¿Hay alternativas a las democracias actuales? El aporte del profesor Eduardo Fernández Luiña

20141119_103011El profesor español Eduardo Fernández Luiña, ahora residendo en Guatemala para ejercer la investigación y la docencia en la UFM, también participó del Congreso de Economía Austriaca en Rosario y respondió a una de las más difíciles preguntas de la filosofía política monderna: ¿Hay alternativa a las actuales democracias?

Su respuesta combinó la tradición austriaca, enfatizando en particular el aporte de Friedrich Hayek sobre el conocimiento, con la la tradición de la economía de la elección pública, enfatizando en particular el aporte de James M. Buchanan sobre malevolencia. En sus propias palabras, «la fusión parece clara»:

Los autores del Public Choice podrían adoptar elementos austriacos para mejorar su comprensión del fenómeno y proceso político:

– Naturaleza descentralizada del conocimiento.

– Naturaleza subjetiva de las valoraciones y preferencias  de los individuos.

Los autores austriacos podrían abandonar su concepción benevolente y naive del estado.

Hago aquí un paréntesis para señalar un aspecto que le manifesté al Profesor Fernández Luiña al final de su presentación, pues me parece que la posición austriaca no es benevolente, ni naive. El mismo Buchanan reconoce su deuda intelectual con los Caminos de Servidumbre de Hayek, y también con Mises, aunque llegó a este último demasiado tarde. Los libros de Mises «Liberalismo» (1927) y «Burocracia» (1944), podrían ser considerados antecedentes al moderno Public Choice.

Al margen, de este punto, la presentación adoptó este rico enfoque intergrador de estas dos presentaciones para tratar un problema central de las democracias modernas. En palabras del Profesor Fernández Luiña:

– Las democracias son cortoplacistas, en la mayoría de los casos ya no representan y como cualquier régimen estatal tienen problemas para calcular.

– Las actuales democracias son herramientas de dominación del estado.

– La tiranía de la mayoría ha ido destruyendo los derechos y libertades individuales.

La respuesta entonces giró en torno a lo que Fred Folvary denominó la «democracia celular». Citando a Hans Hermann Hoppe: «Small is beautiful and efficient»

Se trata de descentralizar el poder mejorando la arquitectura institucional, lo que permitiría alcanzar:

– Mejor información

– Más transparencia

– Más corresponsabilidad

– Más facilidad de salida y de voz

Bajo este modelo, la democracia pivota sobre pequeños distritos autónomos, enfatizando en el federalismo real y la correspondencia fiscal. Cada municipio, por ejemplo, recaudaría sus propios impuestos y ofrecería a los contribuyentes un nivel determinado de servicios públicos.  Esto permite que la distribución de competencias sea siempre a favor del «ente local», y la lógica apuesta por una descentralización radical, quitándole poder al Estado Nacional.

La propuesta se alinea con lo que Tibout denominó como «votos con los pies», pudiendo optar el contribuyente abandonar el municipio para trasladarse a otro cuyo nivel de carga fiscal y servicios públicos sea más compatible con lo que él desea. Esta competencia horizontal beneficiaría sin dudas a la democracia, puesto que acercaría al contribuyente del gobierno municipal, le daría voz, y además mejoraría el control de los custodios.

Seguarmente en los próximos días/meses, las presentaciones y los trabajos estarán disponibles on line para que el lector pueda profundizar en este trabajo que aquí reseñamos, pero por ahora, los remitimos al libro de Martín Krause titulado «Descentralización«, que justamente enfatiza en algunos de estos y otros puntos.

 

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