Buscando entender la lógica marxista…

Mises_MarxVuelvo con el blog del profesor Rolando Astarita, porque seguimos intercambiando comentarios que pueden ser interesants para los lectores. Abajo copio mi resumen de los intercambios previos, su respuesta, y mi nueva respuesta. Aunque en el blog, el intercambio siguió un poco más de lo necesario.

Ravier: Tras un nuevo intercambio con el profesor Astarita, me parece que finalmente “entendí” la lógica marxista (hay otras lecturas, por supuesto, como ocurre con todos los clásicos). Intentaré aquí resumirla en términos –excesivamente- ¡simples!, aun sabiendo que puedo ser injusto con el profesor.
Astarita, en su lectura de Marx, define al capitalismo en función de que en cierto territorio haya o no asalariados. Si en Venezuela hay asalariados, eso es capitalismo. ¡Suficiente!
¿Por qué esto es relevante? porque si hay asalariados, según la teoría del valor-trabajo, ¡hay explotación de trabajadores! ¡Hay plusvalía!
¿Cómo podemos evitarlo? Evitando que haya propietarios de los medios de producción. Aquí es relevante que la propiedad privada sobre nuestra casa, auto, o cualquier cosa íntima, NO es el problema. El problema son los medios de producción, porque son la herramienta para extraer plusvalía.
Pero en la práctica, ¿cómo podemos evitar la explotación? Bueno, aquí es importante que el socialismo marxista, a través de Astarita, tiene muy poco que ver con la planificación centralizada que ataca Mises en “El Socialismo” y que resume Huerta de Soto en “Socialismo, cálculo económico y función empresarial”. Marx no propone un gobierno central enorme que planifique una respuesta al problema económico de qué bienes producir y de qué calidad. Marx propone una anarquía en la que la solución al problema económico provenga de los trabajadores. ¿Similar a lo que plantean Rothbard y Hoppe? Bueno, sólo en cierto sentido, porque no es lo mismo (Véase esta nota del propio Hoppe). Astarita explica que la solución práctica viene con la propiedad comunal. Si queremos armar una empresa, el que tenga la idea tendrá que reunirse con los trabajadores y formar una sociedad. Todos reciben el rédito de la empresa, y entonces se elimina el plusvalor, se evita la explotación.

¿Pero por qué los acuerdos voluntarios entre partes son “explotación”? Porque no hay igualdad de condiciones frente a este acuerdo. ¿Qué alternativas tienen los asalariados, que aceptar cualquier cosa que el empleador ofrezca? Los dueños de los medios de producción tienen la posibilidad de exigir a los pobres que acepten el mínimo, si no quieren ¡morir de hambre!
Martín hizo un buen punto, que el profesor Astarita aun no respondió. ¿Acaso las sociedades anónimas actuales no pertenecen a decenas, cientos o miles de personas desconocidas que tienen pequeñas porciones de una empresa? ¿Acaso uno no puede hoy participar en cualquier empresa?
Me aventuro a adelantarme a la respuesta, bajo la lógica de Astarita: ¡NO! Porque hay personas que no tienen capacidad adquisitiva para comprar esas acciones. ¡Entonces quedan fuera del sistema! ¡Quedan excluidos de todas estas compañías!
Si uno retrocede en el debate, al profesor Astarita le preocupa el surgimiento de los derechos de propiedad. Es injusto que unos hoy tengan tanto y otros tan poco. Y el origen de la propiedad, en Venezuela por ejemplo, pero también en el resto del mundo ¡es ilegítimo!
Mi preocupación entonces es la de Mises-Hayek. ¿Puede una sociedad organizarse a través de la propiedad comunal de los medios de producción? Me refiero a la tesis sobre la imposibilidad del cálculo económico en el socialismo. Consulté con el profesor Astarita, y todavía no respondió.
Astarita reconoce, me parece, que el capitalismo es el sistema más eficiente para producir bienes y servicios. Marx también aceptaba al capitalismo como un sistema progresivo, frente a los sistemas anteriores. Pero la mala distribución del ingreso que genera el capitalismo, la polarización, las crisis recurrentes, y el hambre en ciertas regiones, abren una serie de problemas de difícil solución, que tienden a presionar por abandonar el sistema y, según ciertas “tendencias” y “leyes históricas”, acabaremos por pasar al socialismo.
Nosotros insistimos que las “tendencias observadas” fueron equivocadas. No hubo en la historia del capitalismo “concentración de capital”, o al menos, la clase media hoy es representada por una población que Marx jamás hubiera esperado. ¡Más que exclusión, nosotros vemos inclusión bajo el capitalismo!
Insistiremos también en la estabilidad endógena del sistema. Podemos intentar recomendar la lectura del clásico de Leonard Read, “Yo, el lápiz”, pero me temo que no tendremos éxito. La lectura opuesta está tan cargada de desconfianza sobre el capitalismo, que este clásico no será leído más que como otro ¡cuento de hadas!
El traspaso al socialismo, sin embargo, me cuesta mucho verlo. Nosotros pensamos que en aquellos lugares donde los principios de libertad individual, economía de mercado, propiedad privada y gobierno limitado tienen lugar, el bienestar aumenta ¡para todos! Y en aquellos lugares, donde hoy vemos pobreza extrema es precisamente porque estos principios no tienen lugar. ¡Nosotros pedimos más capitalismo! ¡El marxismo pide menos!
Quiero cerrar con una crítica… que es más bien una pregunta, quizás desde el utilitarismo. Imaginemos que hay una revolución cultural en el sentido que Astarita o Marx anhelan. Imaginemos que la propiedad de los medios de producción pasa a manos de ciertas comunidades, que empiezan a producir bienes y servicios. ¿Es correcto decir que hay división del trabajo, hay comercio, hay precios, pero no hay asalariados?. Cualquier individuo tiene derecho, según entiendo, para sumarse a una de estas empresas comunales. ¿Es así? Imagino que se le asigna una función, pero sabe, también, que su esfuerzo o “eficiencia” tiene poca y nula relación con su bienestar. ¿Acaso no surgirían free riders? Imagino que el sistema se sostiene sobre un compromiso solidario de cada trabajador, de que todos debemos esforzarnos por el bien común. ¿Acaso esto no choca con la real naturaleza del hombre? ¿Le importa a todos los individuos el bien común? ¿o en la naturaleza del hombre sólo importa maximizar la situación individual? No quiero aquí enfatizar “la virtud del egoísmo”. Sólo me preocupa que tal sistema sea imposible en el mundo real.
Y en el mismo sentido. Imaginemos que todos los trabajadores dentro de la sociedad tienen inicialmente el mismo ingreso. Unos decidirán gastar. Otros decidirán ahorrar. ¿Acaso no surge bajo este sistema cierta polarización? Ahora imaginemos que los que ahorran deciden por sí mismos abrir una empresa aparte. ¿Pueden hacerlo? Imagino que sí, pero no puede contratar asalariados. Pero, ¿por qué no puede hacerlo? Si no hay ahorros que permitan generar nuevas inversiones, ¿cómo podemos concebir económicamente la viabilidad del sistema? ¿Cómo alimentamos literalmente a la sociedad global? ¿Qué incentivos tendrán las personas para emprender? A esta altura, me surgen cientos de preguntas, y entonces, de nuevo… ¡no comprendo lo que propone Marx, ni el socialismo!

Astarita: Es difícil responder en poco espacio tantas cuestiones. Voy a ser un poco telegráfico. Esta respuesta de todas formas se integra a otras respuestas que di a los críticos “austriacos”, incluida la respuesta a la crítica a la teoría del valor trabajo.

a) Si bien la relación capitalista supone la relación asalariada, no toda relación asalariada supone una relación capitalista. En el ejército de la antigua Roma imperaba el salario, y el ejército no era una empresa capitalista. Cuando discutí la formacion social soviética expliqué que la existencia formal del salario no era suficiente para definir a la URSS como capitalista. Hay capital cuando imperan las leyes del mercado, se vende fuerza de trabajo y se genera valor y plusvalor. Esto al margen de que exista mayor o menor interferencia del Estado que altere la acción de esa ley del valor.

b) He planteado que el monopolio de los medios de producción por parte de una clase social determina una relación de dominio sobre los no propietarios de los medios de producción. Expiqué que esta relación de dominio se impuso históricamente. Los críticos de la teoría de Marx no respondieron el argumento. Expliqué también que si en un país 100 personas se apoderaron de la tierra disponible, y generaron medios de producción, las siguientes 100 personas no tendrán otro remedio que aceptar trabajar como asalariados de los 100 primeros, o morirse de hambre. De hecho, esto es lo que sucedió en la colonización de EEUU, el país capitalista por antonomasia. Los críticos tampoco respondieron a este argumento.

c) No se responde al argumento, pero se saca de la galera la preguna de si acaso los trabajadores no pueden participar de la propiedad de las empresas a través del sistema accionario. La respuesta es que no, que la participación de los trabajadores a través del sistema accionario nunca pasa de niveles despreciables. Jamás, en ningún país capitalista, se puso en cuestión el poder de decisión de la clase capitalista sobre las inversiones a través del sistema de acciones. En EEUU, después de 200 años de desarrollo capitalista, los datos dicen que menos del 1% de la población posee más del 90% de los paquetes accionarios (dato de Sherman). Cuando Rusia hizo la transición hacia el capitalismo, fueron repartidos “vouchers” entre los trabajadores que supuestamente iban a generar propiedad social. ¿Cuál fue el resultado? Una gran concentración de la propiedad accionaria en pocas manos. Los críticos pasan por alto los datos, la historia. El marxismo, que comprende que en el estudio social hay que tener en cuenta la historia, tiene también una explicación teórica para estos resultados. La explicación es que la clase obrera, de conjunto, recibe como paga el valor de su fuerza de trabajo. De esta manera el sistema capitalista no solo reproduce las condiciones materiales de producción, sino también reproduce una relación social. De conjunto, como clase, los trabajadores tienen acceso a los medios de consumo. Y esto sin contar los casos en que el salario ni siquiera alcanza para la reproducción de la fuerza de trabajo (que no se limitan a los países atrasados).

d) El “acuerdo” del trabajador para vender su fuerza de trabajo y aceptar la autoridad del empresario en la empresa no es simplemente “voluntario”. Hay una libertad que está constreñida por la carencia de medios de subsistencia y de medios de producción.

e) La concentración de la riqueza en un polo es un hecho en el sistema capitalista. He dado el dato de la concentración accionaria en EEUU; en otro comentario he dado el dato de la concentración de la tierra, que posiblemente sea más significativo, dado que el punto de partida fue un reparto igualitario de la tierra. En China, en la medida en que se desarrolla el capitalismo, aumenta la polarización social. Y así se puede seguir con el resto de los países capitalistas. En “Valor, mercado mundial y globalización” he presentado muchos datos sobre esto, tomados de organismos oficiales (Naciones Unidas, OIT, Banco Mundial).

f) Los críticos responden a lo anterior diciendo que la clase media crece. El argumento del crecimiento de la llamada “clase media” es viejo. Se sostiene que Marx se equivocó porque, según Marx, la clase media tendería a achicarse, y a crecer la clase obrera. La realidad es que la crítica a Marx también es equivocada. Por clase obrera el marxismo no entiende solo al obrero industrial, sino a todo aquel que está subsumido al capital, o al Estado capitalista, bajo una relación asalariada. Actualmente, en los países más desarrollados, más del 80% de la fuerza laboral está en esa situación. Las profesiones independientes tienden a desaparecer porque incluso los profesionales son crecientemente contratados como asalariados del capital. He escrito sobre esto en otros trabajos; por supuesto, hay mucha literatura marxista sobre este asunto (Mandel, Braverman, etc.). La crítica es desacertada, y demuestra, una vez más, que se ataca lo que no se conoce.

g) Los críticos de Marx sostienen que el capitalismo es esencialmente estable, y que toda inestabilidad proviene del accionar del Estado (y los bancos). La realidad es que desde que el capitalismo es capitalismo los ciclos económicos, con sus correspondientes crisis, se han sucedido en todos los países, y a nivel mundial. Sucedieron con mayor o menor intervención del Estado; y las expansiones crediticias que acompañan a la expansión de los ciclos son endógenas al sistema. Las crisis, por supuesto, traen aparejadas no solo inmensas desvalorizaciones de capital y destrucción de las fuerzas productivas, sino también desocupación, miseria y hambre para millones de seres humanos. Marx predijo que estas crisis se seguirían produciendo, y en escala mundial en la medida en que el mercado se expande. Un pronóstico que, por ahora, parece haberse confirmado.

h) Por último, acerca de la construcción del socialismo. Ya he explicado en otros “Comentarios”, o en las notas sobre la URSS, que Marx (o Engels) jamás plantearon que el mercado pudiera desaparecer en un corto plazo de tiempo, una vez derribado el sistema capitalista. Incluso hablaron del paso de generaciones para soñar siquiera con suprimir el mercado. También he planteado que diversas formas de propiedad común podrán ser utilizadas como vías de transición hacia una sociedad socialista. Entre ellas, las cooperativas de productores. Es claro que una vez expropiados los capitalistas, habrá necesidad de medir la productividad de los trabajos, esto es, los tiempos de trabajo en relación a los valores de uso. En ausencia de un control colectivo, esta medición deberá hacerse por medio del mercado. Para saber en qué medida cada cual contribuye al valor social, deberá apelarse al mercado. Lo que impedirá la expropiación de los medios de producción privada es la explotación en beneficio de una clase social.
Por supuesto, no habrá derecho a contratar mano de obra de forma privada, porque estará prohibida la explotación del trabajo. No tiene sentido quejarse por esta falta de “libertad” porque es una medida que se toma a partir del rechazo a la explotación del capital. Después de todo, ¿qué decir de alguien que se quejara porque el sistema actual le coarta la libertad de tener esclavos, de explotar el trabajo infantil, o mantener gente en servidumbre?
Volviendo a las formas de transición, he planteado también que los ritmos, las formas concretas que adoptará, etc., dependerán de la decisión libre de los propios productores y consumidores. Esto es parte del programa del socialismo (aunque no de las corrientes burocrático stalinistas). Es la idea de una democracia deliberativa y participativa. Para que exista esta democracia debe acabarse con la desigualdad de poder económico. En la sociedad actual el que tiene el poder económico “vota” con sus inversiones. El propio Locke reconocía que no podía haber democracia donde existiera una fuerte desigualdad de la riqueza. Al acabarse con el monopolio privado de los medios de producción, cada persona tendrá un status social igual, desde el cual se podrá tener una participación directa en los asuntos públicos. Esto es, una situación opuesta a la del sistema capitalista actual, donde la gente común solo elige a quienes han de oprimirlos por los próximos años, sin casi posibilidad de incidencia práctica en las decisiones que afectan a sus vidas.
En otro plano, el mantenimiento del mercado se debería complementar con una planificación general de la economía, aunque no estaría planificado en sus formas más concretas, debido al accionar del mercado. Recordemos que el mercado capitalista sanciona ex post; un régimen de transición al socialismo articularía (vieja propuesta de Trotsky en sus críticas al régimen stalinista) el plan, el mercado y las decisiones de los productores (aquí incluiría, siguiendo a Korsch, también a los consumidores). Por esta razón el plan sería orientativo, y tendría en cuenta las señales del mercado; así como los productores y consumidores discutirían el plan.

Por último, todas estas cuestiones no se pueden resolver apropiadamente en unos “Comentarios”. Pero algunas las iré ampliando en futuras notas.

Ravier: Agradezco profesor su tiempo y disposición a responder. Quiero aclarar que mi intención es entender, más que confrontar, pues como ha dicho, el tiempo y espacio no nos permiten ahondar en todo esto, y las diferencias entre paradigmas y lenguaje que nos acompañan en cada diálogo, hacen difícil el entendimiento.
Como le he comentado hace tiempo en privado -y ahora Eduardo plantea lo mismo-, sigo buscando algún marxista con quien escribir un libro, en forma de un largo diálogo sobre el socialismo y la sociedad libre, como sistemas comparados, pero aun no lo he encontrado. Invito a los lectores a que sugieran a alguien dispuesto a acompañarme en el proyecto.
En cuantos a sus comentarios, respondo telegráficamente,
a) Le agradezco la mención del caso del ejército en Roma para corregir mi síntesis. Pienso que es muy útil. Quedará pendiente, sin embargo, comparar distintas definiciones sobre el capitalismo, y ver cuál se ajusta más a lo que estamos viviendo.
Por ejemplo, si tomamos Wikipedia, “El capitalismo es un orden social que resulta de la libertad económica en la disposición y usufructo de la propiedad privada sobre el capital como herramienta de producción.” Y “libertad económica”, tiene un significado que me parece consistente con el “Índice de Libertad Económica” que mencioné en algún comentario previo.
Se nos acusa de desatender a los datos, pero si observa este indicador, entonces Venezuela califica como una economía reprimida, que está muy lejos de la libertad económica, y del capitalismo, como nosotros lo entendemos. Habrá que discutir lo correcto de estos indicadores, pero hoy podemos decir a nivel práctico que Hong Kong, Singapur, Australia, Nueva Zelanda y Suiza están más cerca de lo que nosotros entendemos por capitalismo. No se trata sólo del tamaño del gobierno, aspecto ligado al intervencionismo, sino que hay otros 9 factores clave para el funcionamiento y coordinación de los mercados.
b) Respecto al dominio histórico de unos sobre otros, Ivan Carrino le acercó un artículo de Hans Herman Hoppe, que en mi último comentario volví a linkear. No coincido con la obra de este autor, pero con tiempo, me gustaría conocer sus comentarios al respecto. Resumiendo, nosotros no desconocemos las relaciones de dominio histórico que ha habido, pero pensamos que justamente el comercio termina con la guerra, la confrontación y el dominio, pues la globalización trae paz. Esto lo trabajé aquí.
Luego, Ud. dice: “Expliqué también que si en un país 100 personas se apoderaron de la tierra disponible, y generaron medios de producción, las siguientes 100 personas no tendrán otro remedio que aceptar trabajar como asalariados de los 100 primeros, o morirse de hambre.” Hay mucho que decir sobre esto, y me parece que el error central radica en el colectivismo metodológico sobre el cual basa sus argumentos. Una clase es dueña de los factores de producción, la otra es sirvienta de la primera. ¡Y esto es falso! Ud. puede ser un asalariado en la Universidad donde dicta clases, y luego ser un capitalista desde su computadora, contratando profesores para que dicten cursos de economía marxista en todo el mundo. Hablando de ideas viejas, me parece que el marxismo debe renovar el discurso. Hoy lo que separa al rico del pobre es un emprendimiento, una idea. No hace falta capital para emprender. Esto ya abre todo un abanico de teorías de empresarialidad que me parece han sido siempre ajenas a los autores marxistas. En uno de mis comentarios hablé del ascenso social que acompaña al capitalismo, sobre el cual no hizo mención. Hay millones de experiencias de personas que han pasado de la pobreza a la riqueza con sólo una idea.
c) Se nos acusa de no atender a los datos, ni a la historia, pero se seleccionan datos y se sesga la visión de la discusión. ¿Qué importancia puede tener que el 90 % de las acciones en EEUU esté en manos del 1 % de la población, si la pobreza en ese país casi no existe? El caso de Rusia es más interesante aun. Siempre que el socialismo intentó llevarse a la práctica terminó mal precisamente por la naturaleza “corrupta” de quienes llevarán adelante el proceso.
Luego, nuestros estudios precisamente intentan aprender de la historia, estudiando los procesos espontáneos, evolutivos, que han formado nuestras instituciones. El lenguaje, el dinero, el derecho, el comercio, la división del trabajo, la globalización, surgen espontáneamente en el mercado. No sólo nos importa respetar estas instituciones, sino fundamentalmente analizar por dónde van esas “tendencias observables” en términos de Marx. Y aquí tenemos una diferencia central en lo que prevemos para el futuro.
d) Este aspecto de evitar los acuerdos voluntarios es el más grave del sistema que propone. Se trata de atentar contra la libertad del trabajador, como si todos ellos, y diría nosotros, estuviéramos todavía condenados a trabajar en la mina, en condiciones deplorables. No es el caso. Los trabajadores hoy gozan de beneficios que desconocieron en todos los otros sistemas previos. Insisto aquí en la necesidad de renovar el discurso.
e) Ud. se horroriza con los datos de la concentración de la riqueza en un polo, pero esto es totalmente insignificante. Observe la historia de la empresarialidad [http://newmedia.ufm.edu/gsm/index.php?title=Gomezcreadoresriqueza], vea quiénes son los líderes de las empresas de mayor facturación, compárelo con el origen de sus familias, y quizás se sorprenda. El capitalismo da a cada uno lo que le corresponde, según su trabajo, su esfuerzo y su creatividad. Seguir insistiendo en distintas “clases” es un error que genera división y hasta parece condenar a los pobres.
Si Ud. le dice a un alumno: “Lo siento, eres pobre y morirás pobre. La culpa la tienen los americanos que te han condenado a esta situación”. Ese alumno pierda toda esperanza. Si en cambio, le dice que lo único que necesita para salir de la situación es esfuerzo y creatividad, esa persona -sin duda-, mejorará su situación.
f) Sus preocupaciones acerca de la desaparición de los profesionales se entiende a partir de su teoría de la explotación, pero lo cierto es que la libertad de elegir, es lo que lleva a los mismos a pasar a un trabajo como asalariados. No hay uso de la fuerza en este proceso, ni tampoco una situación de hambre y pobreza que los fuerce a elegir ser asalariados.
g) Que las crisis y ciclos económicos son endógenos al sistema es algo que habría que discutir en otro lugar. Empíricamente, habrá que estudiar caso por caso. Después de todo, desde que el capitalismo existe, ha habido gobiernos. Por eso insisto que cuando decimos capitalismo, nos referimos a un sistema puro, sin o con limitada intervención del gobierno, que en realidad ha sido quien genero las sucesivas fases de auge, crisis y depresión. Así como Marx anticipó que las crisis y los ciclos seguirían, Richard Cantillon, Adam Smith, David Ricardo, y Mises también lo predijeron. Nosotros también predecimos hoy que los ciclos seguirán y serán más profundos. La discusión es teórica. ¿Por qué ocurren los ciclos? Es allí donde Mises tiene razón, y Marx no.
h) La construcción del socialismo es el argumento que más me interesa. Porque se pueden encontrar muchas fallas al capitalismo, y más aun si no se distingue entre intervencionismo y capitalismo puro, pero si no podemos concebir una transición a un sistema alternativo, la crítica se queda en palabras.
La transición al sistema que nosotros proponemos es más clara. Si la causa de todos los males está en el Estado, debemos desmantelarlo y purificar el sistema hacia una sociedad libre. Toda la evidencia empírica que nos muestra choca contra la realidad de que no hemos observado nunca un sistema capitalista puro como nosotros lo entendemos, con estado mínimo.
En la transición propuesta al socialismo, mi principal preocupación es acerca del modo en que las cooperativas de productores medirán la productividad del trabajo, y en particular que sea a través del mercado. ¿Qué quiere decir mercado? ¿Puede haber mercado luego de expropiar los medios de producción y en ausencia de la posibilidad de contratar mano de obra de forma privada?
Ud. dice que “al acabarse con el monopolio privado de los medios de producción, cada persona tendrá un status social igual, desde el cual se podrá tener una participación directa en los asuntos públicos.” Yo pienso que en una sociedad libre tendríamos un status social igual, donde imperará la igualdad ante la ley. Y que el único camino que necesitamos para mejorar nuestra situación es la propia creatividad. Insisto aquí con lo antiguo del argumento de los factores de producción. ¿Cuántos miles de proyectos de inversión pueden llevarse adelante hoy sin necesidad de capital, pero contratando asalariados?

Astarita: Dos cuestiones (varios argumentos se empiezan a repetir): a) La carencia de medios de producción obliga a una clase social a vender su fuerza de trabajo. Aquí cuenta el fenómeno en términos sociales, no se trata de si algún trabajador puede escapar a este destino. Por eso el análisis es social. A nivel de “grandes números”, nadie se hace productor con una computadora desde su casa. La producción de automóviles, viviendas, comida, artículos para el hogar, acero, ácido sulfúrico, microprocesadores y millones de bienes y servicios, exigen medios de producción. Es la propiedad de estos medios de producción la que genera relaciones de poder en la sociedad actual. Relaciones de poder que se hacen sentir en todos los niveles, el político, el institucional, además del económico. La posibilidad de incidir en las decisiones políticas del Estado de IBM, Bank of America o GE es cualitativamente distinta de la que tiene un humilde trabajador de cualquiera de esas empresas. Y esto no es discurso que atrasa, es realidad actual, contante y sonante.
b) La articulación de planificación, mercado y democracia de productores y consumidores, es perfectamente factible. Por supuesto, puede haber mercado sin propiedad privada de los medios de producción, y sin libertad para contratar mano de obra asalariada. Personalmente no coincido con los teóricos del llamado “socialismo de mercado”, en el respecto de que sostienen que fuese el estadio último de la evolución socialista. Sin embargo, pienso que sus planteos son perfectamente aplicables a las décadas que seguirían a la expropiación de los capitalistas. Subrayo, Marx y Engels siempre pensaron que la supresión del mercado sería una cuestión de generaciones.

Astarita: Agregado sobre el mercado en una sociedad de transición, poscapitalista.
En esta economía las unidades de producción serán, no empresas capitalistas privadas, sino empresas estatales y cooperativas. El mercado, además, podrá reflejar valores sociales apreciados por la comunidad. Por ejemplo, referidos a educación, salud, vivienda, etc. Habrá un plan orientativo, pero la decisión de producir es tomada por los productores. Las cantidades producidas y los precios no son fijados por el Estado.
Con respecto a las cooperativas, una forma puede ser la siguiente (propuesta por los teóricos del socialismo de mercado): el Estado es dueño de los medios de producción y los alquila a grupos de trabajadores de tal manera que cada trabajador obtiene recursos productivos de aproximadamente el mismo valor. Cada cooperativa decide el volumen de producción y vende los bienes en el mercado. Los beneficios son distribuidos entre los miembros de la cooperativa.
Se supone que los beneficios por encima de determinado umbral reciben fuertes impuestos, que se destinarán a la acumulación de recursos para generaciones futuras, o parcialmente para financiar el estado de bienestar que provee para necesidades esenciales gratuitamente. Para las cooperativas que no puedan realizar beneficios, habrá un sistema de seguridad social que proveerá ingresos a sus miembros, hasta que encuentren una línea de producción más rentable. La contratación de mano de obra será ilegal, de la misma manera que hoy no se pueden tener esclavos.
A su vez, las comunidades podrán tener control de empresas (una idea que han reivindicado los viejos anarquistas). Lo importante es que paulatinamente los productores vayan coordinando la producción entre las diferentes unidades, según un plan orientativo.
En este esquema, se ha suprimido la principal fuente de explotación del sistema capitalista, la relación capital / trabajo asalariado. No elimina otras fuentes de injusticia y desigualdad (el mercado no remunera siempre según el esfuerzo, etc.). Pero permite avanzar hacia una sociedad más igualitaria, en que se acabe la explotación del trabajo.
¿Por qué los seres humanos no podrán avanzar hacia otras formas de asociación, más humanas, no explotadoras, no agresivas con la naturaleza?

Ravier: Hay un aspecto que no comprendo de la argumentación en el que quizás el profesor Astarita me pueda ayudar. Ud. dice que la razón por la cual se deben evitar los acuerdos voluntarios es que hay una parte que por su situación particular de mayor pobreza relativa, tiene menor poder de negociación, y entonces surge la explotación. El hecho de que haya millones de personas que elijan ser asalariados voluntariamente, por sus deseos, no por su condición, carece de importancia. ¿Es así? No le llama la atención que millones de personas (y de profesionales) prefieran ser “explotados” en lugar de manejar emprendimientos propios o formar parte de una cooperativa?
Y luego, Ud. citaba arriba el caso de China. Me parece que nunca en la historia de la humanidad la pobreza se ha reducido tanto, y tan rápido, incorporando a millones de personas a una clase media que crece. Nunca se ha “incluido” a tanta gente al sistema de división del trabajo internacional. Por supuesto que todavía hay tareas pendientes… pero China es un ejemplo de lo que el capitalismo puede hacer. De un aislamiento total, China se integró a la OMC, y eso permitió un desarrollo y un proceso de inclusión, pocas veces visto.
Mi impresión es que en la medida que el proceso se extienda al resto de Africa y otras zonas todavía fuera del sistema, los excluidos serán cada vez menos.
Insisto que entiendo las buenas intenciones al intentar limitar la explotación. Pero el error, de nuevo, radica en la teoría del valor trabajo y el colectivismo metodológico en los cuales se basa toda la argumentación.

Astarita: Primero, el pequeño productor puede padecer una situación de atraso tecnológico tal (o falta de economías de escala, etc.) que genera menos valor que el promedio social para mantenerse competitivo. Esto es elemental, es la base de la explicación marxista de por qué se arruinan las clases medias (los pequeños productores) y avanza la proletarización. Cuando llegaron los grandes supermercados a mi barrio, varios pequeños comerciantes se arruinaron; los hijos de dos de ellos entraron a trabajar en uno de los supermercados. Esto se repite a escala por todos lados. Es curioso que en otros comentarios usted negaba la ley de Marx a la concentración, y ahora reconoce que muchos pequeños propietarios productores deben renunciar a continuar sus emprendimientos y entran a trabajar como empleados.

Segundo, con respecto a China, ya le expliqué en otras respuestas que el marxismo no niega que el sistema capitalista desarrolla las fuerzas productivas, y esto implica mejora de niveles de vida con respecto a regímenes precapitalistas. Esta es la base material y social del proyecto socialista. Se lo he explicado una cantidad de veces: el marxismo no comparte las posiciones del llamado socialismo utópico.

85 comentarios en “Buscando entender la lógica marxista…

  1. «Segundo, con respecto a China, ya le expliqué en otras respuestas que el marxismo no niega que el sistema capitalista desarrolla las fuerzas productivas, y esto implica mejora de niveles de vida con respecto a regímenes precapitalistas. Esta es la base material y social del proyecto socialista. Se lo he explicado una cantidad de veces: el marxismo no comparte las posiciones del llamado socialismo utópico.»

    No entiendo, está diciendo que ‘lo mejor’ es el capitalismo entonces?

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    • Astarita acepta que el capitalismo es progresivo, o mejor que los sistemas anteriores. Los socialistas en general aceptan que el capitalismo es un paso necesario para llegar al socialismo. Otro de los lectores (llamado «AP»), agregó respecto a este tema: «Tal vez puedan ascender, bajo ciertas condiciones, a la clase media, pero hacerse capitalistas, dificilmente. Pero, en todo caso, cientos de millones son convertidos en proletarios. Hace 200 años, el proletariado era la centésima parte de la población mundial. Hoy, sobre 6000 millones de habitantes, representa 2000 millones, la tercera parte. Y todavía hay quienes dicen que en la sociedad post industrial el proletariado tiende a desaparecer recreado en nuevas clases medias.» Pero esto no alcanza… el socialismo es más ambicioso… como si pudieran generar mejores resultados!

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    • No. Lo que está diciendo es que el capitalismo representa un avance respecto de regímenes pre capitalistas, lo que significa que el socialismo brota de bases materiales y sociales establecidas por el capitalismo. Intentar volver al feudalismo o al esclavismo o establecer ‘comunas’ de modo liliputiense y en conciliación con el mecenazgo y coexistencia con el capitalismo como forma de superarlo sin revolución social, es reaccionario en tanto atenta contra contra el desarrollo de las bases materiales del socialismo, que presuponen un elevado desarrollo previo de las fuerzas de producción y su expropiación en los centros capitalistas avanzados. La función histórico progresista del capitalismo fue revolucionar la tecnología aplicada a la producción, establecer un mercado mundial y por supuesto, por una necesidad inmanente a su existencia y reproducción, potenciar de modo explosivo el crecimiento del proletariado. Es lo que se afirma cuando se dice que el capitalismo ‘engendra sus propios sepultureros revolucionarios’. Esto no es apología del capitalismo como la culminación sempiterna del desarrollo social. Las funciones progresistas del capitalismo han alcanzado desde hace mucho tiempo, el umbral material de su superación y de ahí en más, su continuidad no hará más que potenciar la contradicción entre apropiación privada y producción social de la que emana el antagonismo, la lucha de clases. Junto a la concentración y centralización de los capitales, la extensión a todo el orbe de relaciones capitalistas de producción y cambio a expensas de residuales pre capitalistas, que aunque integrados, sufren la ineluctable disolución, las sucesivas revoluciones tecnológicas, aumentan las consecuencias calamitosas de la subsistencia de un sistema condenado a sufrir de lodo cíclico y creciente, crisis inevitables cuya raíz finca en el estrangulamiento del trabajo vivo en que se sustenta la acumulación que alcanza su techo toda vez que el trabajo muerto agigantado ya no puede ser reanimado con ingentes dosis de plusvalor y colapsa, dando lugar a desvalorizaciones masivas, necesarias para recuperar fuerza vital y reiniciar en una escala superior la acumulación. De modo concomitante, aumenta la pobreza relativa a lo largo del movimiento pendular entre auges y crisis, y en estas últimas crece de modo feroz la pobreza absoluta. El achicamiento de la torta espoléa guerras de reparto en que los trabajadores son carne de cañón de enfrentamientos fratricidas, por el desvío de las menguantes ganancias y la apropiación de recursos vitales. De modo paralelo aumentan las tendencias destructoras del medio ambiente sujeto a una rapacidad sin limites devenida del lucro privado desenfrenado. Como verá, reconocer el aporte histórico del capitalismo, no significa considerarlo el mejor de los mundos posibles y menos aún el único necesario para la realización humana. Respecto de los regímenes sociales establecidos en aquellos países en que la propiedad burguesa resultó expropiada, resta decir que bajo la forma de la propiedad nacionalizada o estatizada, lo que en realidad se estableció es una situación de posesión y control por parte de una casta burocrática que, bajo los oropeles de la liturgia socialista y comunista, era su enemigo mortal. Esta casta, parasitaba el excedente social en su propio beneficio y privaba a los productores de toda potestad real sobre los medios o los productos del trabajo, que es lo que caracteriza a una sociedad basada en la organización de los productores libremente asociados. Tales regímenes no podían ser caracterizados como ‘socialismo’. Eran sociedades de transición en que la dinámica socialista fue bloqueada ‘ab initio’ o luego de un corto período, como en el caso de la Revolución de Octubre. La causa primaria fue la inextensión de la revolución a los centros capitalistas desarrollados, dado que, el socialismo presupone la socialización de las principales fuerzas productivas mundiales y no vástagos periféricos aislados. El ‘socialismo en un solo país’ acuñado por Stalin ya era considerado un anacronismo reaccionario por los marxistas pre revolucionarios. Es también una forma de ‘socialismo utópico’. En estos países las FP se desarrollaron de modo extensivo durante un largo período, dando lugar a un moderado mejoramiento de las condiciones de vida de las masas, pero, por supuesto, sin poder alcanzar y mucho menos superar a los centros capitalistas, lo que, a la larga, generó un cerco de presión más poderoso que la intervención armada. Como decía Trotski: la mercancía a bajo precio es más poderosa que las ojivas de los cañones. En el largo desarrollo, las economías de estos países no podían sino aletargarse generando crisis irremontables de ‘subproducción’ que, de paso, demostraban la naturaleza diferente de su fisiología respecto del capitalismo, a caballo de las cuales se abría una disyuntiva, o las masas proletarias protagonizaban una nueva revolución en aras de su propio poder auto organizado y en lucha por la revolución mundial, o la burocracia conducía con puño de hierro o a caballo de movimientos populares, la restauración del capitalismo. Esto último, fue lo que efectivamente ocurrió. En esta transición los revolucionarios nos ubicamos en la trinchera de la abolición de la burocracia dirigente y su estado opresor y explotador, no para volver a la esclavitud capitalista, sino, por el genuino socialismo.

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      • Gracias AP por la aclaración. Decías arriba: «Como verá, reconocer el aporte histórico del capitalismo, no significa considerarlo el mejor de los mundos posibles y menos aún el único necesario para la realización humana.»

        No creo haber dicho que Marx o sus seguidores concluyeran eso. Esa conclusión es mía. Lo que sí, me parece, diría Marx, es que el capitalismo es un paso necesario para llegar al socialismo. Muchos seguidores de Marx olvidan esto. Y aquí es donde yo agrego que los marxistas, al atacar la función empresarial, condenan al hambre a mucha gente, puesto que se requiere del proceso capitalista para mejorar su situación.

        En otras palabras, hoy necesitamos el capitalismo. Una vez que le ganemos la batalla al hambre y la pobreza, hablemos de la posibilidad de pasar al socialismo.

        Mi posición sobre esto ya la escribí aquí, en relación con Schumpeter. Sólo en un modelo estático, puede pensarse que es posible una transición al socialismo. En el momento en el cual se intente tal proceso, desaparece la función empresarial, los incentivos para producir, y con ello la riqueza producida. (http://libertarianpapers.org/articles/2010/lp-2-26.pdf)

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  2. Es interesante la opinion del Sr. Ascarita, pero no refleja fielmente el pensamiento de Marx.
    Victor Massuh en un libro «La libertad y la violencia» señala que la diferencia entre el autodenomiando por Marx «socialismo cientifico» y por él llamado «socialismo utópico» es la legitimacion de la violencia por parte de Marx como instrumento politico.
    Ambos socialismo comparten el repudio a la propiedad privada, y valoran como esencialmente injusto y explotador al mercado libre; pero el «socialismo utópico» es utópico (segun Marx) porque supone que se puede superar el estado de explotacion mediante comunidades creadas deliberadamente bajo formas cooperativas o similares (que es lo que propone Ascarita como superador del capitalismo).-
    Marx entiende que la forma de cambiar es con violencia, y en esa violencia hay que exterminar a los explotadores ya que, por su teoría del polilogismo, son irrecuperables para el futuro, ya que su formacion de clase es esencial, intrinsica e irremisiblemente explotadora e incompatible con un gobierno del proletariado.
    Del mismo modo que Hitler desarrolló una idea que justificava el asesinato macivo de judíos y la invasion de paises vecinos como un modo para que la «raza superior» se desarrolle; Marx propone el exterminio de toda la «clase capitalista» (cualquiera sea el equivoco sentido que le da a esa expresion); para asi lograr la liberacion del proletariado y la implantacion de sun sistema de «justicia» a su modo de entenderla

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    • Astarita hace una lectura posible de Marx, y una que respeto. Honestamente, no puedo discutirle esto, porque el experto en Marx es él, no yo. Tampoco conozco la obra de Victor Massuh, como para poder opinar en esto.
      Algo que rescatar es que Astarita permanentemente hace referencias a otras lecturas de Marx que él evidentemente conoce, pero no comparte.

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    • En sentido metodológico es preferible juzgar a un autor por lo que efectivamente escribió que por interpretaciones de terceros que, deberían ser el corolario de este estudio previo. La crítica de Márx al socialismo utópico no pasa por la ‘violencia’ sino, por el desarrollo de la revolución social del proletariado como única negación superadora del capitalismo. No hay socialismo sin abolición de la propiedad privada capitalista, para lo cual es necesario enfrentar el aparato de represión que la guarda y defiende. En este caso, la violencia empleada sería directamente proporcional a la resistencia de la clase capitalista a las reivindicaciones parciales o emancipatorias del proletariado y siendo que esta puede verse todos los días y con más razón cuando los de abajo amenazan el poder del capital, con la mayor probabilidad entrañaría una fuerte dosis de violencia. Los utópicos apuntaban a amortiguar las contradicciones del sistema construyendo Icarias en los márgenes. Lo que propone Marx es estimular el desarrollo de las contradicciones sociales hasta que desemboquen en la dictadura del proletariado, como contracara defensiva de la verdadera democracia obrera. Postular la formación de cooperativas es desde el punto de vista marxista una reforma que puede plantearse dentro del sistema y que, a los sumo, puede prefigurar el socialismo, pero no ser componente efectivo de este en la medida que el poder del capital no sea derribado. Las cooperativas en coexistencia con el capitalismo, sufren la presión del mercado y tarde o temprano, colapsan o se reconvierten en empresas capitalistas, no solo con diferenciación salarial, sino, funcional. Luego de la revolución, en cambio, pueden ser formas de organización de la producción socialista. Márx nunca planteó el exterminio de los capitalistas. Como aclaré arriba, la violencia ejercida contra esta clase, es proporcional a su resistencia a la proletarización. Es más, no censura al capitalista por una perversidad moral, sino, en cuanto encarnación del capital, con toda la lógica impuesta que ello conlleva. Todavía más, plantea que el socialismo es la única vía de su redención respecto de esta lógica descarnada. Comparar con el exterminio del pueblo judío por los nazis es totalmente descabellado. Además es necesario tener en cuenta que el exterminio de judios involucró a ingentes socialistas y se dio en los marcos de un exterminio generalizado dirigido contra otros pueblos ‘inferiores’ con un carácter marcadamente clasista. Los nazis no subieron al poder sin el apoyo, no solo de los magnates alemanes, sino, de potencias occidentales y sus respectivos capitales, como bastión defensivo contra el avance del comunismo amenazante. Es más, gran parte de las naciones invadidas sufrieron deportaciones en masa de proletarios y campesinos par servir como mano de obra esclava en las empresas alemanas, que se beneficiaron y constituyeron como grandes corporaciones. Hace algunos años, frente a la ola de juicios que enfrentó el estado alemán por la reparación de estos daños, se decretó una reparación simbólica para los afectados y sus descendientes, pero ninguna gran empresa fue tocada, ni mucho menos los jerarcas condenados, varios de los cuales se reciclaron como funcionarios o siguieron al frente de sus empresas. Asimilar el nazismo o fascismo al socialismo ‘ por sus métodos’ es una vieja maniobra que no resiste el menor análisis.

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  3. Sigo de viaje, en Denver, por lo que no pude más que seguir remotamente partes del intercambio. En el post de Astarita intente llamar al atencióm al problema de que había que prestar atención a posibles diferencias en la definición de «capitalismo.»

    Si bien es claro que Astarita conoce la obra de Marx (definitavamenet más que lo que yo conozco la obra de Marx), los argumentos sobre la explotación siguen sin convencerme, diría que tampoco me parecen novedosos. Pero no deja de ser un ejercicio de comunicación entre distintos puntos de vista.

    Al menos en mi caso, seguir las argumentaciones no me resulta del todo fácil. No estoy seguro que haya mucha consistencia en algunos argumentos/críticas. Parte del estracto que copia Adrián en el post es un ejemplo de porque no siempre es fácil seguir el debate.

    En el punto a) de la primera intervención, Astarita dice lo siguiente: «Hay capital cuando imperan las leyes del mercado, se vende fuerza de trabajo y se genera valor y plusvalor. Esto al margen de que exista mayor o menor interferencia del Estado que altere la acción de esa ley del valor.»

    Si hay capital cuando imperan las leyes de mercado, ¿por qué Venezuela es capitalista? Si a mayor presencia de leyes de mercado mayor capital, y a mayor capital mayor explotación, ¿por que la gente migra de países no libres a libres?

    Si para que haya capital tienen que imperar las leyes de mercado, entonces que exista mayor o menor interferencia del Estado no es un problema al margen como sugiere Astarita, es más bien un problema central.

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    • Exacto! Lo que Astarita entiende por «capital» o «mercado», es algo muy diferente a los que nosotros entendemos por estos términos. Esto sin duda hace difícil el intercambio, pero no deja -por ello- de ser posible… simplemente hay que hacer el esfuerzo por comprender el programa de investigación en el que están inmersos.

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      • Para mi, el concepto del capital y la forma como lo concibes , esta en el corazón del debate económico. Que es el capital? Al responder esta pregunta te darás cuenta de inmediato a que escuela de economía pertenece el que la responde. Para los marxistas del siglo XIX el concepto del capital lo conciben de una manera realmente literal casi como un fetiche. Las revoluciones marxistas del siglos xx todas tendían una primera fase del «gran salto adelante» que no es más que la acumulación del capital a ultranza, a como de lugar, llevando el tema de la plusvalía , o explotación, a auténticos extremos para lograr la gran acumulación del capital, y esta vez en manos del proletario, que los llevara al paraíso , que no es más , que vivir de la renta del capital acumulado por el resto de la vida. Es escritor chileno, jorge edwards, tiene un libro muy interesante llamado, Persona Non Grata, de sus vivencias en Cuba durante en periodo de la gran zafra de los 10 millones. Los marxistas, y este tipo de gente, contemporáneos son muy distintos, en tiempos cuando lo que esta del moda es el ambiental istmo y todo lo que es contrario a la mega producción, de moda en el siglo XIX . Hoy hablan de comunitarismo y repartición de la riqueza cosas que en realidad están bien alejadas de Marx, un hombre del siglo XIX

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    • Coincido con que el ejercicio de comunicación es interesante. Pero hasta ahora los puntos de vista no se interpenetran. Son el agua y el aceite. En Venezuela imperan las leyes del mercado, se vende fuerza de trabajo y se genera valor y plusvalor. Se sobrentiende que la interferencia del estado está en un rango compatible con el de otros países capitalistas. Lógicamente, su el estado, lejos de efectuar expropiaciones periféricas, llevase a cabo una tábula rasa, como en Cuba, donde se expropiaron hasta los puestos de helado callejeros, estaríamos en presencia de otra cosa. Es un problema de salto cualitativo. Lo que usted afirma es que en Venezuela estas leyes de mercado no imperan, pero esto no vale por la sola enunciación, hay que demostrarlo. La intervención del estado incide en la determinación final de los precios efectivos. Correcto, pero hay que determinar en que medida. Aquí también se fijó un acuerdo de precios por dos meses y no por eso voy a afirmar que en Argentina no hay capital o capitalismo. Sobre la migración. Hay diferentes razones y hasta ahora no se ve una migración en masa desde Venezuela a otros países. Pero la migración, sobre todo de tipo laboral también responde a otras razones, especialmente de índole salarial. En Argentina llegó a haber un millón de paraguayos, la mayoría emigró en razón de la búsqueda de mayores salarios y no por el intervencionismo estatal. Cuando las condiciones se revirtieron, se produjo una contra emigración parcial. Estos flujos migratorios son aprovechados y alentados por las patronales en etapas de auge, como mano de obra barata y flexible y para presionar a la baja los salarios de los trabajadores locales. Cuando empieza la crisis, cumplen la función de chivo expiatorio, al ser estigmatizados por las mismas patronales, su estado y los sindicatos burgueses, como los que ‘le quitan el trabajo a los argentinos’ como forma de distraer el entendimiento de los trabajadores de las verdaderas causas de la crisis y las calamidades que significa el que les pasen la factura. Otro tanto puede decirse de la migración de argentinos durante la depresión 1998-2002. La intervención del estado es funcional al mercado capitalista. Solo cuando supera un determinado umbral cualitativo puede tornarse contraproducente e incluso negar de plano el funcionamiento capitalista.

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    • Insisto con el tema de qué se entiende por capitalismo. Si se entiende presencia de capital, sí, en Venezuela hay capitalismo en la medida que aún existan bienes de capital. Si por capitalismo se entiende libre mercado, ya no es tan sencillo.

      Decir que en Venezuela imperan las leyes de mercado porque se puede contratar mano de obra (y por ende habría plusvalía) me parece un poco exagerado. La presencia de contratos y «propiedad privada» es condición necesaria pero no es suficiente para que imperen las leyes de mercado (por ejemplo, si hay demasiadas regulaciones). Sí es cierto que existen aún algunas leyes de mercado en Venezuela. Pero en términos relativos, Venezuela está más cerca de Cuba que de Hong Kong. Es una cuestión de práctica y costumbre informal dónde uno dice el país A o B es o no es capitalista (libre mercado). ¿Dónde se traza un límite? No me parece tan cuestionable referirse a la Venezuela de Chávez, uno de los países con la economía más intervenida del mundo, entre los países no capitalistas (libre mercado).

      Cómo dije en algún comentario (creo que en blog de Astarita), todos estamos de acuerdo que un estado funcional a las empresas (capitalistas) es nocivo y perjudica a empleados y consumidores. Y todos estamos de acuerdo que eso sucede. Pero es un error identificar siempre a esa actitud funcional con «capitalismo.» Para no pocos capitalismo = libre mercado y estado funcional = capitalismo de amigo o capitalismo con corrupción.

      Es cierto, no se ve una migración en masa de Venezuela a otros países. Pero sí se ven Cubanos que arriesgan su vida para llegar a las costas de USA, Europa recibe emigrantes de Asia y Africa buscando una mejor calidad de vida, etc. También es el caso que muchos de estos países hacen lo posible para dificultar, sino prohibir, la salida de sus propios ciudadanos. La migración es un fenómeno lento, pero no por ello inexistente. El motivo salarial es uno de ellos, y sí creo relacionado a la intervención estatal. Los países con menor intervención estatal suelen tener mayores salarios promedio (dado un mayor nivel de capital per capita).

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      • Nicolás. Estuve reflexionando largo rato acerca de su respuesta. Me complace que esta vez utilice el término de país ‘no capitalista’ para referirse a Venezuela. Me da la impresión que antes hubiera utilizado raudamente el término de ‘socialista’ lo cual, a parte de ser erróneo habría sido un insulto al socialismo. Una vez Engels dijo que, si de nacionalizaciones se tratase, Bismarck habría sido el primer socialista de Alemania. El socialismo no equivale a la defensa irrestricta del estatismo económico capitalista, esto es más bien privativo de corrientes socialdemócratas que ven en la intervención del estado en la economía la solución de los males de las mayorías. Sin embargo, decir que Venezuela es ‘no capitalista’, con ser un paso adelante, tampoco me parece satisfactorio. Lo que usted afirma es que solo restan en pié vestigios de libre mercado y esto es a todas luces una exageración. El asunto del carácter económico social de Venezuela no se resuelve por practica o costumbres informales. Como usted dice: ¿Donde se traza un límite? Este es un problema crucial que no se responde con miradas panorámicas comparativas, sino, con análisis específicos y parámetros de caracterización adecuados. Como marxista yo me preguntaría ¿En que medida está intervenido el mercado? ¿En que grado está limitada la propiedad privada capitalista o la libre contratación de fuerza de trabajo? ¿Opera la ley del valor como factor de distribución de los tiempos de trabajo o esta depende en lo esencial del arbitrio del funcionariado estatal? Desde su óptica que pone el énfasis en la libertad de mercado absoluta (convengamos que un ideal bastante restrictivo y que hasta ahora jamás fue visto ni por hombre ni por bestia -algo parecido al socialismo- nos dirían ciertos detractores) para definir capitalismo y que, tomado en sentido estricto dejaría afuera a todas las economías existentes, yo, munido de una dosis de pragmatismo, me preguntaría ¿Hay un límite en la intervención estatal, más allá del cual ya no se puede hablar de capitalismo? ¿Hay un límite, que sobrepasado, implica que el capitalismo deja ser tal y pasa a ser ‘no capitalismo’? Si se descarta la dinámica de la sociedad (basándome en su respuesta en el blog de R.A) por lo que no importa hacia donde se mueve la economía ¿Donde se ubica el justo medio ? ¿Donde hay un cambio cualitativo?¿O no existe y vivimos sin saberlo en un mundo ‘no capitalista’ donde lo único que cuenta son las ubicaciones de grado, por lo que defino una economía en razón a aquello que se le parece más a dos conceptos ideales (Socialismo igual a estatismo absoluto y Capitalismo igual a libre mercado absoluto) y en función de meras externalidades? Respecto de la funcionalidad del estado respecto del capitalismo hay que hacer ciertas precisiones. El estado ‘neutro’ es un mito. Todo estado tiene un carácter de clase y por consiguiente, así como en la esfera represiva cumple la función permanente de defensa armada de la propiedad privada capitalista (salvo que sea un estado comunal proletario) en la esfera económica procura establecer las condiciones para que la acumulación capitalista progrese sin tropiezos. Pero el capitalismo también es lucha entre distintas fracciones capitalistas por obtener condiciones de privilegio para el ámbito de sus negocios privados. Esto conlleva a que esa ‘junta general de negocios’ sea terreno de disputa para que las decisiones que asuma la burocracia estatal, mantenida por los capitalistas para que preserve el orden social, por la fuerza o por el engaño organizado entre episodios de fuerza y arbitre entre las fracciones, incline la balanza hacia uno u otro frente adicto, servicio que, por supuesto, no es gratis, ni cuestión de simpatías o proyectos ‘patrióticos’ sino, de vil dinero surgido de la cooparticipación en la explotación de los trabajadores y que las fracciones menos favorecidas ven como una punción sobre su legítima ganancia. No tengo duda de que ese esquema de funcionamiento existe y lo que es más, siempre ha existido en mayor o menor grado. La abolición de la intervención del estado capitalista o burocrático explotador, como en los regímenes estalinistas, en economía es inescindible de la abolición de dicho estado y ello no puede venir más que de la mano de una revolución protagonizada por los auténticos productores, es decir, los trabajadores. No es viable un capitalismo sin estado, si este fuera mínimo (es decir ligado a funciones meramente represivas) desde el punto de vista de los capitalistas, se haría necesaria su intervención en economía como elemento de cohesión y regulación, así como recolector de un ‘capital social’ destinado a emprender los proyectos de infraestructura necesarios para el funcionamiento de los capitales privados, aunque estos no fueran inmediatamente redituables y también para recolectar un fondo social ‘estatal’ que salve a los capitales tan ineficientes como ciclópeos del colapso absoluto, para que las crisis se procesen en un largo plazo de depuración que no implique el desplome de todo el sistema. Luego de rumiar mucho el asunto, veo que la EA ve en la intervención estatal una caja de Pandora de la que pueden surgir solo males. Los socialistas, en cambio (más buen debería decir determinados socialistas) partidarios de la abolición de cualquier forma de estado explotador, no hacemos un fetiche del estado capitalista, ni priorizamos el estatalismo burgués como una forma que aproxime al socialismo o garantice mejores condiciones de existencia a los trabajadores. Eso es Jaurés, no Márx y Engels. Ni siquiera como una forma de gestión que garantice el desarrollo obligado de las fuerzas de producción, con más razón cuando este opera como una bomba que redistribuye el flujo de plusvalía hacia la clase en el poder o alimenta la formación de una fracción burguesa adicta a partir del funcionariado estatal.

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      • Me referí a Venezuela como «no capitalista» para enfatizar el rol de las distintas definiciones de la palabra «capitalismo.» Por socialismo entiendo una sociedad donde no hay propiedad privada de los factores de producción y bienes de capital (aunque sí pueda haber derechos de propiedad sobre los bienes de consumo). Pero por derechos de propiedad no entiendo únicamente un formalismo. Que los papeles y la ley digan que soy propietario pero que le estado me indique qué y cómo producir no me hace dueño en el estricto sentido del término.

        La referencia a que sea un insulto al socialismo referirse a Venezuela como un país socialista también sirve para ilustrar el punto. Es igual de «insulto» referirse a Venezuela como capitalista y referirse a los que defienden el libre mercado como ciegos que no ven los problemas asociados al «capitalismo» y la explotación. De allí la reacción de varios comentaristas.

        No digo que el carácter económico/social de Venezuela se resuelva por prácticas y costumbres informales. Lo que digo es que de haber un degradé de países que son más y otros menos libres, informalmente surge la costumbre de referirse a países como capitalistas o no capitalistas, pero que ese límite al momento de hablar es informal. Si hay 100 países, seguramente habrá más desacuerdo en sí el país ubicado en el medio debe o no ser considerado socialista/capitalista (libre mercado), pero difícilmente haya mucho desacuerdo en lo que respecta a los top y bottom 10. Dado que el socialismo y libre mercado puro no han existido, este problema es inevitable y más vale tenerlo presente que ignorarlo.

        Coincido con el pragmatismo al momento de separar países capitalistas de no capitalistas, eso es exactamente lo que estoy diciendo. Por más que lugares como Hong Kong o Corea del Sur no sean puros casos de libre mercado, creo que una conversación cuidadosa no tiene nada que perderse si nos referimos a estos casos como «capitalistas» siempre y cuando se tenga presente que no son «puros.»

        Lo que importa no es sólo donde se ubica un país, sino también su tendencia. Dos países pueden encontrarse en el valor 1.5 de 1 a 10 (10 = libre mercado), pero aquel que tiene una tendencia a moverse hacia el 10, en la medida que dicho movimiento sea creíble, atraerá inversiones mientras que la otra economía se verá estancada. Esto puede hacer que algunos países se encuentren mejor que lo que su valor en la escala puede sugerir a primera vista (China quizás sea un ejemplo). Al revés, países que se encuentran altos en la escala pero se alejan (USA) pueden encontrarse en una situación mejor a la que su indicador de escala indica. Si bien indicadores como el Indice de Libertad Económica son ilustrativos, pueden ser tramposos. Estos indicadores son estáticos, y es fácil pasar por alto los efectos rezagados sobre la economía que producen los cambios institucionales.

        No estoy seguro que un estado no pueda ser, al menos en teoría, neutro. Un estado que se limita a mantener el orden y la ley es neutro. No favorece a nadie en particular. Un estado mínimo no se preocupa por favorecer a ningún actor en particular y el rol de la ley se reduce a proteger la propiedad y hacer valer los contratos. Un estado de este tipo no favorece a empresas ni capitalistas ni personas. Por supuesto, no es el tipo de estados al que estamos acostumbrados y los problemas del Public Choice no pueden obviarse. Pero así como hay que distinguir entre el libre mercado en teoría y el real por un lado y el socialismo teórico y los casos reales por el otro, también hay que distinguir entre el estado «ideal» y los estados reales. Nadie niega que empresarios y capitalistas estarán tentados de pedir el favor del estado, pero este favor no es necesario para que una sociedad prospere. Justamente los países donde estos favores son menores en términos relativos (no totalmente ausentes) tienden a ser más prósperos que los países donde los gobiernos tienden a favorecer en mayor medida a unos grupos a expensas de otros.

        Que la EA tiende a ver en las intervenciones del estado una Caja de Pandora es relativamente preciso. Generalmente una intervención, al fallar en sus cometidos, suele desembocar en nuevas intervenciones en lugar de reducir las mismas; pero esta postura de Caja de Pandora no es una «ley económica.» Sin embargo, no toda participación del estado para la EA es nociva. Si bien hay algunos liberales, Austriacos o no, que son anarco-capitalistas (Rothbard, David Friedman), otros muy reconocidos no lo eran. Liberales como Mises, Hayek y Nozick (tres casos contrarios a pensadores improvisados) veían un genuino rol por parte del estado. Mises, por ejemplo, estaba de acuerdo que el estado subsidie actividades culturales como la ópera (claro, él era asiduo consumidor de óperas!). Hayek proponía un fondo social mínimo para ayudar a los más necesitados y marginados. Nozick veía un estado mínimo, a diferencia de lo que él llama un estado ultra-mínimo. Quizás los motivos por los cuales estos autores defienden algunas de estas actividades sean distintas a las de socialistas y/o marxistas, pero al fin de cuentas cumplen el mismo, o similar, cometido. Adam Smith, figura fuertemente asociada al libre mercado, proponía educación primaria gratuita. Lamentablemente en algunos comentarios (no los tuyos) algunos se apuran y contentan con apuntar a una supuesta insensibilidad y autoritarismo(!) de los defensores del libre mercado pasando por alto la posición explícita de las figuras más representativas de estas ideas.

        Creo que hay tres desafíos en este tipo de intercambios. En primer lugar la diferencia de fondo, la plusvalía. Personalmente me parece inconsistente el concepto. No por ello se desconoce que hay diferencias de poder de negociación, capitalistas que usan al estado para aprovecharse de clientes y empleados, etc. Pero el concepto creo que el concepto de plusvalía descansa sobre una teoría de precio inconsistente. En segundo lugar los problemas terminológicos como entender cosas distintas por «capitalismo.» En tercer lugar la falta de una propuesta clara de cómo funcionaría una comunidad socialista. Es más fácil encontrar referencias a qué no es socialismo (por ejemplo que referirse a Venezuela sería equivocado), pero no una concepción clara de qué sería socialismo y cómo funcionaría con ausencia de propiedad privada sobre los bienes de capital y factores de producción. Si esta propuesta no es clara, entonces cada uno verá un proyecto socialista donde a cada uno le parezca y, ante la falta de propuesta clara, casos diversos pueden ser igual de válidos.

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  4. Adelanto que no he leído aún la entrada en su totalidad.
    Únicamente quería dejar un par enlaces que creo interesantes.
    El primero es un hilo en el foro del blog de Rallo precisamente debatiendo la teoría marxista sobre la explotación (capitalista): http://juanramonrallo.com/foro/viewtopic.php?f=6&t=13
    El segundo, una defensa no fundamentalista del capitalismo desde una óptica materialista: http://nodulo.org/ec/2007/n060p01.htm

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  5. Me parece que es muy difícil de ponerse de acuerdo por una simple razón. La teoría de Marx es una teoría del capitalismo, o más concretamente, como el capitalismo se autodestruye hasta llevar a una sociedad con una sola clase social: el comunismo
    Pero Marx «no» tiene una teoría o una explicación de en qué consiste el comunismo. No solamente no la tiene sino que dijo que es imposible saber en qué consistirá.
    Lo máximo que dice es que el comunismo puede definirse como «la abolición de la propiedad privada», se niega explicitamente a describir en qué consiste el comunismo. De manera que los comunistas actuales están en un verdadero problema para saber que dijo el «gran maestro»

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    • No sólo eso. Para Marx todo nuevo modo de producción incluye a los anteriores. ¿Algún marxista ha sido crítico del capitalismo hasta el punto de ver que cosas son rescatables de él de cara a implantar el socialismo y/o comunismo?

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    • De acuerdo, pero esto también nos ocurre a nosotros con Mises y tantos otros autores. Me parece interesante que Astarita conoce las últimas contribuciones del marxismo, y en el intercambio ha ofrecido algunas líneas a través de las cuales podría construirse el socialismo, planteando una transición. Copio un párrafo al respecto:

      h) Por último, acerca de la construcción del socialismo. Ya he explicado en otros “Comentarios”, o en las notas sobre la URSS, que Marx (o Engels) jamás plantearon que el mercado pudiera desaparecer en un corto plazo de tiempo, una vez derribado el sistema capitalista. Incluso hablaron del paso de generaciones para soñar siquiera con suprimir el mercado. También he planteado que diversas formas de propiedad común podrán ser utilizadas como vías de transición hacia una sociedad socialista. Entre ellas, las cooperativas de productores. Es claro que una vez expropiados los capitalistas, habrá necesidad de medir la productividad de los trabajos, esto es, los tiempos de trabajo en relación a los valores de uso. En ausencia de un control colectivo, esta medición deberá hacerse por medio del mercado. Para saber en qué medida cada cual contribuye al valor social, deberá apelarse al mercado. Lo que impedirá la expropiación de los medios de producción privada es la explotación en beneficio de una clase social.
      Por supuesto, no habrá derecho a contratar mano de obra de forma privada, porque estará prohibida la explotación del trabajo. No tiene sentido quejarse por esta falta de “libertad” porque es una medida que se toma a partir del rechazo a la explotación del capital. Después de todo, ¿qué decir de alguien que se quejara porque el sistema actual le coarta la libertad de tener esclavos, de explotar el trabajo infantil, o mantener gente en servidumbre?
      Volviendo a las formas de transición, he planteado también que los ritmos, las formas concretas que adoptará, etc., dependerán de la decisión libre de los propios productores y consumidores. Esto es parte del programa del socialismo (aunque no de las corrientes burocrático stalinistas). Es la idea de una democracia deliberativa y participativa. Para que exista esta democracia debe acabarse con la desigualdad de poder económico. En la sociedad actual el que tiene el poder económico “vota” con sus inversiones. El propio Locke reconocía que no podía haber democracia donde existiera una fuerte desigualdad de la riqueza. Al acabarse con el monopolio privado de los medios de producción, cada persona tendrá un status social igual, desde el cual se podrá tener una participación directa en los asuntos públicos. Esto es, una situación opuesta a la del sistema capitalista actual, donde la gente común solo elige a quienes han de oprimirlos por los próximos años, sin casi posibilidad de incidencia práctica en las decisiones que afectan a sus vidas.
      En otro plano, el mantenimiento del mercado se debería complementar con una planificación general de la economía, aunque no estaría planificado en sus formas más concretas, debido al accionar del mercado. Recordemos que el mercado capitalista sanciona ex post; un régimen de transición al socialismo articularía (vieja propuesta de Trotsky en sus críticas al régimen stalinista) el plan, el mercado y las decisiones de los productores (aquí incluiría, siguiendo a Korsch, también a los consumidores). Por esta razón el plan sería orientativo, y tendría en cuenta las señales del mercado; así como los productores y consumidores discutirían el plan.

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      • Lo gracioso es que la democracia nace con mercado. Y tal.

        PS: Hice un comentario antes con un par de enlace, pero aparece pendiente de moderación. 😛

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  6. Me parece interesante la historia del Día de Acción de Gracias en Estados Unidos, como un ejemplo de lo que puede suceder bajo la propiedad comunal

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  7. En la página web del Prof. Astarita, en la sección de Materiales Publicados, se encuentra un trabajo titulado «Qué es el capitalismo», me permito copiar extractos de él que considero son relevantes para el debate:

    «…capital: es el dinero, los medios de producción, y las mercancías, que son propiedad de los empresarios y se utilizan en la extracción de plusvalía. Veamos esto con detenimien­to.

    Cuando el empresario decide invertir su dinero, ese dinero es la forma que toma su capital. Con ese dinero compra el algo­dón, el telar, el edificio de la fábrica; por lo tanto, en esta segunda etapa, su capital está compuesto por algodón, telar, edificio de la fábrica; o sea, el capital del empresa­rio cambia de forma: antes era dinero, ahora se trans­formó en medios de produc­ción.

    Pero además, nuestro empresario contrata obreros, y por lo tanto una parte de su dinero se transforma en el trabajo humano que genera la plusva­lía. Así, otra parte de su capital que tenía la forma dinero, ahora, mientras trabaja el obrero, se ha trans­formado en trabajo, que está creando valor.

    Posteriormente, aparece el hilado terminado, que se destina­rá a la venta. Por consiguiente, ahora el capital tomó la forma de hilado, existe como hilado; nuevamente el capital cambió de forma. Por último, cuando el empresa­rio vende el hilado, habrá obtenido dinero, es decir, su capital ha vuelto a la forma de dinero.

    Si lo analizamos desde el punto de vista del valor, podemos ver que, por ejemplo, había un valor igual a 1.000 pesos, que estaba en billetes; luego ese valor se transformó en medios de produc­ción (algo­dón, telar, etc.), y en trabajo de los obreros; al salir del proceso de produc­ción, los 1.000 pesos de valor se habían transfor­mado en hilado, y además se había engendrado una plusva­lía, supongamos de otros 50 pesos. Por lo tanto, el valor originario, de 1000 pesos, se ha incrementado; decimos que el valor se ha valorizado, gracias al trabajo del obrero.

    En vista de esto, podemos decir que el capital es valor en movimiento y transformación: primero aparece bajo la forma de dinero, luego de medios de produc­ción y trabajo, luego de mercan­cía, y por último de nuevo como dinero. Capital es entonces valor que genera más valor sustentado por la explotación de los obre­ros. El telar es capital porque está dentro de este movimiento; lo mismo podemos decir del algodón, de la fábrica, o del dinero.

    Observemos que si el capitalista comprara el algodón y el telar, y contra­tara al obrero para que le hiciera un hilado para su uso personal, el dinero gastado, el algodón, el telar o el trabajo no serían capital. En este caso, el capitalista probable­mente estaría mejor vestido, pero no habría incrementa­do el valor del dinero que poseía; por el contrario, lo habría gastado. Sólo hay capital cuando se invierte con vistas a obtener una ganan­cia.»

    Entonces, dada tal definición del capital, se entiende que el profesor vea capitalismo en Venezuela, pues existe trabajo asalariado+plusvalor.

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  8. Gracias Milner! Me parece que estos extractos son útiles para la discusión. Intentaré resumir una amplia bibliografía en unos pocos párrafos para revertir la historia.

    ¿Qué entendemos nosotros por «capital»? Primero debemos distinguir entre «bienes de capital», y el «concepto de capital». Los «bienes de capital» pueden ser vistos objetivamente, en tu ejemplo el algodón, el telar o el edificio de la fábrica. Pero el «concepto de capital» es algo subjetivo, que viene asociado a la creatividad empresarial. El marxismo, al ver al empresario como un explotador, minimiza su rol, y no advierte que precisamente en la creatividad empresarial está el origen de las ganancias obtenidas.

    De ahí que nosotros minimicemos al dueño de los bienes de capital, y enfaticemos la creatividad empresarial, puesto que el dueño de los factores de producción puede hacer muy poco con estos materiales, si no tiene una idea concreta de qué hacer con ellos.

    La capacidad empresarial, en un sentido general, está en todos nosotros. Cada vez que actuamos lo hacemos para mejorar nuestra situación. Esa acción puede entenderse como «empresarial», y el beneficio que podemos obtener puede ser tanto «monetario» como «psíquico».

    Pero en un sentido más restringido, la función empresarial es el «estar alerta» en el mercado a oportunidades de inversión. Como decía en el blog de Astarita, uno puede emprender sin necesidad de capital. El capitalista estará encantado de financiar una idea que mutiplique el capital. Y así se procede en el mercado!

    Para nosotros el capital es algo subjetivo. ¿Qué quiere decir esto? Intentaré ilustrarlo con un ejemplo. Imaginemos que yo camino por la calle y veo cuatro botellas de vidrio. Las miro, y no les veo ninguna utilidad. No les presto atención. Sigo caminando. Esas cuatro botellas de vidrio no sólo no son un bien de capital. Ni siquiera son un bien económico. Ahora supongamos que atrás mío viene otra persona ve las botellas y entiende empresarialmente que puede reciclarlas y con ellas hacer un jarrón. En este caso, las botellas de vidrio se convierten en «bien de capital». Una cosa no es un bien de capital por sí mismo. Para serlo, alguien empresarialmente debe «darse cuenta» de que tal cosa puede servir como insumo para producir un bien final de consumo.

    Un ejemplo más complejo es el del combustible. Hace décadas que preocupa la cantidad de petróleo disponible y la posibilidad de que se agote. Sin embargo, con creatividad los empresarios han logrado que los automóviles utilicen la mitad de combustible para recorrer la misma cantidad de kilómetros. En definitiva es lo mismo lograr descubrir el doble de petróleo en el mundo, que innovar y crear una tecnología que permita utilizar la mitad del petróleo por km recorrido. Decir que el empresario no tiene ningún valor, nos parece injusto!

    Yo no soy randiano, pero hay una novela titulada La Rebelión de Atlas, que imagino es útil para ilustrar la cuestión que estamos discutiendo. Básicamente, la novela muestra que la riqueza tiene una única fuente: la mente humana aplicada a una tarea productiva. Cuando estas mentes se paralizan, el mundo se paraliza. El libro plantea qué ocurre cuando las personas realizan la única huelga que jamás se ha hecho explícita en el mundo: la huelga de cerebros. Qué pasa cuando los productivos se niegan a continuar produciendo. Y las derivaciones para el estudio de la economía que surgen de esta idea son impresionantes.

    Cuando le dije a Astarita que cualquiera puede ser emprendedor sin capital, él respondió con casos concretos como la producción de automóviles, computadores, etc. ¿Pero cuánto del PIB actualmente se produce en Bienes y Servicios de este tipo? ¿Cuánta riqueza puede generarse proveyendo servicios? Me han ridiculizado en el blog cuando dije que la creatividad es la fuente de la riqueza, y lo entiendo porque empiezo a ver la línea de pensamiento que siguen. Pero el error está allí, en una errónea concepción del capital. Tu ejemplo lo ha dejado muy claro.

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  9. Tendría que leer el texto completo que cita Milner de la página de Astarita, pero del pasaje citado pareciera ser que el valor de los bienes de consumo se va incrementando o «agregando» a medida que se avanza en el proceso productivo. Como si fueran los factores de producción los que dan valor al bien final (de allí la plusvalía al no reconocer la totalidad del valor agregado por el factor trabajo).

    Si esto es así, no es del todo correcto. Es el valor asignado a los bienes finales de consumo lo que da valor a los factores de producción y bienes de capital.

    Lo que se ve como un proceso temporal de valores agregados es el resultado de imputar desde bienes finales a factores de producción un valor/precio derivado del precio esperado de venta (valor de uso final). Que primero se produzca y luego se venda no quiere decir que el factor de producción da valor al bien final del mismo modo que no son las compras navideñas a principios de diciembre lo que causan al navidad la noche del 24, sino que es la fiesta de la noche del 24 lo que causa las compras anticipadas.

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    • Nicolás. No había reparado en si comentario. Es natural en que lo vea así dado que parte de una teoría subjetiva del valor, pero su ejemplo, con todo lo simpático que pueda resultar al sentido común, no demuestra nada en lo que concierne a la formación de los valores y precios que son su expresión monetaria. Solo pone de relieve que se produce con miras al intercambio o venta, lo que presupone la producción de bienes o servicios útiles, dado que nadie produciría algo que no satisface alguna necesidad física o psicológica de los consumidores, o a su vez, consumo productivo. Pero esto nada dice acerca de por que los valores y precios se ubican en un nivel u otro, puesto que la utilidad es imposible de cuantificar y el mercado solo sanciona ex post si el trabajo invertido en la producción de un bien se encuadra en los estándares de trabajo social necesario, como para superar el salto mortal de la venta, es decir, la realización en dinero. No es la producción de pan dulces y sidras la que genera la navidad, pero tampoco es Santa Claus el que les otorga valor. Si bien siempre existen desajustes entre oferta y demanda, esta interacción solo opera la ‘sintonía fina’ por la que se establecen los precios de mercado (o más bien efectivos, por que no se descarta la intervención del estado -no nos olvidemos de la canasta de G. Moreno-) pero estos precios oscilarán en torno a valores o precios de producción que se determinan en razón de la intensidad de capital por la tasa de ganancia media, procedimiento que no es otro que el que operan los capitalistas de la sidra y el pan dulce. Tomemos el caso de la Afamada y familiar sidra Real, tan impuesta en el mercado como la navidad misma. Las cantidades de este brebaje de manzana fermentada, se producía en primitivos talleres de Ciudadela que tuve el placer de conocer (no se su habrán incorporado tecnología en los últimos años) bajo condiciones infrahumanas de trabajo y salarios miserables que la hacían el terror de las víctimas propiciatorias de agencias de empleo. Se hacía una estimación de costo medio actualizado por inflación (dado que se produce con bastante antelación) y una previsión de demanda de mercado calculada con notable aproximación. A esto se le aplicaba un márgen promedio de ganancia compatible con la competencia, dando por resultado un precio que permitía agotar las existencias y el sobrante se liquidaba después del feriado a precios de rebaja. No veo que la demanda real que finalmente existiera determinase el ‘centro gravitacional’ en torno al cual se estableciera el precio, en que sí , los costos medios y la ganancia media resultan determinantes. Por supuesto que esto está sujeto a cambios, de preferencia o por la incursión de mercancías que en paridad de calidad dislocan a productos impuestos por marca y tradición. Pero las empresas se ajustan a ellos o perecen en el intento o se reorientan hacia otros rubros. En este último caso, también son los costos medios y la ganancia media de las empresas que se imponen los que determinan el precio, a menos que el surgimiento de un nuevo brebaje navideño ‘exclusivo’ , no se, sidra con peyote, les permita ganancias de monopolio, lo que, por supuesto, no durará eternamente.

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    • «[…] dado que nadie produciría algo que no satisface alguna necesidad física o psicológica de los consumidores […]»; ¿no es acaso utilidad subjetiva?

      Es cierto que la utilidad no es medible. Pero eso no quiere decir que el precio que uno está dispuesto a pagar por un bien sea medida de la utilidad. El precio que uno esta dispuesto a pagar surge de comparar utilidades marginales alternativas, no de medir utilidades. Por ejemplo, ¿prefiero una unidad más de X que cuesta 10$ mejor alguna otra cosa que puedo adquirir con 10$?

      Ningún productor puede pagar a los factores producción más que lo que los consumidores están dispuestos a pagar por los bienes producidos. El empresario exitoso es aquel que es capaz de ver que el mercado está dispuesto a pagar por el bien X más que el costo de producción. Ese premium en el precio es lo que le permite contratar factores de producción y realocarlos a actividades más valoradas por los consumidores. Al demandar factores de producción su precio se incrementa (se han vuelto más productivos, el resultado de su trabajo es más valorado por los consumidores). Son los costos los que convergen a los precios finales, no los precios finales los que convergen a los costos.

      No es el trabajo social necesario el que determina el precio del bien, sino el precio lo que determina el precio del trabajo social necesario (por «trabajo» entiendo todos los factores de producción, no sólo el trabajo).

      Lo que determina el nivel de precios es la demanda y oferta relativa, que dependen de las utilidades marginales. No veo problema. Insisto, el precio no mide la utilidad, pero al haber utilidad hay un precio máximo que se está dispuesto a pagar que depende del costo de oportunidad (utilidad marginal del bien alternativo al que se renuncia).

      Ahora, en un mercado desarrollado, distintas actividades y empresas participan en el mercado de factores de producción, bienes de capital y bienes/servicios finales. De allí que una fábrica de sidra como la que mencionas pueda hacer uso de precios de mercado como referencia y agregar la rentabilidad mínima deseada. Pero esto no quiere decir que el costo determine el precio. Si así fuese, ninguna empresa jamás tendría pérdidas. Si son los costos medios y el margen de ganancia lo que determina el precio, entonces el empresario no debería temer el perecer en el mercado. Justamente una empresa quiebra cuando el precio que los consumidores están dispuestos a pagar no alcanza a cubrir los costos de producción; y esto sucede porque otras actividades sí están en condiciones de pagar mayores precios dado el mayor precio que los consumidores están dispuestos a pagar por los otros bienes.

      Otra forma de verlo es imaginar la producción de un bien novedoso en el mercado, sobre el cual no hay precios y los factores de producción necesarios también son nuevos, por lo que tampoco hay precio de mercado de estos bienes. ¿Acaso el «trabajo social necesario» (que aún no tiene precio) determina el precio de este bien novedoso, o acaso el inversor ofrece un precio a los factores de producción igual o menor al precio que estima el mercado va a pagar por este bien?

      En la medida que mi ejemplo no demuestre el punto, tampoco lo hace el de la fábrica de sidra. El problema de fondo es si el valor de uso es o no subjetivo.

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      • Nicolás. Aprecio la deferencia de responder con premura, sobretodo desde Denver. Ante todo una aclaración sobre el tema de la utilidad. La utilidad es cualidad inherente al intercambio y parte indisociable de la mercancía. No por ello se puede inferir que la utilidad es la fuente del valor de los bienes o el patrón que rige los precios. Nadie produciría una mercancía carente de valor de uso, puesto que, al no servir a nadie sería incompetente para el mercado. La percepción de la utilidad está condicionada por las propiedades objetivas de cada mercancía en cuestión. Por eso se fabrica papel higiénico de la mayor suavidad (No se ofenda, me gusta meter algún chiste, el humor resalta las contradicciones) Esto lo deja bien en claro Marx desde el primer capítulo de ‘El Capital’ y creo que lo ha explicado Astarita en su blog, por lo menos una docena de veces, incluso a usted mismo, si mal no recuerdo. Como hombre instruido que es, ya debería haber asumido el concepto real que intenta rebatir, sin por ello caer nuevamente en el quid pro quo al que acostumbra el hábito (aunque de todos modos es un problema que en alguna medida nos afecta a todos, también en el campo marxista muchas veces se retruca de memoria y en algunos casos después de persignarse) Efectivamente, no solo la utilidad no es mensurable, sino, que a esa pretensión se renunció después de un largo calvario de intentarlo. Es por ello que se encaró por el lado de las ‘utilidades marginales’ ‘preferencias reveladas’ y ‘costo de oportunidad’, la tarea de explicar la formación de los precios, como alternativa a la teoría laboral del valor. Todos los que acopiamos conocimientos elementales de economía conocemos el argumento, aunque está bien que usted presente una síntesis apretada aquí. En última instancia, el precio (en condiciones de competencia plena) estaría determinado por el libre juego de la oferta y la demanda. El problema sigue siendo por que esos precios se sitúan obstinadamente en un punto y no en cualquier otro arbitrario, para lo cual, hablar de la interacción de la oferta y la demanda, no es factor explicativo, sino, simple reconocimiento de que el precio permanece como un enigma. ¿Por que existe el precio x? Por el libre juego de la oferta y la demanda. ¿Por que existe libre juego de oferta y demanda? Por que existe el precio x. Es una círcularidad insalvable. La metáfora de la subasta, en que se cruzan las utilidades, arrojando una resultante no tiene mucha cabida en el mundo real de los negocios. Ciertamente, el capitalista (o empresario, según se quiera) desafía un mercado, como se suele decir, ‘ciego’ lo que plantea tanto la posibilidad de desajustes entre oferta y demanda, beneficiosos si esta la rebasa o perjudiciales si resulta insuficiente, como la posibilidad del fracaso en su empresa. ‘Puede fallar’ como decía Tu Sam. Pero eso no quita que, en condiciones de competencia, no se abran paso ‘precios de producción’ que resultan del costo medio por la tasa de ganancia media y que estos sean los centros gravitatorios en torno a los que oscilan constantemente los precios en función de la oferta y la demanda, que es la forma de interacción a través de la cual se impone la ley del valor. Esto no quita que puedan haber importantes distorsiones, a veces muy pertinaces, por diferentes factores, intervención del estado, especulación, fallos de mercado por situaciones transitorias de monopolio, sea este por barreras o por derechos de invención que lo consagran por un tiempo determinado. El empresario, en general no opera de modo improvisado. Si ha decidido invertir en un rubro convencional, estructura sus costos de modo tal que a precios vigentes para una determinado producto de calidad determinada, pueda obtener un retorno promedio sobre el capital empeñado y siempre especulando con que la demanda será suficiente para absorber su producción. Si las cuentas no dan (lo que puede depender de múltiples factores) busca por otro lado (o pone la guita en el banco para perder año tras año contra la inflación -no, mejor la pone en verdes-) Siempre hay un margen de riesgo (aunque yo no crea que la ganancia dependa del ‘riesgo’ o la ‘espera’ sino, del trabajo no remunerado) de que la mercancía no pueda realizar su valor en el mercado, por lo cual, si la demanda es insuficiente, deberá pensar en como bajar los costos (Fijos y laborales) incorporando tecnología o consiguiendo mano de obra más barata, o imponiendo un ritmo de producción más acelerado por el mismo salario, para bajar los precios y arrebatar una cuota de mercado a la competencia. También puede ocurrir que con un costo superior, genere un producto de mayor calidad que le permita acaparar una cuota de mercado. O también puede pasar que genere un producto innovador y en ese caso, gozar de beneficios extraordinarios hasta que expire la exclusividad o la competencia genere nuevas alternativas más atractivas. Todo eso puede pasar y un sinnúmero de variables adicionales y sin embargo nada demuestra que el supremo juicio del mercado pueda apartarse demasiado, en condiciones de competencia, insisto, de los precios de producción y una ganancia promedial en que la plusvalía ( o ganancia si usted quiere) se redistribuye de modo proporcional a la intensidad de capital invertido, consagrando el ‘comunismo de los capitales’.
        Que quiere que le diga Nicolás, parece que yo hablo en sánscrito y usted en arameo. El gran problema que enfrentamos y que cruza toda la discusión, ni es si el valor de uso es ‘subjetivo’ , sino, si es el valor de uso (utilidad) o el trabajo social necesario objetivado en la mercancía, el que determina el valor económico expresado monetariamente como precio.
        A propósito, una curiosidad que siempre tuve, por fuera de las coincidencias de pensamiento, usted tiene algún parentesco con Roberto Cachanosky?
        Saludos.

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      • Es cierto que los objetos pueden tener cualidades objetivas. Marx y Astarita lo pueden haber repetido 1, 12 o infinidad de veces, no por ello es convincente que el valor sea objetivo. Cualidades y utilidad de las cualidades objetivas son dos cosas distintas. El punto es por qué se valoran las distintas cualidades «objetivas» de manera distinta para cada individuo. El monto que se está dispuesto a pagar por una unidad extra depende de lo que uno valore de ese objeto. Quizás el arte ofrezca un buen ejemplo. El mismo cuadro es invaluable para uno y totalmente intrascendente para otros. Distinguir entre bienes artísticos y no artísticos no me parece válido, creo que esquiva al problema. Un martillo, incluso una máquina de fábrica, pueden ser considerado «arte» por un tercero. ¿Qué determina que una cualidad objetiva X sea valorada? Dos sillas, una de cuatro patas y otra de tres patas pueden requerir el mismo monto de trabajo social necesario, pero la de tres patas será un fracaso en el mercado. Ambas tienen cualidades objetivas bien claras y distinguibles, pero los individuos valoran una más que otras.

        No es que se perciba utilidad en las propiedades objetivas de cada mercancía, sino que el individuo asigna utilidad a las propiedades objetivas de cada mercancía. Creo que la circularidad insalvable se encuentra en los clásicos, no en los marginalistas.

        El problema de demanda y oferta, de por qué el precio está donde está desaparece en este caso. Dejando de lado el caso del rematador Walrasiano, que es una muy mala analogía de cómo funciona el mercado, la posición de ambas curvas, demanda y oferta, depende de las utilidades marginales, no de precios. Son las utilidades marginales relativas las que determinan los límites de los precios en el mercado. Si los individuos incrementan el monto que están dispuestos a pagar por ciertos bienes, al mismo número de unidades un mayor precio implica un desplazamiento a la derecha de la curva de demanda y por lo tanto un incremento en el precio que denota una mayor escasez relativa del bien al incrementarse la utilidad marginal asignada por los individuos. La curva de oferta es el mismo ejercicio, pero a la inversa.

        Si creo, sin embargo, que la formalización y matematización que dió inicio Marshall a las curvas de demanda y oferta han perdido parte de este comportamiento, dado que sí mezcla precios con precios. Pero Marshall no es la única manera de entender demanda y oferta.

        Entiendo los cambios que en un mercado pueden afectar a distintas empresas. Pero si es cierto que el precio depende del costo de producción (trabajo y otros factores metidos en el producto final), entonces ante falta de grandes cambios en el mercado no debería haber pérdidas. ¿Las pérdidas son accidentes o el resultado de malas decisiones?

        Si el valor de uso (utilidad) y valor de cambio (precio) difieren, ¿cómo se relacionan? Si se acepta que el valor de uso en última instancia determina el valor de cambio, entonces estamos en el campo de la teoría del valor (subjetivo) marginal.

        Por cierto… Roberto tienen el lujo de ser mi tío!

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  10. Adrián, tu definición de capital es muy inconsistente.
    Afirmás que se trata de un concepto subjetivo, pero su manifestación no lo es, es objetiva. Según tu ejemplo, una cosa cualquiera (unas botellas tiradas en la calle) pasan de ser practicamente nada (o “no capital”) a convertirse en capital a través de la imaginación del empresario. ¿Cómo se podría evidenciar este cambio si no es con posterioridad a que esa imaginación se objetive en plusvalía obtenida?), y como ambos sabemos, esa objetivación requerirá sí o sí, del trabajo asalariado que objetive al capital.
    Fijate que yo no desprecio la creatividad del empresario, aunque la creatividad también se compra, pero hagamos una concesión y dejemos ese hecho de lado. En tu ejemplo el capital, a decir verdad, no aparece más que en el terreno de lo imaginario, por eso digo que tu definición es inconsistente, no va hasta el final y por ende no es una definición sino, cuano mucho, una aproximación mñas o menos acertada, a la cuestión de definir qué es el capital. En cambio en la definición de Astarita -o lo que es lo mismo decir, de Marx- el capital es algo concretamente definido.
    El asunto de las innovaciones que permiten un mayor rendimiento de las materias primas no tienen nada que ver con la definición de capital sino en todo caso se trata de formas y transformaciones que pueden operarse en el sistema productivo para aprovechar mejor los recursos.
    Otra cosa, respecto a los emprendedores y la posibilidad de ascenso social. No se trata de una cuestión de cantidad sino de calidad. El tema no pasa por si existen casos de emprendores que han ascendido socialmente. Supongamos que en la actualidad, de la población económicamente activa, el tres por ciento es capitalista (grande, mediano o chico) y el sesenta por ciento es asalariado. Supongamos ahora que a todo ese sesenta por ciento se le ocurren grandes ideas y todos ellos pasan a ser capitalistas. Evidentemente la suposición es un absurdo ya que al no quedar disponible mano de obra asalariada ninguno de ellos puede convertirse en capitalista ( a menos que logren convertir en asalariados al treinta y siete por ciento restante de la población económicamente activa -cuentapropistas de todo tipo- lo cual ya sería entrar en el terreno de la política ficción).
    La creatividad puede ser un elemento de gran importancia para el aumento de la riqueza, no hay porqué ridiculizar eso; sin embargo, si de definir al capital se trata, con eso ni empezamos. El capital es, ante todo, una relación social. Este es el punto que no estás apreciando.

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  11. Adrián, respecto del asunto del egoísmo, entonces estamos de acuerdo en que esas tendencias existen y que deben ser tenidas en cuenta. Y también estaríamos de acuerdo -más allá de que vos lo remitas de nuevo al egoísmo- en que también existe el mutualismo.
    Ahora bien, aceptar que existen aquellas tendencias no implica que debamos decantarnos por un sistema competitivo y explotador. Y fijate que no estoy haciendo un juicio de valor, el capitalismo tiene su explicación en el devenir histórico, y tanto Marx, como Astarita, como yo -entre tantos otros socialistas- aceptamos el poderoso rol desarrollador de las fuerzas productivas del capitalismo. Ahora bien, la pregunta siguiente sería: ¿por qué habríamos de conformarnos con un sistema que a la par que desarrolla las fuerzas productivas produce tantas otras lacras? Una respuesta probable sería: porque el socialismo ya demostró su fracaso por no tener en cuenta las tendencias naturales del ser humano. Pero esa respuesta sería falsa, por la sencilla razón de que el sistema socialista nunca fue puesto en práctica.
    Saludos.

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  12. Me cuesta seguirte Eduardo. No entiendo la crítica y me causa algo de gracia que llames «imaginación» lo que hace el empresario! Denota la visión negativa que mantiene el marxismo sobre el rol del empresario, sin el cual no habría producción!

    Hago el esfuerzo: En el ejemplo de Milner pasamos de $1000 a $1050, y asumimos que esos $50 provienen del trabajador. Yo digo que el pasaje de los $1000 a los $1050 provienen del empresario (que no es necesariamente el dueño de los factores de la producción).

    Si el empresario se «da cuenta» creativamente que puede comprar insumos, contratar «voluntariamente» trabajadores a cambio de un salario acordado libremente, y procesarlos para vender lo que compró en $ 1000 en $1050, arriesgando que luego su expectativa no se cumpla, y él deba de todos modos pagar por la fuerza de trabajo contratada, me parece que su creatividad, su riesgo, etc. valen los $ 50. ¿Qué es lo que te hace pensar que el valor creado lo generó el trabajdor y no el empresario? Y al mismo tiempo, te consulto cómo explicás aquel caso en que los $1000 se «objetivizaron» en $900, cuando el empresario sufre la pérdida contable.

    Por otro lado, imaginás el caso hipotético en que una proporción alta de la población sea «capitalista». ¿Qué ocurriría? Si seguís con el análisis básico de oferta y demanda, verías que la poca oferta de trabajadores, haría más caro el salario a pagar, y entonces habría más incentivos para muchas personas a recibir un salario, en lugar de seguir siendo capitalista y tener la dificultad de conseguir trabajadores. El mercado «equilibra» o más bien «coordina» a través de «precios» y «salarios» el rol que cada uno desea libremente jugar en el sistema.

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    • Veo que con Adrian escribimos al mismo tiempo. Vale la pena agregar que el empresario también «trabajar» al aportar su capacidad empresarial al proyecto. El empresario puede ser tan asalariado como un emplead de «menor jerarquía» (aunque puede depender de cómo se defina la función empresarial).

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  13. Gracias por visitarnos Eduardo.

    Si bien posiblemente Adrián responda tus preguntas cuando tenga alguna oportunidad, aprovecho para dejar un par de comentarios.

    1-. El punto de bienes de capital que menciona Adrián es que su uso depende de las intenciones y significados que las personas asignan los distintos bienes. ¿Es una mesa un bien de consumo o un bien de capital? Depende de si amuebla mi vivienda o es escritorio en alguna oficina. ¿Es una computadora un bien de consumo o un bien de capital? Depende de para qué se use, para entretenerme en mi casa o para trabajar. Si X es bien de consumo, de capital, o nada, depende de cómo lo evalúe una persona, El mismo bien X puede ser bien de consumo para uno y un bien de capital para otro. Ya sea que X es una mesa, una computadora o una botella en el medio de la calle.

    2-. Puede ser que al 100% se le ocurran ideas innovadores, pero no por ello todas deban llevarse a cabo. Los innovadores competirán entre ellos por contratar a terceros para que les ayuden a llevar a cabo sus ideas. Esta competencia entre los emprendedores lleva a un aumento en el precio de los factores de producción (trabajo, materias primas, etc.) Por ello a mayor capital per capital mayores salarios en términos reales. En la Edad Media no había capital y la miseria era total y absoluta. Ciertamente la pobreza no es un invento del libre mercado ni mucho menos del uso de bienes de capital. Si bien no soy un convencido de la teoría de la explotación y la plusvalía, de tomar esa idea la mejor manera de minimizarla es permitiendo la mayor competencia posible entre empresarios.

    3-. Puede ser cierto, según cómo se defina el «socialismo» que nunca se ha puesto en práctica. Personalmente no veo como un «socialismo» puro puede ponerse en práctica sin hacer uso de la fuerza y la coerción como en URSS, China comunista (no la actual), Corea del Norte, Cuba, etc. La otra opción es el «socialismo utópico», el cual si me parece utópico para sociedades de gran escala como en las que vivimos. Pero si bien se puede conceder que el verdadero socialismo (sea lo que sea que eso significa) no ha sido nunca puesto en práctica, no es menos cierto que el libre mercado (que sí tiene una definición clara) jamas ha sido puesto en práctica; lo único que tenemos son sociedades más y menos libres, pero no sociedades bajo un genuino libre mercado.

    Espero que nos sigas visitando.

    NC

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  14. Astarita en ningún momento refuta la imposibilidad del cálculo económico en el socialismo, por lo tanto todo el debate carece de sentido.

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  15. Perdonad, pero me parece tan interesante el debate que no puedo por menos que opinar. Soy mero aficionado a la economía y precisamente estoy ahora estudiando sobre Marx y la Escuela Austríaca.
    A mi me parece que el dilema Marxismo vs utilidad marginal deriva de la diferente comprensión del ser humano.

    El marxismo busca un método asimilable a las ciencias naturales para comprender su comportamiento económico.

    La Escuela Austríaca asume que el comportamiento humano no puede asimilarse a las ciencias naturales, aunque pueda participar de ellas,por el componente intrínsecamente creativo del ser humano.

    Opino que la clave es que el arte NO es una excepcion a esos efectos. El arte sólo es excepción en cuanto «sublimación» de la creatividad básica y vulgar intrínseca al «animal» humano.

    No es necesario fijarnos en el arte para detectar dicha «estructura profunda creativa» pues está en la base del comportamiento, en su naturaleza. ¿Como explicar que un animal frene el impulso, se detenga a pensar? ¿y que se dote de lenguaje? ¿y que engendre conceptos como «posibilidad», libertad, derechos y valor?

    ¿Cómo medir, cómo prever, cómo controlar el proceso creativo?. Si hubiera un modo tal, acaso resultara que ya no podríamos hablar de creación…ni de ser humano.

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    • Gracias Solrac por visitarnos y dejar tu comentario.

      De un modo y otro, en el fondo las diferencias descansan en la teoria del valor de cada corriente. Si el trabajo no aporta valor a los bienes, entonces no puede haber plusvalía.

      Espero que nos sigas visitando.
      NC

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  16. «Nadie produciría una mercancía carente de valor de uso, puesto que, al no servir a nadie sería incompetente para el mercado. La percepción de la utilidad está condicionada por las propiedades objetivas de cada mercancía en cuestión. Por eso se fabrica papel higiénico de la mayor suavidad »

    Una aclaración. El problema es el uso que le dan a la palabra utilidad, los austriacos le dan un significado diferente al concepto de utilidad a diferencia de marxista que entiende por valor de uso= utilidad. La utilidad que hablan los austriacos es un asunto de satisfcer fines concretos, no de algo objetivo a la mercancía en si, sino a los fines le urge al individuo en cuestión satisfacer.

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      • O quizás Nicolas, ellos creen que la TSV explica el «valor de uso» y por eso dicen que la teoría no es objetiva, cuando el concepto de utilidad marginal es más abarcativo que el concepto de valor de uso de los marxistas.

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      • No. La diferencia se encuentra en que teoría explica el valor de cambio, que, expresado en el equivalente general que es la mercancía dineraria, es el precio. Es la utilidad (EA) o es el tiempo de trabajo social necesario involucrado en la mercancía (Marxismo).

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    • Estoy totalmente de acuerdo. Los fines de la persona son la clave. Por ello la utilidad del objeto es tan relativamente objetivables cómo puedan serlo dichos fines

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    • Luis. Cuando se cita es importante hacerlo en contexto: ‘La utilidad es cualidad inherente al intercambio y parte indisociable de la mercancía. No por ello se puede inferir que la utilidad es la fuente del valor de los bienes o el patrón que rige los precios. Nadie produciría una mercancía carente de valor de uso, puesto que, al no servir a nadie sería incompetente para el mercado. La percepción de la utilidad está condicionada por las propiedades objetivas de cada mercancía en cuestión. Por eso se fabrica papel higiénico de la mayor suavidad’ .La diferencia entre marxistas y austríacos, no pasa por las diferentes acepciones de la palabra ‘utilidad’, como propiedad ‘objetiva’ o ‘subjetiva’ de bienes y servicios, o como resultante de la interacción entre una necesidad física o psicológica (ambas percibidas subjetivamente por el individuo) y el hallazgo o la producción de mercancías cuyas propiedades objetivas estén en condiciones de satisfacerlas, sino, acerca de si la utilidad puede comportarse como principio o substancia común que permite la conmensurabilidad de las mercancías y el establecimiento de una razón de intercambio. El marxismo, que reconoce al valor de uso como parte imprescindible de la mercancía, niega de plano que tal propiedad pueda ser fundamento del valor y valor de cambio, que se expresa monetariamente bajo la forma del precio. ESTA ES LA CUESTIÓN REAL A DISCUTIR sin perderse en verborreas bizantinas acerca de si la utilidad son los fines ‘concretos’ a satisfacer o los objetos que la satisfacen. En el caso del papel sanitario, satisface un fin bien ‘concreto’, que no es menester especificar por el decoro que requiere este escrito, y responde a una necesidad que puede ser muy ‘urgente’. Un resultado exitoso, depende de que las cualidades objetivas que le otorgan tal valor de uso sean las apropiadas para no ofender la tersura del ámbito a higienizar. Por supuesto, puede haber alguien que para este fin utilice lijas triple A. Pero a tal individuo le llamaríamos débil mental, masoquista o enfermo con graves trastornos de la percepción. Las propiedades objetivas de la mercancía hacen al valor de uso que representan. Es por eso que millones de individuos, ante idéntica necesidad, consumen lo primero y no lo segundo. Por supuesto, habrá diferentes calidades y precios (y como dice mi hija: Hay que tomar en cuenta el metraje¡) aptos para los grados de confort requeridos y a según del bolsillo de cada uno, priorizando la felicidad del momento o el ahorro para adquirir otros bienes preferidos. Pero este ejemplo, que es válido para un par de millones de mercancías reproducibles que satisfacen necesidades físicas o psicológicas, nada nos dice acerca de su precio, por que todos los intentos de sacar derivadas en base a la utilidad son completamente inconsistentes. al intentar tomar como patrón propiedades que no permiten la conmensurabilidad, como las ‘sensaciones’ de ‘utilidad’ o ‘desutilidad’.

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  17. A.P
    Cito:
    » expresado en el equivalente general que es la mercancía dineraria, es el precio.» <— El dinero no es un medio de cambio que refleja el trabajo socialmente necesario incorporado en la mercancía y que no se rige por su propio valor. De hecho, economistas consideran el dinero como un "simple medio de cambio" al igual que Marx. Y no es solamente eso, el mismo bien dinero, esta sujeto a oferta y demanda, por ende tiene un valor de cambio (en términología marxista) o en esencia esta sujeto a la utilidad marginal (en terminología austriaca). Como bien explica Carl Menger ( en su paper El origen del dinero), el dinero surge de manera espontánea en el mercado y no de manera deliberada o "acordada" o mediante alguna acción de unos cuantos de manera intencionada. El dinero, que puede ser una mercancía cualquiera, presenta un grado máximo de liquidez. Y esta mercancía-dinero puede ser muchas, y muy variadas, según la época y el lugar: en los pueblos nómadas primitivos, a menudo el ganado asumía el papel de mercancía más líquida. Incluso en pueblos más civilizados, como la Antigua Grecia, los pagos y los precios se calculaban en cabezas de ganado. Este tipo de dinero pierde su facilidad de “fluir” por el mercado en tanto aparece el sedentarismo como forma de vida de los pueblos, y por eso se usaron otros bienes-dinero que cumplian con esta función (sin la intención de claro hacerlo de primera instancia) a medida que el proceso de mercado se iba dando a través de la historia, como consecuencia de que ciertas mercancías poseen una mayor capacidad de comercialización y son intercambiables más fácilmente y con menos pérdidas económicas debido a su "fluidez". Poco a poco, los individuos comienzan a comprender las ventajas de un bien más “líquido”: entrar en posesión de éste permite evadir los interminables obstáculos del truque, que es la la imposibilidad de intercambiar una mercancía indivisible por una variedad de productos que se encuentran en posesión de diferentes personas. (para más info ver Principios de Economía Política y el paper que llevo esta idea un poco más acabada llamado el Origen del dinero):

    "La circunstancia de que en las regiones del interior de África se utilizara como dinero la sal y los esclavos, en el curso superior del Amazonas panales de cera, en Islandia y Terranova el bacalao, en Maryland y Virginia el tabaco, el azúcar en las Indias occidentales inglesas, los colmillos de elefante en las proximidades de las posesiones portuguesas, se explica por el hecho de que estos bienes constituían e incluso siguen constituyendo hoy día, los principales artículos del comercio y que, por tanto, y al igual que en el caso de las pieles entre los pueblos cazadores, tenían la máxima capacidad de venta. Lo mismo cabe decir, en todos los casos similares, respecto del carácter dinerario adquirido por los bienes de uso general y de máxima facilidad de venta en los correspondientes lugares. Y así, desempeñan la función de dinero los dátiles en el oasis de Siwah, las paquetes de té en Asia Superior y Siberia, las perlas de vidrio en Nubia y Senaar, el “guhssub” (una especie de mijo) en el reino de Ahir (África). A veces, en la mercancía convertida en dinero confluyen dos factores, por ejemplo en el caso del caurí, que es a la vez una apreciada pieza de ornato corporal y una mercancía apta para el comercio."

    Cuando Marx se refiere al dinero, parece hacer referencia a una mercancía acordada convencionalmente por los hombres, adquiriendo misteriosamente la capacidad de no regirse por su verdadero valor. Es más, toma el dinero como el elemento de referencia a la cual recurren las mercancías para expresar su valor, entendida como cantidades de trabajo. En cierto sentido me acuerda a Silvio Gessell, que decía que si la teoría del valor marxista fuese cierta:
    “…el dinero alemán tendría otras cualidades, según proceda su materia del tesoro de los hunos, de los miles de millones manchados de sangre, o bien de los puños honrados de los buscadores de oro”

    Cito de nuevo a A.P:

    "ESTA ES LA CUESTIÓN REAL A DISCUTIR sin perderse en verborreas bizantinas acerca de si la utilidad son los fines ‘concretos’ a satisfacer o los objetos que la satisfacen"

    Si, es necesario aclarar eso ya que cómo puedes entender a un austriaco (y vicerversa) si lamentablemente ninguno dominan el vocabulario y conceptos que utilizan a la hora de expresarse y entender sus argumentos, sino al final el dialogo se reducirá a meros hombres de pajas el uno sobre el otro.

    Por eso era bien recalcar la diferencia entre la noción de utilidad según un marxista vs. un austriaco. La del primero está sujeta, como bien dice, a “las propiedades naturales, físicas” de la mercancía en cuestión; mientras que la segunda tiene una significación mucho más amplia y abarcativa, porque depende de la subjetividad humana misma. Lo que queremos remarcar acá, es que la utilidad de una mercancía va mucho más allá que las propiedades físicas y naturales de la misma. Y eso es importante para poder entender la teoría subjetiva del valor. Este dialogo es especialmente para entender mejor ambas escuelas de pensamiento, ya que por lo visto, la noción sobre lo que supuestamente una dice sobre la otra es equivoca. Luego de que se entiendan ya pueden pasar al problema del debate de teoría subjetiva vs. teoría del valor trabajo.

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    • No. Que economistas (?) consideren al dinero como un simple medio de pago, no se deriva que Marx haya planteado cosa semejante. Esta afirmación presume desconocimiento del rol que Marx otorga al dinero. Para Marx el dinero en cuanto mercancía, es a: Medida de valor. b) Patrón de los precios c) Medio de Circulación y en cuanto dinero, d) Medio de pago y e) Reserva de valor. Del hecho que el dinero tenga valor y valor de cambio no se puede deducir que estos se deriven de su utilidad. Si la utilidad del dinero es ser portador de valor, dicho valor no se puede derivar ni medir por su utilidad. Es una petición de principio. Que el dinero esté sujeto a oferta y demanda, determinándose su precio (interés) no implica que de este precio, se derive su valor. El valor del dinero se remite a la moneda dura, o dinero mundial (Dólares y Euros) y estos, pese a ser inconvertibles, aún se muestran amarrados al dinero áureo. Cuando las monedas se envilecen, se busca refugio de valor en dólares o euros y si estos flaquean, se genera la corrida al oro, lo que demuestra que, en última instancia, no son las fluctuaciones de la oferta y la demanda las que le otorgan valor. No se quien es Silvio Gesell, pero por la frase que cita, me parece que no entendió un bledo de la teoría sobre el dinero de Márx. De nuevo: La utilidad es la capacidad que tienen determinados bienes o servicios de satisfacer necesidades humanas, físicas o psicológicas, como comer o leer un libro. La definición de la EA sobre la utilidad, no es más abarcativa que esto, sino, pretender hacer de la utilidad la medida del valor. Esto último es ‘teoría subjetiva del valor’ en contraposición a la Teoría laboral del valor. Por eso, si se ha entendido que opina cada escuela, no hace falta pasar de punto, desde el vamos, estamos en la discusión de que otorga valor a las mercancías, si la subjetividad del individuo, o el valor social contenido en ellas.

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  18. Nicolas, por cierto, muchas gracias por tu bienvenida. Enfrascado en leer las entradas se me pasó saludarte.

    Respecto a lo que dice AP:

    «…acerca de si la utilidad puede comportarse como principio o substancia común que permite la conmensurabilidad de las mercancías y el establecimiento de una razón de intercambio…»

    Veo 3 aspectos:
    1- necesidad de substancia común
    2-conmensurabilidad
    3-razon de intercambio

    Me voy a detener en los 2 primeros, excluyendo el tercero porque pienso que este deriva falimente de los otros dos.

    Opino:
    1- Parece que el Marxismo, en su necesidad de medir, centra su atención sobre las mercancías, en vez del sujeto. Y es en ellas donde quiere encontrar una substancia común.
    Creo 2 cosas:
    1a- que acaso no sea necesaria tal sustancia común.
    1b- que, de serlo, hay que buscarla en los sujetos, no en las mercancías.

    2-Respecto a la conmensurabilidad parece ser que plantean la dificultad de convertir la escala ordinal de preferencias de los sujetos en la escala cardinal de los precios.

    Me pregunto si el siguiente ejemplo podría ilustrar la posibilidad de trasladar una escala ordinal de preferencias a una escala cardinal de cantidades:

    Una persona que está a régimen pero se ha quedado con un poco de hambre, duda entre tomar un generoso trozo de pastel de chocolate o una pequeña pera. Finalmente se decide por tomar 3 peras.

    El ejemplo elude intencionadamente las relaciones de intercambio (el punto 3) para centrar el foco sobre el tema de la convertibilidad de escalas.

    ¿Hemos pasado de una escala ordinal a otra cardinal?

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    • ¿Donde está la conmensurabilidad? ¿En que tres peras son igual a un trozo de pastel en cuanto a la saciedad? ¿O a la necesidad de bajar de peso? ¿Está en la cantidad de calorías? ¿Que tiene que ver esto, en cuanto a la determinación del precio, que en el mercado (no en la heladera) un trozo de pastel pueda valer lo mismo que tres peras?

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    • No estoy seguro de haber entendido el ejemplo y el problema de lo ordinal y lo cardinal.

      Creo que el marxismo, al estar dentro de la corriente clásica, erra el camino a ver en los costos los determinantes del precio de los bienes de consumo (AP resumen las diferencias al final de su comentario anterior). Más específicamente el tiempo de trabajo social necesario (algo así como el promedio de hora de trabajo para producir un bien X). La utilidad, sin que sea una medición, sino una escala ordinal de preferencias, es suficiente para explicar precios monetarios y de allí imputar hacia atrás en el proceso productivo y formar precios de factores de producción (trabajo, insumos, bienes de capital, etc.)

      El punto 1, si entiendo a lo que apuntas, lo satisface la presencia de dinero.
      El punto 2 también lo satisface la presencia de dinero, que funciona como unidad de cuenta.
      El punto 3 surge de todo intercambio (precio). Por ejemplo, tantas unidas de X por una unidad de Y. Cuando es X e Y son dos bienes (manzanas y peras) es un trueque. Si X es dinero, entonces es un precio (monetario).

      No se si esto de alguna manera atiende tu inquietud.

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    • Olvidémonos de precios e intercambios (el dinero será crucial cuan haya que contemplarlos)Cabe pensar con toda seguridad, que ante el mismo dilema para un conjunto heterogéneo de individuos, otra persona hubiera elegido 1 pera, otra 2 y otra el pastel de chocolate, (a pesar de la conciencia de estar a régimen en todos ellos).
      Presuponerles algún interes en el número de calorías, peso, fibra, vitaminas u otras características del postre (de las que la personal apetencia por el sabor del chocolate o el apetito no saciado, no son las menos siginificativas) es muy acertado pero la actitud de cada persona frente a estas variables será muy distinta en cada caso. La casuística sería muy diversa.

      Probáblemente será minoritario el grupo de personas que realizara algún cálculo para tomar la decisión. Y en tal caso dejaría fuera alguna variable que otros sí considerarían, lo cual dependería de su formación, sus gustos…etc

      Entiendo, no obstante, que se ha producido una evaluación, una estimación, sumamente particular y compleja y sin unidad de medida (es un balance entre distitntas propensiones y deseos).
      Desde mi humilde opinión, sin mediar cálculo parametrizable, se ha pasado desde una escala ordinal de preferencias a otra cardinal de cantidades.

      Se ha preferido 1º no pasar hambre, pero no engordar 2º tomar 3 peras antes que 2 o 1 (he aquí el paso del deseo a lo conmensurable y 3º no tomar el chocolate (acaso lo más apetecido).

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    • He diseñado el ejemplo para dejar fuera de discusión la posibilidad de intercambio entre personsas. Se trata de una negociación consigo mismo que realiza el protagonista ante un dilema en el que se enfrentan intereses propios divergentes: por un lado la voluntad de respetar un régimen que obedece a una recompensa valorada y buscada pero diferida en el tiempo (adelgazar) frente a otra recompensa mas inmediata: saciar el apetito o el placer de comer.

      El objetivo de adelgazar es acaso más ansiado, mas sano, originado por deseos mas profundos, pero mas dificil de conseguir que el otro pues requiere renuncia a un deseo inmediato y requiere esparar un tiempo manteniendo el esfuerzo, con paciencia, autoseduciéndose con una meta más querida.

      Hay un instante de reflexión entre el impulso y la decisión.
      Creo que este hiato entre los «valores sentidos» que guian el impulso y la decisión, guiada por «valores pensados» otorga al ser humano una distinción clara en el reino animal. En la medida que la evolución nos haya permitido que dicho hiato se haya ido dilatando, las personas, en su marco social, han ido construyendo valores que han podido aumentar sus posibilidades de elección.

      Que una decisión entre preferencias ordinalmente organizadas se materialice en cantidades cardinalmente organizables creo que está en el fondo de un posible salto desde las preferencias a las cantidades intercambiables; desde los deseos al precio.

      Bueno, no sé…¿ acaso sea yo quien no ha entendido el problema que señalan los Marxistas?

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  19. A ver si yo he entendido bien los 3 postulados marxistas que nos atañen:

    1-Substancia común. Los marxistas, si no me equivoco, necesitan justificar la posibilidad de intercambio entre mercancías, mediante la existencia inherente a las mismas de algo que las haga equivalentes pues no conciben la posibilidad de intercambio de entidades sin equivalencia alguna. Así, señalan que el trabajo socialmente necesario es esa sustancia común a todas las mercancías (entendidas como bienes y servicios sancionados por el mercado). Aqui es donde cuestionan la posibilidad de pasar de la escala subjetiva, que suponen sin posibles equivalencias, a otra objetiva.

    2-Conmensurabilidad. Establecida dicha sustancia común, ya les es posible concebir, tomándola como referencia, la posibilidad de una unidad de cuenta (la hora de trabajo promediada). Aqui subrayan la dificultad de pasar de una escala ordinal (y subjetiva) a otra cardinal (y objetiva).

    3-Intercambio. Parece que sólo mediante las premisas anteriores conciben la posibilidad de justo intercambio de mercancías entre personas distintas. Luego indicarán que dinero y mercancía no son equivalentes pues el primero solo tiene «valor de cambio», pero no de uso, mientras que las mercancías tienen valor de cambio y de uso.

    ¿Estoy muy despistado?. Os recuerdo que en esto estoy empezando.

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    • En lo que respecta a los postulados 1 y 2 por usted formulados. Aproximación bastante correcta. En cuanto al tercero. Observación: El dinero, sí tiene valor de uso y es ser portador de valor de cambio. Revise la última respuesta al señor Juan Mella. Comienza en entender el problema que señalan los marxistas.

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      • Gracias AP por tus aclaraciones.
        Entonces, ya que mis postulados 1 y 2 son una aproximación bastante correcta…¿se entiende cual es el objetivo del ejemplo que propuse? (un par de comentarios mas arriba).
        intento hacer ver que dichos postulados pueden ser falsos, que precisamente un ser vivo tiene la cualidad de traducir deseos, impulsos, valores sentidos o valores pensados (caso del ser humano) en escalas cuantificables. No sería necesaria dicha «substancia común» en la mercancía ni sería imposible la comensurabilidad tomando como punto de partida una escala ordinal:

        «Que una decisión entre preferencias ordinalmente organizadas se materialice en cantidades cardinalmente organizables creo que está en el fondo de un posible salto desde las preferencias a las cantidades intercambiables; desde los deseos al precio.»

        Analizando un intercambio básico tipo trueque entre 2 personas:
        El precio sería un dato histórico del punto en que 2 sujetos han llegado a un acuerdo, el punto en el que la «disponiblidad al intercambio» se iguala para ambos (esta sería la supuesta sustancia común, que en este caso ya no se halla en la mercancía sino en los sujetos). Pero dicha disponibilidad de cada sujeto obedece, en cada uno de un modo distinto, a una «traducción» desde su escala personal, ordinal de deseos a una escala cardinal de cantidades expresadas en unidades monetarias (esta traducción es la que mi ejemplo quiere ilustrar).
        Dicho precio marca una referencia respecto a posibles intercambios futuros entre otras 2 personas dentro del mismo contexto. Dado que las personas tenemos características comunes, especialmente cuando estamos inmersos en una cultura y una sociedad determinada, habrá cierta probabilidad de que los futuros acuerdos de intercambio se realicen por una cifra aproximada a dicho precio de referencia. Y eso es lo que explicaría la posibilidad de «calcular» precios y costos de producción relativamente fiables hasta que son validados en el mercado.

        De nuevo, …¿ando muy despistado?

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      • No diría que hay una igualdad en la «disponibilidad de intercambio.» Justamente los intercambios se dan por valoraciones distintas. Ambas partes ganan, por eso intercambian.

        En cuanto a que los precios tiendan a ser similares. Eso depende más del tamaño de mercado que de cuestiones culturales o características en común. Los precios tienden a estar limitados por los compradores y vendedores marginales. En un mercado grande y con suficientes transacciones, estos límites son más acotados que un mercado con pocos participantes o pocas transacciones.

        Por eso bienes que vemos todos los días en el mercado suelen ofrecerse a un precio de etiqueta, pero otros servicios especializados se cotizan transacción por transacción.

        Cuantos más precios haya, más datos tienen los agentes económicos para intentar estimar precios futuros de venta y compra. Es correcto que los precios son datos histórico-geográfico puntuales. No es el bien el que tiene un precio. Sino que el precio es un ratio de intercambio que sucede únicamente al realizarse el intercambio (sea o no el mismo ratio impreso en el «precio de la etiqueta».

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  20. Me cuesta un poco seguirte, pero por lo que entiendo creo que vas más o menos por el camino correcto. No se si estoy seguro que el marxismo pase de un subjetivismo a un objetivismo en lo que respecta al valor de cambio (precio). El valor de cambio depende del trabajo social necesario, cuyo precio depende de la canasta de bienes necesarios para la subsistencia de las personas.

    Creo que esto es problemático, pero es el núcleo.

    Esta entrada sobre Marx en la Stanford Encyclopedia of Philosophy es un buen resumen. Más allá de la opinión del autor, creo que es bastante fiel al explicar los puntos centrales de Marx:
    http://plato.stanford.edu/archives/sum2009/entries/marx/

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    • Gracias Nicolas por tu respuesta,

      Acaso hay algo en lo que no me he expresado bien
      Dices: «No se si estoy seguro que el marxismo pase de un subjetivismo a un objetivismo en lo que respecta al valor de cambio (precio)». He querido decir lo contrario.
      El marxismo, a mi entender, critica precisamente eso a la escuela del marginalismo. Rechaza el subjetivismo, no ve factible que desde la subjetividad se pueda llegar a la objetividad del precio y por ello afirma que los precios de producción se rigen por algo objetivo,

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    • Nicolás. Yo también creo que Solrac va por el camino correcto, aunque no sea recto. No importa. No siempre el camino recto es el que más seguro te lleva a casa. En mi opinión la inseguridad que usted manifiesta no ayuda a Solrac a comprender (por fuera de esté de acuerdo o no con lo que comprenda) sino, lo enreda en una interpretación errónea. El valor depende del tiempo de trabajo socialmente necesario (correcto) pero este no depende de la canasta de bienes necesarios para la subsistencia de las personas. El tema del TTSN es el núcleo. Pero su aproximación, Nicolás, es incorrecta. Veamos una definición tan elemental como la de Wikipedia: Karl Marx en su obra El Capital denominó como tiempo de trabajo socialmente necesario al tiempo mínimo de trabajo medio simple requerido, en condiciones económico-sociales determinadas, para producir determinado bien.
      El tiempo de trabajo socialmente necesario para producir una mercancía varía de acuerdo a la fuerza productiva del trabajo. Si ésta última aumenta, el tiempo de trabajo socialmente necesario disminuye. Y viceversa.
      Ejemplo: la aparición de la máquina de tejer ha disminuido el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir una prenda de vestir, aun si los demás productores de vestidos siguen trabajando de manera artesanal.
      Como se ve, nada tiene que ver el valor o precio de la canasta obrera (con la que se referencia el salario) con la definición del TTSN, sino, que, por el contrario, los bienes que componen la canasta encuentran su valor y precio (expresión monetaria del valor) por el TTSN empeñado en su producción.
      Recordemos: A las puertas de la ciencia, como a las puertas del infierno. Cesa todo prejuicio, cesa toda vileza. Solrac. Una recomendación. Lea los primeros capítulos de El Capital por lo menos hasta el dinero. Ahí va a encontrar, de primera mano, la respuesta a sus dudas de interpretación.

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      • Nicolás. Es menester entender que en el esquema marxista el ‘trabajo’ no tiene valor. Lo adquirido por el capitalista en la relación asalariada y convertido en mercancía, es la fuerza de trabajo, es decir un lapso temporal de la vida del obrero, que, aplicada a los medios de producción y materias primas, genera valor objetivado en mercancías y un valor mayor al que se paga por ella como equivalente de la reproducción de dicha fuerza, es decir, pagado por el valor de las mercancías que componen la canasta básica del trabajador (variable en tiempo y lugar). Márx es explícito al respecto: ‘En el mercado, lo que se contrapone directamente al poseedor de dinero no es en realidad el trabajo, sino el obrero. Lo que vende este último es su fuerza de trabajo. No bien comienza efectivamente su trabajo, éste ha cesado ya de pertenecer al obrero, quien por tanto, ya no puede venderlo. El trabajo es la sustancia y la medida inmanente de los valores, pero él mismo no tiene valor alguno’ También es muy claro aquí: ‘Si, por otra parte, observamos el caso del capitalista, vemos que éste quiere obtener precisamente la mayor cantidad posible de trabajo por la menor cantidad posible de dinero. Por eso, desde el punto de vista práctico, a él sólo le interesa la diferencia entre el precio de la fuerza del trabajo y el valor que crea el funcionamiento de la misma. Pero procura comprar todas las mercancías al precio más bajo posible y por eso, en todos los casos, cree encontrar la razón de su ganancia en la simple trapacería de comprar por debajo del valor y vender por encima de éste. De ahí que no caiga en la cuenta de que si existiera realmente una cosa tal como el valor del trabajo y él pagara efectivamente ese valor, no existiría ningún capital, su dinero no se transformaría en capital’ Una cosa es el costo salarial de una hora de trabajo en condiciones modales de producción y otra asignarle un valor del ‘trabajo’ como si este fuese retribuido integramente por el valor contenido en las mercancías que produce.

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  21. Nicolas, AP
    He respondido al penúltimo comentario de AP, pero se ubica alli mi respuesta y no aquí al final. Me gustaría que lo revisarais. Gracias

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    • Le contestó aquí por que no hay entrada más arriba. Entiendo a que van los ejemplos. Lo que usted intenta ejemplificar es que a partir de las percepciones subjetivas de utilidad de vendedores y compradores es posible deducir los precios. Es el procedimiento ad usum de los marginalistas, no se de la EA. Por lo que han explicado, antes aquí y en otras intervenciones, creo que Nicolás o Adrián, como exponentes de la EA, lo dan por válido, aunque no se si comparten las formulaciones matemáticas de los autores marginalistas. Obviamente, no estoy de acuerdo con el principio explicativo y por consiguiente, por fuera de la coherencia interna de los desarrollos lógico matemáticos, los considero inválidos en sus fundamentos y por consiguiente falaces. Los gustos y preferencias de los consumidores, asociados a sus niveles de ingreso, inciden, pero están sobredeterminados por la lógica de la formación de precios determinados por contraprestaciones basadas en la equivalencia de valores sociales objetivos, que se abren paso entre lo azaroso. La ‘disponibilidad de intercambio’ no es cuestionada por los marxistas. Se cambian las cosas de las que se puede prescindir, por aquellas que necesitamos. No hay nada misterioso aquí. Pero eso no puede explicar el valor de cambio, salvo en las oscilaciones respecto del núcleo duro que son los precios de producción. Su alusión acerca de que las ‘valoraciones subjetivas’ se generalizan en razón de una cultura común no salva el problema de que del ‘caos’ de las interacciones surja un ‘orden’ en las transacciones, si no existe un punto de referencia determinado por los costos medios y la TG media. Afirmar que el proceso es inverso es una visión invertida de la realidad que no es susceptible de demostración empírica y además contrasta con el proceso real con que se calculan los precios tentativos en el proceso real de la producción capitalista.

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      • AP, no sé le he entendido, si nos hemos entendido.
        Cuando el protagonista de mi ejemplo se decanta por tomar 3 peras en vez de 2, 1, el pastel o nada, respóndame a 2 preguntas simples:
        1-¿A pasado de una escala de preferencias ordinales a otra de cantidades cardinales?
        2- ¿Lo ha hecho mediante cálculos parametrizables?
        Hasta aquí no hay precios ni intercambio a los que referirse. Detengámonos ahí.

        También le agradecería alguna explicación sobre el «procedimiento ad usum de los marginalistas» ¿diferente de la EA?. No sé mucho de teoría

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  22. Hola Nicolas, dices:
    1-«No diría que hay una igualdad en la “disponibilidad de intercambio.”
    2-» Justamente los intercambios se dan por valoraciones distintas. Ambas partes ganan, por eso intercambian.»
    Precisamente porque estoy de acuerdo en tu segunda frase creo que no me has entendido en la primera, acaso me hayas leido deprisa: si en el momento del intercambio no se diera la misma «disponibilidad», propensión, no «valoración», al intercambio querría decir que alguna de las partes «no está dispuesta» a intercambiar (no valora más lo que obtiene que aquello de lo que se desprende). Justo cuando ambos valoran más lo que obtienen que lo que poseen es cuando ambos coinciden en ralizar el intercambio (misma disponibilidad a realizarlo).
    Bueno, espero haberme explicado mejor.

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    • Respecto de los precios, es muy acertado lo que dices.
      Por otra parte: una de las observaciones que hacen los marxistas para intentar demostrar que los precios son regidos por el trabajo social necesario, objetivable, y no por la utilidad marginal subjetiva, es la diferencia supuestamente «irreductible» de precios entre bienes claramente diferenciados. Dicen, por ejemplo, ¿A qué se debe que el precio de un coche oscile en un entorno muy superior al de una bicicleta?. El uno puede rondar 20000$, la otra 200$ (estoy inventando precios).
      Ellos admiten que la ley de oferta y la demanda «matiza», «modula», «modifica» un precio pero siempre en torno a una cifra respecto de la que no hay grandes variaciones. A esta cifra la llaman algunos marxistas «centro de gravedad». Dicho centro es el que ellos consideran condicionado por la TTSN y no por la oferta y la demanda. Un coche no valdrá 200$ pero sí puede llegar a 22000$ o 18000$; la bici oscilará entre 120 y 280, por ejemplo. Sus «centros de gravedad» son distintos. (Yo apuntaría que un coche de segunda mano puede bajar a 200$)

      A mi se me ocurre que dicho «centro de gravedad» tiene mas que ver con lo que tú dices de los precios que con dicha explicación marxista. Para ellos es como si ese precio fuera una cualidad del producto.
      También está claro que los bienes y medios implicados en la fabricación de un coche son muchos mas que los de una bicicleta y que si alguien pensara en fabricárselos por sí mismo, tendría que renunciar a muchas mas cosas por hacerse uno que por la otra (coste de oportunidad) y por ello también estará dispuesto a pagar mucho mas por uno que por la otra.

      Y rescatando un poco de lo que yo apuntaba, supongo que si los seres humanos fuéramos muy diferentes unos de otros, o comparásemos culturas muy distintas, acaso los coches no habrían llegado a generar un mercado muy grande ni con muchas transacciones, por lo que los compradores-vendedores marginales tendrían mas influencia sobre el precio, cotizándose transacción por transacción.
      ¿ Te he entendido bien?.
      Gracias por tus comentarios.

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  23. A.P «El dinero, sí tiene valor de uso y es ser portador de valor de cambio» Lo que yo te estuve diciendo que precisamente el dinero tiene valor de uso pero es el que «mide» el trabajo socialmente necesario incorporado en un bien, y lo que yo te vengo a demostrar es que el dinero tiene SU PROPIO valor de cambio, no es el reflejo del valor de cambio de la otra mercancía por precisamente lo que explique.

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    • No entiendo bien lo que querés decir. El párrafo está mal formulado. Supongo que ‘no’ querés decir lo que yo he afirmado y que el dinero tiene utilidad o valor de uso que responde a su utilidad ‘propia’ ¿Cual? ¿La de ser portador de valor de cambio?. Lo que no explicas es como se puede determinar su valor de cambio a partir de la utilidad de ser portador de valor de cambio. Es una tautología. Me parece que tu respuesta debería ir por el lado de la relación de sustitución del dinero, aunque esto no responde la tautología en cuestión.

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  24. «No. Que economistas (?) consideren al dinero como un simple medio de pago, no se deriva que Marx haya planteado cosa semejante. Esta afirmación presume desconocimiento del rol que Marx otorga al dinero.
    «Para Marx el dinero en cuanto mercancía, es a: Medida de valor. b) Patrón de los precios c) Medio de Circulación y en cuanto dinero, d) Medio de pago y e) Reserva de valor. Del hecho que el dinero tenga valor y valor de cambio no se puede deducir que estos se deriven de su utilidad»<—-Vuelves y cometes el mismo error, ya que vuelves y tomas el concepto de utilidad y lo vez desde el punto de vista marxista.
    Mira por ejemplo:
    "La utilidad es la capacidad que tienen determinados bienes o servicios de satisfacer necesidades humanas, físicas o psicológicas, como comer o leer un libro"

    Y un austriaco dice:
    "Utility is the capacity of a thing to serve for the satisfaction of human needs, and hence (provided the utility is recognized) it is a general prerequisite of goods-character. Non-economic goods have utility as well as economic goods, since they are just as capable of satisfying our needs. With these goods also, their capacity to satisfy needs must be recognized by men, since they could not otherwise acquire goods-character. But what distinguishes a non-economic good from a good subject to the quantitative relationship responsible for economic character is the circumstance that the satisfaction of human needs does not depend upon the availability of concrete quantities of the former but does depend upon the availability of concrete quantities of the latter. For this reason the former possesses utility, but only the latter, in addition to utility, possesses also that significance for us that we call value.

    Of course the error underlying the confusion of utility and use value has had no influence on the practical activity of men. At no time has an economizing individual attributed value under ordinary circumstances to a cubic foot of air or, in regions abounding in springs, to a pint of water. The practical man distinguishes very well the capacity of an object to satisfy one of his needs from its value. But this confusion has become an enormous obstacle to the development of the more general theories of our science." *Carl Menger, Principios de Economía Política, Cap 3.*

    El mejor ejemplo que da sobre que la utilidad (en términos austriacos) no es precisamente a las cualidades objetivas del mismo bien en si (valor de uso) sino de los fines que tenga la persona en si, no es el ser humano en este caso el que está subordinado a la materia, sino todo lo contrario, es el mismo que subordina mediante sus fines al medio en si como explica Adrian Ravier:

    "Supongamos que preguntamos para qué sirve un destornillador. La respuesta casi inmediata parece ser colocar y sacar tornillos. Pero también puede servir para destapar latas, botellas, romper vidrios, de adorno, rayar automóviles, de pisa papeles… y podríamos seguir pensando en una gran cantidad de alternativas de usos prácticos de ese mismo destornillador.

    El hecho de que el destornillador haya sido inventado para poner y sacar tornillos, y que la mayoría de nosotros lo utilicemos para este fin, no significa que esta sea su cualidad intrínseca o que el valor intrínseco del destornillador esté determinado por este uso."

    Por esta razón, este argumento escrito por ti es un error de enfoque, porque rellenas el concepto de la manera en la que desde la óptica marxista le entiende:
    "Si la utilidad del dinero es ser portador de valor, dicho valor no se puede derivar ni medir por su utilidad. Es una petición de principio. "

    Espero que luego de esto, logres entender mejor la posición austriaca.

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    • Cada bien producido tiene una función específica a la cual responden sus características materiales, pero puede responder a una serie de funciones secundarias o colaterales. En efecto, un destornillador puede servir para destapar latas, botellas etc. etc. pero todo ello depende de características físicas que los hacen apropiado para tales funciones. Con un destornillador puedo abrir una lata por que no tiene una punta roma, sino aguzada y cortante. Puedo destapar botellas (a falta de destapador) por que a su punta se suma un cuerpo largo y sólido que me permite ejercer palanca. Puedo rayar autos y luego utilizarlo como arma homicida, cuando me vengan a partir el matafuego (el que sirve para apagar el fuego) en la cabeza y así vía de séquito. Pero ni se me ocurriría abrir la botella con una pelota de ping pong, por que su materialidad esférica y blanda no sería apropiada. Del mismo modo, con el dinero, puedo empapelar la habitación (Como en la hiper de la República de Weimar y tal vez aquí en un futuro no muy lejano) o hacer avioncitos, pero nada de esto quita que su función específica sea la de ser portador de valor de cambio y que no se pueda explicar su valor por esta utilidad.

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  25. AP, no sé si le he entendido, si nos hemos entendido.

    Cuando el protagonista de mi ejemplo se decanta por tomar 3 peras en vez de 2, 1, el pastel o nada, respóndame a 2 preguntas simples:
    1-¿A pasado de una escala de preferencias ordinales a otra de cantidades cardinales?
    2- ¿Lo ha hecho mediante cálculos parametrizables?
    Hasta aquí no hay precios ni intercambio a los que referirse. Detengámonos ahí.

    También le agradecería alguna explicación sobre el “procedimiento ad usum de los marginalistas” ¿diferente de la EA?. No sé mucho de teoría

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    • Yo tampoco se mucho de ese tipo de teoría. No soy economista. Los intentos neoclásicos de medir utilidad empezaron por las magnitudes cardinales y fracasaron por que la utilidad no se puede medir, ni se puede derivar de ella ‘utilidad en el margen’. Luego pasaron a las comparaciones de cestas de bienes, en sentido ordinal, de las que se pueden obtener curvas de indiferencia, pero con resultados muy puntuales y después a ‘preferencias reveladas’ de las que presuponen deducir precios teóricos. En este último caso, Samuelson demostró ya en 1938 que la utilidad como factor explicativo era irrelevante, puesto que una teoría matemática de la demanda podía perfectamente prescindir de ella, lo que no le impidió seguir referenciándola como tradición o una especie creencia necesaria para dotar de algún fundamento a estas construcciones. Un saludo a la bandera.

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      • AP, Gracias por tu explicación, pero el objeto principal de mi comentario era la respuesta a mis dos preguntas.
        No entiendo por qué se elude.
        Rolando Astarita también me ha desvíado la respuesta por email, relatando procesos históricos relativos a precios e intercambios, que es precisamente lo que quiero dejar fuera de discusión.

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      • Por mera intuición, no sé si acaso por falta de formación, a mí se me hace evidente que precisamente un ser vivo, especialmente el ser humano, es un claro ejemplo de «traductor» desde preferencias ordinales internas a comportamientos externos medibles según escalas cardinales (cuya complejidad se me antoja menor que la deliberación interna del sujeto).

        El cómo a partir de esta supuesta evidencia se pueda pasar a una teoría de configuración de precios de intercambio entre sujetos ya es otra historia. Pero para nada me parece ajena esta historia a la respuesta a mis dos preguntas.

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    • Solicitando la venia del anfitrión de este blog y dado que no encuentro entrada para responder directamente, aprovecho para una observación metodológica a Solrac. Un intercambio vía mail forma parte del ámbito privado y no debe ser citado, ni siquiera indirectamente, a menos que no se cuente con la aprobación expresa del interpelado, dado que los que intervenimos aquí no estamos al tanto de la conversación y no podemos juzgar acerca de su veracidad o la fiabilidad de su interpretación. No es pertinente. Formule su pregunta en el blog de R.A y después todos podremos juzgar si se elude o no la respuesta, o si la respuesta es o no convincente. Sobre su última observación. No hay posibilidad de traducir preferencias a precios su no se cuenta con precios que ordenen las preferencias. Por tanto, se requiere de tomar como dado, aquello que se pretende explicar. Por otra parte, el ordinalismo de las preferencias, no podría prescindir del ingreso, del conocimiento exacto de la totalidad de las mercancías y sus precios y aún en un intercambio preferencial de canasta limitadas, estaría condicionado por decisiones simultáneas que afectan a otras canastas, por consiguiente la relación marginal de sustitución se haría tan infinita y particularmente individual que sería imposible de rastrear, con lo cual, el principio explicativo se haría indemostrable en los hechos y terminaría en la eterna tautología que explica los precios por la oferta y la demanda y la oferta y la demanda por los precios.

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      • AP,
        Acepto su observación metodológica y pido disculpas por el error. No era mi intención abusar de la confianza de RA; acaso me he dejado llevar por la sensación de impotencia y no he sido consciente de estar mencionando algo que no debiera. Pensándolo despacio, creo que tiene usted razón.
        En cuanto a su explicación, que de nuevo agradezco, sí quiero expresar algún comentario pero ahora no me es posible. En cuanto pueda quiseria hacerlo.
        De nuevo pido disculpas.

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  26. Un breve comentario. La función de utilidad (total o marginal) no mide, ni busca medir, la utilidad que generan las preferencias. En la economía neoclásica la función de utilidad es un instrumento analítico, no una tecnología de medición.

    Por ejemplo, una escala de preferencias puede decir P = {a > b > c]

    Para poder hacer uso del instrumental de análisis matemático, se filtran las preferencias P por una función de utilidad que genera números sin unidad de medida. No importa el valor absoluto que genera la función, lo que importa es que se respete el orden de preferencias.

    U(a) > U(b) > U(c). Ya sea que U(a) = 100, U(b) = 80 y U(c) = 70 o bien U(a) = 10, U(b) = 5 y U(c) = 3.

    Se podrán criticar varios aspectos de este método, pero para el economista (neoclasico) la función de utilidad no mide la utilidad.

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    • Nicolás, me parece muy acertado el comentario. Confundir la función de utilidad con la utilidad sería como confundir el mapa con el territorio. Todos sabemos que este es mucho más complejo, pero nos conviente tomar ciertas simplificaciones para guiarnos o al menos no perdernos.

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    • Nicolás. Ahora sí que me complicó. La función de utilidad sí busca medir la ‘satisfacción’ o ‘utilidad’ a través del orden de preferencias. Por sus anteriores respuestas, coincidimos en que la utilidad no se puede medir. Agrego que por tanto, tampoco se puede derivar más que en un ejercicio de simulación. Pero no creo que para el economista neoclásico la función de utilidad no mide utilidad. ¿Que dice el manual de Varian?

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    • No tengo ninguno de los manuales de Varian a mano, pero dejo dos pasajes, uno de Nicholson y el otro de Mas-Colell. El primero es un reconocido manual de micro intermedia. El segundo es uno de los manuales de cabecera en los cursos de micro de doctorado.

      Varian, y otros manuales, van a decir lo mismo.

      «Given the assumption of completeness, transitivity, and continuity, it is possible to show formally that people are able to rank all possible situations from the least desirable to the most. Following the terminology introduced by the nineteenth-century political theorist Jeremy Bentham, economists call this ranking utility. […]
      We might even attach numbers to these utility rankings, however, these numbers will not be unique. Any set of numbers we arbitrarily assign that accurately reflects the original preference ordering will imply the same set of choices. It makes no difference whether we say that U(A) = 5 and U(B) = 4, or that U(A) = 1,000,000 and U(B) = 0.5. In both cases the numbers imply that A is preferred to B. In technical terms, our notion of utility is defined only up to an order preserving («monotonic») transformation. Any set of numbers that accurately reflects a person’s preference ordering will do. Consequently, it makes no sense to ask «how much more is A preferred to B?» since the question has no unique answer.[…]
      The lack of uniqueness in the assignment of utility numbers also implies that it is not possible to compare utilities of different people. If one person reports that a steak dinner provides a utility of «5» and another reports that the same dinner offers a utility of «100,» we cannot say which individual values the dinner more because they could be using different scales. Similarly, we have no way of measuring whether a move from situation A to situation B provides more utility to one person or another.»
      Nicholson, W. and Snyder, C (2005). Microeconomic Theory (Basic Principles and Extension) (10th. edition). South-Western. p. 88

      «In economics, we often describe preference relations by means of a utility function. A utility function u(x) assigns a numerical value to each element in X, ranking the elements of X in accordance with the individual’s preference. […]
      It is only the ranking of alternatives that matters
      Mas-Colell, A. Whinston, M. D. & Green, J. R. (1995). Microeconomic Theory. Oxford University Press. pp. 8-9.

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      • Según mi inglés brutal, efectivamente, allí dice que que la función de utilidad no mide una proporción cuantitava comparada, sino, solo establece un ‘ranking’ de utilidad. Para el primer autor : (el ranking) …no hace a la diferencia entre decir esta unidad (A) es igual a 5 y la unidad B a 4, o la unidad A igual a un millón y la B a 0,5 …. En términos técnicos la utilidad solo se define sobre la base de un orden … lo que deja sin sentido la pregunta de cuanto se prefiere más A a B etc. La pregunta que me surge es, entonces ¿Que sentido tiene sacar derivadas de un orden imaginario incuantificable que solo en algunos casos y de pedo puede coincidir en como alguien ordene sus preferencias? Otra pregunta ¿Será por esto que prominentes neoclásicos sostienen en su círculo de pares el rol de abalorio ritual de la utilidad como factor explicativo del precio?

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      • Como decía, puede haber puntos criticables en las funciones de utilidad, pero que es un intento de «medir» la utilidad no es uno de ellos.

        Tanto para los economistas clásicos como para los post-marginalistas, el valor de uso (utilidad) es de origen subjetivo. La diferencia es que los economistas clásicos no tenían una teoría al respecto y por lo tanto explicaban el valor de cambio (precios) con otros valores de cambio (precios). No podían conectar consistentemente valor de uso con valor de cambio.

        Para el marginalismo, el valor de uso de un bien «x» depende de cuántas unidades se posea. La primer unidad del bien «x» se asigna a satisfacer la necesidad más importante (que puede ser satisfecha por «x»). La segunda unidad del bien «x» a la segunda preferencia, etc. La utilidad que el individuo asigna a cualquier unidad «x», independientemente de cuantas tenga, depende de la preferencia «marginal» o la última satisfecha. Si una persona posee 3 unidades de «x», para él todas valen lo mismo, y esa valoración depende de la utilidad que le aporta la última unidad. Cuánto se está dispuesto a pagar por una unidad extra depende de cuántas unidades ya se posea (posiblemente alguien este dispuesto a pagar un precio mayor por su primer TV que por un quinto TV cuando ya posee 4 exactamente iguales).

        Ahora, una vez que se filtran las preferencias por una función de utilidad, U(x), donde es «x» es cuantas unidades se posee del bien «x» y el resultado es este número que va a mantener la escala de preferencia, la utilidad marginal es el cambio en una unidad de «x».

        UMg(x = 2) = U(x = 2) – U(x = 1).
        Analíticamente hablando es más sencillo trabajar con la derivada de U(x) [si es que U(.) es derivable, no siempre lo es, por ejemplo en la Función de Utilidad de Leontieff, U = min{x,y}].

        Para algunos economistas (posiblemente la mayoría), asumir que se pueden consumir unidades infinitesimales de bienes no es un desvío muy relevante del mundo real. Lo que se gana en poder analítico es más que lo que se pierde de realidad.

        No entiendo lo del «rol de abalorio ritual de la utilidad como factor explicativo del precio.» Que el valor de uso subjetivo sea el último determinante de los precios no es un rito, es una teoría.

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  27. AP,
    Usted me comenta que «No hay posibilidad de traducir preferencias a precios si no se cuenta con precios que ordenen las preferencias»….»terminaría en la eterna tautología que explica los precios por la oferta y la demanda y la oferta y la demanda por los precios».

    Quisiera mencionar que de nuevo siento que mis preguntas no tienen respuesta, o al menos yo no estoy siendo capaz de interpretar como tales sus comentarios.
    Aborda directamente un asunto que considero afectado por las respuestas que busco pero sin encontrarlas. Sin en esto estuviera equivocado, estoy igualmente interesado en conocer el error de mi inferencia.

    No obstante, pasaré tambien yo al asunto que hubierta preferido posponer.

    Voy a suponer que la respuesta a mis preguntas es que efectivamente las personas son capaces de traducir sus preferencias ordinales en magnitudes cardinales (no hay precios en discusión, sino opciones con cantidades distintas).

    Apuntaría que las preferencias nacen EN el sujeto. Este es un ser complejo en relación con un entorno complejo y en virtud de dicha relacion «busca» y «decide».
    El sujeto delimita el contexto en el que quiere buscar y al menos tiene una «borrosa» idea de lo que quiere (hay patologías que provocan excepciones). Su jerarquía de preferencias no se organiza en «fila india», opción por opción, sino en grupos «en movimiento» con distintos pesos y límites borrosos, alterables. Quien tiene que optar no se presenta como una tabula rasa que necesitase previamente ser completada con infinidad de datos para decantarse.

    El precio llega después de dicha idea borrosa y será un dato más entre otros, con mayor o menor peso para tomar la decisión. Por otra parte, el precio es a su vez una «tentativa» del ofertante y es por todo ello que de un modo u otro está sujeto a posibles modificaciones.

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