Tras la conversación que L. H. White y J. R. Rallo mantuvieron en Madrid (video), el primero ofreció unos comentarios escritos en el blog Alt-M, que nosotros traducimos aquí al español. Ahora Rallo ofrece aquí su respuesta.
Esta nueva respuesta tiene varios elementos importantes. Rallo explica que en su conversación con Larry White la presentación de su tesis no fue todo lo sistemática que hubiera querido, por lo que resume aquí su tesis en una serie de párrafos.
Personalmente -y a la expectativa de una posible respuesta de Larry White-, debo decir que me pareció esclarecedor el post en varios sentidos, al punto que me parece cada vez más imprescindible un diálogo entre estos dos programas de investigación para ver hasta qué punto el mensaje de ambos es compatible. No quiero negar las diferencias entre los enfoques, pero me parece que parte de lo que hoy discutimos es más semántico que diferencias sustanciales de fondo. Esto es lógico que ocurra cuando dos programas de investigación tienen un lenguaje propio, los que comparten algunos conceptos, pero difieren en el significado de otros.
Rallo muestra aquí la importancia de la coordinación económica y la estructura productiva, y se toma el trabajo también de distinguirlo de la propuesta Rothbard-Huerta de Soto y White-Selgin.
En uno de estos párrafos resume la tesis:
To summarize: the Real Bills Doctrine just states that the proper financial asset for preserving savers liquidity is real bills, or in more general terms, IOU’s that are collateralized for goods in process of being sold to final consumers. The tradition of the Real Bills Doctrine (or, more broadly, the tradition of liquidity theorist) started with Adam Smith, but has included such renowned economists as Jean Baptiste Say, William Huskisson, James Wilson, James Laughlin, Henry Parker Willis, Felix Somary, Heinrich Rittershausen, Charles Rist, Jacques Rueff or Antal Fekete. I would also include Carl Menger in this tradition, attending to the final pages of his book Money (1909) and to enthusiastic defence of the Real Bills Doctrine by his student Eugen von Philippovich, but since Menger never developed a theory of credit, this inclusion is rather risky.
Sabía por ejemplo que Adam Smith, Menger y Antal Fekete formaban parte de la historia del pensamiento económico que respalda esta «nueva» corriente, pero ignoraba a los otros autores, y especialmente me sorprendió encontrar a J. B. Say o J. Rueff en la lista.
Rallo cierra afirmando que ante la pregunta de qué marco institucional es conveniente para tener prudencia bancaria y coordinación macroeconómica, él sugiere la banca libre con reserva fraccionaria como la que existió en Escocia, pero aclarando que aquel sistema escocés fue precisamente lo que él define como real bills. Me parece que por allí seguirá el debate, que es precisamente la especialidad de Larry White a partir de su tesis doctoral y del libro Free banking in Britain.
Por otro lado, en el mismo párrafo final aclara Rallo que es incorrecto afirmar que bajo banca libre habrá prudencia bancaria y el fin definitivo de los ciclos económicos. Personalmente insisto en aclarar, que bajo banca libre el sistema no es perfecto, y que lógicamente puede haber imprudencia de ciertos bancos que los conduzca a la quiebra, pero todavía me falta comprender cuál es el elemento por el cual los errores de los bancos serían masivos, y por qué «todos» los banqueros desearían tomar un curso de acción que los conduzca a la quiebra, y a quedar fuera del mercado. Más bien, creo que la competencia y la banca descentralizada tendría -como se observó en Escocia- un período de prueba y error que irá eliminando a ciertos bancos y fortaleciendo a otros, pero a medida que el sistema vaya madurando, se alcanzaría la «máxima prudencia posible», y con ello se reducirían los errores y la descoordinación que conducen a un ciclo económico.
El interrogante es el mismo, en cierto sentido, al que se le plantea a los defensores de la banca libre con encaje 100 %. Si bien, las reservas fraccionarias en un sistema de banca central, contribuyen a expandir el crédito y al auge de las primeras etapas del ciclo económico, bajo un sistema de banca libre, las mismas también pueden expandir el crédito pero al ser limitada esta expansión, se evita el ciclo económico. El caso de Escocia en particular, muestra la caída de un banco -el Ayr Bank-, pero no la caída del sistema. Por el contrario, en la medida que el sistema va madurando, incluso este tipo de problemas en bancos aislados tiende a desaparecer.
Uno de los aspectos que nos separa quizás es la definición de ciclos económicos. No negamos cierta descoordinación, que es inevitable, lo que negamos es el error en masa que ha caracterizado hasta el día de hoy a todas las grandes depresiones que sufrió -por ejemplo- EEUU, referenciando casos concretos en la crisis de 1930, 1987, 2001 y 2008. Bajo banca libre, tales burbujas o errores empresariales en masa no ocurren, pero no rechazamos la posible quiebra de un banco imprudente.
Con el mayor de los respetos, darles aures doctos no deja de ser todo una pamplina. Todas palabrerías sin ningún fundamento, ni respaldo. Hablar por hablar.
Lo fantástico es la seriedad y convicción con la que lo dicen
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Excelente analisis Adrian Ravier, Rallo es un excelente economista , no obstante no comparto su conviccion que los ciclos no son necesariamnete causa de la manipulacion politica de una banca central. Con Free Banking y reserva fraccionaria (escocia) sin banca central seria imposible llegar al ciclo de los 30, 08 porque la necesaria competencia empresarial impide la quiebra masiva bancaria.
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