Socialismo: ¿Un Problema de Propiedad o Conocimiento? – H.H. Hoppe

Mises_HayekDante Bayona me remitió un artículo de Hans Hermann Hoppe donde critica el aporte de Hayek al enfatizar el problema del conocimiento en el socialismo. Abajo, el artículo completo para abrir debate, pero me permito hacer un breve comentario previo.

Tuve en 2005 la oportunidad única de trabajar en el Mises Institute como becario por un verano y conocer personalmente a Joseph Salerno y Hans Hermann Hoppe. Salerno fue quien dirigió allí nuestras investigaciones -y me aportó muchísimo-. A Hoppe sólo lo conocí brevemente por una semana -donde impartió varias conferencias- y tuve la oportunidad de pedirle que me firme una copia de su libro sobre metodología! Cada vez que tuvo oportunidad, Hoppe depreció la obra de Hayek, pero lo que me llamó la atención entonces es que toda su crítica me pareció puramente emocional! Pensé entonces que quizás me faltaba contexto, que me faltaba comprender su herméutica, pero hoy ya dudo de ello.

A diferencia de Hoppe, Salerno no desprecia la obra de Hayek. Recuerdo hablar con él sobre Hayek, y  enfatizar la importancia de sus libros Precios y Producción (1931), Monetary Theory and Trade Cycle (1933), Profits, interest and investment (1939), The Pure Theory of Capital (1941), y recuerdo que él me explicó que para nada despreciaba estos trabajos. De hecho, uno puede observar la introducción de Joe Salerno a la última edición de Prices and Production, y verá esto muy claro!

Pero luego, me explicó su crítica al aporte de Hayek al socialismo. Yo venía el semestre anterior de estudiar con Huerta de Soto y leer completo su libro «Socialismo, cálculo económico y función empresarial» (1992). Y para mí era tan obvio el complemento entre Mises y Hayek en esta problemática, que no pude comprender su punto.

Recién leí esta nota de Hoppe, y nuevamente hago el mismo punto. Dice Hoppe:

Para Hayek, el problema del socialismo no es la falta de propiedad sino una falta de conocimiento.

Debería repasar la obra de Hayek, pero esta cita me desconcertó. No recuerdo haber leído a Hayek criticar el aporte de Mises sobre la falta de propiedad privada en el socialismo. Por el contrario, recuerdo haber leído la introducción de Hayek al libro de Mises «El socialismo» de 1922, y explicar cómo este libro le cambió la vida. Hayek era socialista, recién regresaba de la guerra, y se encontró con este libro. Entendió que había que detener el avance del socialismo, y trabajó toda su vida con ese punto en mente. Lo hizo desde un punto de vista científico en «Individualism and Economic Order», y también lo hizo desde un punto de vista político en «Camino de Servidumbre», y en ambos casos, quienes defendemos la libertad individual, la economía de mercado y la propiedad privada, le estamos agradecidos.

El aporte de Hayek a la problemática sobre el socialismo debe leerse entonces como un complemento a la contribución previa de Mises!

De ello, deduzco que la forma de criticar al socialismo no es con Mises «o» con Hayek, sino con Mises «y» con Hayek. Al respecto, me parece que el lector interesado puede leer mi Reseña: Jesús Huerta de Soto, “Socialismo, Cálculo Económico y Función Empresarial”, Cuadernos de Economía Política, Vol. 30, No. 54, Universidad Nacional de Colombia, 2011. (en general, quien aprecia a Hoppe, aprecia a Huerta de Soto, pues ambos son seguidores de la línea Mises-Rothbard -si tal cosa existe!-, de ahí que esta reseña puede hacer ruido dentro de la corriente).

Por último, Hoppe aquí critica a la línea Hayek-Lachmann-Kirzner. Y esto lo hace más comprensible desde mi punto de vista, pues desecha Hoppe y diría que desmantela toda nuestra comprensión del proceso de mercado. Cuando digo «nuestra», está claro que la hago propia, pero también me refiero a la comprensión «austriaca» del proceso de mercado.

Y ahí es donde quiero llegar con este comentario. Hoppe es claramente anti-austriaco en muchos sentidos y esta nota lo demuestra. De ahí mi preocupación por separar el agua del aceite. Está claro que uno puede tomar aspectos positivos del aporte de Hoppe, pero como un todo, su mensaje es claramente dañino.

En el mismo sentido hay otros trabajos de economistas allegados al Mises Institute. Por ejemplo, la biografía de Mises escrita por Jörg Guido Hülsmann. Su anti-hayekianismo es tan grande que nos sorprendió a todos! Por suerte, Huerta de Soto ya mostró aquellos excesos en su reseña.

Socialismo: ¿Un Problema de Propiedad o Conocimiento? – H.H. Hoppe

En una serie de recientes artículos en el Review of Austrian Economics, Joseph Salerno empezó a des-homogeneizar las frecuentemente mezcladas teorías económicas y sociales de Ludwig von Mises y Friedrich A. Hayek. En particular, él ha mostrado que los puntos de vista de ellos respecto al socialismo son diferentes, y ha sostenido que el argumento original de Mises en el tal llamado debate sobre el cálculo socialista estuvo correcto todo el tiempo y fue finalmente la última palabra, mientras que la contribución distintiva de Hayek al debate fue falaciosa desde el comienzo, y sólo agregó confusión. La nota siguiente proveerá apoyo adicional a la tesis de Salerno.

El argumento bien conocido de Mises es como sigue: si no hay propiedad privada sobre la tierra y los otros factores de producción, entonces no puede haber precios de mercado para ellos. Por tanto, el cálculo económico, es decir, la comparación a la luz de los precios corrientes, del ingreso anticipado, y el costo esperado expresado en términos de un medio de intercambio común—dinero—(permitiendo así operaciones cardinales de contabilidad), es literalmente imposible. Así, el error fatal del socialismo es la ausencia de propiedad privada sobre la tierra y los factores de producción, y por implicación, la ausencia de cálculo económico.

Para Hayek, el problema del socialismo no es la falta de propiedad sino una falta de conocimiento. Su distintiva tesis es completamente diferente a la de Mises.[1] Para Hayek, la falla última del socialismo es el hecho que el conocimiento, en particular “el conocimiento de las circunstancias particulares de tiempo y lugar,” existe sólo en una forma muy dispersa como posesión personal de varios individuos; por esta razón, es prácticamente imposible reunir y procesar todo el conocimiento existente en la mente un solo planificador central socialista. La solución de Hayek no es propiedad privada, sino la descentralización del uso de conocimiento.

Pero ciertamente tal tesis es absurda. Primero, si el uso centralizado de conocimiento es el problema, entonces es difícil explicar por qué existen familias, clubs, y empresas, o por qué ellas no presentan los mismos problemas del socialismo. Las familias y las empresas también tienen planificación central. El jefe de familia y el dueño de la empresa también hacen planes que restringen el uso que otra gente puede hacer de su propio conocimiento privado, sin embargo las familias y las empresas no son conocidas por compartir los problemas del socialismo. Para Mises esta observación no presenta ninguna dificultad: en socialismo la propiedad privada está ausente, mientras que en las familias individuales y las empresas privadas están basadas en la institución misma de la propiedad privada. Pero para Hayek la forma armoniosa en que operan las familias y las empresas es un misterio, porque su idea de una sociedad completamente descentralizada es una en la que cada persona toma sus propias decisiones basándose en su conocimiento único de las circunstancias, sin restricciones de un plan central o una norma (social) supra-individual (como la institución de la propiedad privada).

Segundo, si el desideratum es simplemente el uso descentralizado de conocimiento en la sociedad, entonces es difícil entender por qué los problemas del socialismo son fundamentalmente diferentes de los que enfrentan las otras formas de organización social. Toda organización humana, compuesta, como es, por distintos individuos, constante e inevitablemente hace uso de conocimiento descentralizado. En socialismo, el conocimiento descentralizado es utilizado no menos que en las empresas privadas o en las familias. Como en una empresa, en el socialismo existe un plan central; y dentro de las restricciones de ese plan, los obreros socialistas y los empleados de la empresa utilizan su propio conocimiento descentralizado de circunstan­cias de tiempo y lugar para implementar y ejecutar el plan. Para Mises, todo eso está completa­mente fuera del punto. Pero dentro de la estructura analítica de Hayek no hay diferencia entre socialismo y una corporación privada. Así, no puede haber más problemas con la primera que con la segunda.

Claramente, la tesis de Hayek sobre el problema central del socialismo no tiene sentido. Lo que categóricamente distingue al socialismo de las empresas y las familias no es la existencia de conocimiento centralizado o la falta de uso de conocimiento descentralizado, sino la ausencia de propiedad privada, y, por tanto, de precios. De hecho, en ocasionales referencias a Mises y su argumento original sobre el cálculo, Hayek a veces parece darse cuenta de eso también. Pero su intento de integrar su tesis con la de Mises y por tanto proveer una síntesis teórica superior falla.

La síntesis hayekiana consiste de la siguiente conjunción proposicional: “fundamentalmente, en un sistema en el que el conocimiento de hechos relevantes está disperso entre mucha gente, los precios pueden actuar para coordinar las acciones separadas de gente diferente” y “el sistema de precios” puede servir como “un mecanismo para comunicar información.”[2] Mientras la segunda parte de esta proposición impacta a uno como vagamente misesiana, no es claro en absoluto cómo está lógicamente relacionada a la primera, excepto a través de la asociación elusiva de Hayek sobre “precios” con “información” y “conocimiento.” Sin embargo, esta asociación es más un truco semántico que una argumentación rigurosa. Por un lado, es inofensivo hablar de precios transportando información. Ellos informan sobre  ratios de intercambio del pasado. Pero es un non-sequitur concluir que el problema central del socialismo es la falta de conocimiento. Esto sólo sería así si los precios de hecho fueran información. Sin embargo ese no es el caso. Los precios proporcionan información, pero son ratios de intercambio de bienes diferentes, que resultan de las interacciones voluntarias de distintos individuos basados en la institución de la propiedad privada. Sin la institución de la propiedad privada, la información transportada por los precios simplemente no existe. La propiedad privada es la condición necesaria—die Bedingung der Möglichkeit—del conocimiento comunicado a través de los precios. Pero luego es correcto sólo concluir, como hace Mises, que es la ausencia de la institución de la propiedad privada lo que constituye el problema del socialismo. Sostener que el problema del socialismo es falta de conocimiento, como hace Hayek, es confundir causa y efecto, o premisa y consecuencia.

Por otro lado, la identificación que hace Hayek de “precios” y “conocimiento” envuelve una equivocación engañosa. Hayek no sólo falla en distinguir entre lo que podría ser llamado conocimiento institucional—información que requiere para su existencia una institución (tal como el conocimiento de precios requiere propiedad privada)—y conocimiento extra-institucional—como: esto es un árbol de cedro, me gustan la nueces, o las aves pueden volar. Además, Hayek también falla en darse cuenta que el conocimiento de precios no es para nada el mismo tipo de conocimiento cuya existencia él cree ser responsable por la “imposibilidad práctica” del socialismo y la planificación central. Lo que hace imposible la planificación central, según Hayek, es el hecho que parte del conocimiento humano existe sólo como esencialmente información privada:

prácticamente cada individuo tiene una ventaja sobre todos los otros porque posee información única de la cual puede hacerse uso beneficioso, pero de la cual puede hacerse uso sólo si las decisiones que dependen de ella son dejadas a él o son hechas con su cooperación activa.[3]

Si bien es cierto que tal conocimiento existe, y si bien también es cierto que conocimiento únicamente privado por supuesto nunca puede ser centralizado (sin pérdida de información), ciertamente no es verdad que el conocimiento de precios esté en esa categoría de información únicamente privada. Aclaremos, los precios son “precios pagados en tiempos y lugares específicos,” pero eso no los hace información privada en el sentido hayekiano. Al contrario, la información transportada por los precios es información pública, porque los precios—qua ratios objetivos de intercambio—son eventos reales. Puede ser difícil conocer todos los precios pagados en fechas y lugares específicos, como puede ser difícil conocer la ubicación de cada persona en un tiempo específico. Pero difícilmente es imposible conocer alguno de ellos, y con la tecnología actual de las computadoras es probablemente fácil. En cualquier caso, si bien yo no puedo nunca conocer todo lo que tú conoces, y viceversa, no es más problemático asumir que ambos de nosotros podemos simultáneamente poseer la misma información de precios de lo que nosotros podemos simultáneamente conocer los mismo resultados del baseball. Por esta razón, la información transportada por los precios de hecho sí puede ser centralizada. Pero si la información de precios es información pública y puede ser centralizada, entonces, de acuerdo a la tesis de Hayek de que el problema del socialismo surge de la ineficiencia en tratar de centralizar conocimiento privado genuinamente incentralizable, se desprende que la ausencia de precios, y por tanto de propiedad privada, no tiene nada que ver con el problema de socialismo. De otra forma, si uno insiste, con Mises, en que la ausencia de propiedad privada y precios sí tiene algo que ver con los problemas del socialismo, la contribución de Hayek al debate del socialismo tiene que ser abandonada como falsa, confusa e irrelevante.

El error de Hayek sobre la naturaleza del socialismo es un síntoma de una falla fundamental en su pensamiento, que se expande no sólo en su teoría económica sino en particular también en su filosofía política: su ultra-subjetivismo. Hayek, como han notado y citado ad nauseam sus numerosos seguidores, estaba convencido que “probablemente no es exageración decir que cada avance importante en teoría económica durante los cien últimos años era un paso adelante en la aplicación consistente del subjetivismo.”[4] Si bien eso puede ser cierto, de eso no sigue lógicamente que cada paso adelante hacia el subjetivismo tiene que llevar hacia un avance en teoría económica. Sin embargo, Hayek parece haber trazado esa conclusión, convirtiéndose luego en un gran ejemplo ilustrando esa falsedad.

Mises, y siguiendo sus pasos incluso de forma más clara Murray N. Rothbard, concibió la economía como la ciencia de la acción humana. La acción tiene dos inseparables aspectos: un aspecto subjetivo (la acción es racional, acción inteligible) y un aspecto objetivo (la acción es siempre acción con cosas reales y físicas). De acuerdo a esto, la economía y la filosofía política de Mises y Rothbard es siempre robusta, y sus categorías y teorías invariablemente poseen significado real operacional: propiedad privada, división de trabajo basada en propiedad privada, producción, intercambio directo e indirecto, y también la interferencia obligatoria contra la propiedad privada, la producción y el intercambio tal como los impuestos, falsificación, legislación y regulación.

En contraste distinto, Hayek—y guiados mal por él en diferentes grados también Israel Kirzner y Ludwig Lachmann—ve a la economía como cierto tipo de ciencia del conocimiento humano. De acuerdo a eso, las categorías de Hayek y sus teorías se refieren a fenómenos puramente subjetivos y son invariablemente evasivos e incluso ilusorios. Él no se preocupa de la acción con cosas, sino del conocimiento y la ignorancia, la división, dispersión y difusión de conocimiento, del estado de alerta, descubrimiento, aprendizaje, y la coordinación y divergencia de planes y expectativas. Los eventos del mundo externo—físico—y real—material—han desaparecido casi completamente de su vista. Las categorías de Hayek hacen referencia a estados mentales de situaciones y relaciones, completamente alejados de, y compatibles con, cualquier estado físico real de situaciones y eventos.

Lo más notable e inquietante es que el ultra-subjetivismo se convierte en la filosofía política de Hayek. De acuerdo a una larga tradición de filosofía política compartida por Mises y Rothbard, la libertad se define como libertad para poseer—y controlar—propiedad real, y coerción es la iniciación de daño físico sobre la propiedad privada de otros. En contraste distinto, Hayek define libertad como “un estado en el que cada uno puede usar su propio conocimiento y para sus propios propósitos,”[5] y coerción significa “tal control del medio ambiente o las circunstancias de una persona por otra que para evitar un daño más grande, él es forzado a actuar no de acuerdo a su propio plan sino para servir los fines de otro,”[6] o alternativamente, “coerción ocurre cuando las acciones de un hombre se hacen para servir la voluntad de otro hombre, no para sus propios propósitos sino para los propósitos del otro”[7] (todos los énfasis son míos). Claramente, la definición de Hayek no contiene nada sobre bienes escasos y propiedad real tangible, y no provee criterio físico o indicador para la existencia o no existencia de alguno de los dos. En lugar de eso, coerción y libertad hacen referencia a configuraciones específicas de voluntades, planes, pensamientos o expectativas subjetivos. Como predicados mentales, las definiciones de Hayek de libertad y coerción son compatibles con toda situación real y física. No poseen ningún poder para hacer alguna distinción real.[8]

Está fuera de las intenciones de esta nota ofrecer una crítica detallada y refutación al ultra-subjetivismo de Hayek. Sin embargo, aparte de la cuestión fundamental sobre si una ciencia del conocimiento como la imaginada por Hayek es incluso posible, es decir, si puede haber otra ciencia del conocimiento aparte de la lógica y la epistemología por un lado, y la historia de la ideas por el otro lado,[9] dos conclusiones son dolorosamente claras. Incluso si la ciencia del conocimiento de Hayek es posible, parece ser en el mejor de los irrelevante porque praxiológicamente—operacionalmente—no tiene significado. Y en el peor de los casos, intelectualmente perniciosa al promover el relativismo.

Respecto al mundo real de la acción sobre propiedad física, de producción e intercambio, dinero y mercados, ganancias y pérdidas, acumulación de capital y bancarrota, no puede haber duda de la existencia de leyes y la operación sin cesar de una tendencia hacia un equilibrio general—acción-coordinación. De igual forma, no puede haber duda sobre la existencia de leyes y la operación constante de tendencias des-equilibradoras dentro del mundo de los impuestos, falsificación, legislación, y regulación reales. De hecho, sería extremada­mente costoso—prohibitivo—no reconocer tales leyes y adoptar puntos de vista relativistas. En contraste, al mover la atención subrepticiamente del mundo tangible de acción y propiedad hacia el mundo etéreo de conocimiento, ideas, planes y expectativas, los puntos de vista relativistas se vuelven atractivos (y baratos). No hay aparentes regularidades y tendencias en el mundo del conocimiento de Hayek. De hecho, es difícil incluso imaginar el significado de “ley” y “equilibrio” en el contexto de fenómenos puramente subjetivos. En lugar de eso existe aparentemente nada más que cambio caleidoscópico constante.

Difícilmente sorprende entonces que Hayek y sus seguidores proclamen slogans relativistas tales como que no podemos hacer nada para mejorar nuestra condición excepto apoyarnos en evolución espontánea, que nuestro futuro es completamente no-conocible, o que no podemos hacer nada sino participar en una conversación abierta y sin fin. En lo que al campo de los fenómenos puramente subjetivos concierne, y como dirigido a un ser puramente espiritual—sin cuerpo, eso puede ser bien un buen consejo. Los que de hecho poseen existencia física—corpórea, sin embargo ¿por qué estarían siquiera interesados en eso? Aplicado al mundo de la acción corpórea y la propiedad, tal consejo es una tontería auto-destructiva.

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Nota:

El trabajo de Joseph Salerno al que Hoppe se refiere es:

Postscript: Why a Socialist Economy is “Impossible”

by Joseph T. Salerno

http://mises.org/pdf/econcalc.pdf

[pág. 34]

Socialism: A Property or Knowledge Problem?

The Review of Austrian Economics Vol. 9,No. 1 (1996): 143-49

http://mises.org/journals/rae/pdf/rae9_1_13.pdf

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[1]Ver en particular el ampliamente aclamado artículo de 1945 sobre “El Uso del Conocimiento en la Sociedad,” reimpreso en F.A. Hayek, Individualismo y Orden Económico (Chicago: University of Chicago Press, 1948).

[2]Ibid., pp. 85-86.

[3]Ibid., p. 80.

[4]La Contrarrevolución de la Ciencia (New York: Free Press, 1955.) p. 31.

[5]Ley, Legislación y Libertad, Vol. 1 (Chicago: University of Chicago Press, 1973), pp. 55-56.

[6]La Constitución de la Libertad (Chicago: University of Chicago Press, 1960), pp. 20-21.

[7]Ibid., p. 133

[8]Ver también Hans-Hermann Hoppe, “Hayek sobre el Gobierno y la Evolución Social,” Review of Austrian Economics 7, no. 1 (1994): esp. 70f.

[9]Para unas dudas muy serias sobre esto, ver Hans-Hermann Hoppe, Kritik der Kausalwissenschaftlichen Sozialforschung (Opladen: Westdeutscher Verlag, 1983).

19 comentarios en “Socialismo: ¿Un Problema de Propiedad o Conocimiento? – H.H. Hoppe

  1. Bastante falaz el escrito de Hoppe, especialmente cuando dice:

    «Para Hayek, el problema del socialismo no es la falta de propiedad sino una falta de conocimiento.»
    Para Hayek el problema es que hay mecanismos que las instituciones POSEEN para coordinar el conocimiento disperso, la propiedad privada y el respeto a la misma y los precios son esenciales para coordinar ese conocimiento que no viene dado a ninguno de los agentes económicos en su totalidad. Sin estos mecanismos, no hay mercado y no hay posibilidad salvo la centralización para «coordinar» los recursos conocidos por los actores. Y si se centraliza todo en un organismo de planificación central (socialismo) implica ante todo, una ing. social de todo miembro de la sociedad civil. por lo tanto es imposible coordinar ya que el órgano de planificación debe de evitar que los actores del mismo logren coordinarse para producir por ende se pierde conocimiento en ese orden jerarquizado.

    También olvida algo esencial diría yo, Ley, Legislación y Libertad es el libro que logra dar un puente con la visión lockeana de la propiedad con la visión de Hume que veía en ella la capacidad de autorganizarse y la no intencionalidad del orden social. Por ende, es imposible desligar la idea de que el orden económico racional debe de dejársele en libertad, osea, el principio de no agresión es lo que hace al orden espontáneo (y ahí está el vínculo entre la ética rothbardiana y el evolucionismo Hayekiano). Por lo tanto, el paradigma Hayekiano y el Misiano no tienen tantas «remarcadas diferencias» como Hoppe (e inclsuive pienso que Salermo) piensa o argumenta.

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  2. Me parece un debate con poca entidad. No hay contradicción -como afirma Hoppe- sino complementariedad entre el enfoque basado en el cálculo económico de Mises y el criterio sustentado en el conocimiento de Hayek. La propiedad es un factor institucional y el conocimiento es un factor individual, ambos fundamentos del funcionamiento de una economía libre. Lo que sucede es que Hoppe quiere defender una posición anarquista y Hayek aportó argumentos en contra de esa postura. Por lo tanto, Hoppe emplea argumentos ad hominem para descalificar a quien elaboró formulaciones teóricas que contradicen la posición que él (Hoppe) quiere defender. Es poco importante todo esto, en definitiva.

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  3. Hablar de conocimiento no es inconsistente con hablar de propiedad privada. Mises y Hayek hablan en dos niveles de abstracción distintos. Hayek fue más a fondo en el por qué de la propiedad privada. Mises explicó por qué es necesaria, pero no fue más allá de lo que necesitaba para explicar por qué el socialismo no funciona. Pero si se lo lee con atención, su argumento es el mismo que el de Hayek, pero con un énfasis distinto: al fin y al cabo, también en Mises la propiedad privada es necesaria porque de lo contrario no hay precios. Hayek simplemente habló explícitamente de los precios como forma de integrar conocimiento disperso. Pero esa diferencia, me parece a mí, es sólo una diferencia en la forma de explicar la cuestión. No es una diferencia de fondo.

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  4. Lo que le faltó a Hayek, tal vez, fue mencionar o por lo menos insistir en el hecho de que las preferencias solamente se revelan en la acción. Pero puedo estar equivocado. Me da la impresión de que al omitir eso, algunos lo interpretaron como que el socialismo sería posible con algún avance tecnológico que permitiera integrar la información dispersa. Pero esa información, sin un mercado, no existe. Cuando él habla de información «no articulada» da la impresión de que puede estar teniendo eso en cuenta, pero no estoy seguro.

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  5. Todo este debate pasa por algo que para Hayek, una de las condiciones del orden espontáneo del mercado es la libertad de entrada al mercado, que presupone la propiedad. Por lo demás, Rothbard siempre creyó que para Mises el cáculo económico era imposible en teoría pero para Hayek «sólo» en la práctica. Falso. Las investigaciones de Caldwell, 2004, han dejado muy claro que «en teoría» era para Hayek «en teoría de equilibrio neoclásica». Por ende para Hayek también el c.ec. es imposible en teoría, esto es,en la teoría del proceso de mercado desarrollada por Kirzner y Lachmann a partid de Mises Y Hayek………………………..

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  6. El argumento de Mises y el argumento de Hayek son dos caras de la misma moneda. ¿Acaso uno de sus papers en el debate del cálculo económico en el socialismo, The Use of Knowledge in Society, no es un clásico sobre el rol de precios tanto dentro como fuera de la EA? ¿Y acaso Mises no habla enfáticamente de «conception and understanding» ya en 1933 (Epistemological Problems of Economics.) He leído varias veces el paper de Salerno sobre la des-homogeneizacion, cada lectura me convencía menos de su tesis (los papers que le siguieron en la misma línea no me resultaron más convincentes.)

    Parece ser que la tesis de la des-homogeneización pasa por alto, nuevamente, el contexto del debate y de los papers en cuestión. Mises está argumentado frente al movimiento socialista, diciéndoles que no se pueden olvidar del «cálculo económico.»

    Luego de la crítica de Mises, economistas (no el socialismo en general) responde que «bueno, asumamos que tenemos la información necesaria, entonces sí es posible el socialismo (el supuesto de conocimiento perfecto en equilibrio viene de aquí).» Es a esta respuesta y a este interlocturo a quien Hayek responde, y de allí que use más términos como conocimiento e información (mezclados aún en aquellos papers) que directamente precios. ¿No son acaso los precios, para Hayek, canales de transmisión de información? ¿Cómo desligar los dos? El interlocutor al que habla Hayek es otro, y con una postura distinta, al interlocutor de Mises.

    El siguiente párrafo de The Use of Knowledge in Society debería ser lo suficientemente explícito sobre el rol de los precios:

    «We must look at the price system as such a mechanism for communicating information if we want to understand its real function […] The most significant fact about this system is the economy of knowledge with which it operates, or how little the individual participants need to know in order to be able to take the right action. In abbreviated form, by a kind of symbol, only the most essential information is passed on and passed on only to those concerned. It is more than a metaphor to describe the price system as a kind of machinery for registering change, or a system of telecommunications which enables individual producers to watch merely the movement of a few pointers, as an engineer might watch the hands of a few dials, in order to adjust their activities to changes of which they may never know more than is reflected in the price movement.»

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    En cuanto a este paper de Hoppe, se publicó en el Review of Austrian Economcis en 1996 (Vol. 9, No. 1).

    Si bien el de Hoppe es más un comentario (7 páginas) que un paper, no cita el trabajo de Lavoie (respetada referencia dentro y fuera de la EA) que ya menciona la cuestión de si los argumentos de Mises y Hayek eran o no el mismo.

    Aparte del paper de Hoppe, también hay uno de Walter Block y Kenneth Garshina titulado «Hayek, Business Cycles and Fractional Reserve Banking: Continuing the De-Homogeneization Process.»

    También recomiendo, aparte del de Lavoie, los siguientes papers:

    Boettke, P. J. (1998). Economic Calculation. The Austrian Contribution to Political Economy. Advances in Austrian Economics, 5, 131–158.

    Kirzner, I. M. (1988). The Economic Calculation Debate: Lessons for Austrians. The Review of Austrian Economics, 1–18.

    Yeager, L. B. (1994). Mises and Hayek on Calculation and Knowledge. The Review of Austrian Economics, 7(2), 93–109.

    Yeager, L. B. (1997). Calculation and Knowledge: Let’s Write Finis. The Review of Austrian Economics, 10(1), 133–136.

    El paper de Lavoie es:
    Lavoie, D. C. (1981). A Critique of the Standard Account of the Socialist Calculation Debate. The Journal of Libertarian Studies, 5(1), 41–87.

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    • «Deshomogeneizacion» hace referencia a separar los argumentos de Mises y Hayek como sugiere el texto de Hoppe. Que Hayek erro en el argumento de fondo concediendo el punto que negaba Mises y que el argumento de Mises es superior al de Hayek.

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      • Ok, gracias, voy entendiendo. Quizá haría falta un estudio más profundo para demostrar la complementariedad entre los argumentos de uno y otro.

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      • Quizás tengas razón Alejandro, pero ya hay un buen intento en el libro de J. Huerta de Soto «Socialismo, cálculo económico y función empresarial».
        [http://www.fcjs.urjc.es/httpddoc/Huerta-Soc.pdf]

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      • Sí, conozco ese libro, pero pienso que el tema da para más. Como idea general, a mí me da la sensación de que haría falta un estudio respecto de cómo los agentes económicos van buscando información y procesándola hasta convertirla en un conocimiento hipotético que motoriza sus decisiones, y luego buscan más información para corroborar esas hipótesis y, entonces, toman decisiones que derivan en acciones prácticas. Entonces, los conceptos de cálculo económico y el desarrollo del conocimiento quedarían integrados como parte de un único proceso praxeológico… Por lo pronto, voy a leer todos los trabajos mencionados por Kinsella en su artículo, pero pienso que si se pudiera desarrollar algo como lo que digo, los fundamentos de la EA ganarían mucho en consistencia, en particular frente a otras líneas de pensamiento.

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  7. Aquí hay otros artículos, aparte de los mencionados en el post, sobre este tema:

    «Mises and Hayek Dehomogenized» – Joseph Salerno http://mises.org/journals/rae/pdf/rae6_2_5.pdf

    «Mises and Hayek on calculation and knowledge» – Leland Yeager

    Haz clic para acceder a R72_5.PDF

    «The End of Socialism and the Calculation Debate Revisited» – Murray Rothbard
    http://mises.org/daily/2401#1

    «Calculation and the Question of Arithmetic» – Jeffrey M. Herbener

    Haz clic para acceder a rae9_1_9.pdf

    «The Economic Calculation Debate: Lessons for Austrians» – Israel Kirzner

    Haz clic para acceder a rae2_1_1.pdf

    «Conocimiento versus cálculo económico» – Stephan Kinsella
    http://www.miseshispano.org/2013/01/conocimiento%C2%A0-versus%C2%A0-calculo-economico/

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    • Re-leyendo el post de Kinsella, abrí el link del post de Murphy, donde al final le aconseja a Kinsella decir: “You’re right Friedrich, the price system does indeed facilitate the transmission of information or knowledge. In that respect it saves humans from having to use supercomputers etc. to do the same thing, and thus frees up scarce resources. But guess what? Mises concedes that the planners could have all of the ‘dispersed knowledge’ concentrated into their heads. So you’re just going off on an interesting tangent when you talk about the role prices play in transmitting knowledge to actors. You’re still completley overlooking the more fundamental calculation problem.”

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  8. Lo de Kinsella es muy extraño. ¿En qué parte de la obra de Mises, éste dice que los planificadores socialistas pueden hacerse del conocimiento disperso que provee el mercado? Le escribiré ahora mismo… y luego les cuento!

    Pero insistiré con la complementariedad entre el aporte de Mises y Hayek.

    Al margen, recién subí un post sobre el famoso cuento «Yo, el lápiz» para recordar el significado de la transmisición de información a través de los precios, expuesto en este caso por Milton Friedman.

    Mi impresión es que el problema del cálculo económico es en definitiva, el problema de coordinación social. Lo podemos reducir a una empresa, por ejemplo. Cuando es pequeña, aun sin precios internos, la empresa más o menos puede coordinar acciones. A medida que va creciendo, la empresa aumenta su burocracia, y encuentra problemas de cálculo económico. Esta extensión incluso la desarrolló Rothbard en su tratado de economía. Esta es la explicación también de por qué Marx estaba equivocado cuando observaba una tendencia en que grandes empresas multinacionales, al fusionarse con otros gigantes, irían concentrando el mercado hasta dominarlo por completo. Lo cierto fue que las empresas a medida que crecen en tamaño ganan en economías de escala, pero pierden eficiencia, justamente por este problema de coordinación. Basta ver el ranking de la recista Fortune 500 para ver el dinamismo que caracteriza al capitalismo y las dificultades que tienen las empresas más grandes para mantenerse como líderes de un mercado.

    En la página 16 de este artículo creo que se puede ver claro con dos citas [http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/38_5_Aplicando%20el%20Market%20Based%20Management%20-%20Adrian%20Ravier.pdf]

    Luego, Nicolás hizo muy bien en recordarnos que los escritos de Hayek sobre este tema fueron una continuación del debate iniciado por Mises. La mejor forma de repasar ese debate me parece que es leyendo el libro de J. Huerta de Soto «Socialismo, cálculo económico y función empresarial» (1992), su tesis del doctorado en economía. Personalmente, valoro tanto ese libro, que escribí una reseña para señalarlo, y creo que aquí nos ayuda a responder al punto de Kinsella. [http://www.fce.unal.edu.co/media/files/documentos/Cuadernos/54/v30n54a12.pdf]

    ————
    […]
    Estas incipientes propuestas fueron seguidas por otras de carácter estático, lo que en la perspectiva de Huerta de Soto constituye un indebido desvío del debate, teniendo en cuenta que el propio Mises había reconocido en su crítica inicial que en un mundo estático el socialismo no planteaba problema alguno de cálculo económico. Esta segunda serie de propuestas es la que el autor considera en el capítulo V.
    Comienza por considerar los argumentos de similitud formal, que al asumir dada o
    disponible toda la información y bajo modelos de equilibrio altamente formalizados, decidieron reducir el problema a un cálculo meramente algebraico o computacional, pero ignorando la esencia del problema: ¿cómo es posible que el órgano de planificación central obtenga la información relevante y práctica que necesita y que se encuentra diseminada en la mente de millones de agentes económicos?
    La aplicación del método matemático en la economía terminó por desviar a las
    mentes más brillantes hacia el tratamiento de problemas que poco tienen que ver
    con el mundo real.
    Entre los autores que presentaron los argumentos de la similitud formal y que
    fueron considerados críticamente por Huerta de Soto, se encuentran: Friedrich von Wieser, Enrico Barone, Gustav Cassel y Erik Lindhal, quienes llevaron incluso a Joseph Schumpeter a considerar que la crítica de Mises ya tenía respuesta mucho antes de que fuera formulada en 1920. Claramente, el desvío implicó ignorar el problema en sí mismo (Huerta de Soto, 2010, 209-217).
    Tras este desvío surgen diversos trabajos que apuntan a encontrar la “solución
    matemática” del problema de equilibrio, distinguiéndose los artículos seminales de Fred M. Taylor, H. D. Dickinson e incluso una cantidad de artículos de la literatura alemana, con autores como K. Tisch o H. Zassenhaus. En estos dos últimos casos se partía de los trabajos clásicos de Cassel y Walras (Huerta de Soto, 2010, 2019-226).
    Como una variante de la “solución matemática” surge entonces “el método de
    prueba y error” (Huerta de Soto, 2010, 233), que pretende evitar la engorrosa
    necesidad de solucionar algebraicamente el complejísimo sistema de ecuaciones,
    y tomar como punto de partida las “soluciones de equilibrio” heredadas del sistema capitalista vigente con carácter previo a la introducción del socialismo. A partir de ahí sería preciso ir efectuando las modificaciones marginales que fuesen necesarias para “devolver” el sistema al equilibrio siempre que se verificasen cambios.
    La forma práctica de llevar a cabo este método consistiría en ordenar a los gerentes y responsables de los distintos sectores, industrias y empresas que continuamente transmitiesen al órgano central de planificación su conocimiento relativo a las distintas circunstancias de la producción en general y, en particular, a las diferentes combinaciones de factores productivos. Según la información que fuese recibiendo, el órgano central de planificación fijaría con carácter provisional o tentativo toda una serie de “precios”, que habrían de ser comunicados a los gerentes de las empresas para que éstos estimasen las cantidades que serían capaces de producir a dichos precios y actuasen en consecuencia. La actividad de los gerentes pondría de manifiesto la existencia de errores, que se plasmarían en escaseces (siempre que la demanda superara a la oferta) o excesos (cuando sucediera lo contrario) de producción. La escasez o el exceso de una determinada línea de la producción indicaría al órgano de planificación central que el precio establecido no era correcto y que, por tanto, habría de ser convenientemente modificado al alza o a la baja según correspondiese. Y así sucesivamente hasta que el tan buscado nuevo “equilibrio” fuera encontrado. En esto consiste, en breves palabras, el contenido del tan alabado método de “prueba y error” (Huerta de Soto, 2010, 235).
    Seguido de ello, Huerta de Soto arremete con las críticas. Sólo por mencionar
    algunas, es teóricamente absurdo pensar que el sistema capitalista real pueda llegar a encontrarse en algún momento en una “situación de equilibrio”, que permita al socialismo posterior, heredar tal estructura de precios. Esto refleja una notable incomprensión con respecto al funcionamiento de una economía de mercado. Y es que los precios de mercado, en el sistema capitalista, son dinámicos, están en constante cambio, porque de hecho, son el fruto de las valoraciones de los distintos agentes, las cuales nunca permanecen constantes.
    Por otro lado, no es admisible pensar que el traspaso del capitalismo al socialismo deje la estructura productiva inmóvil. Por el contrario, los cambios y distorsiones habrían de ser de tal magnitud en todos los campos económicos y áreas sociales, que se haría precisa una absoluta y completa reestructuración de todo el sistema de precios. En suma, aun suponiendo que tal estructura de precios de equilibrio exista, el traspaso de un sistema a otro, llevaría a un nuevo “equilibrio”, y sería imposible adaptar la estructura de precios previa al nuevo sistema.
    Además, aunque se asumiera que los precios no cambian, será necesario que la
    función empresarial los interprete. Que haya escasez de un recurso en el mercado, puede llevar a su precio a subir, o bien, puede generar innovaciones que permitan reemplazar el recurso por otro menos escaso. Un nuevo problema para la propuesta, es que bajo el socialismo desaparece la dinámica función empresarial que bajo el capitalismo permite ajustar los cursos de acción a una nueva realidad.
    Finalmente, el problema de la propuesta de “prueba y error” es que estos teóricos no comprendan la naturaleza de la función empresarial y las características del conocimiento y de la información relevante, que hacen posible su ejercicio en una economía de mercado. Sustituir el sistema capitalista por uno socialista, sólo puede llevar a la economía a un completo caos.
    Posiblemente la propuesta más conocida y citada entre las efectuadas por los teóricos socialistas sea la “solución competitiva” de Oskar Lange. Lange contaba con sobradas credenciales académicas al estudiar en la London School of Economics, en Chicago, en Berkeley y, sobre todo, en Harvard, donde fue influenciado por Joseph Schumpeter, además de entrar en contacto y trabajar con los socialistas Alan y Paul Sweezy y Wassily Leontief. A él dedica Huerta de Soto el capítulo VI del libro.
    Si bien Huerta de Soto reconoce en Lange cuatro diferentes etapas de pensamiento, aquí se hará mención fundamentalmente a la “solución competitiva”. Para este modelo incorporó y combinó una serie de elementos que ya habían sido propuestos, aunque de forma aislada, por otros teóricos socialistas: método de “prueba y error”, el establecimiento de precios en función de los costos marginales, las instrucciones del órgano central de planificación a los gerentes, entre otros.
    El modelo de Lange, inspirado también en los alemanes Eduard Heimann (1922)
    y Karl Polanyi (1922 y 1924), explica cómo en un “sistema capitalista” el equi-
    librio se alcanza “teórica” y “prácticamente”, utilizando un proceso típicamente
    walrasiano y neoclásico.
    El modelo asume que los precios de los bienes y servicios de consumo, así como
    los salarios, están determinados por el mercado, mientras que el órgano central de planificación fija, única y exclusivamente, los “precios” de los factores de producción.
    Los precios de estos factores se establecen intuitiva o arbitrariamente, y en caso de que las cantidades demandadas y ofrecidas de los bienes producidos no coincidan, el precio es revisado o modificado por el órgano central de planificación, a través de un proceso de “prueba y error”, que se detiene en el momento en el que el precio final de equilibrio haya sido alcanzado por haberse igualado la oferta y la demanda.
    El planteamiento de Lange pretende explicar que el órgano central puede suplantar el papel del mercado en lo que refiere a la asignación de los bienes de capital, y el sistema socialista puede, formalmente, alcanzar el equilibrio del modelo de “competencia perfecta”, a través del mismo procedimiento de “prueba y error” ideado por Walras para el “sistema competitivo” y que ya había propuesto Taylor (1929) como “solución” para el sistema socialista algunos años antes (Huerta de Soto, 2010, 315).
    Lo dicho, lleva al autor a desarrollar una importante conclusión. Y es que esta propuesta de algún modo admite un reconocimiento implícito de la razón que
    asistía a Mises en su aportación original, lo que deja a los teóricos socialistas sin
    más remedio que refugiarse en una segunda y débil línea de defensa, construida
    precisamente sobre la base de los elementos esenciales de aquel sistema económico que tanto odiaban y deseaban destruir.
    Esta línea de socialismo plantea “preservar el mercado”, e incluso tratan de demostrar que mercado y capitalismo son categorías históricas diferentes que no
    tienen por qué implicarse la una a la otra. En pocas palabras, afirman que el mercado sería una institución creada antes que el capitalismo.
    Esto ha llevado a Fritz Machlup a manifestar que el éxito de Mises ha sido tan
    rotundo que hoy ya nadie duda en la profesión económica de la imposibilidad
    teórica y práctica de la planificación sin que exista un sistema de precios de tipo
    descentralizado (Machlup, 1984, 191). Y en la misma línea Hayek advierte que los
    jóvenes socialistas han abandonado la idea de que una economía de planificación central podría funcionar, inclinándose en cambio a argumentar que la competencia podría mantenerse aún cuando fuera abolida la propiedad privada de los medios de producción. Se abandona, así, la tradicional idea marxista según la cual la planificación no sólo es el extremo opuesto de la competencia, sino que tiene como principal finalidad el eliminarla, haciendo con ello posible el cumplimiento del verdadero “ideal” socialista (Hayek, 1935, 238; Hayek, 1940, 186).
    Por lo demás, Huerta de Soto advierte numerosos problemas en la “solución com-
    petitiva” de Lange (1938), sobre lo cual esta reseña no puede profundizar, pero que se podrían sintetizar en:
    1. La imposibilidad de elaborar la lista de bienes de capital, dada la ausencia
    de la función empresarial, el carácter subjetivo del capital y la propiedad
    privada de los medios de producción.
    2. La confusión de Lange con respecto a los precios de mercado a los que se
    refería Mises, con unos precios paramétricos sólo existentes en un mundo estático y de equilibrio competitivo como el de Walras.
    3. La inexistencia de verdaderos precios libres para los bienes y servicios de
    consumo, o incluso para los salarios, dada la ausencia de mercados en los
    que se determinen.
    4. La imposibilidad de cumplir con las reglas de Lange en un mundo real y
    dinámico. La primera de ellas, relativa a adoptar la combinación de factores
    que minimice los costos medios, y la segunda relacionada con producir el
    volumen para el cual se igualen precios y costes marginales.
    5. La imposibilidad teórica del “método de prueba y error”.
    6. La arbitraria fijación del tipo de interés, y con ello la ausencia de un ver-
    dadero mercado de capitales y, en particular, una bolsa de valores y títulos
    representativos de la propiedad de las empresas.
    7. La ignorancia en cuanto al comportamiento típico de los organismos burocráticos.
    El debate que Lange mantuvo con Hayek hacia los últimos años de la década de
    1930 y primeros de 1940, dejó una correspondencia en la que Lange reconocía que Hayek había planteado con éxito una serie de errores y problemas esenciales que su modelo, estrictamente estático, no era capaz de solucionar, pero que prometían en los próximos meses, escribir un artículo como respuesta. Lange no sólo no escribió jamás dicho artículo, sino que incluso se negó a hacer una revisión de su ensayo original sobre el socialismo de 1936-37 (ver Lange, 1936, 1937).
    —————–

    Como se puede ver en la reseña histórica del debate con los socialistas, la argumentación de los autores va variando en función de los desafíos que la otra parte impone. La respuesta de los socialistas al desafío que impone Mises, fue un desvío del debate, y la búsqueda de una solución matemática asumiendo que el conocimiento sobre qué bienes, en qué calidad y en qué cantidades producirlos está disponible. Esto lleva a Hayek a enfatizar que ese conocmiento sólo puede generarse en el mercado, y sólo puede transmitirse a través del sistema de precios. La solución estática claramente abandona el desafío original.

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  9. Recibí respuesta de Kinsella. El no cree que Mises haya concedido la idea de que los planificadores socialistas se hagan del conocimiento. Fue más bien *merely for sake of argument*, y planteado como condicional… «aun si» eso ocurriera, el problema persistiría.

    Pero insisto en mi duda. Bajo conocimiento perfecto, ¿el cálculo económico bajo el socialismo aun sería imposible? Me parece que no!

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  10. Bajo conocimiento perfecto -en la hipótesis de que el conocimiento perfecto fuera humanamente posible- la planificación económica centralizada (o, lo que es lo mismo, el socialismo) sí sería posible.

    Pero el problema es que, para que haya conocimiento perfecto, debería desaparecer lo que es una característica esencial de la especie humana, que es su naturaleza evolutiva. Lo que torna imposible la planificación económica centralizadas es que los seres humanos evolucionamos y, por lo tanto, nuestras escalas de preferencias subjetivas van cambiando a través del tiempo. Ese hecho es el que hace que el conocimiento perfecto sea inalcanzable. Como las demandas de los seres humanos cambian con el transcurso del tiempo, el conocimiento queda constantemente desactualizado y, por lo tanto, los planes centralmente concebidos también se desacoplan de las demandas de los individuos. El resultado de esto es que la producción se descoordina de las expectativas de consumo.

    Los precios van poniendo de manifiesto el modo en el que las preferencias subjetivas de los consumidores van evolucionando y, de ese modo, proveen la información que permite desarrollar el conocimiento que conduce a la adecuación de la producción a las demandas de los consumidores.

    Mises explicó de qué modo se hace el cálculo económico que permite adecuar la producción a las demandas de los consumidores y Hayek explicó de qué modo razonan los empresarios que concretan esa adecuación. En eso consiste la complementariedad entre las ideas de Mises y de Hayek…

    De todos modos, esta idea de la complementariedad entre Mises y Hayek seguramente admite una mayor profundización.

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  11. Para algunos anarquistas creyentes en la economía anarquista y en el anarquismo individualista los posibles plantemientos en contra que se puede hacer acerca la propiedad comunitaria, puede deberse al alejamiento propio del anarcocomunismo , procursor de esta idea, con relación al ideal clásico del Anarquismo , el cual procura evitar las acciones de nivel colectivo; pues las entiende como una herramienta de opresión en cuando al deseo individual de cada sujeto dentro de la sociedad. De todas formas anarco-individualistas como Oscar Wilde rechazan la propiedad privada como garante de la individualidad, como se puede observar en su obra El alma del hombre bajo el socialismo .

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