
Tengo poco que agregar al nuevo post de Adrián sobre Hayek, Pinochet y la democracia (otra vez). Coincido con Adrián que aquellos «autores que vinculan a Hayek con Pinochet, no conocen más que la entrevista largamente citada en El Mercurio de Chile y poco y nada saben sobre la filosofía política del autor.» Más que hacer un agregado, quiero enfatizar un par de puntos para aquellos que aún siguen este tema.
Hayek es muy claro, y no se encuentra escondido en alguna entrevista perdida de difícil acceso, que por democracia se pueden entender dos sistemas bien distintos. Democracia limitada por un lado y democracia ilimitada por el otro. Apelar a la palabra «democracia» para avasallar derechos de terceros con la excusa del voto no es más que una actitud autoritaria maquillada para llevar adelante políticas muy similares, si no iguales, a las de gobiernos dictatoriales. Una democracia limitada, por el contrario, es donde los derechos de la oveja de la imagen que acompaña a este post no pueden ser violentados por los lobos que le acechan. Para ejemplificar, la democracia de Chavez y la democracia de un cantón Suizo son muy diferentes. No es una mera cuestión de grado, en el primer caso no imperan lo límites republicanos al poder del estado; distinto es el caso de un país como Suiza. La democracia no es suficiente para garantizar la libertad, las libertades individuales requieren de límites que protejan a las minorías de las mayorías.
En la entrevista para El Mercurio (Chile), Hayek sostiene que «[m]i preferencia personal se inclina a una dictadura liberal y no a un gobierno democrático donde todo liberalismo esté ausente.” El uso de las palabras «dictadura liberal» y «gobierno democrático donde todo el liberalismo este ausente» contradice cualquier interpretación apresurada y superficial del estilo «Hayek se oponía a los gobiernos democráticos.» Para el crítico de Hayek que le resulte tedioso referirse a sus trabajos de filosofía política y derecho (The Constitution of Liberty; Law, Legislation and Liberty (Vols. 1, 2 y 3); «Essays»; «New Essays»; The Fatal Conceit y The Road to Serfdom), los pasajes que Adrián rescata de la entrevista en El Mercurio y otras son suficientemente aclaratorias. El problema no es que los críticos de Hayek no conozcan su obra, sino que ni siquiera parecen conocer la misma entrevista que tan apasionadamente citan.
Utilizar este pasaje de Hayek es bastante problemático, si no inconsistente. En primer lugar porque la lectura que el crítico hace se contradice con la extensa obra de Hayek. Si es por contar líneas a favor o en contra de una u otra posición, el crítico pierde por goleada. Pero el problema es que para Hayek hay cuatro tipos teóricos de gobiernos posibles, no sólo dos:
- A: democracia limitada (se respetan las libertades individuales)
- B: democracia ilimitada (no se respetan las libertades individuales)
- C: dictadura liberal (se respetan las libertades individuales)
- D: dictadura no liberal (no se respetan las libertades individuales)
Que Hayek haya dicho que prefiere C a B no quiere decir que prefiera C a A. Tampoco quiere decir que prefiera D a A. El más superficial conocimiento de la obra de Hayek señala en esta dirección. Que Hayek no sienta la necesidad de aclarar lo obvio en cada párrafo no hace de él un hipócrita.
Excelente…………………………..
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Bueno, pero es obvio que aquellos a quienes no les importa vulnerar los derechos individuales, tampoco están dispuestos a respetar los límites de la democracia liberal republicana, que es justamente una expresión institucional de esos derechos. Por lo tanto, es lógico que condenen la posición de Hayek, que justamente constituye una defensa de los derechos individuales y de las instituciones que los corporizan y representan. Se trata de una posición coherente con la defensa que hacen del sistema de democracia ilimitada. Para esa gente, la democracia es un valor que está situado por encima de los derechos individuales y la mayoría numérica es una razón suficiente para legitimar cualquier posición. Desde ese enfoque, quien gana las elecciones tiene derecho a ejercer un poder sin límites. Esto es contradictorio con el pensamiento liberal, pero quienes reivindican esa línea de pensamiento no son liberales ni aspiran a serlo.
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Me parece que Hayek quiso decir que prefería un dictadura liberal -donde el límite de la dictadura es la decisión individual de las personas en los mercados-, a una democracia ilimitada -donde teóricamente la libertad individual está completamente a merced de las decisiones de la mayoría-. Sin embargo, el prefiere una democracia limitada.
En todo caso me pareció un poco anodina esta plática, pues, tal vez, hubiera sido más valioso un análisis de la Argentina a partir del pensamiento de Hayek, para llegar a una refutación del artículo mencionado.
En ese sentido, propongo que mejor hablemos de como diseñar un sistema de reglas que limite las acciones de los gobernantes, basadas en sus intenciones menos honorables, pero que les permita desarrollar órdenes políticos internos espontáneos y diseñados, que favorezcan más al país. Es decir, a partir de Hayek como podemos plantear gobiernos que no manipulen datos, que no arruinen las economías, que no «institucionalicen» grupos que buscan rentas, que favorezcan las buenas decisiones de los ciudadanos y no sus deseos antisociales. ¿Es posible esto? ¿O las reglas y órdenes políticos también deben ser espontáneos?
Saludos,
Javier.
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Javier, no es un problema de reglas, es un problema de hecho. Si un gobierno no tiene la voluntad de someterse a ningún límite, ninguna regla será respetada porque la filosofía de ese gobierno es no respetar límites. Por lo tanto, debatir qué reglas limitarían a un gobierno que no está dispuesto a atenerse a ningún límite es un asunto totalmente abstracto. Las reglas tienen sentido cuando alguien está dispuesto a someterse a ellas, pero cuando un gobierno dice -como dijo la semana pasada en la corte de New York- que aunque pierda el juicio no va a cumplir la sentencia, es completamente superfluo discutir por las reglas, ya que en cualquier caso no las va a cumplir (a menos que le convenga hacerlo, por supuesto)
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De acuerdo 🙂 No estaba hablando de crear reglas para una dictadura, sino para una democracia limitada.
Aunque en términos prácticos, con contadas excepciones como las de Corea del Norte o la Rusia de Stalin -tal vez-, los gobernantes de las dictaduras no tienen poder ilimitado. Si no son los intereses de los ejércitos o cuerpos de seguridad que los frenan, son los intereses de los sindicatos o de grandes empresas agrícolas o industriales los que lo harán.
Lo que me preocupa es algunos países de la América Hispana, algunos de sus gobernantes están eliminando o dejando de lado la práctica de principios que fundamentan cosas buenas en nuestra civilización occidental, y los están llevando a la anarquía, a la pobreza y a la guerra. En ese sentido, más que criticar un argumento teórico de Hayek, creo que valdría rescatar lo bueno en él. Por ejemplo, su idea de isonomía -igualdad de la ley para todos-, que se pierde cuando damos monopolios o restringimos el acceso a personas privadas a fuentes de riqueza, de libertad de expresión, cuando usamos fondos del erario público para criticar opositores y generar odio entre las personas, o su idea de la máxima libertad del uso del conocimiento de los individuos, que se pierde cuando controlamos precios y la información que podemos transmitir.
En todo caso, en la actual situación lo que está sucediendo es que se está degrandando todo tipo de capital -conocimiento, trabajo, maquinarias, etcétera-, como resultado de políticas y leyes que no permiten su máximo uso y su máxima generación de valor para nuestras sociedades.
J.c.
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Si dijo, si quiso decir… nunca lo sabremos del todo. Pero, ¿importa tanto? ¿Acaso su eventual apoyo o simpatía hacia Pinochet, o su eventual desconfianza por las democracias sudamericanas, si es que existieron, le quitan algún mérito a todos sus trabajos y obras? Todo lo que escribió seguirá siendo una gran obra, y si dijo alguna frase que no nos cierra, o hizo algo que se contradice con lo que supuestamente pensaba… eso sólo prueba que era humano.
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Bueno, sí dijo lo que dijo y sí se puede saber con una simple búsqueda en Google. Por otra parte, estoy de acuerdo en que no importa tanto, en cuanto hay muchas cosas más que dijo que son más importantes que esa.
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Coincido con Alvaro! Y esa es la conclusión de mi artículo. La cita en El Mercurio fue desafortunada, pero eso no invalida su obra, y su preocupación por proteger la libertad individual y encontrar límites al poder.
Me parece excelente, esta cita del comentario de Nicolás… nunca lo había visto tan claro:
«[P]ara Hayek hay cuatro tipos teóricos de gobiernos posibles, no sólo dos:
A: democracia limitada (se respetan las libertades individuales)
B: democracia ilimitada (no se respetan las libertades individuales)
C: dictadura liberal (se respetan las libertades individuales)
D: dictadura no liberal (no se respetan las libertades individuales)
Que Hayek haya dicho que prefiere C a B no quiere decir que prefiera C a A.»
Lo que me llama la atención, es que Pinochet estaba lejos de representar la posición «C» y la preferencia de «C» sobre «B» justamente surge en una entrevista sobre el caso Pinochet en Chile. Si Hayek hubiera advertido que Allende representaba a «B», y que Pinochet representó a «D», entonces debió haber dejado muy claro que ambos modelos y ambos personajes le han hecho mucho daño al pueblo chileno. De ahí que me parece desafortunada la cita…. y me llama mucho la atención que entre 1981 y 1992, Hayek no haya aclarado la cuestión en otro lugar. De nuevo, Hayek era humano… y quienes seguimos sus escritos, no debemos dudar en afirmar que en esto se equivocó.
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En la discusión que se originó después del primer post de Adrián sobre Hayek y Pinochet, yo hice el punto de que el primero apoyó (o pudo apoyar) al segundo no por cuanto tenía de dictador, sino de liberal. Desde una perspectiva de principios me parece absolutamente legítimo y coherente los dichos de Hayek con el resto de su obra; cosa distinta es si Pinochet en particular merecía el calificativo de “dictador liberal”. Muchos liberales chilenos como José Piñera y Alvaro Bardón estarían aquí con Hayek y opinarían que tal aseveración no fue ni desafortunada ni exagerada, sino perfectamente atendible. Slds!
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