Supongamos que luego de 12 años de gobierno kirchnerista (o 4 u 8 de Cambiemos), un nuevo gobierno asume con la bandera de la promesa de un cambio institucional profundo. No cambios de cosmética fiscal, sino verdaderos cambios institucionales y culturales en las reglas de juego de la sociedad y economía del país. Este cambio institucional puede darse vía demanda o vía oferta de cambio.
La demanda de cambio es la que surge de la poblacion (los votantes), mientras que la oferta de cambio se origina por el lado de la dirigencia política. Dentro de la dirigencia polítia hay dos grupos, (1) los seguidores de encuentas y (2) los estadistas. Los primeros buscan acomodarse a la opinion publica. Los segundos cambian la opinión pública; son, en definitiva, líderes.
El problema es que si la sociedad no demanda un cambio, el mismo debe venir por el lado de la oferta. Aquí, la diferencia entre el seguidor de encuestas y el líder es importante. Un simple gráfico de demanda y oferta ilustra la situación. El eje vertical muestra, para la demanda el precio que la sociedad está dispuesta a pagar por las reformas. Para la oferta, el eje vertical muestra el costo político de realizar reformas. El eje horizontal muestra la «cantidad» (o profundidad) de la reforma institucional. Las líneas en negro muestran la situación original.

En la medida que no haya un aumento en la demanda de cambio institucional, un aumento en la oferta implica un costo político (CP) que los gobiernos de turno suelen no estar dispuestos a pagar. Si, en cambio, aumenta la demanda, entonces la sociedad está más dispuesta a afrontar el costo de al reforma. Aumenta el apoyo social (AS). Por ejemplo, la sociedad estaría dispuesta a afrontar aumentos de tarifas en servicios públicos, una baja del gasto público, etc.
El líder político es aquel que logra mover la demanda de cambio institucional y así poder llevar adelante las reformas necesarias. A su vez, el aumento en la demanda le permite hacer reformas más profundas (ir hasta q*) sin tener que pagar un mayor costo político.
Es por este motivo que varios economistas esperábamos que Cambiemos fuese bien claro y transparente en la seriedad de la herencia recibida, en lugar de hacer menciones más bien superficiales. Reportes de auditorias, cadenas nacionales, conferencias de prensa, lo que fuese necesario, etc., de modo tal que la sociedad entendiese el desafío que había por delante y demandase los cambios necesarios. En otras palabras, ajustar las expectativas a la realidad. La decisión de «no dar malas noticias» por parte del Gobierno resulta en tener que afrontar un mayor costo político si la promesa de cambio es seria. El constante discurso por parte de Cambiemos de que hacer más reformas no se puede muestran este punto.
Las crítica que varios economistas hacemos al gobierno (y otros actores políticos) no buscan dificultar la tarea de cambiemos (tampoco es que los economistas tengamos ese nivel de poder). La intención es mover la demanda de cambio institucional (también dudo que tengamos ese poder, pero esa es la intención), dado que el gobierno no se muetra capacitado o interesado para hacerlo. De moverse la demanda, el no hacer las reformas pasa a ser el costo político.
Sería oportuno que el próximo gobierno tenga más actitud de líder o estadista y que no se pelee con los economistas que, en definitiva, buscan llegar al mismo resultado.
El precio en el eje vertical esta al reves. baja para arriba.
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