SOBRE EL DISCURSO DE TRUMP

Publicado originalmente en Filosofía para mí, el 22 de julio de 2016.

Ni una palabra sobre los Founding Fathers, ni la Declaración de Independencia. Nada sobre cómo va a solucionar el deficit y la deuda infinita de los EEUU, excepto unas vagas referencias a algunos controles de gastos de organizamos gubernamentales. Nada sobre los controles inconstitucionales de la CIA y de la inconstitucional Patriot Act: obvio. Nada sobre la Reserva Federal y su incontinencia emisora o su sola existencia. Nada sobre cómo desmantelar los poderes del Estado Federal sobre salud, educación o seguridad social, más que la crítica de siempre a Obama y una referencia a un «choice» en educación, sin mayores aclaraciones.

Sus críticas a Hilary Clinton, correctas. Su referencia a Israel, correcta. Su promesa de combatir al islanismo radical y a ISIS, esperable, bienvenida, aunque queda la sospecha de que no dice «cómo» si por la obviedad de que no puede decirlo o porque realmente no sabe cómo lo hará.

Pero un candidado que quiera volver al EEUU originario no es el candidato de esta época. 1776, 1789 en las colonias británicas fue una época lockiana, una época de liberación de tiranos europeos y británicos pero con un common law británico que dio vida a los EEUU, a su Constitución, a su milagrosa Declaración de Independencia. Pero fueron otras épocas. Los liberales clásicos y libertarios queremos volver, pero el túnel del tiempo se nos hace difícil. Nuestro mundo actual es un mundo hobbesiano, de gente asustada, que precisamente lo que quiere ver es a un Donald Trump diciendo «yo los voy a proteger», con toda la actitud gestual, corporal y juegos de lenguaje que afirman «y a la míercoles con todo y con todos», y listo. Y del otro lado, tenemos a los hobbesianos que también te quieren proteger, con un estado también omnipresente pero con otra agenda de prioridades. Ellos también tienen miedo. Miedo de qué pasa si Hilary no está. Miedo de que Trump -la personificación de todo lo que odian- sea presidente. Miedo y quién me protege. That´s all. Constitución, instituciones, etc, ya parecen no existir.

Tal vez ese miedo sea constitutivo de las sociedades humanas; tal vez Fromm, en El miedo a la libertad, tal vez Freud, en Psicología de las masas y análisis del yo, tal vez Ortega, en La rebelión de las masas, nos han dado la clave de cómo funcionan las sociedades humanas. En cuyo caso el liberalismo clásico quedará siempre como un ideal regulativo, como un contrapeso de la historia, historia humana que varía de Alejandro Magno a Trump, Putin, Hilary: la misma musica con diferentes letras.

Trump tiene una espontaneidad también atrayente, aunque su discurso de ayer no fue improvisado. Aunque a él no le guste escucharlo, él es un político como todos: dice lo que la gente quiere oír. Hilary también, lo que ocurre es que le habla al otro 50% de una sociedad dividida entre dos estatismos. Ninguno es estadista, esto es, un terapeura social que educa, que cura con su discurso. Si, hay que combatir a ISIS, pero sin convertir a EEUU en la Unión Soviética. ¿O ya se hizo?

Y como ya dije una vez: si NO se puede hacer de otra manera, entonces…. Entonces nuestro reino no es de este mundo. O, tal vez, la Declaración de Independencia de los EEUU fue precisamente un eco temporal de lo que NO era de este mundo. Un contrapeso de la historia hobbesiana. Un sueño. Una poesía, tal vez. Una nostalgia. Una enternecedora nostalgia.

3 comentarios en “SOBRE EL DISCURSO DE TRUMP

  1. Sí, Gabriel. Es desconsoladoramente cierto tu análisis. O en parte. Mi hipótesis es que este tipo de sociedades que tenemos es el fruto amargo que se obtiene cuando las sociedades evolucionan -dicho esto no en el sentido positivo del término- y que una sociedad como la que promovieron los Foundings Fathers fue un producto temporario que de dio bajo la condición de que se trataba de un nuevo mundo, un mundo de colonos, con pocas diferencias de status entre ellos. Cuando esa sociedad logró acumular determinados activos resurgió nuevamente la lucha por el poder, y los poderosos volvieron a oprimir a los demás.
    En los últimos siglos, la forma de opresión es el estado, al que veo desde una óptica tenebrosa: por un lado, el poder ya no muestra la cara del déspota medieval, dueño por derecho divino de las vidas ajenas, sino que debe mostrar una cara más amigable para que los sometidos se sometan por propia voluntad; por otro lado, este cinismo resulta mucho más eficaz, como lo demuestra la creciente presión impositiva que las burocracias imponen a cambio de nada y con el consentimiento de las masas y las imponentes máquinas de exterminio que son las fuerzas militares modernas. Las castas gobernantes son anónimas y por ello más poderosas.
    Por otra parte, gracias a que el ser humano también presenta una tendencia natural hacia la libertad, continúan las innovaciones, disponemos de internet, ese reino, por ahora, de los intercambios libres. Disponemos de más tiempo para educarnos y de más riqueza para no depender de los tiranos.
    En fin, mi visión no es tan desperanzada. La moneda está en el aire y depende de nosotros la cara que mostrará.
    Gracias por tus reflexiones.

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  2. Excelente escrito, profesor Zanotti,

    Casualmente estuve leyendo y discutiendo este fin de semana, el articulo de Buchanan «Afraid to be Free» donde en el, nos explica como el paternalismo estatal ha abarcado la vida cotidiana de los ciudadanos, de tal forma que el individuo ha reemplazado a «Dios» por el Estado. Pronto escribire sobre esto.

    Un abrazo,

    Jaime

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