Comparto mi última columna en Economía Para Todos sobre el preocupante alcance del deterioro institucional en Argentina.
La economía Argentina se encuentra en una seria crisis. Posiblemente una de las más severas de su historia. El 2014 cerró con una inflación que roza el 40%, 10 puntos superior a la del 2013. Los indicadores de actividad económicas más importante hace meses que vienen mostrando valores negativos, es decir, menor actividad económica. El BCRA se encuentra con serio problemas de reservas que sólo puede maquillar contablemente, sumado a un Patrimonio Neto que bien puede ser considerado negativo y con 2/3 de sus activos invertidos en deuda al Tesoro Nacional. Un Tesoro Nacional que posiblemente cierre el 2014 con un déficit fiscal en torno al 6.5% del PBI (con estimaciones privadas de producto). La infraestructura del país se encuentra “atada con alambres.” Argentina sigue en default y a medida que pasan los días se confirma que el argumento de la RUFO era una excusa para no saldar las deudas pendientes y no una verdadera causa. El listado de problemas podría seguir. Estos son todos síntomas de una economía que ya se encuentra en crisis. A las crisis económicas no se llega sólo con “explosiones económicas” como fue la del 2001, puede ser el resultado de un largo y manso recorrido hasta la misma.
Resulta pertinente este comentario atendiendo a que muchas veces se desconsidera que las reglas de juego son fundamentales para promover los debidos incentivos en el campo económico. Los coreanos del sur o taiwaneses de hace apenas treinta años atrás no fueron menos emprendedores que la actual generación cuando estaban siendo azotados por el estatismo; pero cuando apenas se establecen reglas claras, predecibles, permanentes en el tiempo que garantizan la propiedad y la libertad, pues entonces las cosas cambian.
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