Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico I vemos el “debate Hayek-Keynes”, y aquí un artículo del profesor de Trinity College (CT) William Butos vinculando esa famosa discusión con el tema del conocimiento: http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/3_7_Butos.pdf
“Existen potencialmente varias formas para enfrentar el desafío que Keynes presenta hacia la eficacia de los procesos de mercado y, en verdad, hay una gran e importante literatura que hace exactamente eso. Pero mi énfasis aquí es que en el sistema de Keynes las tendencias coordinadoras no funcionan debido a que el sistema y sus participantes no poseen la capacidad para generar el conocimiento necesario para un buen funcionamiento de la economía. Quiero sugerir que el problema que Keynes presenta no es que el conocimiento descentralizado no es transmitido y utilizado, sino, en el fondo, el fracaso del sistema para producir dicho conocimiento en primer lugar. Los mercados financieros modernos, en síntesis, sufren un fracaso inherente e incorregible debido a que no pueden generar los precios correctos. Esto es a lo que me refiero en relación al “desafío de Keynes”.
¿Hay formas satisfactorias para penetrar las teorías basadas en la incertidumbre de Keynes? Un enfoque posible es enfatizar que, si bien las expectativas surgen en un contexto de incertidumbre, los precios realmente transmiten información relevante acerca de las realidades subyacentes y promueven la coordinación de las decisiones económicas (Garrison 2001: 26). Podríamos llamar a éstas “expectativas razonables”, porque al endogeneizar las expectativas este enfoque provee un ámbito para su revisión mientras que evita la manía racionalista de las expectativas racionales. Sin embargo, si bien este enfoque es muy atractivo, no atiende directamente la afirmación de Keynes de que la conducta de los agentes, sus expectativas, y los precios que generan sus interacciones, no solamente son necesariamente incompatibles con sus planes y resultados de mercados preferidos tales como el pleno empleo sino que es así inevitablemente. Para Keynes, la coordinación de mercado funciona, pero los resultados que produce están basados en los precios errados. El mercado, en síntesis, expresa el tipo equivocado de conocimiento y el conjunto equivocado de precios.9
¿Si las “expectativas razonables” (como son descriptas anteriormente) no son aplicables aquí, es posible reubicar y reconsiderar el problema del conocimiento, incluyendo la cuestión particular del “desafío de Keynes”, que evita el usualmente inútil ejercicio de enfrentar postulados rivales entre sí? Dada la centralidad de la incertidumbre en el mundo real en que vivimos, el empirismo casual no provee suficiente guía para considerar la cuestión ante nosotros. Así, aun si reconocemos que “París está siendo alimentada”, también observamos inestabilidades de mercado continuas, especialmente en los mercados financieros, que dan credibilidad a la posibilidad de que el conocimiento y los precios no son eficazmente comunicados o generados o ambos.
Mi consideración de Keynes ha estado restringida a cuestiones acerca del conocimiento y las expectativas; no ha sido mi propósito considerar en ningún detalle diversas cuestiones éticas en macroeconomía monetaria presentadas en la Teoría General. Para evitar un malentendido, no estoy sugiriendo que la economía de Keynes como tal sea totalmente coherente o correcta. Más bien, estoy sosteniendo que las afirmaciones de Keynes en relación a la incertidumbre y sus efectos presentan un serio desafío para la teoría del proceso de mercado. Planteando la cuestión en términos de la generación de conocimiento, creo que puede generarse cierta luz sobre la falta de respuesta de Hayek a la Teoría General. Al mismo tiempo, y de mucho mayor interés, considerando el trabajo de Keynes y las contribuciones de Hayek en esta perspectiva surgen nuevas preguntas que nos obligan a ir mucho más allá de la vieja controversia Hayek-Keynes.”
El problema de todos estos debates es que están desenfocados. En lugar de estudiar el problema desde un punto de vista praxeológico (es decir, por medio del análisis de la conducta humana) se intenta abordarlo en términos macroeconómicos. Entonces, lógicamente, es posible manipular las variables para acomodarlas a cualquier argumentación.
El punto crítico de la teoría de Keynes es su afirmación de que es posible el equilibrio con desempleo. En un mercado laboral desregulado, esto es falso. Luego, todos los razonamientos subsiguientes de Keynes se desmoronan porque se derivan de esa premisa errónea. En consecuencia, la discusión sobre la teoría keynesiana debe focalizarse en determinar si es o no acertada su premisa básica.
¿Por qué es falsa esa premisa? Porque en un mercado laboral desregulado, los salarios tenderán a ajustarse a la baja hasta encontrar un punto de equilibrio entre la disposición de los agentes a trabajar y la remuneración ofrecida en el mercado. Esto no lo descubrí yo, sino que es el argumento histórico de los economistas clásicos. Para mí, el error de los austriacos en este tipo de debates está en dejarse llevar a las argumentaciones de carácter macroeconómico con las que Keynes enreda todo el tratamiento del problema, en lugar de ceñirse al núcleo de la cuestión… La clave, entonces, es praxeológica y no macroeconómica: los agentes aceptarán trabajar en tanto se les ofrezca una retribución suficiente como para compensar el costo de oportunidad de comprometer su tiempo y su energía en la tarea que deban realizar. Quien no consiga un trabajo apropiado para pasar de una stiuación menos satisfactoria, a una situación más satisfactoria, no trabajará… Ese es el núcleo de toda la cuestión. Todo lo demás es «verso». Cuando los keynesianos refuten esto, se podrá avanzar en la discusión. Mientras tanto, el tema permanecerá resuelto para cualquiera que lo analice con buen criterio y honestidad intelectual.
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