La historia económica ha vivido, vive aún, la ambigüedad de tratar con dos disciplinas bastante disímiles. Mientras que la economía utiliza un método hipotético deductivo, suponiendo la reiteración de ciertos comportamientos, la historia –se dice- trata de casos únicos, irrepetibles, y por ello no puede formular predicciones.
Esta antinómia, repetida tantas veces, olvida que la economía no predice comportamientos individuales y que los hechos del pasado no son esencialmente distintos a los del presente.
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