Como solía decir el filósofo marxista Luis Althusser, ninguna lectura es inocente. El significado que cada lector infiere de algún trozo de una obra científica está influido indefectiblemente por sus propias premisas y su marco de referencia analítico. Cuando el marco teórico subyacente del lector difiere sustancialmente del de los autores que son objeto de estudio, es probable que el resultado sea un profundo malentendido. Pocos ejemplos de lectura «no inocente» pueden alcanzar el grado de distorsión que la interpretación corriente del debate sobre el cálculo económico socialista impartió a esa famosa controversia. Muchos de los dos importantes analistas que desde un principio se interesaron por el debate corrigieron posteriormente, al menos en parte, sus errores iniciales de interpretación. Sin embargo, la versión de la historia del debate que ha llegado a predominar entre los economistas conserva aún la mayoría de esos errores iniciales. En este ensayo estudiaremos los orígenes y el desarrollo de la versión corriente de la controversia socialista y ofreceremos sugerencias tendientes a explicar cómo y por qué esa interpretación equivoca seriamente el sentido de algunos de los argumentos del debate.
Las dos caras de esta controversia están representadas, por un lado, por los «austriacos» que lanzaron el desafío al socialismo -encabezados por Ludwig von Mises, Friedrich Hayek y Lionel Robbins- 1, y por el otro por los «neoclásicos» -que respondieron a ese desafío defendiendo una u otra forma de socialismo-, en especial los llamados «socialistas de mercado», Oskar Lange, H. D. Dickinson, Fred M. Taylor, Abba P. Lerner y E. F. Durbin, y, desde un punto de vista algo diferente, Maurice Dobb.-
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