochet. Como señaló el economista de la Universidad de Duke, Bruce Caldwell, en su documento de coautoría «Friedrich Hayek and His Visits to Chile», había una importante barrera lingüística entre Pinochet y Hayek, por no mencionar el hecho de que Pinochet desconocía relativamente la existencia de Hayek antes de su breve interacción. En cuanto a abordar el notorio capítulo de «Poderes de Emergencia» del libro de Hayek, una vez más el contexto demuestra ser de suma importancia. Hayek explica que las transferencias temporales de poder deben tener una causa razonable, como cuando «un enemigo externo amenaza, cuando ha estallado una rebelión o una violencia sin ley, o una catástrofe natural requiere una acción rápida por cualquier medio que se pueda conseguir». Continúa explicando que la mejor manera de evitar la usurpación de los poderes de emergencia es separar las entidades que declaran las emergencias de las que tienen permiso para usar la autoridad absoluta. Hayek afirma:
No es en absoluto necesario, sin embargo, que un mismo organismo posea el poder de declarar una emergencia y asumir poderes de emergencia. La mejor precaución contra el abuso de las facultades de emergencia parecería ser que la autoridad que puede declarar un estado de emergencia renuncie por ello a las facultades que normalmente posee y conserve únicamente el derecho de revocar en cualquier momento las facultades de emergencia que haya conferido a otro organismo.
Según Hayek, los poderes de emergencia no permiten una tiranía violenta. Más bien, él creía que debían ser diseñados para prevenir que tales atrocidades sucedieran. Y sin embargo, el mito de que Hayek ayudó a organizar el régimen de Pinochet ofreciendo asesoramiento político sigue circulando. Aunque Corey Robin ha tenido la mayor influencia en la difusión de esta idea errónea, otros académicos también han enturbiado las aguas en la relación de Hayek con el gobierno chileno.
Karin Fischer y los «verdaderos informes»
También se hicieron populares en círculos menos convencionales los hallazgos de Karin Fischer sobre el supuesto comportamiento apologético de Hayek hacia el régimen de Pinochet, más comúnmente conocido como los «Verdaderos Informes sobre Chile». Fischer, profesor de la Universidad Johannes Kepler de Linz (Austria), fue la principal voz en la promoción del mito de que Hayek defendía las horribles políticas sociales de Pinochet en un folleto titulado «Verdaderos informes de Chile», que, según Fischer, eran tan devastadoramente controvertidos que los editores del Frankfurter Allgemeine Zeitung, una revista de libre mercado de Alemania, tenían demasiado miedo de publicarlo.
Esta afirmación fue respondida por varios académicos, entre ellos Andrew Farrant, Edward McPhail y Sebastian Berger en el American Journal of Economics and Sociology. Los autores afirman en su publicación sobre el tema que Hayek «no proporcionó una defensa de las políticas específicas adoptadas por el régimen de Pinochet y [que la carta] no se titulaba «Verdaderos informes sobre Chile»».
The Times entrevista a Hayek sobre Chile
Sin embargo, incluso en el bien elaborado documento de Farrant, McPhail y Berger, las opiniones de Hayek sobre Chile siguen siendo condenadas por ser apologéticas. El periódico continúa diciendo que según una entrevista de 1978 en The Times Hayek apoyó algunos de los trabajos de Pinochet y creyó que los gobiernos tiránicos podían ser superiores a los democráticos en base a las circunstancias. Sin embargo, una inspección más profunda del artículo citado prueba que esta afirmación es engañosa. Hayek prefacia específicamente su llamado apoyo a Pinochet con lo siguiente:
Ciertamente nunca he sostenido que en general los gobiernos autoritarios son más propensos a asegurar la libertad individual que los democráticos, sino más bien lo contrario. Esto no significa, sin embargo, que en algunas circunstancias históricas, la libertad personal pueda no haber sido mejor protegida bajo un gobierno autoritario que bajo uno democrático. Esto ha sido así ocasionalmente desde el comienzo de la democracia en la antigua Atenas, donde la libertad de los súbditos era indudablemente más segura bajo los «30 tiranos» que bajo la democracia que mató a Sócrates y envió a docenas de sus mejores hombres al exilio por decretos arbitrarios.
Quizás lo más notable es la voluntad de Hayek de equiparar la democracia despótica y el autoritarismo despótico por el hecho de que ambos a menudo resultan en la muerte y el exilio. La condena de Hayek a la democracia absoluta no debe considerarse como una ceguera ante los tiranos, sino más bien como un intento de ilustrar lo violentas y malvadas que pueden ser en realidad algunas democracias. Esto ayuda a aclarar su posterior cita sobre Pinochet en el mismo artículo:
Más recientemente no he sido capaz de encontrar una sola persona, incluso en el muy difamado Chile, que no estuviera de acuerdo en que la libertad personal era mucho mayor bajo Pinochet de lo que había sido bajo Allende.
Ahora hemos cerrado el círculo. Esta es la declaración que impulsó a Corey Robin a escribir su artículo de blog «Conexión Hayek-Pinochet» en primer lugar. El contexto, sin embargo, hace esta declaración mucho más tolerable, ya que Hayek condena claramente los sistemas políticos que perpetúan la muerte y el sufrimiento sólo sentencias anteriores. Para Hayek, Salvador Allende era claramente peor, porque, como señaló la Federación de Científicos Americanos, las políticas del presidente socialista dieron lugar a una escasez masiva de alimentos y a la decisión de negociar con estados totalitarios violentos como la Unión Soviética y Corea del Norte. En este contexto, el debate sobre si Allende o Pinochet es más ecuánime. Tal vez el mayor error de Hayek en todo esto fue decidir elegir un bando en lugar de reconocer que ambos regímenes eran comparativamente malvados.
El veredicto: ¿Era Hayek un apologista de Pinochet?
Al final del día, la evidencia que apoya la afirmación de que Friedrich Hayek alabó, correspondió o se disculpó por el régimen de Pinochet es minúscula. En el mejor de los casos, se podría argumentar que Hayek no debería haber elegido un bando entre Pinochet y Allende en primer lugar. Sin embargo, si hay alguna deshonestidad intelectual en el debate Hayek-Pinochet, es ciertamente por parte de académicos como Karin Fischer y Corey Robin, que etiquetaron mal y exageraron las propias palabras de Hayek para que encajaran en sus narraciones.
Desde Gustav Le Bon hasta Sigmund Frued, los fenómenos de masificación han sido muy bien analizados. El ensayo de Freud (Psicología de las masas y análisis del yo, 1921) es un clásico al respecto. Explica los orígenes psicoanalíticos de la alienación colectiva que está detrás de esos fenómenos. Muchos pueden disentir, pero la explicación es convincente: el ídolo, alrededor del cual las masas se aglutinan, es la expresión de una identificación infantil (que en los primeros años no es patológica, pero que enm el aulto es síntoma de una fijación y por ende detenimiento y retraso del proceso sexo-afectivo) con un nuevo padre al cual se le rinde devoción.
Por ende, nada nuevo bajo el sol. Fenómenos de masas como los vistos ayer son comunes en todo el mundo.
Pero en la Argentina tienen una característica especial. Para los argentinos, estos fenómenos constituyen además una paradójica liturgia, esto es, un ritual. Parece que no, porque los ritos ordenan, en cierto modo, el comportamiento colectivo. Pero en ese caso los desórdenes, los desbordes, el «fuera de control» es el rito. Freud también explica el fenómeno de los desbordes de los carnavales como situaciones socialmente aceptadas de supresión momentáneo del Súper Yo. Aquí hay algo similar. Lo expresa una palabra bastante intreducible para quien no habita este singular mundo de la vida: kilombo.
Para gran parte de los argentinos, el kilombo es un frenesí de travesuras multiplicadas al infinito. Tomando la terminología del Woody Allen, (https://www.youtube.com/watch?v=JBzlQ7bUtKk ) son misdemeanors, no crimes, multiplicados a un cuasi-infinito de líbido en expansión. Como toda salida de la pulsión de vida, es casi orgiástica y genera una peculiar satisfacción. Qué kilombo…… En el fondo, todos contentos. Hemos tenido nuestro kilombo. No, no nos aburriremos como en Japón, Suiza o el Castillo de Windsor. En el fondo, volvimos contentos. Tuvimos nuestra liturgia.
No, no me refiero a los colgados de los semáforos, a los paracaidistas en el micro que llevaba a los jugadores, o a los enérgicos competidores con la energía solar de las paradas del transporte público. Fueron todos. Buenos o no tanto, mejores o peores, todos formamos parte de la liturgia, todos ubicados en el desorden espontáneo de sus bancos. Desde el gobierno y su casa rosada que no fue, pasando por los funcionarios de seguridad, por el Gobierno de CABA al cual se le acabó de golpe la obsesiva planificación, hasta la buena familia que creyó que podía ver a los jugadores en el obelisco. Finalmente, en este peculiar liturgia la sangre no llega al río. Sí, siempre hay algún daño colateral, pero lo peor, peor, casi nunca pasa (NO hablo ahora de la violencia política). Finalmente apareció, y no de la nada, el helicóptero, y los jugadores llegaron sanos y salvos a sus casas. Los demás también. Sí, quedaron como siempre algunos tirando piedras, víctimas de la sub-alimentación, la droga y el alcohol, pero no la mayoría. Sí, quedó todo sucio y destrozado, pero bueno, desde chiquititos nos han enseñado que hay otros que limpian, y si te toca ser el que limpia es que «sos un boludo». Y listo. Juegos de lenguages casi intraducibles y riquísimios en su significación cultural.
Y como el mal absoluto no existe, no despreciemos nuestra kilombeidad. Finalmente, es lo que nos salva de ser nazis. Es en serio. De otros lugares no se puede decir lo mismo.
Sí, qué kilombo….. Y en el fondo, todos contentos. Tuvimos nuestro litúrgico carnaval. Y al día siguiente, «al laburo», ese castigo del cual, lamentablemente, no nos podemos librar.
¿Podría haber sido de otro modo? No, me parece que no. Nunca seremos nazis pero nunca seremos, tampoco, Estado de Derecho.
Quedan todos invitados a esta presentación en la que les contaremos cómo cierra la economía de este año 2022 y qué podemos esperar para 2023. Clickeando aquí pueden acceder a un formulario de inscripción.
La presentación será en formato zoom y no tiene costo.
En este programa los alumnos tendrán un primer acercamiento a las ideas desarrolladas por la Escuela Austriaca de Economía, cubriendo desde su historia y epistemología, hasta su micro y macroeconomía, su teoría monetaria y de las políticas públicas, casos de economía austriaca aplicada, y el cierre central con Alberto Benegas Lynch (h).
El cuerpo docente se forma con excelentes académicos conocedores de las distintas dimensiones de esta tradición de pensamiento, de acuerdo al siguiente detalle:
La Escuela Austríaca en la Historia del Pensamiento Económico – Adrián Ravier Epistemología de la Escuela Austríaca – Agustina Borella Microeconomía Austríaca – Gustavo Matta y Trejo El Estado en la Escuela Austríaca – Constanza Mazzina
Teoría y Política Monetaria en la Escuela Austríaca – Adrián Ravier
Macroeconomía Austríaca y Economía Comparada – Adrián Ravier Economías Austriaca Aplicada – Nicolás Cachanosky y Pablo Guido Derecho e Instituciones en la Escuela Austríaca – Martín Krause La Escuela Austríaca y las Políticas Públicas – Iván Cachanosky La Escuela Austríaca hoy: desafíos y contrariedades – Alberto Benegas Lynch (h)
Un recorrido por las distintas doctrinas que desarrollaron los economistas de todo el planeta da cuenta de que ninguna logra explicar del todo qué pasa en el país que se des-desarrolló. El libro “Raíces del Pensamiento Económico Argentino” intenta explicar el fenómeno.
“Existen cuatro clases de países: los desarrollados, los en vías de desarrollo, Japón, y Argentina”, establecía famosamente Simon Kuznets, Premio Nobel de Economía del año 1971. Su punto, por supuesto, no era que Japón y Argentina se parecieran, sino que eran casos virtualmente opuestos. El país asiático se presentaba como un ejemplo de país no desarrollado que logró desarrollarse, mientras que Argentina represtantaba el caso de uno que era (relativamente) desarrollado, pero se des-desarrolló.
Es difícil establecer el conjunto de razones que hicieron de la economía argentina lo que es en el presente. Es indudable que la inestabilidad macro que caracterizó y caracteriza a nuestro país ha sido una propiedad recurrente y problemática, pero entonces la pregunta da un paso hacia atrás, y debemos interrogarnos por el origen de esta inestabilidad en primera instancia. Quizás la mejor forma de evitar esta regresión infinita sea apartarse un poco de la pregunta original.
Eso es precisamente lo que hace Adrián Ravier en Raíces del Pensamiento Económico Argentino, un libro editado por Grupo Unión que recorre los encuentros de la intelectualidad y la política argentina con algunas de las teorías y escuelas que dominaron el pensamiento económico desde Adam Smith hasta nuestros días.
Junto a Ravier, otros diez economistas especializados escriben artículos que detallan las ideas de las diferentes escuelas, con el objetivo de conectarlas con los distintos actores de la realidad local. Es así que por momentos el análisis se concentra en la revisión y explicación de las doctrinas, mientras que en otros se estudian algunas de sus aplicaciones a las distintas políticas económicas llevadas adelante.
«Raíces del Pensamiento Económico Argentino» compila el trabajo de Adrián Ravier y otros economistas.
No es fácil organizar los vínculos entre las distintas escuelas analíticas y el derrotero de nuestro país. De hecho, el libro no privilegia la búsqueda de un recorrido histórico definido, sino que prefiere el camino menos ambicioso y más seguro de presentar diferentes grupos de teorías de manera selectiva y relativamente independiente. Pero el resultado es igual de efectivo, y lejos de dar lugar a confusiones, Raíces… permite una lectura amena de las ideas que representan a las escuelas de pensamiento, con anécdotas varias, y algunas sorpresas para quienes tienden a encasillar a ciertos autores en una única idea dogmática.
Hay de todos modos un mínimo intento en el estudio introductorio por parte del editor de asociar las influencias de ciertas teorías extranjeras con revoluciones científicas. Dados los éxitos y fracasos parciales de casi todas las teorías existentes y de sus aplicaciones, Ravier se ve obligado a determinar cuál es ese faro intelectual.
En esta búsqueda, su formación y convicciones lo llevan a ponderar con algún énfasis las ideas liberal-libertarias, y es claro en su análisis que considera a este contenido teórico como la referencia a seguir, presentando otras visiones como eventuales desvíos de este objetivo medular.
De algún modo, esta perspectiva no le deja a Ravier otra opción que alertar acerca de las peligrosas contrarrevoluciones en la teoría económica, que son las que presuntamente retrasarían la adopción de virtuosos principios liberales. En virtud de verdad, este parece un aspecto suficientemente controvertido, y no resulta obvio cómo dirimir a partir de la disección de las escuelas de pensamiento el carácter potencialmente científico de una disciplina que es esencialmente social.
Los primeros cuatro capítulos del libro recorren la tradición librecambista y sus orígenes en Argentina. Se arranca desde muy temprano identificando las raíces liberales en el pensamiento económico que rodeó la Revolución de Mayo, resaltando a través del trabajo de Ricardo Manuel Rojas algunas ideas de Manuel Belgrano (el “primer economista argentino”, curiosamente rescatado para sí por ambos lados del espectro ideológico) y de Juan Hipólito Vieytes.
Le sigue un análisis de Ricardo López Göttig de las nociones de economía predominantes en la llamada “generación de 1937″ que incluyó entre sus exponentes a algunos Presidentes de la Nación. El libro continúa luego evocando las concepciones liberales clásicas de Juan Bautista Alberdi, a través de un capítulo elaborado por Alejandro Gómez. La cuarta pata liberal de esta primera parte se completa con otro capítulo de Göttig acerca del socialismo librecambista en el Congreso Argentino entre 1912 y 1914.
A partir de allí, la obra se organiza presentando de manera algo más sistematizada por escuelas de pensamiento económico. Aún cuando las posturas librecambistas sobresalen, Raíces…está muy lejos de ser un panfleto. Los conceptos no estrictamente liberales se presentan con la dosis justa de presencia y objetividad, incluso escritas por autores que no necesariamente comulgan con las versiones libertarias que abriga el pensamiento de Ravier.
Encontramos por ejemplo un capítulo de Saúl Keifman y Luis Blaum sobre el keynesianismo en Argentina, y otro de Daniel Heymann explorando la obra fundamental de Raúl Prebisch. La influencia de las ideas socialistas y marxistas, en cambio, están tamizadas por la visión de autores que no tienen ascendencia en esta tradición. A diferencia de otros ensayos en la dirección libertaria, en Raíces… hay un intento decidido y explícito de transparentar ideas propias, y abrir la discusión a visiones alternativas.
Manuel Belgrano es reclamado por los liberales como el primero de sus referentes en la Argentina.
Varios de los artículos destilan un componente pedagógico que bien puede ser destinado a enseñar y aprender teoría económica. En esta línea educativa sobresale, como casi siempre, el aporte de Juan Carlos de Pablo, que explora el rol de la polémica Escuela de Chicago en Argentina (haciendo, de paso, énfasis en la versión “pendenciera” de Milton Friedman), y explicando con claridad los aportes de varios de sus principales exponentes.
Tras este capítulo, el libro se cierra con algunas perspectivas más modernas sobre Derecho y Economía, Elección Pública y Economía Institucional, que complementaron los desarrollos de la economía neoclásica, y que son presentados con detalle por Martín Krause. El resto de los capítulos que completan el libro recorren la Escuela Austríaca (Ravier y Benegas Lynch hijo) y la economía social de mercado (Marcelo Resico).
El resultado de todas estas influencias escolásticas en Argentina parece haber dejado un saldo negativo para el liberalismo. El propio Ravier reconoce que las ideas intervencionistas predominaron por sobre las de libre mercado, determinando una suerte de “triunfo keynesiano”. Este triunfo podría ser matizado por la clara dirección de los incentivos que guían a los hacedores de política, que obviamente encuentran más atractivas las ideas en las que la decisión central tiene un mayor protagonismo (y desde luego, un mayor financiamiento).
Al mismo tiempo, es difícil localizar en Raíces… los desengaños que también se produjeron a la hora de aplicar en el país diferentes planes con orientacion liberal. Aún sin ir demasiado a fondo en este tema, parece necesaria una explicación algo más precisa de las razones que llevaron a estas decepciones, para entender mejor si estas agendas tienen defectos profundos en sí mismas, o si sólo funcionan entregando los efectos prometidos bajo determinadas condiciones.
Adrián Ravier es editor de «Raíces…», así como autor de algunos capítulos. Está especializado en historia de los ciclos económicos.
El caso argentino, con su historia de fracasos contundentes de casi todas la teorías económicas conocidas, invita a un conjunto de reflexiones interesantes. ¿Hasta dónde el problema es la pretendida pero errónea universalidad de las escuelas de pensamiento importadas? ¿Hasta dónde la dificultad reside en una errónea selección de las teorías disponibles? ¿Hasta dónde enfrentamos obstáculos para la aplicación de estas ideas específicas a nuestro entorno? Y si decidimos que la pregunta pertinente es esta última: ¿es ello consecuencia de quienes llevan adelante la política económica, o bien de las restricciones que imponen las propiedades estructurales que caracterizan a nuestra economía?
Y yendo a las dificultades más modernas que nos acosan, muchas discusiones coyunturales parecen carecer de fundamentos teóricos sólidos a los cuales recurrir. ¿Debe atacarse la inestabilidad nominal mediante un plan de shock o un plan gradualista? ¿Es la liberalización automática de la cuenta capital (el “cepo”) una solución sin costos en lo inmediato? ¿Quienes ganan y quienes pierden con un plan de austeridad destinado a estabilizar la economía? Quiero dejar sentada en esta reseña mi impresión de que el manual científico de la economía no alcanza para responder varios de estos interrogantes de una manera asertiva.
Desde luego, sería injusto culpar a Raíces… de no atacar directamente estas cuestiones o pretender tener todas las respuestas. De hecho, el libro aporta varias ideas útiles para orientar el debate. Escrito en un tono afable para el gran público, presenta al mismo tiempo con erudición a una cantidad enorme de economistas teóricos, y es esta la razón principal por la que se trata de una obra que contribuye a la historia del pensamiento económico.
En mi opinión, el libro se queda algo corto en la provisión de conclusiones generales, que el lector debe rescatar por sí mismo. La introducción de Ravier contiene en sus párrafos finales algunas ideas, pero podría haber sido útil contar con algunas frases e ideas conclusivas tras leer los artículos, a fin de dejar planteados cuestionamientos, interrogantes y nuevos desafíos.
Otra conclusión que no parece surgir con claridad de la obra es el tratamiento del desarrollo intelectual independiente de las ideas económicas por parte de los economistas locales. Hay más de un ejemplo de que los países no desarrollados debieron en algún momento apelar a sus propias teorías y modelos dada la insuficiencia de las teorías desarrolladas en otras latitudes para atender las patologías propias.
¿Sugiere la visión “cientificista” de la economía que Ravier parece privilegiar en Raíces… que las teorías propias se consideran más aventureras que virtuosas, y que conviene atenerse a los grandes pensadores de los países más desarrollados? Queda el interrogante.
Con todo, el trabajo deja un saldo más que positivo. Raíces… no oculta sus principios libertarios, pero su versión cordial y abierta deja la sensación de que los intercambios intelectuales pueden contribuir, no sé si a determinar los fundamentos conceptuales de la economía argentina y de sus exponentes, pero sí quizás a alcanzar consensos mínimos en los debates que nos permitan volver al camino del desarrollo perdido. O al menos para intentar desdecir un poco a Kuznets.
“Raíces del Pensamiento Económico Argentino” (fragmento)
En el siglo XIX las ideas del Laissez Faire y el pensamiento clásico de Adam Smith llegaron a la Argentina con Manuel Belgrano e Hipólito Vieytes, las que luego se expandieron con la generación del 37 y se plasmaron en la constitución que nos legó Juan Bautista Alberdi.
El abandono del proteccionismo español y el abrazo a la división internacional del trabajo y el libre comercio le permitió a Argentina iniciar un camino de desarrollo económico que nos convirtió en el granero del mundo. Incluso cierto socialismo librecambista parecía comprender hacia fines del siglo XIX las ventajas de la apertura económica, como fue el caso del pensamiento económico de Juan B. Justo.
En el siglo XX, sin embargo, golpes de estado y reformas constitucionales desde lo político, llevan a abandonar las bases fundacionales de la constitución argentina, provocando un retorno al proteccionismo mercantilista. Prevalece entonces un modelo hacia adentro basado en la sustitución de importaciones y el vivir de lo nuestro, lo que nos conduce a cierto aislamiento que poco a poco, de manera gradual, nos retira del lugar privilegiado que ocupábamos hasta la primera guerra mundial.
Ciertos autores como Jorge Schvarzer (2000), quien fuera profesor de Estructura Económica Argentina en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, señalan que tal modelo no fue adoptado por elección, sino que la Argentina fue forzada por la coyuntura global, mientras se cerraban los mercados y cambiaban los términos de intercambio.
Lo cierto es que la coyuntura global cambió muchas veces en las décadas siguientes, y con ello también lo hicieron los términos de intercambio, pero ya Argentina nunca más –o por períodos muy cortos de tiempo- se permitió recuperar el modelo de economía abierta que acompañó al modelo agro-exportador.
No sé si es correcto afirmar que ha prevalecido en el siglo XX cierta política económica keynesiana y estructuralista por sobre el resto. Un estudio detallado requiere concentrar la atención distinguiendo gobiernos, y quizás incluso diversas etapas dentro de cada gobierno. Pero sí parece ser cierto, como ocurre en muchos países, que el Estado argentino se ha expandido en el siglo XX, en línea con los argumentos que ofrecieron diversos investigadores en la materia (Ravier y Bolaños, 2015).
Juan Bautista Alberdi, figura central del pensamiento económico argentino del siglo XIX.
Ante este fenómeno global, que para muchos es un triunfo de cierto keynesianismo, los otros enfoques mencionados que surgen en el siglo XX exigen limitar esa expansión del estado e incluso retroceder. En Argentina numerosos economistas de diversos centros académicos exclaman ese pedido, aunque desde luego no hay un completo consenso sobre la necesidad del cambio.
Dejando de lado ahora la historia económica argentina, que no es objeto de estudio de este libro más que para acompañar y ofrecer un contexto a las preocupaciones de los economistas argentinos, nuestra intención es que el libro contribuya a rastrear el pensamiento económico de nuestros colegas.
Les hemos dado voz a los expertos de cada tradición de ideas para que ofrezcan su análisis respecto del origen y desarrollo de estas teorías en nuestro país. En cada capítulo pienso que hay aportes originales que merecen atención de parte de la profesión y que los economistas debiéramos conocer. Esperamos que los economistas que participaron del proyecto encuentren en alguno de los capítulos una representación adecuada.
Quién es Adrián Ravier
♦ Nació en Buenos Aires en 1978.
♦ Es economista especializado en teoría monetaria y ciclos económicos.
♦ Entre sus libros se cuentan La globalización como un orden espontáneo, Lecturas de Historia del Pensamiento Económico y Raíces del pensamiento económico argentino.
Publicado originalmente en Infobae, martes 22 de noviembre de 2022.