Entre los argumentos para oponerse a una economía abierta se encuentra el argumento de que el comercio internacional produce desempleo. Sin embargo, tal cual se enseña en los cursos introductorios a la economía, gracias a las ventajas comparativas no sólo permiten mantener el nivel de empleo, sino que permiten a las naciones consumir por fuera de su frontera de posibilidades de producción.
Más allá de esta disociación que actualmente persiste en la política Argentina, los datos no acompañan la postura que (1) hay una inundación de bienes importados ni (2) que a mayor apertura comercial mayor desempleo.
En los últimos días se han escuchado propuestas, en especial por parte de Sergio Massa, que es necesario restringir las importaciones de bienes de consumo. Suspenderlas por 120 días si hace falta. Entre los argumentos esgrimidos en favor de cerrar las importaciones se encuentra que es necesario proteger el empleo argentino en el sector industrial. En otras palabras, la apertura comercial produciría desempleo. A esto se agrega una supuesta inundación de productos externos que estaría colmando el mercado local desplazando a los productores locales. ¿Acompañan los datos a este argumento? ¿Qué tan cierto es que la apertura comercial genera desempleo?
En primer lugar, la Argentina no está transitando una fuerte recesión ni está siendo inundada por productos extranjeros. Más bien se están percibiendo los primeros datos de una leve recuperación en la economía o de un “veranito económico.” Las importaciones de bienes de consumo, ya sean medidas en valores (millones de dólares) o en un índice de cantidad, se encuentran por debajo de los máximos valores que hemos tenido durante el kirchnerismo. No es lo mismo un repunte que una inundación de importaciones. El primer gráfico muestra las importaciones en valores y el segundo en índice de cantidades. Ambos casos contradicen el argumento de que hay demasiadas importaciones.
Los temores de los sectores que temen a las importaciones están, entonces, sobredimensionados. No obstante, tampoco es tan claro y directo que la apertura comercial produzca desempleo. El temor es claro, el productor local que no puede competir internacionalmente pierde a sus clientes y debe cerrar su negocio, disminuyendo el volumen de producción lo que resulta en mayor desempleo. No obstante, un aumento de importaciones redunda en mayores exportaciones.
Al vivir en sociedad, cada uno de nosotros puede consumir más que nuestra propia capacidad productiva. Piense por un momento todo lo que consume en un día, desde su desayuno hasta una película o serie que puede ver a la noche antes de irse a dormir. ¿Es usted capaz de producir todos estos bienes que consume de manera diaria (con el mismo nivel de calidad, etc.)? Claramente no. El motivo por el cual podemos consumir más que lo que podemos producir es porque nos especializamos en nuestras ventajas comparativas y comerciamos con nuestros vecinos. Sin embargo, el hecho de que no produzca mi propio desayuno no implica que esté produciendo desempleo. Al contrario, al ahorrar tiempo y recursos los mismos pueden ser utilizados para expandir la producción. Lo mismo sucede con el comercio entre naciones por el sencillo motivo que las naciones en sí no comercian, son las personas las que comercian. Así como para poder “importar” mi desayuno debo “exportar” mis servicios a la comunidad en la que vivo, los países tampoco pueden exportar sin importar.
¿Es esto así en los datos? El siguiente gráfico muestra el índice de apertura comercial del Economic Freedom of the World del Fraser Institute. El índice de apertura comercial va de 0 (economías cerradas) a 100 (economías abiertas). Según el último reporte del Economic Freedom of the World podemos compararla apertura comercial y desempleo de 113 países. Ciertamente se pueden hacer análisis más refinados, pero si la relación entre apertura comercial y desempleo es tan obvia como el gran arco de la política argentina parece creer, la relación debería ser obvia. Los datos plasmados en el siguiente gráfico no acompañan esta creencia. Por el contrario, de haber una tendencia es a menor desempleo cuanta mayor apertura comercial. Algunos países alejados de la tendencia ven su desempleo afectado por otras variables, como Gabón que posee riesgo de conflictos sociales e incluso de golpe de estado.
El problema, por lo tanto, no es la apertura comercial en sí. El problema es la ineficiencia del sector industrial argentino, sobre la cual las regulaciones, inestabilidad jurídica, falta de infraestructura, y asfixiante presión fiscal del gobierno son también responsables. En mayor o menor medida, Argentina ha vivido de espaldas al mundo en los últimos 70 años. Es lógico que de abrir las importaciones de golpe se produciría un efecto sobre el desempleo. Pero el objetivo de la política argentina está mal planteado. El objetivo no debería ser como seguir manteniendo la economía cerrada, sino como transitar a una economía abierta.
Un claro mensaje del arco político, por ejemplo, donde se avisa que la argentina va a transitar de manera gradual pero firme hacia una economía abierta en los próximos 6 años quitando regulaciones y bajando tarifas produce el “shock institucional” sobre el cual se avanza gradualmente. Al mismo tiempo, si el mensaje es claro y trasciende a un movimiento político puntual entonces el sector productivo va a tener los incentivos para pedir al estado que les dejen trabajar eficientemente en lugar de protegerlos con regulaciones.
Los políticos argentinos se suelen mostrar muy creativos al momento de sugerir anacronismos económicos como cerras las importaciones, pero dicha creatividad desaparece al momento de tener que argumentar en favor de una economía libre y abierta al mundo. Si bien Cambiemos tiene una responsabilidad especial al ser gobierno, este cambio de mentalidad debe trascender a los gobiernos de turno para dar estabilidad en las reglas de juego y el camino a transitar.
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